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Por Susana Arroyo y Charo Lacalle
Número 38
Hace varios meses
recibimos una invitación de Alejandro Ocampo, Director de
la Razón y Palabra, para coordinar un número extraordinario,
en el cual desarrolláramos algún tema de interés
para nuestros colegas semiólogos y para el público
lector de la Revista. Nuestra primera colaboración conjunta
con la revista se había producido a raíz de la publicación
de un informe que resumía nuestra aportación a un
proyecto de indexación semántica para vídeo
digital , desarrollado junto con un equipo de investigadores de
la Universidad Autónoma de Barcelona, y pensamos que la vinculación
entre la Semiótica y la Informática constituiría
una perspectiva adecuada abordar un tópico acorde a la modernidad
globalizada y relativamente poco explorado por la Semiótica.
Con la definición del tema
surgió, de manera consecuente, la invitación a estudiosos
que contemplaran la concatenación de estas áreas como
una parte de su campo de investigación. La respuesta a nuestra
llamada fue extraordinaria y tanto el interés de los temas
tratados como la calidad de las diferentes aportaciones convierten
este monográfico de Razón y palabra en el marco privilegiado
de una profunda y vigorosa reflexión sobre el tema.
A diferencia de la impresión
en papel, que limita la circulación de las revistas científicas
y determina modalidades de consumo parecidas a las de los libros
tradicionales, la edición electrónica permite una
doble articulación entre contenidos y recepción que
permite a los lectores-internautas acceder indistintamente a las
diferentes aportaciones a través de los especialistas o desde
los temas tratados. Pero, qué duda cabe que las innegables
ventajas de la revista electrónica conviven y compiten, a
fecha de hoy, con las arraigadas formas de fruición de las
revistas impresas en papel, depositarias de esa aura que desprende
la acumulación del saber en los estantes de las bibliotecas
o en el estudio del propio investigador, por lo que nuestro agradecimiento
y nuestra deuda con la desinteresada y excelente colaboración
de los semiólogos implicados en la construcción de
este link entre Semiótica de Informática es, si cabe,
mayor.
Hemos conjuntado el pensamiento
de profesores e investigadores de universidades pertenecientes a
nueve países diferentes: Argentina, Austria, Bélgica,
España, Francia, Italia, México, Suecia y Suiza, con
la intención de examinar el tema elegido desde diferentes
perspectivas culturales e intelectuales y movidas por el deseo de
contribuir a una difusión del conocimiento más ágil
y, sobre todo, más accesible. A pesar de lo específico
del tópico elegido como hilo conductor del monográfico,
el lector encontrará una gran variedad de enfoques y de matices
que forman parte de la riqueza de esta publicación.
El objetivo último de estas
páginas es construir un índice de lectura para todos
aquellos que accedan a los textos a través del portal de
Razón y palabra, en el que se ofrece el tema tratado por
cada uno de los autores que integran este número especial
de la revista.
Michel Constantini (Universidad
Paris 8), explica los problemas teóricos de las seis funciones
del lenguaje de Jackobson. Discute la función poética
(estética) desde las ideas de Bühler y atiende las diferencias
entre factores y funciones, así como las distintas variaciones
terminológicas enmarcadas en conceptos clave como: función,
discurso, vinculación, focalización, ratio essendi
y ratio cognoscendi. Discute la eficacia, la ejemplaridad, la jerarquía
y la gradación de las funciones jackobsonianas, hasta distinguir
el texto metasemiótico como fenómeno de comunicación.
El artículo de Roberto
Pellerey (Universidad de Génova) constituye, en
cierto modo, una introducción al tema de referencia. La influencia
de Norbert Wiener en autores como Jakobson o Eco le sirven de referencia
al autor para confrontar las relaciones entre la lingüística
semiótica y la inteligencia artificial, principalmente entre
los años cincuenta y setenta. Pellerey pone de manifiesto
la proficua relación entre ambas y la importancia que tienen
en la historia de la Semiótica tanto los éxitos como
los numerosos intentos fallidos que jalonan su interrelación.
En esta misma línea, pero
a partir de una investigación empírica, la reflexión
sobre la indexación digital de las imágenes informativas
de la televisión que llevan a cabo Susana Arroyo
(Instituto Tecnológico de Monterrey-Campus Estado
de México) y Charo Lacalle (Universidad
Autónoma de Barcelona) pone de relieve los numerosos problemas
que plantea la automatización de los procesos de archivo
y recuperación de imágenes. Los programas informáticos
de indexación basados en criterios puramente formales, como
la intensidad de la luz o el color, son incapaces afrontar la complejidad
de la interpretación intertextual y contextual que realiza
la mente humana.
La aportación de
Sabrina Mazzali-Lurati y Peter Schulz (Universidad
de Lugano) sintetiza también los resultados de una investigación,
en este caso sobre el uso de un tipo particular de aplicaciones
hipermediales en los estudios de literatura y sobre las condiciones
de su efectividad. Ambos autores analizan los procesos de interpretación
y comprensión de las transposiciones hipertextuales, a partir
de la incidencia de la forma de dichas transposiciones hipertextuales
en los procesos de lectura.
