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Por Octavio Islas
Número 42
El mundo feliz
de la convergencia digital se parece notablemente al mundo de la
novela 1984, en la cual George Orwell describía un mundo
globalizado en el que las fronteras habían desaparecido casi
del todo y tan sólo quedaban tres naciones. La sociedad vivía
hiperconectada mediante gigantescos monitores que transmitían
desinformación día y noche. El lenguaje dominante
era el newspeak, el cual, a pesar de sus limitaciones sería
infinitamente más rico y expresivo que la ciberjerga que
se teclea en los chats de la red y en los inefables emoticons. En
la novela 1984 reinaba la fantasía de que todo mundo era
igual, a pesar de que los proletarios carecían de todo. Las
masas de la era de Internet, por su parte, son regidas por una cultura
apolítica de consumo, en la cual las diferencias de clases
sociales se acentúan dramáticamente y en donde los
desposeídos no sólo son marginados, sino que simplemente
desaparecen por carecer de tarjetas de crédito, computadoras,
líneas telefónicas y conocimientos del idioma inglés.
En la novela, la sociedad completa dedica cinco minutos diarios
al odio contra el enemigo del pueblo, Samuel Goldstein, de manera
semejante los noticieros estadounidenses de la actualidad tienen
en el millonario saudita Osama Bin Laden al perfecto enemigo del
pueblo. Y finalmente, el pueblo de Oceanía en la novela ha
entregado su libertad al hermano mayor, de manera semejante en la
actualidad las grandes corporaciones como si fueran hermanos mayores
controlan los hilos de la economía, la política y
la cultura de los ciudadanos de la república de Internet
y zonas aledañas.
Naief Yehya, 2000.
Crisis y desencantamiento
de la gran urbe
La ciudad es un complejo sistema social, y no es ni puede ser comprendida
como orden cerrado y autónomo, sino como espacio abierto
y heterónomo, cuya teleología es su deseo de “completud”,
de finalización, el cual, por supuesto nunca llega a ser
plenamente satisfecho. En la urbe, la intromisión necesaria
de lo nuevo, debate y combate todos los días con la presencia,
también indispensable, de lo viejo. La urbe es natural escenario
de expresiones de violencia, algunas reales, otras simbólicas.
La violencia representa uno de los saldos previsibles de la tensión-contradicción-completud
de la voluntad del cambio, y el deseo de permanencia de la posible-imposible
integración. Las ciudades se definen también por las
tensiones y contradicciones que acumulan.
La evolución o decadencia
de la ciudad, entendida ésta como sistema, se encuentra determinada
por su capacidad/incapacidad para admitir/rechazar los cambios endógenos/exógenos
que impone el desafío de la integración. La innovación
representa el esfuerzo inédito y trascendental, con el cual
pretende ser complementado el sistema ciudad. Innovar implica transformar.
No todos los procesos de cambio resultan innovadores. Los procesos
de cambio también pueden responder a la necesidad de emprender
obligados ajustes, para garantizar la permanencia. La innovación
y el cambio no son valores en sí mismos (Serrano y otros,
2001), sino estrategias que corresponden a determinados objetivos.
Las respuestas innovadoras: “son cambios específicos
y deliberados para salvar crisis, enfrentarse a la competencia o
perfeccionar el sistema. No sirven para demoler o destruir el orden
establecido (…) la innovación puede ser transformadora
del sistema por la vía de la finalización, del perfeccionamiento,
por la acumulación de la experiencia renovada (…) La
innovación es la posibilidad de, sin un gasto social elevado,
concurrir a la transformación del sistema (…) La reproducción
aviva el conflicto que plantea lo nuevo versus lo viejo”.
(Serrano y otros. 2001: 24-25).
¿Acaso las ciberciudades
podrían ser consideradas como respuestas efectivamente innovadoras
a las crisis y el desencantamiento que hoy producen las urbes, tanto
en sus pobladores como en los extraños? Antes de intentar
dar respuesta a nuestro principal cuestionamiento, reconozcamos
algunas de las crisis que han afectado, en diferentes momentos históricos,
la calidad de vida ciudadana de determinadas urbes. Las ciudades
son complejos espacios enculturizadores en los cuales se desarrollan
intensas luchas por la conquista-conservación del poder.
