Por Idalia García
Número 37
“Todo lo que una persona puede imaginar,
otros podrán hacerlo realidad”
Julio Verne
Introducción
En los últimos años la digitalización de piezas
documentales custodiadas en bibliotecas y archivos de todo el mundo
ha maravillado, por sus infinitas posibilidades, tanto a los especialistas
como a un público más amplio. Este nuevo espacio social,
posibilitado por la tecnología digital permite descubrir
un conjunto de objetos que constituían una riqueza cultural
poco conocida.
Sin embargo,
las ventajas actuales de esta tecnología también han
representado un duro aprendizaje que ha dejado tras de sí
errores cruciales que hemos pagado con la destrucción o el
deterioro considerable de piezas originales. Por esta razón
de orden práctico, el problema de la digitalización
y su propia naturaleza tecnológica, han abierto un espacio
de reflexión internacional que se ha caracterizado primordialmente
por el constante flujo de información especializada y por
presentar un permanente discurso de beneficio social.
En este entorno
contemporáneo, los proyectos de digitalización de bienes
documentales, han sido realizados primordialmente por instituciones
culturales emblemáticas (como bibliotecas y archivos) pero
también por iniciativas privadas que han visto el beneficio
económico de la reproducción digital. Es este beneficio
el que más se ha confrontado con el interés público
y el que ha predominado en la construcción de marcos legales
de protección de derechos de autor.
Si bien no se puede decir que la cuestión se ha zanjado
completamente, lo cierto es que la discusión entre los agentes
interesados no ha impedido la reproducción digital para el
beneficio social. Desde esta perspectiva, podemos comprender la
construcción de bibliotecas digitales y su problemática
en tanto que hablamos de la posibilidad de acceder a un texto completo
pero también la posibilidad de reproducir y enviar el mismo
texto. Esto es igualmente fácil e igualmente complejo si
hablamos de imágenes relacionadas con bienes patrimoniales.
El problema de la reproducción de bienes patrimoniales ha
sido resuelto en cada país, desde distintas posiciones jurídicas.
En estos enfoques, puede observarse el establecimiento de condiciones
jurídicas y políticas que beneficien o perjudiquen
a las instituciones de custodia. Esto es especialmente inquietante
en materia de bienes documentales y más específicamente
de aquellos que son considerados patrimoniales.
En efecto, esta realidad institucional y patrimonial del bien documental
ha sido resuelta de manera más adecuada en otras latitudes
que en nuestro país. Lo interesante de esta situación,
no es la ausencia de respuestas sino confrontar la realidad de la
importancia cultural de los bienes conservados frente a la realidad
de acceso y disfrute social que justifica la condición patrimonial.
Instituciones culturales y bienes documentales
Son las instituciones, tanto públicas como privadas,
en donde cualquier ciudadano ve reflejadas las características
de su sociedad. Esto ocurre igualmente con cualquier tipo de institución,
se pública o sea privada. Desde esta perspectiva, bibliotecas,
archivos y museos, constituyen la tríada más importante
de las instituciones culturales desde el siglo XIX. En estas situaciones
por un devenir histórico determinado, se ha logrado custodiar
la herencia documental de numerosas generaciones.
Esta herencia ha sido reconocida desde 1992, como un patrimonio
universal denominado “Memoria del Mundo”. Bajo este nombre se ha
dado a conocer un programa1 de
la UNESCO que busca difundir la riqueza documental custodiada en
varias instituciones del mundo que comparten una característica
importante: la extrema fragilidad de su naturaleza material. Aquí,
es necesario precisar que la UNESCO entiende por patrimonio documental
a todos los objetos valiosos custodiados en bibliotecas y archivos,
así como a todos los documentos en cualquier medio o soporte
incluido el audiovisual y el digital, y finalmente las tradiciones
orales2.
Con esta comprensión se ha creado un universo institucional
con diferentes características y necesidades, en el cual
la visión patrimonial permite integrar varios objetos de
distinta naturaleza. En parte, considerando la riqueza documental
custodiada en bibliotecas y archivos, se reconoce una relación
natural e histórica dada ya desde su consolidación
como espacio nacionales de identidad y de cultura. Esa misma consolidación
ha conducido a estas instituciones culturales a una función
dual que permite por un lado conservar memoria patrimonial y por
el otro garantizar el ejercicio del derecho a la información
desde políticas institucionales definidas.
