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Por Gladys Ortiz
Número 32
Los nacionalismos, esas ideologías
de pertenencia a algún lugar o a algo, que han provocado
conflictos y consensos a lo largo de la historia , están
por esfumarse, se están fragmentando, señalan algunos
teóricos hoy en día. Las nuevas corrientes de pensamiento
que retan las enseñanzas de la Ilustración y que llevan
el conocido prefijo "post", indican que los nacionalismos
y sus consecuentes identidades nacionales, se están perdiendo
en un mar de influencias heterogéneas, películas Hollywoodenses,
restaurantes McDonalds, Coca colas en lata y hip hop. En este contexto
en que el capitalismo tardío, también llamado globalización
(concepto muy de moda, por cierto), domina el mercado y en que la
interconexión de dinero, gente y cultura es una realidad
McLuhiana, los nacionalismos y las identidades nacionales no tienen
cabida.
Ya anteriormente habían surgido,
en tono de preocupación, denuncias intelectuales sobre la
maligna influencia de los McDonalds y las Coca colas en la vida
de la gente, en las identidades nacionales y en los nacionalismos.
Esta corriente denominada Imperialismo Cultural derivada de las
teorías marxistas de Adorno y Horkheimer, señalaba
que las culturas, mitos y tradiciones -que son componentes de los
nacionalismos- de los países subdesarrollados estaban siendo
amenazadas por la influencia directa de los países más
desarrollados, en específico de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los nacionalismos, según el Imperialismo Cultural, no se
perdían en un mar heterogéneo de influencias como
argumentan los "post" pensadores, sino que desaparecían
por completo en la homogeneidad: habría una sola identidad,
una sola ideología, la del Imperio Americano.
Si asistimos a la famosa "Cumbre
Tajín" en Veracruz y observamos que las tradicionales
danzas y fiestas se colorean con logos como el de Marlboro o Telmex,
es difícil no pensar en que las identidades nacionales se
fragmentan: uno puede estar observando a los voladores de Papantla
y sentirse muy mexicano y mientras tanto, saborear una Burger King.
Por otro lado, las películas en la cartelera, los programas
del 5 y los centros comerciales o "Malls" saturados de
marcas en inglés, sugieren que lo nacional, la identidad
mexicana, el nacionalismo mexicano que Vasconcelos elaboró
con tanta precisión, han sido totalmente cubiertas por aquella
bandera de las rayas rojas y las estrellas blancas con fondo azul,
¿dónde han quedado Adelita, la serpiente emplumada
o Pedro Infante? Diría con desánimo algún nostálgico.
"Estados Unidos tiene la autoridad
soberana para emplear la fuerza a fin de asegurar su propia seguridad
nacional" dijo el Sr. George W. Bush el pasado martes 18 de
marzo1. Al mismo tiempo, otros
presidentes como Vicente Fox, José María Aznar o Jaques
Chirac utilizan también términos como lo "nacional"
y la "nación" para justificar sus respectivas posturas
ante la guerra en Irak. En estos últimos días hemos
sido testigos del cierre de fronteras para proteger a las naciones
de ataques terroristas, comentaristas de televisión hablan
sobre la unidad nacional en torno al no a la guerra, imágenes
nos muestran a soldados preparados para atacar y a civiles capaces
de morir por defender a su nación. Contrariamente a las posturas
antes mencionadas, éstos ejemplos exponen cómo hoy
mas que nunca, los nacionalismos están en boga y siguen siendo
factores de identificación, elementos clave en los discursos
y mecanismos de unificación (¡Incluso en México
ha surgido recientemente un Partido Nacionalista!).
Sin embargo, estos nacionalismos
están compuestos de una sustancia diferente a aquellos nacionalismos
que se sostenían en banderas, símbolos comunes e historias,
mitos y tradiciones compartidas. Según el autor inglés
Benedict Anderson, el rápido desarrollo de las comunicaciones
en Europa entre los siglos XVII y XVIII fue un factor clave para
la generación de la idea de nación. El desarrollo
de la imprenta, el florecimiento de periódicos, gacetas y
novelas tuvieron una gran influencia en la desaparición de
las dinastías reales y las comunidades religiosas y en la
consolidación de los Estados-nación o "comunidades
imaginarias de nación"2.
Es a través de los medios de comunicación en que las
historias, símbolos, mitos y tradiciones compartidas se difunden,
y el nacionalismo, como ideología de una nación, se
legitima.
El nacionalismo mexicano, sin embargo,
se consolida un siglo después como resultado de las luchas
hegemónicas entre diferentes grupos de poder, el desgaste
de un sistema político inviable que desembocó en una
guerra de Revolución, y las constantes amenazas de invasión
de Estados Unidos y otros países. La ideología nacionalista
que se difundió como antídoto al caos por el grupo
triunfante se arraigó en las historias y mitos del México
prehispánico, en las memorias de mexicas, mayas, olmecas
y toltecas, y en la exaltación de la llamada raza de bronce.
También los medios de comunicación jugaron un papel
primordial en la consolidación de la "comunidad imaginaria"
mexicana y es a través de periódicos, gacetas, libros,
murales y revistas en que el nacionalismo mexicano se legitima.
El éxito fue tal, que para Martín Barbero3,
México ha sido y es el país más nacionalista
de toda Latinoamérica.