Chicago. El imperio del crimen
A finales de la década de
1920, la economía de Estados Unidos entró en una pronunciada
recesión. Para amortizar los efectos de la “gran depresión”,
el conservadurismo estadounidense decidió impulsar la llamada
“ley seca”. La prohibición inevitablemente estimuló
el desarrollo de un mercado clandestino de fabricación de
bebidas alcohólicas, el cual, aunado al negocio de las apuestas,
convirtió a Chicago en capital del crimen organizado, en
las décadas de 1920 y 1930.
Como fiel reflejo de la violencia
que imperó en aquellos días, la teleserie Los
Intocables (The Untochables) logró inmortalizar al estupendo
actor Robert Stack (1919-2003), quien interpretó a Eliot
Ness, legendario jefe de la policía de Chicago, que con singular
determinación combatió a la mafia, principalmente
a las células de la “familia” de Al Capone, tras
ser éste encarcelado, durante la llamada “época
de la prohibición”. Los Intocables anticipó
los extremos a los cuales pueden llegar la inseguridad y violencia
en las grandes urbes.
Cementerio de esperanzas
Durante la Segunda Guerra
Mundial (1939-1945), un amplio número de ciudades europeas
fueron devastadas por millones de toneladas de bombas. La reconstrucción
de Europa fue tan larga como penosa. La miseria de la posguerra
convirtió a muchas ciudades del viejo continente en territorios
verdaderamente hostiles para sus pobladores. A la batalla contra
el enemigo siguió una lucha sumamente cruel, contra el hambre
y la miseria. En la memorable cinta Ladrón de bicicletas
(1948), el genial cineasta Vittorio de Sica (1901-1974), describió
la dramática situación de un padre de familia, desempleado,
en los días inmediatos al fin de la gran guerra.
Ladrón de bicicletas
representa la perfecta metáfora de la profunda miseria que
padecieron las grandes ciudades europeas, durante los años
inmediatos a la Segunda Guerra. La ausencia de porvenir une el triste
destino del personaje principal de la cinta, con la miseria de la
urbe, con la tragedia del golpeado país, con el cansancio
del viejo continente, agotado y devastado por odios y rencores.
La ciudad también puede convertirse en cementerio de esperanzas.
México, D, F. Lo que ayer
fue la región más transparente
La idílica imagen de
la llamada “ciudad de los palacios”, empezó a
desvanecerse con dramática celeridad en la década
de 1950. Luis Buñuel (1900-1983), extraordinario cineasta
español, en 1950 dirigió una formidable película:
Los Olvidados. En la referida cinta, Buñuel consigue
retratar la violencia cotidiana en la cual se desenvuelve un grupo
de jóvenes lumpenproletarios, habitantes de una de las tantas
“ciudades perdidas” de la Ciudad de México, Distrito
Federal.
En Los Olvidados, Buñuel
confirma una aguda sentencia de Jean Paul Sastre: el obrero carece
de juventud. La ciudad, como espacio enculturizador, también
puede convertirse en perfecta escuela de violencia. “El Jaibo”,
por ejemplo, reproduce la violencia de la cual ha sido víctima.
Ello lo convierte en ejemplar verdugo y cruel victimario.
En su honesta visión de la
marginalidad urbana, Buñuel consigue anticipar la mirada
escrutadora de Oscar Lewis (1914-1970), quien en 1960 publicó
Los hijos de Sánchez, obra que hoy es considerada
obligada referencia en el estudio de la antropología de la
pobreza. La familia Sánchez vivió en una enorme vecindad
de la Colonia Morelos, la cual era conocida como “La Casa
Blanca”.