Esta es una realidad manifiesta en la mayoría de las sociedades
democráticas, permitiéndose así que las bibliotecas
y archivos puedan interactuar en materia de derechos culturales
y de información sin crear un conflicto de intereses que
padecerían siempre los ciudadanos. Un ejemplo interesante
de esta relación, es la posibilidad real que un ciudadano
puede tener para recuperar información sobre los bienes documentales
custodiados en la biblioteca o archivo de su localidad.
En efecto, habría que matizar el derecho a la cultura en
esta materia como posibilidad de acceso y disfrute del bien patrimonial.
El ciudadano común no goza de este privilegio de forma directa
sino mediatizada. Es decir, los individuos no asisten a bibliotecas
y archivos para consultar los documentos históricos o los
bienes bibliográficos. Por el contrario, por la naturaleza
misma de este tipo de materiales las instituciones han tenido que
elaborar restricciones de acceso para el conjunto general y favorecer
el mismo para un conjunto muy particular: el de los investigadores.
Este grupo es el que elabora un camino de interpretación
entre el patrimonio heredado y la sociedad. Por extraño que
parezca no podría ser de otra manera. Los bienes documentales
de bibliotecas y archivos, no se relacionan de manera directa con
lo social sino mediante un espacio de interpretación realizado
por un especialista. Las razones que conducen a esto son varias;
distingamos las más importantes: la fragilidad material de
los objetos que no permite el constante manoseo a riesgo de causar
deterioro importante; y la pérdida de los códigos
culturales (lengua, contexto histórico, etcétera)
que permiten comprender plenamente al objeto desde su apreciación
meramente material (soporte) hasta su contenido (información).
Estas razones son las que han justificado la necesidad de reproducir
los bienes documentales de este tipo para facilitar la comprensión
social sobre el valor cultural. De esta manera el individuo se acerca
a un sustituto del objeto que puede perfectamente manipular y al
tiempo obtiene información especializada que le ayuda a interpretar
el objeto heredado.
Empero, dicha restricción de acceso no implica ni debe propiciar
“secretismo” sobre los objetos documentales custodiados en bibliotecas,
archivos, museos, fototecas y otras instituciones culturales. Por
el contrario, la información sobre la custodia del objeto
es quizá la mejor garantía de conservación
y protección institucional. Además, hay que considerar
que sin instrumentos tales como registros e inventarios es prácticamente
imposible garantizar la adecuada salvaguarda de un bien cultural
y por sobre todo planificar a largo plazo medidas que favorezcan
el acceso y el disfrute de la riqueza cultural heredada.
Aparentemente, otro tipo de bienes documentales como la fotografía,
el audiovisual o incluso la tradición oral, pueden relacionarse
de forma directa con lo social. Esto no ocurre así por el
valor social que le hemos otorgado a las piezas originales y son
éstas las que conservamos en las instituciones culturales.
Son estas piezas las que representan el meollo de las políticas
culturales y por tanto de las problemáticas institucionales
en la custodia. Es en este espacio en donde México presenta
problemas muy acuciantes, especialmente en lo que se refiere a las
bibliotecas y archivos. Dichos problemas generan un riesgo permanente
para la salvaguarda de los bienes documentales conservados.
Uno de los principales problemas a nivel general y que prácticamente
afecta a todos los bienes culturales custodiados en instituciones
mexicanas, es el problema del registro e inventario de los objetos.
Esta problemática no parece haber concluido, a pesar de la
existencia de protección legal y de instituciones reguladoras
de los registros e inventarios. Este aspecto de la problemática
institucional está contemplado en la Ley Federal sobre
Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos
de 19723. Sin embargo, podremos
observar en esta ley que no existe consideración especial para
el registro de bienes documentales que considere el uso de normas
internacionales que se utilizan a nivel internacional. Tampoco encontraremos
en esta ley un apartado de consideración que denomine específicamente
a los archivos y bibliotecas como instituciones culturales con particularidades
específicas.
