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Por Italo Pizzolante
Número 37
¿Qué países
de América Latina se destacan en materia de reglamentación
de Prácticas de Buen Gobierno Corporativo?
La
dinámica empresarial, la vigilancia institucional de los
mercados y su tamaño hace que el patrón de regulación
o autorregulación sea muy diferente en los diferentes países
de la región. El país mas avanzado es Brasil, quien
por posee además instituciones que estimulan y canalizan
el interés por formar mejores criterios de Buen Gobierno
Corporativo; tambien mencionaría a México donde el
experto López de Silane, director del Instituto de Corporate
Governance de la Universidad de Yale en USA ha desarrollado numerosos
códigos, y Sam Podolsky quien fundó el Instituto de
Gobernabilidad Corporativa, pero quien ha liderado últimamente
la región y ha desarrollado una eficiente red de influencia
es Venezuela, donde tengo el privilegio de presidir la Asociación
Venezolana de Ejecutivos, donde con el apoyo de la Corporación
Andina de Fomento fundamos una Consejo Asesor de Buenas Prácticas
Empresariales.
¿Cuáles son
los principios que se deben tener en cuenta para diseñar
un buen Código de Gobierno?
Un buen régimen
de gobierno corporativo ayuda a afirmar que las corporaciones utilizan
su capital de manera eficaz y ha estimular una relación con
ellas basadas en la confianza que genera su transparencia. El buen
gobierno corporativo ayuda además a asegurar que las corporaciones
toman en cuenta los intereses de un amplio rango de componentes,
al igual que las comunidades con las que operan. Además de
reflejar que sus Juntas Directivas son responsables con la compañía
y los accionistas, ello ayuda a asegurar que las empresas operan
para beneficio de la comunidad y contribuyen a su bienestar.
La organización para la Cooperación
y Desarrollo Económico, OCDE y otros multilaterales como
el Banco Mundial, han identificado que los principios son: el respeto
de los derechos de los accionistas y tratamiento equitativo, independientemente
de su participación en el capital, clara definición
de las responsabilidad y las funciones de la junta directiva, transparencia,
fluidez e integridad de la información, Comunicación
efectiva con los diferentes públicos interesados en la empresa
y su estructura de gobierno.
¿Cuál es la
responsabilidad de la Gerencia en esta materia?
La mas importante es cumplir y hacer cumplir en forma correcta su
Plan de Negocios, que mas allá de los transparentes beneficios
económicos que persigue, busca generar bienestar en la organización,
y el entorno en el que influye. El cumplimiento de la misión
empresarial, orientada por la visión de sus líderes,
transcurre en un sistema interno que establecen normas y directrices
que deben regir su ejercicio, la actuación, de tal manera
que se garantice la transparencia, objetividad y claridad en la
asignación y administración de los recursos financieros
de la organización. Ello transmite la voluntad manifiesta
de la Gerencia y la Junta Directiva que supervisa a la Gerencia,
en nombre de los accionistas y que la empresa responde con un comportamiento
ético, veraz y eficiente a su compromiso con los accionistas,
empleados, socios, proveedores y personas que hayan aportado recursos
de cualquier índole, incluyendo, por supuesto los financieros.
¿Qué criterios
deben regular la integración de una junta directiva idónea
para las empresas?
Si anteriormente era suficiente que las empresas se orientaran a
crear reputación por su productividad, la calidad de sus
productos, su capacidad de competir, entre otros factores, para
generar credibilidad y lealtad en los mercados; es hoy, todavía
mas importante construir y mantener confianza y es precisamente
CONFIANZA el “producto” objeto de gerencia de una buena
Junta Directiva, cuyo espíritu de actuación hace foco
en la responsabilidad de la empresa y de sus integrantes, ante los
legítimos intereses de quienes, confiando en ella, le han
asignado recursos como forma de inversión, capital de trabajo
y otros; todo esto, con la seguridad de que no sólo serán
bien utilizados sino que recibirán por ello un incremento
patrimonial.
Se debe tomar siempre en consideración
lo importante que es para la empresa el cumplimiento honesto, comprometido
y eficaz de los sistemas de control con absoluta y plena responsabilidad,
a la vez, que deben implementar una visión integrada y global
de cada uno de los procesos empresariales, reforzando los valores
y principios como buenos ciudadano corporativo.
La Junta, debe asegurar el cumplimiento
con la ley, teniendo en cuenta en todo momento los intereses de
los grupos de interés y cuando las decisiones de la Junta
pudiesen afectar a los distintos grupos de accionistas de forma
dispar, la Junta debe actuar con todos los accionistas, sin distinto,
en forma justa.