En la década de 1960, gracias
a la proliferación de cinturones de miseria, la Ciudad de
México se convirtió en la más poblada de América,
y en una de las más pobladas del mundo. Ante la ausencia
de una estrategia gubernamental en materia de planificación
familiar, los “hijos de Sánchez” sencillamente
se dedicaron a forjar patria. Los “nietos de Sánchez”
seguramente pasaron de la “Casa Blanca” a Ciudad Netzahualcóyotl,
grotesco engendro de nuestra accidentada modernización, bárbara
y excluyente, la cual se localiza sobre lo que un día fue
el Lago de Texcoco, al oriente de la Ciudad de México.
Ciudad Neza, Estado de México,
es uno de los más grandes municipios del país, con
más de tres millones de habitantes, en su mayoría
hijos de miserables migrantes, quienes un día decidieron
abandonar el campo para probar suerte en la gran ciudad. Netzahualcoyotl
además marcó el inicio de la pronunciada pauperización
de algunos de los municipios próximos a la Ciudad de México,
como Chalco, Los Reyes La Paz, Ecatepec, y Chimalhuacán,
entre muchos otros, a los cuales, en los años recientes también
han llegado millones de migrantes. Al respecto, el historiador Héctor
Aguilar Camín, afirma:
El primer monumento vivo de la
urbanización acelerada del país fue Ciudad Netzahualcoyotl,
una populosa villa-miseria crecida a un costado de la Ciudad de
México que alcanzó pronto el millón de habitantes
y resultó un anticipo cabal de la sociedad de masas que
brotaba de la modernización mexicana: hacinamiento, insalubridad,
desarraigo, violencia, descomposición familiar y, en medio
de las barracas de lámina, sobre los techos, afianzados
con neumáticos y piedras, el símbolo complementario
del nuevo orden: un mar de antenas de televisión. En las
barracas que coronaban esas antenas podían faltar proteína
y educación primaria, empleo permanente y seguridad social,
pero no faltaron el transistor ni la pantalla televisiva, la caja
de los sueños y de las emociones que acompañó
consoladoramente el duro cauce de la vida de los pobres de la
ciudad (Aguilar Camín. 1988:315).
A las 7 horas con 19 minutos del
19 de septiembre de 1985, un terremoto de 8.1 grados en la escala
de Richter, sorprendió a la aún soñolienta
Ciudad de México, dejando una terrible secuela de dolor,
y millones de toneladas de escombros. El terremoto arrojó
un saldo de 757 edificios destruidos, ello independientemente de
que miles de inmuebles sufrieran graves daños estructurales.
De acuerdo con cifras oficiales, 4,300 personas perdieron la vida.
Sin embargo, la Coordinadora Única de Damnificados (CUD),
estimó más de 45,000 muertos. A 19 años de
distancia, aún es posible advertir las cicatrices que dejó
el terremoto del 19 de septiembre en la vieja ciudad de hierro.
Atrás de la avenida Juárez, frente a La Alameda Central,
permanecen algunos edificios en ruinas, recordándonos la
devastación causada por el gran terremoto.
El origen del movimiento telúrico
se ubicó en el Océano Pacífico, entre las costas
de los estados de Michoacán y Guerrero. El sismo tuvo una
duración de dos minutos y medio, tiempo que entonces pareció
toda una eternidad, y que permite comprender la magnitud de la destrucción
que trajo consigo. Debido a la amplificación de las ondas
sísmicas en la zona lacustre de la Ciudad de México,
algunas colonias próximas al Centro Histórico resintieron
los mayores daños. La principal zona de derrumbes comprendió
las colonias Roma, Doctores, Buenos Aires, Narvarte, Guerrero, Tepito,
Morelos, Juárez, Merced, San Antonio Abad y Tlatelolco.
El gobierno de la Ciudad de México,
y el gobierno federal, fueron desbordados por la gravedad del desastre.
El licenciado Miguel de la Madrid Hurtado, entonces presidente de
México, reaccionó tan tarde como mal. En los comicios
de 1988, el pueblo castigó la ineptitud e indiferencia de
las autoridades, votando a favor de candidatos de partidos opositores
al partido gubernamental –el Partido Revolucionario Institucional
(PRI)-. Para imponer en la presidencia a Carlos Salinas de Gortari,
candidato del PRI, el gobierno tuvo que consumar un escandaloso
fraude electoral.