Las normas que
se utilizan ISBD (A)4 para impresos
antiguos y la ISAD (G)5 para documentación
histórica no son de reciente aparición. Están
en discusión y reflexión por grupos especializados
desde hace décadas, y gracias a esto hoy en día podemos
contar con catálogos colectivos que favorecen el acceso y
la consulta de los bienes documentales custodiados en diversos países.
En nuestro país, este aspecto de la problemática institucional
es el menos discutido y analizado seriamente entre las instituciones
con ánimo de consolidar una agenda de trabajo que de por
resultado al menos un registro colectivo y compartido por las instituciones
de custodia.
Ciertamente
las ideas de registros colectivos han estado presentes no sólo
en los trabajos profesionales sino también en los resultados
de reuniones de grupos específicos. Pero las razones por
las que una idea tan concreta no ha podido ser concretada pueden
ser de diversa índole. Lamentablemente no podemos decir sobre
una razón con plena certeza porque no contamos con datos
precisos ni con documentos a los que podamos darles seguimiento.
Empero, si que
podemos distinguir la razón que se refiere a las formas institucionales
y organizativas del sector de la cultura en México. En estas
formas se refleja la política cultural del Estado mexicano
y también se manifiesta la comprensión del problema
cultura y su evolución en el devenir histórico. Desde
esta perspectiva es que podemos comprender cómo es que el
Archivo General forma parte de la estructura organizacional de la
Secretaria de Gobernación e igualmente la Biblioteca Nacional
forme parte de la estructura de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
Esta misma circunstancia
se mantuvo en la década de los ochenta con la creación
del Consejo Nacional para las Ciencias y las Artes (CONACULTA).
Organismo bajo el cual se cobijaron prácticamente todas las
instituciones de cultura (salvo excepciones) menos estas dos anteriores
que representan la custodia de una parte importante del patrimonio
cultural y cuya existencia en otros países ha servido para
agrupar a los sistemas de archivos y bibliotecas.
En nuestro país
esta particularidad en la dependencia institucional genera además
de los problemas sistémicos en el sector cultural una forma
distinta de elaborar marcos legales de protección patrimonial
e imposibilita a dichas instituciones nacionales para adquirir protagonismo
y potestad sobre ciertas funciones. De ahí que extrañe
que en las leyes mexicanas sólo exista una Ley General
de Bibliotecas y carezcamos de una general para archivos y
otra para museos, etcétera. Es decir no existen leyes integrales
que regulen el espacio y la acción de las instituciones culturales
que custodian los bienes documentales que hemos heredado.
Ahora bien,
dentro de este marco de la problemática institucional debemos
observar que la citada ley de bibliotecas está enfocada a
regular los servicios de información públicos que
se dan en el Estado a través de la red de bibliotecas. Esto
quiere decir que la ley sólo ha contemplado una parte de
la realidad institucional de la biblioteca: aquella que se refiere
y explica su función social en el derecho a la información
como derecho ciudadano. Pero existe otra parte de esa función
que no puede desprenderse de la naturaleza misma de la institución:
aquella que le permite la custodia de bienes documentales.
Sobre este aspecto
como comprensión patrimonial no se ve reflejo directo en
lo que podemos denominar como leyes de cultura en México.
De esta manera, la comprensión del lugar institucional se
verá directamente reflejado en la construcción del
organigrama de la función pública (incluidas sus relaciones),
y por tanto en la ley que establezca su función social y
la responsabilidad frente a la garantía de derechos ciudadanos.
Sin embargo, esta problemática no ha sido planteada en muchos
foros y discusiones que se han realizado y cuyo eje temático
es la protección del patrimonio cultural mexicano.
Frente a esta
realidad jurídica y funcional las bibliotecas y archivos
deben enfrentar el problema de la reproducción de los bienes
documentales con dos finalidades específicas: la conservación
y la socialización del valor cultural que poseen los objetos.
El primer punto de la conservación, no pretende la sustitución
del objeto original, sino que el objeto reproducido “funcione” como
el original en su utilización por los grupos de investigadores.