Es fundamental que la Junta sea
capaz de ejercer un juicio objetivo sobre asuntos corporativos con
independencia, en particular, de la Gerencia o Dirección
de la empresa. El correcto cumplimiento de estos criterios son los
que diferencian un buen de un mal Gobierno Corporativo.
¿Hacia dónde
deben orientarse las decisiones en materia de gobernabilidad en
las empresas?
Sin duda al interés de los diferentes públicos que
han puesto su confianza y que dependen del correcto desempeño
de la empresa en su dimensión económica y social.
Para ello, además de preocuparnos por los productos y servicios
que fabrica o presta la empresa, tenemos que ocuparnos también
de la empresa que fabrica tales productos y servicios.
Hoy más que nunca debemos
enfatizar nuestro compromiso con el cumplimiento de nuestra misión
institucional y la creación de una conciencia de autocontrol,
frente una compleja realidad caracterizada por cada vez mas numerosos
casos de empresas que vieron afectada su credibilidad y confianza
debido a una falta de seguimiento de los controles internos o, dicho
de otra forma; a la falta de compromiso y responsabilidad con la
Gobernabilidad Corporativa como sistema organizacional y código
de comportamiento tanto institucional como personal.
Debemos orientar nuestra energía
e influencia a crear adecuados marcos legales y estructuras de gobierno;
a una mejor infraestructura de los órganos de regulación
y control; a combatir con mas y mejor formación los problemas
de corrupción y soborno como mecanismo comercial, problemas
que ha señalado recientemente el Foro Económico Mundial
de Davos. Un buen gobierno corporativo permite profundizar y eficientizar
los mercados de capital, atrayendo inversiones, permite direccionar
de manera mas eficiente los recursos financieros dirigidos al sector
productivo, genera mayor perduración de las empresas en el
tiempo, permite responder con éxito a los retos de la globalización
ya que al estandarizar la empresa con mercados más modernos
llama la atención del inversionista y construye una buena
reputación. Sin duda los esfuerzos de buen gobierno crean
un mejor ambiente para realizar negocios y sobre todo permite que
los diferentes públicos confíen en la empresa y su
actuación
¿Qué papel
cumple el Estado como promotor de estas políticas?
La Confianza determina la prosperidad económica
y hace viable el desarrollo de los planes de negocios de las empresas
garantizando el proyecto de vida de aquellos que la integran y el
Estado debe crear las condiciones que garanticen en forma equitativa,
transparente y en consecuencia confiable para todos. Es el estado
quien debe generar los marcos legales, jurídicos, regulatorios,
impositivos, entre otros.
Latinoamérica refleja un
mapa de multinacionales que actúan también en el resto
del mundo, sin embargo, se percibe una “asimetría moral”,
entre diferentes Estados, ello se expresa claramente en la opinión
reciente de ONGs confiables como la Francesa “Reporteros sin
Fronteras”, o la Alemana “Transparencia Internacional”,
cuyas peores calificaciones están en los países latinoamericanos.
Si sacamos a Chile de la media en los índices de transparencia
mundial, Latinoamérica sería el último continente
con un índice de 3.2 sobre 10. calificación liderada
por Oceanía con 9.1, América del Norte (6.8), Europa
(5.6), Asia (4.2) y África con 3.3. Esta estadística
refleja claramente la importancia de un Estado promotor de reglas
del juego, claras, equitativas, de lo contrario los inversionistas
seleccionaran otros destinos para la inversión.
Los valores como el último
y verdadero sustento de las instituciones. ¿Qué está
pasando con los valores y con las instituciones, respecto de la
crisis de confianza en las empresas y en general en todas las instituciones?
Vivimos una “asimetría
moral” dentro de las empresas y entre los diferentes países.
En el avasallante e inevitable proceso de globalización,
las buenas prácticas empresariales en los Gobiernos Corporativos,
evolucionaron a una velocidad mucho mas lenta que el desarrollo
de sus habilidades para incorporar nuevas tecnologías y mercadear
sus productos; incluso, las Universidades y las Escuelas de Negocios,
tardaron mucho en incorporar la enseñanza de estrategias
gerenciales para la transparencia, mas allá de una aproximación
filosófica de la ética en la actuación empresarial.
Se escribieron numerosos códigos éticos, inclusive
en empresas que hoy son cuestionadas por sus actuaciones y que fueron
mas teoría o deseo que práctica o actuación.