El terremoto del 19 de septiembre
de 1985 fue un enérgico llamado de la realidad. La sociedad
civil se descubrió a sí misma como actor capaz de
articular importantes innovaciones en el espacio urbano, y como
agente susceptible de transformar al viejo sistema político
mexicano. Quizá anticipando su muerte, el 19 de septiembre
de 1985, bajo los escombros de un edificio que estaba ubicado en
la calle de Bruselas, Rodrigo González, el llamado “profeta
del nopal”, dedicó la siguiente canción a la
Ciudad de México:
Vieja Ciudad de Hierro
de cemento y gente sin descanso,
si algún día tu historia tiene algún remanso,
dejarías de ser ciudad.
Con tu cuerpo maltrecho
por los años y Culturas que han pasado,
por la gente que sin ver has albergado,
el otoño para ti llegó forzado
ya que
Te han parado el tiempo,
te han quitado la promesa de ser viento,
se han quebrado las entrañas y el silencio,
ha volado como un ave sin aliento
Se ha marchado lejos
tu sonrisa clara y en tus azulejos
han morado colores que son añejos,
y hoy ya no brillan más
Capital de mil formas,
de recuerdos que se mueren entre el polvo,
de tus carros de tus fábricas y gentes,
que se hacinan y tu muerte no la sienten
¿Qué harás con la violencia?
de tus tardes y tus noches en tus calles,
y tus parques y edificios coloniales,
convertidos en feroces ejes viales”.
Vieja Ciudad de Hierro,
Rodrigo González1.
Las Vegas. El imperio de los sentidos
En algunas naciones del llamado
“primer mundo”, acaudalados empresarios han realizado
considerables inversiones para impulsar el desarrollo “temático”
de algunas ciudades. Las Vegas, por ejemplo, antigua ciudad ferrocarrilera,
extraviada en la inmensidad del inhóspito desierto de Nevada,
mediante grandes inversiones logró ser transformada en moderna
capital del juego y la apuesta. Las Vegas, ayer un miserable pueblucho,
hoy es conocida como “Dreamland”, la tierra de los sueños.
En 1931 fue legalizado el juego
en Nevada, además, en ese estado de la Unión Americana
fue adoptada una legislación sumamente flexible para permitir
la formalización de matrimonios, y también facilitar
su rápida disolución. En menos de 24 horas es posible
contraer nupcias y tramitar un divorcio en Las Vegas. También
en cuestión de segundos es posible perder millones de dólares
en un casino. Las Vegas es, ante todo, una ciudad de extremos y
excesos.
En 1941, en el “strip”
de Las Vegas abrió sus puertas el primer gran casino de Estados
Unidos: “Las Vegas Ranch”. Legendarios personajes de
la mafia realizaron considerables inversiones para convertir a Las
Vegas en capital mundial del neón. En 1946, el mafioso Benjamín
Bugsy Siegel financió la construcción del Hotel Flamingo.
Bugsy cultivó una estrecha amistad con grandes celebridades
de Hollywood, como Clark Gable, Gary Cooper y Cary Grant, entre
otros. Afamadas estrellas del mundo del espectáculo decidieron
asociar su imagen pública con el agitado estilo de vida de
la ciudad de Las Vegas. “Dreamland” fue adoptada por
grandes personalidades, como Frank Sinatra y Elvis Presley, quienes
decidieron residir en lujosos hoteles de Las Vegas. En la década
de 1950, grandes estrellas de Hollywood, como Rita Hayworth y Dick
Haymes, Paul Newman y Joanne Woodward, contrajeron nupcias en la
capital del mundo del juego y la apuesta. En la década de
1960, Elvis Presley desposó a la bellísima Priscilla
Beaulieu.
En la también llamada “ciudad
del pecado” (Sin City), hoy están ubicados los principales
hoteles “temáticos” del mundo. El Hotel Luxor,
por ejemplo, es una futurista réplica de la gran pirámide
de Keops, y cuenta con un espectacular rayo láser en la cúspide,
por cierto, el rayo de luz más potente del mundo. El Hotel
Venecia cuenta con canales y góndolas en su interior, las
cuales desembocan en una réplica de la Plaza San Marcos.