Al tiempo esta misma reproducción, sirve para la difusión
del valor cultural otorgado al objeto original. De esta manera al
objeto original, motivo de las preocupaciones institucionales, se
le pueden garantizar mejores condiciones de salvaguarda a largo
plazo porque se evita siempre un deterioro innecesario.
Ciertamente
los aspectos generales de la problemática anteriormente citados,
tales como: registro e inventario de bienes documentales, políticas
y programas culturales, derechos de cultura e información,
lugar institucional de la custodia patrimonial, leyes patrimoniales,
entre otros, son temas sobre los que se ha trabajado desde hace
tiempo en otros países6.
Es precisamente en terreno comparativo, por lo que no se puede augurar
afortunada la realidad de los bienes documentales en nuestro país,
hasta que se diseñe un política a largo plazo que
reconozca la importancia de la función institucional de la
custodia.
Este espacio
resuelto en otras latitudes, ha permitido que la reproducción
de bienes culturales con nuevas tecnologías no represente
un trauma social ni institucional sino una problemática que
debe resolverse de la manera más afortunada para todos los
agentes sociales involucrados en ella. Todo esto sin perder el punto
de interés que establece como principio de acción
el beneficio social para la consideración patrimonial de
cualquier objeto cultural.
La cuestión
de la reproducción de bienes culturales, incluidos los documentales,
no ha sido completamente resuelta en otros países, pero no
ha impedido de ninguna manera el avance notorio de industrias culturales
y de productos culturales. Dichas acciones permiten establecer la
diferencia que existe entre el aprovechamiento y la explotación
de un recurso social como lo son los bienes documentales. No existen
soluciones absolutas, pero los caminos emprendidos por bibliotecas
y archivos de otros países permiten suponer que se puede
elaborar una propuesta alternativa que coloque el interés
de las reproducciones sobre el beneficio social más que sobre
cualquier otro interés.
Reproducción
de bienes culturales y tecnologías digitales
Nunca antes la reproducción de bienes culturales había
generado tanta expectativa tanto económica como legal. Estas
preocupaciones emergen favorecidas por el avance de las denominadas
tecnologías de la información y por el mundo de posibilidades
que ofrecen. Cuando estos medios irrumpen en el trabajo de las instituciones
culturales, la producción de imágenes digitales de
bienes documentales no había mostrado todavía el cúmulo
de posibilidades para la socialización de valores culturales.
Como otros medios tecnológicos, en el principio el costo
elevado de adquisición y la necesaria profesionalización
del experto, generaban una expectativa de inversión económica
que sólo podía ser cubierta por algunas instituciones.
El tiempo cambió
las situaciones y modificó las posibilidades institucionales.
Las que fueron conocidas como nuevas tecnologías, son hoy
para las generaciones presentes un aspecto de la realidad completamente
cotidiano. De esta manera producir imágenes digitales en
bibliotecas y archivos que custodian bienes documentales, no genera
actualmente un costo elevado. Esto considerando el tipo de imagen
que se requiere o que se desea y la finalidad que persigue la elaboración
de estos objetos digitales.
En efecto, el
problema de los objetos digitales ya no está únicamente
en su producción sino en la posibilidad de contar con un
sistema de administración, el almacenamiento de las imágenes,
la conservación de las mismas y especialmente lo que se conoce
como la trasferencia tecnológica. Este último punto
quiere decir la capacidad que tiene una institución para
mudar sus formatos anteriores a los nuevos de forma permanente.
Este punto de
la cuestión tecnológica, la conservación y
preservación de la información digital afecta a todos
los tipos y formatos que actualmente se utilizan. Sin embargo, no
había sido puesto sobre la mesa de las discusiones hasta
fecha muy reciente. Es más, pocos proyectos habían
considerado la transferencia tecnológica como parte de sus
preocupaciones. Al igual que en otros países, en México
se están desarrollando proyectos de digitalización
por parte de instituciones culturales7
o de instituciones de educación. En algunos de éstos
proyectos se reconoce que “digitalizar un cúmulo importante
de documentos requiere una herramienta de documentación que
auxilie a ordenar y recuperar la información contenida en
un disco compacto o que resida en un disco duro de un ordenador.
