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Por Paul L. Ravelo Cabrera
Número 25
Uno de los aspectos que define
el actual proceso de globalización capitalista de la economía
y la sociedad es el cambio tecnológico de última generación:
la tecnología digital de la informática. En los últimos
treinta años ha habido una enorme intensificación
de las comunicaciones a nivel mundial, a tal punto de convertirse
el universo electrónico en el sólido sostén
del funcionamiento (carácter, difusión, éxito
y contradicciones) del capitalismo contemporáneo. El ejemplo
de importancia más profunda de este salto tecnológico
y, a su vez, de la nueva complejidad del capitalismo lo constituye
el sistema-red "www" o Internet.
Las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación, basadas en las telecomunicaciones,
la microelectrónica y los programas para el funcionamiento
en sistemas de red, proporcionan la nueva infraestructura tecnológica
de operaciones del capitalismo contemporáneo. La proporcionan,
claro está, sobre la base de una infinita voluntad de conquista
y expansión de mercados, y puestas al servicio de las necesidades
del poder del capital. Sin dudas, existe una relación estructural
entre los rasgos actuales del super-capitalismo, el nuevo sistema
tecnológico, y la voluntad imperial de hegemonismo global.
Velocidad y complejidad sin precedentes
en la gestión de la economía, transformaciones de
las estructuras industriales, de la propia naturaleza de la producción,
la forma de la distribución, la compra y venta de mercancías;
oleada de megafusiones y pactos transnacionales, proyectos biotecnológicos
de clonaciones y genéticas, modificaciones en el sistema
bancario y nuevo papel de los mercados electrónicos de dinero,
información y conocimiento convertidos en medios de producción
que provocan un disparo creciente del desempleo, bombardeos dirigidos
por ordenadores en provecho de objetivos militares, pérdida
de identidad de ideales regulativos de sociedad como autoridad,
familia tradicional, escuela, relaciones sociales, son algunas de
las expresiones de un importante redimensionamiento tecnológico
del capitalismo contemporáneo.
Desde luego, otra cosa sería afirmar absolutamente, como
lo ha estudiado y valorado James Pretras, que la actual "revolución
informática" sea la fuerza trascendental que define
el crecimiento de las economías contemporáneas, y
que con ella exclusivamente se esté definiendo el "nuevo
orden mundial". En todo caso, y sin negar su impacto en la
dinámica de la vida económica y cultural contemporánea,
coincido con el sociólogo marxista norteamericano en que
"la burbuja de la tecnología informática"
también fue "un artefacto de un inmenso fraude promocional",
ha amplificado las irracionalidades y contradicciones del capitalismo
contemporáneo, y "ha servido de cobertura ideológica
para oscurecer el resurgimiento del imperialismo estadounidense
y la expansión del capital euro-norteamericano, basado en
la guerra de clases y las guerras imperiales"1.
Pero el dispositivo electrónico
de la mundialidad hipertecnológica de las imágenes,
los cables coaxiales, satélites, sitios y redes también
viene produciendo efectos contraproducentes en este cosmopolitismo
comunicacional aristocrático. Efectos desfavorables para
la desideologizada lógica del capital en red. ¡Paradojas
del mito de la "revolución informática"!:
apropiándose de las propias armas del sistema (Internet,
redes mediáticas), y como diciendo -utilizando una graciosa
expresión de Naomi Klein- "Jodete Francis Fukuyama.
La Historia aún no ha terminado. ¡La estamos haciendo,
aquí y ahora!", el movimiento anti-globalización
se consolida en la Red y difunde su mensaje de contra-información
y convocatoria anticapitalista asegurando con ello que el uso de
la web es un espacio de resistencia ciudadana al poder dominante
del capital.
Desde el sureste de la selva mexicana,
los guerrilleros zapatistas del subcomandante Marcos también
hacen abierto uso de la red mediática (ezln.org) para divulgar
sus argumentos rebeldes contra el discurso y el poder de las multinacionales,
de la gran prensa, del pensamiento único. ¡Y caso reciente,
y verdaderamente irónico, de tal apropiación!: el
"nuevo terrorismo" del que habla Jean Baudrillard2,
haciendo gala de una eficiencia tecnológica y espectaculares
giros aerostáticos, "pone en juego su propia muerte"
y pone en jaque a la misma mundialización y "todo el
juego de la historia" de sello occidental. Occidente generó
el generalizado nihilismo que le caracteriza, y sus excesos tecnológicos
hoy no dejan de reproducirlo.
Ahora bien, los dos primeros ejemplos
reactivos al uso desideologizado de la red permiten afirmar que
la tecnología digital también produce un significado
tecnopolítico de carácter revolucionario. La digitalidad
virtual, por obra del entusiasmo y la voluntad política,
se impregna de contenido político social, justamente cuando
el cambio científico-tecnológico había preparado
el fin de la representación político-revolucionaria
de la historia. Los mismos efectos de la globalización neoliberal
han vuelto a poner en escena el campo político de la subjetividad,
y están hoy dadas las condiciones suficientes para (desde
la red y fuera de ella) reactivar los principios de la resistencia
social. De hecho, ya existe una muy interesante relación
entre la convocatoria vía digital y la puesta (pacífica
o violenta) del cuerpo en las grandes urbes modernas.
Un nuevo tipo de sujeto de la acción
(lucha) social está surgiendo en la Red. El "ciberactivismo"
militante en red es una nueva figura del esperado sujeto político
en la mundialización super-capitalista, insertado en las
propias transformaciones tecnológicas del "capitalismo
informacional". Contrario a lo que piensa el sociólogo
Manuel Castells, en las redes electrónicas no hay ninguna
neutralidad axiológica, en ella sí hay juicios de
valor. El hacedor de imágenes los pone en función
no de "las perspectivas futuras del capital", sino de
suscribir conscientemente compromisos políticos (ciudadanos
y revolucionarios) con el contradictorio mundo real.
Internet está siendo un magnífico medio de movilización
social, de debate, y de protesta. Y más que reforzarlo, está
poniendo en crisis el clásico concepto de democracia occidental.
Fernando Savater, el filósofo y escritor vasco, hasta se
ha animado a decir que Internet es "un ágora nueva,
la plaza pública para los Sócrates del siglo XXI!".
En efecto, compromete tanto a intelectuales como a cualquier tipo
de conciencia ciudadana inconforme con el estado universal de cosas
del orden neoliberal en curso. Es una herramienta para la reunión
y el llamado a la acción social.
La pasión revolucionaria
ha entrado en la Red. La acción política, de abierto
rostro antiglobalización neoliberal, está en Internet
y está convocando a subvertir las reglas del "nuevo
(des)orden" internacional del capitalismo neomercantilista
e imperialista. Internet es el nuevo texto comunicativo de la nueva
forma de lucha histórica de los globalizados frente a las
instituciones dominantes de la sociedad contemporánea. Un
fenómeno que ha de expandirse y del que habría que
esperar importantes contribuciones a la teoría revolucionaria.
Fuentes:
1
J. Petras: El mito de le tercera revolución científico
tecnológica en la era del imperialismo neomercantilista (rebelion.org,
28 de julio de 2001 / La Página de Petras), e Imperio
con imperialismo (Idem., 7 de noviembre de 2001).
2 J. Baudrillard: El
terrorismo. Le Monde, 2 de noviembre de 2001 (traducción
de B. Mazzoldi).
Paul
L. Ravelo Cabrera
Profesor de Filosofia Contemporanea en la
Facultad de Filosofia e Historia de la Universidad
de la Habana, Cuba. |