El Hotel Bellagio dispone de fuentes de aguas danzantes, las cuales
ofrecen un espectáculo único cada 15 o 30 minutos.
El Hotel Ceasars Palacee, construido en 1966, evoca el esplendor
del imperio romano. En las áreas verdes del Hotel Mirage
es posible descubrir un bosque tropical con cascadas, y un volcán
que hace erupción cada 15 minutos. El Hotel París
cuenta con una réplica de la Torre Eiffel. El Hotel New York
tiene una réplica de la Estatua de la Libertad. Otros importantes
hoteles temáticos de Las Vegas son El Sahara, y el MGM. Inclusive
en Las Vegas se encuentran grandes hoteles temáticos con
motivos infantiles, como el Circus Circus, el Excalibur, y el Treasure
Island –en el strip se produce una batalla entre barcos piratas,
uno de los cuales es hundido-. En Las Vegas es posible asistir a
lujuriosos espectáculos, y cada año aumenta el número
de congresos internacionales que se realizan en la capital mundial
del juego y la apuesta. Su intensa vida nocturna, abierta a todo
tipo de excesos, confiere un sello distintivo a la caprichosa “sin
city”.
Las Vegas, gigantesco escenario
de la “desrrealidad” (Barthes)2,
es una urbe con abismales contradicciones. Reparemos, por ejemplo,
en la ingenuidad de una película como Viva Las Vegas (1964),
dirigida por George Sidney, la cual contó con la actuación
estelar de Elvis Presley y Ann-Margret. Por otra parte, consideremos
los desgarradores paisajes urbanos que reproduce la cinta Adiós
a Las Vegas (1995), dirigida por Mike Figgis. La trama reúne
a dos seres marginales, un guionista fracasado y alcohólico
(Nicholas Cage), y una prostituta (Elizabeth Sue). El guionista
decide ir a Las Vegas para morir de tristeza. A pesar del vértigo
y la fascinación que producen las luces de neón, la
pareja no consigue escapar a su cruel soledad. Cage fue distinguido
con un “Oscar” por la interpretación del referido
personaje.
Aún en la irreverente y caprichosa
ciudad de Las Vegas, donde todos los extremos y excesos son posibles,
puede resultar abrumadora la sensación de soledad que llegan
a experimentar propios y extraños. Las ciudades efectivamente
se viven y explican desde la posición que se ocupa en ellas,
y de acuerdo con los roles que en ellas se desempeñan. Las
Vegas, ciudad de la ensoñación capitalista, también
admite ser explicada desde la exclusión, la tristeza, la
marginalidad, el olvido.
Escape de Nueva York
En 1524, el florentino Giovanni da Verrazzano, arribó al
territorio que hoy conocemos como Nueva York, con un grupo de exploradores
franceses. Esas grandes extensiones de tierra, con un clima sumamente
adverso, particulamente en invierno, estaban pobladas por indios
manhatanis -"los que viven en una isla"-, por lo menos
11,000 años antes de la llegada de los primeros europeos.
En 1609, el explorador inglés
Henry Hudson redescubrió ese territorio, reclamándolo
para la “Dutch West India Company”. En 1625, un grupo
de expedicionarios holandeses llegó a la isla de Manhattan.
Peter Minuit, director de la “Dutch West India Company”,
compró grandes extensiones de tierra a los indios manhatanis.
De esa manera los holandeses decidieron fundar la colonia de New
Amsterdam. Posteriormente Carlos II, rey de Inglaterra, reclamó
para sí los territorios ocupados por los holandeses. En 1664,
el rey Carlos II decidió obsequiar esas tierras a su hermano,
el duque de York. En 1670, New Amsterdam fue convertida en la colonia
de New York, la cual permaneció bajo control de Inglaterra
hasta 1783.
En 1850, Nueva York contaba con
más de 500,000 habitantes. En 1880, millón cien mil.
En treinta años Nueva York había duplicado su población.
Para los migrantes europeos, la ciudad de Nueva York pronto se convirtió
en símbolo de la prosperidad de Estados Unidos, y de la promesa
de tener acceso a nuevas oportunidades de vida en el nuevo continente.
