Por Marisa Avogadro
Número 32
Bichitos de Luz
Veo una luz pequeñita. Se
prende y apaga. Corre y corre y yo voy tras ella, pero no la puedo
alcanzar.
¡Ay! Ahí viene otra
y otra más. Prenden y apagan. Parece que estuvieran tocando
alguna música. Imagino sonidos por el campo abierto, en el
profundo silencio nocturno. Miro al cielo y veo la luna que nos
escucha y baila con cascabeles atados a su cintura.
Hagamos una ronda, es noche de juegos.
Eh! Bichitos de luz, los llamo. Hagamos una ronda, es noche de juegos.
Prenden y apagan permanentemente, estos pequeñitos habitantes
de la naturaleza, que sólo se ven a esta hora. Farolitos
suspendidos en el aire, nos están alumbrando hoy a todos.
Danzan las lechuzas y un pájaro
que se acaba de despertar por el ruido. Y se unen a nosotros mi
perro que juega con su cola y un conejo saltarín. Ronda,
ronda, redonda, llegan los sapitos y los caracoles. También
vienen las liebres y se juntan al ritmo de las tortugas. Estamos
de fiesta. El cielo azul nos mira y nos acompañan las estrellas.
Luz, luz, somos bichitos de luz...
Las ondas en Radiolín
Esta mañana salí como lo hago todos los días
- cuando el sol se asoma en el cielo -, desde mi casa ubicada en
las montañas. Me dirigí a la ciudad y tras largo caminar
y recorrer varios kilómetros, no encontré a nadie.
Golpeé en los techos y en las terrazas de las casas y edificios
de departamentos, sin conseguir respuesta. Sólo grises se
veían y silencios.
Estuve viajando por el aire de toda
Radiolín - el pueblo donde vivo- y hoy estaba raro. Todo
era silencio, todo era calma. Sólo podía sentir la
caricia fresca y suave de las acacias en flor y una mariposas pequeñas,
cual lunares, que rozaban mi piel. Pero no escuchaba a las personas.
Sin embargo, todos los días
viajo a la orilla del viento. Lo acompaño, lo siento. Cuando
él está enojado, silba fuerte y cuando llega la primavera,
sus aires suaves mecen las flores. Se sienten perfumes por todas
partes y el viento los lleva con él de paseo: del parque
a la ciudad; de la ciudad a la chacra...
Pero lo que sucede ahora es extraño,
porque desde temprano los habitantes de Radiolín están
siempre levantados; moviéndose de un lado a otro. Se escuchan
ruidos y música en la ciudad, los jardines, las oficinas.
Y hoy hay tanto silencio , que hasta puedo escuchar el caminar de
un caracol sobre las hojas verdes.
Por eso, quise saber que pasaba
ya que nadie me abría las puertas. Tomé fuerzas y
mi energía recorrió la ciudad de punta a punta. Llegué
de un extremo al otro; subí y bajé y nadie me abrió
las puertas.
Y ustedes se preguntarán
quién soy yo y que hago que viajo tanto: soy una ondita de
radio. Este amanecer salí temprano de mi casa, la emisora
en la montaña y todavía estoy dando vueltas por la
ciudad sin poder entrar en ningún lugar y pienso que algo
pasó. O las personas no han encendido sus equipos de radio
o la corriente se cortó en esta parte de Radiolín.
Y si fue lo primero, si la gente no enciende las radios, no podré
entrar en sus hogares, en sus oficinas y ya estoy extrañando
a las chicas y los chicos que van a la escuela y a los que acompaño
desde temprano a estudiar en sus cuartos. Y la alegría que
me da cuando María se coloca esos botones negros en sus orejas
por donde sale la música y que todos llaman "walkman"
y escucha a sus cantantes de rock preferidos. Qué aburrida
mañana y yo afuera, sola!. No tengo frío, pues ya
recorrí toda Radiolín, pero sigo aburrida. Sólo
veo los colores rojos, marrones y azules de los techos de las casas
y algunas manchas de colores que creo que son flores.
Pero escuchen, siento un schu...schu...
Alguien está encendiendo una radio. Estoy entrando en las
casas, en todas partes. Sí!. Escucho un locutor que dice:
- Estimada audiencia: desde las
seis de la mañana hubo un corte de energía en la ciudad
y ustedes no pudieron escuchar nuestra transmisión desde
la emisora en la montaña, como lo hacemos todos los días.
Pero los problemas ya se han solucionado. La electricidad volvió
y ahora vamos con la música.
- Chipi, chipi, ya entré en la ciudad.
Chipi, chipi, las ondas volamos lejos... lejos; más... y
más.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister
en Comunicación y Educación |