Estos dispositivos requiere –a su vez- de tareas integrales y participación
de diversos profesionales”.8
El problema
de la conservación y preservación digital incluso
en algunos casos, como puede ser el mexicano, ha prevalecido frente
al interés y la posibilidad de garantizar el acceso social
a recursos digitales de bienes documentales en nuestro país.
Este tipo de bienes por consideración de la ley se agrupan
en los denominados “monumentos históricos” y por tanto quedan
bajo la responsabilidad del Instituto Nacional de Antropología
e Historia. Si accedemos a la página de esta dependencia
estatal9, observaremos la carencia
de un acceso directo a imágenes digitales para el público
en general como podría representarlo una exposición
virtual.
Por su parte
el Archivo General de México, estuvo colocando una imagen
en la red de las que denominó “joyas documentales” desde
enero del año pasado. En este momento se encuentra solamente
un breve registro de los objetos originales, pero no se dispone
de las imágenes10. Habría
que aclarar que esta institución produce algunos discos compactos
que integran parte de su riqueza documental. Otro caso institucional
es la página en la red dedicada al Sistema Nacional de Fototecas
(SINAFO11), se encuentra disponible
un museo virtual de la fotografía, más que un grupo
de imágenes disponibles al acceso social. En el caso de la
Biblioteca Nacional de México12,
existen imágenes de los bienes que conserva pero son escasas
y de mala calidad, lo que no permite apreciar la riqueza documental
heredada.
En este entorno
en constante expansión, observamos cambios constantes que
conllevan a una pérdida de información considerable
que nos permita tener datos claros y precisos de la evolución
en el desarrollo de proyectos digitales para bienes documentales.
En el caso general de la información electrónica,
los pocos datos estadísticos muestran que la mayor parte
de la información digital producida hasta la fecha se ha
ido perdiendo en el camino, debido a que tampoco se consideró
necesario su registro y almacenamiento.
Por fortuna
esta situación está cambiando. Hoy en día en
algunos países se lleva un registro de cuando menos las páginas
WEB o los proyectos digitales (bibliotecas, archivos, listas de
recursos, etcétera) de forma semejante al procedimiento que
se utiliza para el depósito legal en las bibliotecas nacionales.
No hay que olvidar que cuando este procedimiento funciona correctamente
se puede conformar la memoria bibliográfica de un país.
Empero la situación actual de nuestra Biblioteca Nacional
no permite suponer que participará activamente en este proceso
de orden mundial.
Si bien esta
medida no garantiza la totalidad del control de la producción
de la información, al menos permite reconocer el valor histórico
que adquirirán en el futuro cierta parte de la información
digital que se produce actualmente. Esto es un punto importante
a considerar, para los proyectos de digitalización de bienes
documentales que deseen emprenderse. En un mero paseo por la red,
observaremos que la bibliografía disponible sobre digitalización
de bienes documentales, puede ser considerada como una de las más
extensa y en constante crecimiento13.
Ocurre lo mismo con proyectos institucionales que están digitalizando
partes importantes de sus colecciones custodiadas.
Pero en esta
parte de la realidad también veremos ausencia de reflexiones
y de documentación que proceda de los proyectos emprendidos
en México14. Lo que contrasta
notablemente con el fenómeno internacional de la digitalización
que se caracteriza por el interés permanente de comunicar
y difundir la información que se genera como parte de cada
grupo de trabajo. Esta información incluye criterios técnicos
seleccionados, recursos económicos utilizados, problemática
presentadas, agendas de trabajo, y cualquier tipo de información
que se considere pertinente. Esta ingente información cultural,
ha sido colocada en el espacio de la red tanto por instituciones
públicas, como organismos no gubernamentales y especialistas
del mundo15.
Con esta disponibilidad
de información de todas partes del mundo, es difícil
justificar una mala toma de decisión en proyectos de digitalización
que pongan en riesgo materiales originales de valor patrimonial
y que no orienten al beneficio social cuando menos una parte importante
de la producción de objetos digitales. En efecto, en el principio
muchos sitios de la red gozaban de gratuidad en su oferta informativa.