Hemos vivido una etapa donde algunos Códigos Éticos
nacieron del transparente interés de áreas como Recursos
Humanos, pero que para la alta dirección fueron más
una estrategias de Comunicación hacia afuera, que partes
estructurales de una transformación cultural que cubra a
todo y a todos los que conforman la empresa. Esa etapa concluyó,
aun para aquellos que no se han dado cuenta todavía. Cuando
los recursos son escasos, como sucede hoy en Latinoamérica
y las ideas son exageradamente divergentes, la lucha por el poder
se acentúa dentro de la empresa. La división de bandos
dentro de la organización va a depender de la filosofía
empresarial y la cohesión de la cultura corporativa solo
encuentra garantía si se comparten valores.
Me atrevo a afirmar que por mucho
tiempo se descuidó al ser humano que integra la empresa tanto
pública como privada y su estructura de valores compartidos,
privilegiando la inversión en la infraestructura que le rodea
y hoy pagamos caro las consecuencia. La credibilidad institucional,
en general, está en manos de la Iglesia; los Medios de Comunicación
y dependiendo de realidades locales los militares, en general, con
la excepción de Chile, antes del sonado caso de las “coimas”,
los empresarios no han estado en las primeras posiciones de credibilidad.
Los medios están sufriendo a su vez, duros golpes en la confianza
que se les tiene, en Colombia han sido duramente cuestionados y
en Argentina este mes se publicó un polémico libro
titulado “malditos Medios” que habla del abuso de sus
dueños para beneficiarse de la inversión del estado.
Tú planteas, y esto
es muy interesante, que hay cierta miopía si sólo
se enfoca el gobierno corporativo desde el punto de vista financiero.
¿Serviría incorporar temas como la responsabilidad
social corporativa como una especie de garantía de que con
esto se está creando una cultura que en el futuro inhibirá
prácticas deshonestas entre los ejecutivos?
“No existe un método
infalible para devolver la confianza en las instituciones, si no
existe un elevado nivel moral entre los líderes”, afirmó
Francis Fukuyama en su libro CONFIANZA. La EDUCACION CONTINUA es
clave para garantizar una cultura ética y la empresa debe
invertir en formación, porque hoy mas que nunca la confianza
determina la prosperidad económica y hace viable el desarrollo
de los planes de negocios de las empresas, garantizando el proyecto
de vida de aquellos que la integran. Las nuevas reglas del juego
para competir, obligan a la rápida adaptación de modelos
de buen gobierno que vigilen la “transparencia” mas
allá de lo que dicen las empresa, y que se reflejen en aquello
que deciden y comunican a través de lo que hacen. Pero, para
desarrollar buenos “gobiernos” en las empresas, debemos
invertir en mas y mejor formación, compartir mejores prácticas
e iniciar una cruzada que yo he llamado de “Evangelización
Corporativa” que incentiven la transparencia. Un estudio reciente
de la Universidad de Harvard afirmó que las compañías
que balancean las necesidades de los accionistas, empleados, clientes,
proveedores y comunidad en general, mostraron cuatro veces más
el crecimiento en comparación a compañías que
se focalizan únicamente en los accionistas.
En tiempos donde el analfabetismo ha sido combatido
fuertemente y se han erradicado numerosas “enfermedades”
en la región, extraña que no se haya “corregido”
tanta “Miopía Corporativa” entre muchos líderes
de empresas, del estado y de la comunidad en general. No tengo dudas
que la responsabilidad social que permite la buena y comprometida
rendición de cuentas en las instituciones públicas
o privadas, es el paraguas que protege como un todo, la actuación
del gobierno de la empresa y ello no solo incluye el desempeño
de un área particular como la financiera, muy por el contrario,
la adecuada Gobernabilidad Corporativa que agrega valor al Plan
de Negocios es aquella que se exige una estrategia corporativa que
integra el manejo del desarrollo de productos sustentables, la investigación,
la producción y distribución, el mercadeo responsable
y por supuesto la gerencia Estratégica del capital humano,
intelectual, social y hasta emocional de una empresa. Todas las
áreas de la empresa y todos los públicos impactados
o que apuestan a la empresa, son miembros activos que deben ser
gerenciados como una sola unidad de gobierno en la empresa para
poder hacer realmente gobernable su desempeño.
Las corporaciones socialmente responsables
son recompensadas con una reputación más favorable
que se refleja en clientes más leales, empleados más
talentosos, mayor acceso al crédito y a la comprensión
de proveedores que financian, mas celeridad en la permisería
necesaria de la administración publica y en última
instancia con beneficios mucho más altos. Ser responsables
socialmente es un seguro de vida, una “licencia para operar
(LTO), dicen los ingleses. Para el empresario, aun sin estar convencido,
la responsabilidad social es un buen negocio. Lo que ha pasado es
que todavía existe una confusión de roles y la no
alineación de visiones entre aquellos que operan la empresa.