Si en los siglos XVII, XVIII y XIX
los nacionalismos fueron producto de grupos hegemónicos instalados
en el poder y de los medios de comunicación como "Aparatos
Ideológicos del Estado" como señalaría
Louis Althusser, los nacionalismos actuales son, sin embargo, el
resultado de ciertos grupos hegemónicos de características
diferentes y de medios de comunicación manejados por intereses
que van más allá de un Estado-nación. El siglo
XX fue testigo de la rápida aceleración de flujos
económicos y culturales, de tecnología, dinero y productos
simbólicos. La globalización o capitalismo tardío
trajo como consecuencia que uno pueda acceder a fuentes lejanas
de información, que uno pueda hacer sus compras en Tokio
estando en París o que uno sea testigo de imágenes
simultáneas situado en lugares y espacios diferentes. También
la globalización o capitalismo tardío trajo como consecuencia
que los grupos hegemónicos ya no sean más aquellos
grupos de poder triunfantes de los Estados-nación y que los
medios de comunicación alcanzaran su relativa autonomía
de éstos, ya que los grupos hegemónicos se conforman
hoy de los dueños de corporaciones trasnacionales y multinacionales
y los medios de comunicación, más que guiarse por
una ideología de nación, se guían por los intereses
económicos y financieros que tienen directa relación
con éstas corporaciones trasnacionales.
Siguiendo la teoría de Benedict
Anderson que indica que los medios de comunicación tuvieron
una gran influencia en la consolidación de las naciones,
las identidades nacionales y los nacionalismos, se puede argumentar
que éstos aún tienen tal influencia, sin embargo,
los nuevos nacionalismos que difunden los medios de comunicación
se componen de los residuos de aquéllas historias, mitos,
símbolos y tradiciones comunes, Coca colas y Marlboros, Adelitas
y Cowboys, hamburguesas y enchiladas. Los nacionalismos, como ideología
de una nación y como componentes de las identidades, no se
están esfumando, ni fragmentando en el sin sentido heterogéneo
de las corrientes "post", tampoco están desapareciendo
en la completa homogeneización del Imperialismo Cultural,
los nacionalismos están más fuertes y vigentes que
nunca y día con día los medios de comunicación
los transmiten y nos enseñan lo que es ser un mexicano, un
español, o un inglés.
Recuerdo un comercial de televisión
que promocionaba los cigarros norteamericanos Boots en el que un
hombre vestido de ranchero mexicano con botas acudía con
una mujer, también vestida de ranchera, a una típica
fiesta mexicana después de una apasionada carrera en un terregoso
camino entre camionetas. Recuerdo también un comercial de
televisión de Telmex en donde se aludía al territorio
nacional como territorio Telmex. Existen numerosos ejemplos de representaciones
de lo nacional y el nacionalismo en los medios de comunicación
y más aún en estos días con el estallido de
la guerra en Irak. Aunque ya muchas teorías han criticado
fuertemente la visión funcionalista de la influencia causa-efecto
de los medios de comunicación, hay un fenómeno conocido
como "espiral de la significación"4
que ocurre cuando un evento es magnificado por los medios de comunicación.
En casos como una guerra o crisis social, un evento presentado en
los medios de comunicación puede tener una influencia directa
en el comportamiento, ideas y creencias de la gente. Es por esto
que en estos días de guerra, es interesante observar los
brotes de ideologías nacionalistas y de unidad transmitidos
por los medios de comunicación, y sus posibles influencias.
Los nacionalismos, las identidades
nacionales y la nación siguen siendo la principal forma de
identificación colectiva hoy en día. Estos nuevos
nacionalismos se componen de las diferentes tensiones entre los
grupos hegemónicos de las corporaciones transnacionales y
multinacionales con intereses económicos y financieros y
los restos de las ideologías arcaicas de los Estado-nación
enraizadas en las experiencias y la vida cotidiana de la gente.
Los nacionalismos no desaparecen y, al parecer, en mucho tiempo
no desaparecerán: los Estados tienen aún fronteras
que reafirman la noción de "comunidad imaginaria de
nación", la gente requiere de aquel sentido de pertenencia
a algo o instinto gregario en el amplio sentido psicológico,
las corporaciones trasnacionales necesitan vender en un mercado
segmentado y nacional ¿quién dice que el Tequila José
Cuervo no es mexicano o que los alebrijes oaxaqueños son
un producto comercial?
Notas:
1
La Jornada. 19-marzo-2003. p. 3.
2 B. Anderson. Imagined Communities.
Reflections on the origins and spread or nationalism, p. 6
3 J. Martín-Barbero. "The
processes: from nationalism to transnational" en Durham, Meenakshi
y Douglas Kellner (ed.) Media and Cultural Studies, p. 356
4C. Lodziak. The Power of Television.
A Critical Approach. p. 49.
Referencias:
Anderson, Benedict. Imagined
Communities. Reflections on the origins and spread or nationalism.
London, Verso, 1983.
Bhabha, Homi K. "DissemiNations: time, narrative, and the margins
of the modern nation" en Nation and Narration, London,
Routledge, 1983.
Lodziak, Conrad. The power of television. A Critical Approach.
London, Frances Printer, 1986.
Martin-Barbero, Jesus. "The processes: from nationalism to
transnational" en Durham, Meenakshi y Douglas Kellner (ed.)
Media and Cultural Studies, Oxford, Blackwell, 2001.
Smith, Anthony. National Identity. London, Penguin, 1991.
La Jornada. 19-marzo-2003. p. 3.
Mtra. Gladys Otriz Henderson
Dirección de Comunicación del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
México. |