Los cambios económicos mundiales han modificado en parte
estas reglas del juego y con ello se ha limitado el acceso a recursos
digitales por un público más amplio.
Esta condición
marca la realidad del acceso y el disfrute de objetos culturales,
pero también muestra la tendencia sobre la socialización
de los mismos objetos. Empero como habíamos establecidos en
líneas anteriores, los aspectos no resueltos de la digitalización
no han impedido que instituciones culturales de prestigio internacional
coloquen en la red un conjunto de imágenes de los bienes custodiados.
En estos espacios la información es breve y la imagen de buena
calidad y disponible para otros usos16.
En todos estos espacios a los que nos estamos refiriendo existe expresa
condición legal de propiedad y de reproducción, que
se maneja en los términos internacionales. Como podremos observar
el permanente riesgo de reproducción ilegal no impide posibilitar
acceso social a los bienes documentales.
No hay que olvidar que ciertos bienes culturales (pinturas, libros,
esculturas, etcétera) tienen un autor reconocido que no variara
en el tiempo de manera absoluta; es lo que conocemos como la parte
moral del derecho de autor. La otra parte de este mismo derecho,
la patrimonial es completamente distinta porque nos referimos a
la explotación o aprovechamiento económico del mismo
bien en cuestión. Así, el derecho patrimonial de un
bien cultural puede variar constantemente en el tiempo, y por tanto
puede ser público o privado.
Esta es una de las cuestiones más álgidas de la discusión
en materia de reproducción de bienes culturales y especialmente
en materia de entornos digitales. Si bien existe una parte de bienes
bajo la consideración de dominio público, no ha establecido
con claridad la relación entre lo anterior y la reproducción
de bienes considerados nacionales. Al menos esto ocurre en nuestro
ordenamiento jurídico y que en parte ha impedido la reproducción
digital que conlleve a un conocimiento social de la riqueza conservada
en bibliotecas y archivos. En efecto, esta comprensión del
problema de la reproducción conlleva un necesario posicionamiento
entre el derecho de autor y el de la reproducción de un bien
cultural. En materia de copyright 17para
instituciones culturales, las diversas problemáticas han
conducido a la creación de incitativas institucionales que
permitan consolidar una condición de excepción que
permita la reproducción digital y analógica para las
bibliotecas y archivos en tanto instituciones de interés
público.
La consideración de dominio público permitiría
a la sociedad en general beneficiarse de la reproducción
de un bien cultural, pero esto nos conduce también a plantear
el inmenso problema de la custodia y por tanto de la conservación
de objetos en las instituciones culturales mexicanas. Los problemas
son tan numerosos, los recursos (de todo tipo, incluidos los humanos)
tan escasos y el interés focalizado en grupos y personas
específicos, que no se permite consolidar una propuesta compartida
y cooperativa que permita aprovechar lo ya construido para favorecer
el acceso social a bienes documentales. En cierta manera podemos
decir que la posibilidad tecnológica que nos ofrece la digitalización
en este terreno, estaría completamente desaprovechada en
nuestro país y por ende fuera de todos los circuitos internacionales
en donde se debate y se resuelve poco a poco los problemas planteados.
Sobre este aspecto de la realidad cultural de los países,
se puede observar distintas posiciones que justifican o reflejan
varios proyectos de digitalización relevantes. Podríamos
utilizar este espacio de reflexión para enumerar los más
relevantes, pero no es el punto ni el lugar adecuado para hacerlo.
Lo que podemos decir es que ya existen también en la red,
páginas enteras dedicas a enlistar los recursos disponibles
más relevantes de lo que estamos planteando.
Finalmente podemos decir que en términos comparativos, en
México la misma reflexión temática no ha conducido
a los mismos resultados por una característica que nos parece
importante: el lugar social e institucional que tienen las bibliotecas
y archivos en nuestro país. Esta posición permite
explicar en parte el escaso desarrollo de proyectos digitales de
bienes documentales disponibles para el acceso social. Por otra
parte, esta misma condición no ayuda a mejorar las posiciones
en materia de derechos de autor ya que se privilegia otras perspectivas
y no se integran aquellas que permitan a las instituciones de custodia
mostrar al mundo su parte de riqueza cultural.