Para mi, el área de producción cuida la calidad de
los productos y las relaciones con su entorno inmediato, la de marketing
cuida la percepción de las marcas, Recursos Humanos cuida
el capital intelectual y finanzas cuida los recursos económicos.
Mientras que el buen gobierno de la empresa gestionado con claros
y bien diferenciado roles de la Junta Directiva y su alta Gerencia,
con una oportuna, coherente y consistente Comunicación Estratégica
y Corporativa, cuida la reputación de la empresa como un
todo, es decir, gerencia la CONFIANZA, como un esfuerzo sostenido
y planificado para establecer y mantener buena voluntad y comprensión
entre una organización y sus audiencias. Estrategia corporativa
orientada y alineada al cumplimiento del Plan de Negocios.
¿Qué está
pasando con la cultura de negocios latinoamericana? ¿Hay
una lectura particular para la realidad de los países andinos
y latinoamericanos en general?
En nuestra región
todavía estamos aprendiendo a ser multinacionales y globales,
términos claramente diferenciados pero que suelen confundirse
en medio de una nueva y muy compleja circunstancia económica,
social y política. En Latinoamérica, por la fuerte
concentración del capital en empresas familiares, sus actuaciones
han reflejado, inicialmente y en gran medida, el modo de ser y hacer
de sus fundadores. Esa positiva y fuerte cultura de empresa que
fue exitosa en su país, sufre la amenaza del crecimiento
regional, al intervenir nuevo capital humano, con mapas mentales
y de actuación diferentes, distintas referencias a los valores
de los fundadores, donde tiene grandes dificultades para trascender
a toda la organización el elegante folleto de “Visión,
Misión y Valores”.
Mientras la visión es una declaración
sobre el futuro de la organización que describe aquello que
queremos ser, la misión y los valores describe aquello con
lo que nos comprometemos. En Latinoamérica es difícil
planificar el largo plazo, por lo que muchas veces la táctica
para sobrevivir sustituye a la estrategia para crecer y consolidarse;
la reputación y la buena imagen de las empresas sufre mucho
ya que requiere del tiempo que no siempre la empresa esta dispuesta
a invertir. La flexibilidad para adaptarse al entorno cambiante
no puede vulnerar los valores que guían las actuaciones de
la empresa, que describen los comportamientos esperados para vivir
esa misión que ha definido y que apuntalan su confianza.
En Latinoamérica se hace
cada vez mas difícil operar con métodos estandarizados
y no sólo por la crisis política general y la baja
credibilidad institucional, sino al alto grado emocional que impacta
el recurso humano, el consumidor y las diferentes audiencias con
las que la empresa actúa. Hemos sido tremendamente torpes
en la gerencia estratégica de las emociones. Como en cualquier
país, una ORGANIZACIÓN está conformada por
una RED de personas que mantiene relaciones para lograr determinados
propósitos, propósitos expresados a partir de MENSAJES
y mensajes que se formalizan en ACUERDOS.
En Latinoamérica se tangibiliza
con facilidad el error de no adaptar modelos de gobierno, -sin negociar
valores-, a nuestra forma de ser y hacer, es decir a nuestros mapas
culturales. No sólo me refiero a empresa norteamericanas
o europeas, sino a grupos empresariales de un país a otro,
dentro de la misma Latinoamérica. Un ejemplo es ignorar la
vuelta al nacionalismo fundamentalista, el rechazo a los procesos
de apertura, la resistencia al ALCA, o en lo relacionados con el
recurso humano, el rol de la mujer en el desarrollo de negocios,
¿Cuántas de ellas hay en posiciones estratégicas,
por ejemplo en México y cuántas en Venezuela o Colombia?,
o la rigidez del modelo español que olvida los todavía
impactos de la colonización, ahora corporativa. En nuestra
región, con excepción de Brasil, hablamos un idioma
común, pero nos comunicamos con lenguajes muchas veces diferentes.
Tenemos mucho por gerenciar en la
integración de modelos culturales, a partir de una clara
tolerancia es decir, buscar la distancia mas corta que separe dos
puntos de vista. Solo una relación fundada en valores comunes
genera confianza, estructura los modos de pensamiento, impone conductas
y cohesiona comportamientos y todo ello es indispensable para vivir
tiempos como los actuales.
Italo
Pizzolante Negrón
Director del Instituto
Latinoamericano de Corporate Governance y Presidente de la
firma latinoamericana PIZZOLANTE Comunicación
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