El concepto de lectura, para Bernard
Lamizet (Institut d'Études Politiques, Lyon), se
encuentra en la articulación de la semiótica y la
informática, considerada esta unión como el conjunto
de procesos por los cuales la información se inscribe en
una lógica interpretable. Para el autor, la lectura se convierte
en una mediación semiótica a partir del momento en
el que no se refiere más que a una sola actividad, pero designa
muchos modos de uso simbólico del espacio público.
Es la memoria la que, en semiótica como en informática,
permite reconocer la información operatoria por conservarse
y la información inútil (el “ruido”).
El hipertexto es el nombre común
por excelencia en nuestra publicación. En esta ocasión
es observado desde la puesta en CD-ROM del Museo del Louvre, mediante
una crítica puntual realizada por Odile Le Guern
(Universidad de Lyon) quien ha desarrollado toda una gama
de interrelaciones solamente posibles gracias a la indexación
digital y la arborescencia hasta la descripción literaria
de las obras pictóricas.
Hipertexto y Semiótica comparten
el aquí y ahora en el trabajo de Moritz Neümuller
(Madrid/Viena), quien descubre espacios virtuales en la
intertextualidad, así como el manejo de elementos de navegación
y el análisis del estado del World Wide Web, la interacción
hombre-máquina y los modelos de Web browsers.
Daniel Martí
(Universidad de Vigo) aborda su reflexión sobre el concepto
de “hipertexto” en torno a los planteamientos semánticos
del mismo. Tras examinar las diferentes definiciones de “hipertexto”,
el autor evalúa la influencia de los usos informáticos
en las propias nociones de la semiótica, su ejercicio y su
aprendizaje.
Usando la Semiótica peirceana
y en particular el reticulado para las diez categorías de
los signos, Robert Marty (Universidad de Perpignan)
demuestra que la cognición es semióticamente "foliada",
por lo cual es posible plantear las condiciones semióticas
para un conocimiento racional. El problema es, para Robert Marty,
estudiar, describir y formalizar la aglutinación del pensamiento
individual en el pensamiento colectivo considerando la red de relaciones
entre los individuos, las entidades colectivas, y el hecho de que
los objetos del conocimiento sean mediatizados por las muestras
que capturamos de los conceptos.
En el trabajo de Jean-Marie
Klinkenberg, de la Universidad de Liège (Bélgica),
el autor nos habla de un “discurso sincrético”
y los pluricódigos en las nuevas tecnologías; efectúa
una radiografía del hipertexto remontándonos a la
era de la escritura tanto manual como en máquinas de escribir
manuales y eléctricas hasta llegar al hipertexto y su tratamiento.
Juan Magariños,
de la Universidad de Jujuy, Argentina, se refiere también
del sincretismo pero, en este caso, condensa algunas ideas clave
de las semióticas saussureana y peirceana desde
los planos de producción de significado, además de
contemplar, desde el interpretante del signo, la creación
de programas computacionales operativos.
La frecuente confusión entre
información y comunicación en una buena parte de los
estudios sobre las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación lleva a Mario Pérez-Montoro
(Universidad Abierta de Catalunya) a articular su reflexión
en torno a la especificidad de ambos conceptos, examinados a partir
de las relaciones que configuran con sus respectivos entornos virtuales.
Daniele Barbieri (Universidad
de Urbino) articula su reflexión en torno al concepto de
interface, cuyos límites intenta explorar a partir de su
aplicación dentro y fuera de la informática a la luz
de sus relaciones con otros conceptos semióticos más
tradicionales. La primera estrofa de The Tyger (William
Blake, 1794) constituye el punto de partida por un itinerario constelado
de usos y aplicaciones impropios del término que el autor
se propone determinar y criticar.
Elementos poco estudiados, inaugurando
una perspectiva audaz de estudio semiótico, Nicole
Pignier (Universidad de Limoges, Francia), analiza al internauta
y su interacción con los banners publicitarios,
adaptando el esquema narrativo al comportamiento polisensorial de
los actantes. Considera que la web parece hacer evolucionar no sólo
la forma, sino el contenido de los enunciados publicitarios.
En otra perspectiva, Göran
Sonesson (Universidad de Lund, Suecia), explica cómo
la imagen pasa de la simple reproducción mecánica
a la producción digital en las imágenes virtuales,
enfrentándose a una cierta pérdida en cuanto a su
calidad de ser signo. Analiza el holograma y la llamada “realidad
virtual” dentro de lo que considera imágenes sintéticas
para destacar, posteriormente, la imagen televisiva como cadena
de espejos.
Finalmente, y no por ello menos
importante, el autor de Con el afán de la página,
Raúl Dorra (Argentina/México) expresa
sus ideas en una entrevista realizada sobre la vinculación
entre semiótica e informática y, al responder, escinde
las áreas en donde la informática como tecnología
se define como cambio y hasta vértigo, y el mundo creado
por la informática como creación de un mundo enigmático
por lo que tiene características imprecisas y al que por
afán de simplificación solemos llamar virtual.
En relación con la retórica de la tecnología
informática concede, entre otras posibilidades, la resemantización
de las palabras, así encontramos “sitios”, “navegación”
y otros muchos. Señala, de manera elocuente que “la
pantalla es espacio sin tiempo, diría incluso sin presente:
está ahí, no transcurre”.
Dra.
Susana Arroyo
Dra. Charo Lacalle |