Conclusiones
Bibliotecas, archivos y museos mexicanos conforman un universo
cultural de gran riqueza social que debe ser disfrutado como un
derecho ciudadano no solamente por los nacionales sino por otros
grupos humanos. Actualmente, la oferta de recursos digitales es
considerable, y prácticamente permite construirse una idea
gráfica de la riqueza cultural de la humanidad. En este universo
tecnológico, podemos localizar y conocer desde una tablilla
de arcilla mesopotámica hasta el último proyecto de
Barceló. Por esta posibilidad tecnológica, aquellos
que hemos gozado del privilegio de acceder a bibliotecas y archivos
con bienes documentales de gran valor, nos hace extrañar
y añorar lo que podríamos estar ofertando en herencia
cultural a la humanidad en su conjunto.
La tecnología no es la panacea para ningún problema
de la realidad social. La realidad nos muestra que los proyectos
digitales de bienes documentales no son una realidad imposible para
México. Empero, no se lograrán sin vencer los protagonismos
innecesarios y consolidando agendas de trabajo precisas de cabal
cumplimiento que integren en colaboración e intercambio a
las instituciones.
Sin embargo, sin la premisa de beneficio social para estos proyectos,
la obtención de imágenes digitales que actualmente
se realiza en instituciones y proyectos mexicanos, seguirán
teniendo por destino un disco compacto de almacenamiento y no la
proyección social que ameritan. Lo anterior conlleva a la
construcción de una propuesta concreta que permita a las
instituciones de custodia de bienes documentales, reproducir parte
de su riqueza sin generar problemas sociales.
Pero también nos queda una batalla por librar: la construcción
de sistemas de administración de imágenes que puedan
ser compartidos entre las instituciones culturales. Por las especificidades
técnicas y materiales, la mejor oferta sigue siendo el software
libre pero este punto requiere de conciliar un diálogo entre
especialistas y un objetivo común: digitalizar bienes documentales
para difundir su valores culturales. Este objetivo nos ayudará
sin duda a construir y garantizar un futuro mejor para esos libros
y documentos que envejecen sin que nadie lo perciba.
Notas:
1Toda la información de este programa se encuentra disponible en <http://www.unesco.org/webwolrd>[Consultado: Enero de 2004]
2La archivística utiliza el mismo concepto de patrimonio documental, pero sólo reconoce al material más valioso conservado en los archivos históricos y que se explica por el ciclo de vida útil del documento.
3 El texto de esta ley se encuentra disponible en <http://www.cddhcu.gob.mx/> [Consultado: Enero de 2004]
4 La información sobre esta norma se encuentra en la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas y de Bibliotecarios <http://www.ifla.org/VII/s13/sc.htm>[Consultado: Enero 2004]
5 La información sobre esta norma se encuentra en el Consejo Internacional de Archivos <http://www.ica.org/biblio.php?pdocid=1>[Consultado: Enero de 2004]
6 Véase los casos concretos de los Ministerios de Cultura de Italia, España, Francia e Inglaterra como ejemplos notorios de correlación directa entre el desarrollo institucional de los lugares de custodia de bienes documentales y los otros bienes patrimoniales (pintura, escultura, inmuebles, etcétera)
7 Un ejemplo interesante puede verse el proyecto Colecciones Mexicanas disponible en <http://www.coleccionesmexicanas.unam.mx/>[Consultado: Enero de 2004]
8 Fernando Osorio Alarcón. “Aplicación de imágenes digitales para la preservación y acceso de documentos gráficos con valor histórico”. En Revista Digital, Analógica y de conservación. Texto disponible en <http://www.lmi.com.mx/revista/digital/12.html>[Consultado: Noviembre de 2003]
9 La página del INAH se encuentra disponible en la dirección <http://www.inah.gob.mx>[Consultado: Enero de 2004]
10 Puede consultarse la información del AGN en la página <http://www.agn.gob.mx/indice.html>[Consultado: Enero de 2004]
11 Información disponible en <http://www.sinafo.inah.gob.mx>[Consultado: Enero de 2004]
12 Información disponible en la página <http://biblional.bibliog.unam.mx/bib/biblioteca.html>[Consultado: Enero de 2004]
13 Una interesante y permanente fuente de información sobre la digitalización desde 1990, es la que se ofrece en el sitio h<ttp://www.clir.org>, [Consultado: Enero 2004] Pero este sitio es tan sólo uno de los múltiples existentes que ofertan tanto recursos digitales como información sobre este procedimiento tecnológico.
