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Por Marisa Avogadro
Número 37
Duendenuevo
Verde
y pequeñito lo veo. Yendo de aquí para allá.
Verde de esperanza y alegría. Con su gorro lleno de cascabeles,
que suenan como música cada vez que él se mueve: tic,
tic, tic; tic, tic, tac.
Y se llenan de luces blancas los edificios. Blanco de luz, armonía
y paz.
Toca con su dedo el cielo y las estrellas vuelven a tintinear.
Va de la ciudad al campo. De las montañas al mar. Rosas,
celeste, algunos rojos, amarillos, verdes y naranjas también.
Trae una canasta llena de alegría , esperanzas, deseos, ilusiones.
Aromas a jazmines, fresias y lavandas.
Se siente su presencia, está llegando esta noche a mi ciudad.
Duendenuevo viene desde la montaña a traer el año
nuevo a toda la humanidad!.
Mi
Amiga Rocío
Llega
en las mañanas con su cara rozagante, sus hermosos y grandes
ojos azules y una sonrisa sin par.
Llega mi amiga Rocío, suave capullito de algodón,
dando ternuras y besos.
Cabellos dorados y cenizas caen descuidadamente sobre su frente
y su pequeña boquita roja hace ico, ico, como el caballito.
Para Rocío todo es nuevo y mágico. El sonido de la
cuchara tintineando en una copa. Sus manitas diminutas tocando pianito
sobre la mesa. O bien moviendo sus brazos sin cesar, jugando a la
ronda redonda.
Colores, olores, un mundo para explorar. Los rayos del sol que traviesos
pasan por la ventana juegan con ella también. Los corre intentando
agarrar, pero se le escapan entre los dedos.
Pero sigue en movimiento. Guau, guau, grita el perro y ella lo imita.
Cua, cua, hace como un patito desde el piso invitándonos
a jugar.
Mi amiga Rocío es así, suave como el rocío
de la mañana, tierna, angelical. Fresca y perfumada como
menta, esa menta de caramelo que tanto le gusta pero ahora no hay
más.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria.
Magister en Comunicación y Educación |