14 Véase nuevamente la página de Colecciones Mexicanas, que ni siquiera remite a información disponible en otros espacios institucionales.
15 La página DIGICULT de la Unión Europea, disponible en <http://www.cordis.lu/ist/ka3/digicult/home.html>[Consultado: Enero de 2004] o la del organismo norteamericano National Endowment for the Humanities , disponible en <http://www.neh.fed.us/>[Consultado: Enero de 2004] son ejemplos de esta oferta de información.
16 Citemos un ejemplo interesante realizado en Francia, es el proyecto Liber Floridus . Información disponible en la página <http://liberfloridus.cines.fr/> [Consultado: Enero de 2004]
17 Un sitio interesante que ofrece respuestas prácticas a este problema en materia de instituciones culturales se encuentra disponible en el apartadp Copyright and Intellectual Property Resources , del Colorado Digitization Pogram disponible en <http://www.cdpheritage.org/resource/legal/rsrc_copyrightl.html>. [Consultado: Enero 2004]
Referencias:
BALLART HERNÁNDEZ, Josep y Jordi Juan i Tresserras. Gestión del patrimonio cultural . Barcelona: Ariel, 2001
GONZÁLEZ GARCÍA, Pedro. Informatización del Archivo General de Indias: estrategias y resultados . Madrid: ANABAD, 1999.
HUNTER, Gregory S. Preserving digital information. A How-To-Do-It Manual. New York: Neal Schuman Publishers, 2000.
LALOU, Élisabeth. “Une base de données sur les manuscrits enluminés des bibliothèques: collaboration entre chercheurs et bibliothecaires”. En Bulletin des Bibliothèques de France . T. 46, no. 4 (2001). p. 38-77
LEE, Stuart D. Digital imaging: a practical handbook. New York: Neal Schuman Publishers; London: Library Association Publishing, 2001.
Libraries, museums, and archives: Legal Issues and Ethical Challenges in the New Information Era / edited by Tomas A. Lipinski. Maryland: The Scarecrow Press, 2001.
PADFIELD, Tim. Copyrigth for archivist: and users of archivist . England: Public Record Office, 2001.
SMITH, Abby. Strategies for Building Digitized Collections . Council of Library and Information Resources. CLIR Reports; pub101. Septiembre 2001. Texto disponible en http://www.clir.org/pubs/reports/pub101/pub101.pdf [Consultado: Enero de 2004]
Las fotografías que acompañan este texto fueron realizadas por Idalia García y pertenecen a la Biblioteca Eusebio Francisco Kino. Se reproducen con su autorización
Fotografía uno: Portada de la obra AVENDAÑO, Cristobal de (O.C.D.) Sermon del Adviento con sus Festividades y Santos ... [s.l.: s.n.], 1619
Fotografía dos: Viñeta de cabecera de la dedicatoria en la obra SANTO THOMAS, Francisco de (O.C.D.) Medula Mystica sacada de las divinas letras de los Santos Padres y de los mas classicos Doctores Mysticos, y Escolasticos ... En Madrid: En la Imprenta de Manuel Ruiz de Murga, 1702.
Fotografía tres: Grabado interior de la obra BERRUYER, Isaac-Joseph (S.I.). Histoire du Peuple de Dieu ...Tome Premier... A Paris: Chez Knapen: Cailleau: Saugeain: Prault: La Venue Pisot: Huarta: Knapen: Bordelet, 1728
Fotografía cuatro: grabado interior de BRANT, Sebastian. Stultifera navis ...Basilea: Juan Bergman de Olpe, 1497
Fotografía cinco: Portada de Manuscrito del siglo XVIII
Idalia García
Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas. UNAM, México. |