Hacia finales del siglo XIX ya estaban definidos algunos de los
míticos barrios de Nueva York, como Queens, Bronx y Brooklyn.
La migración europea fue particularmente intensa durante
el periodo 1900-1930. En 1930, la población estimada en el
área metropolitana de Nueva York ascendía ya a 7 millones.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la migración nuevamente
se intensificó, destacando ahora intensos flujos migratorios
de las islas caribeñas, así como de México,
Centro y Sudamérica.
A finales de la década de
1970, y a principios de la década de 1990, la ciudad de Nueva
York fue considerada como una de las ciudades más peligrosas
del mundo. La delincuencia organizada y las actividades pandilleriles
azotaron la vida de la “gran manzana”. La violencia
se extendió a los distintos grupos étnicos. Cada calle
fue convertida en un territorio en disputa. En esos días
difíciles, Nueva York fue reconocida por los medios de comunicación
como capital de la violencia gratuita y del dolor extremo. La fascinación
por la violencia definió espacios exclusivos y excluyentes,
por ejemplo, el Parque Central, Times Square, el Bronx, el Harlem.
Los medios de comunicación
convirtieron a la ciudad de Nueva York en perfecto estereotipo de
los límites de la violencia urbana. La cinta Los guerreros
(The Warriors, 1979), dirigida por Walter Hill, describe la cotidianeidad
de las pandillas que a finales de la década de 1970 se disputan
el control de la ciudad de Nueva York. La proliferación del
graffiti urbano es legado de Los Guerreros. Escape de Nueva York
(1981), película dirigida por John Carpenter, presenta una
futurista visión de Nueva York, en el año de 1997.
La gran urbe entonces se encuentra en ruinas, y ante la incapacidad
de disputar ese territorio a la delincuencia, Nueva York es convertida
en prisión de máxima seguridad, en la cual fueron
concentrados los peores delincuentes de Estados Unidos.
En 1989, David Dinkins, político
demócrata, primer alcalde de origen afroamericano, emprendió
las primeras acciones para arrebatar el control de la ciudad de
Nueva York a la delincuencia organizada. A pesar de su destacada
labor, el referido alcalde no consiguió ser reelecto. En
los comicios de 1993, Rudolph Giuliani, republicano moderado, emprendió
una decidida lucha contra el crimen organizado, situación
que le permitió ser reelecto en las elecciones de 1997. El
trabajo de Giuliani fue notable. Times Square, por ejemplo, zona
que se distinguía por el intenso narcotráfico y la
prostitución, fue transformada en una extensión urbana
de Disneylandia.
Si alguna ciudad hoy admite el calificativo
de cosmopolita, esa ciudad definitivamente es Nueva York. En ninguna
otra urbe hoy se concentran migrantes de tantas y tan diversas naciones,
como Nueva York. En los “nuevos tiempos modernos”, gracias
a sus arrogantes rascacielos, y debido a las millonarias operaciones
que día con día concretan grandes firmas de Wall Street,
Nueva York ha sido considerada como capital del mundo de los negocios.
El martes 11 de septiembre de 2001,
la arrogante ciudad de Nueva York exhibió su dolorosa fragilidad.
Ese día, las gigantescas Torres Gemelas, símbolo del
World Trade Center, fueron blanco de los primeros atentados hiperterroristas
de la historia. El macabro espectáculo desbordó, en
su indescriptible crueldad, toda la ficción que el cine hollywoodense
había sido capaz de concebir al abordar el tema del terrorismo
en las sociedades contemporáneas.
Si el principal objetivo de los
responsables de tan siniestras acciones era introducir un profundo
sentimiento de inseguridad en los estadounidenses, además
de haber logrado tal propósito, los terroristas efectivamente
consiguieron implantar la sensación de vulnerabilidad en
todo ser humano sensible. Los reprobables actos terroristas del
martes 11 de septiembre precipitaron la primera gran crisis mundial
del siglo XXI, en la cual, la intolerancia, el radicalismo, y la
sed de venganza de unos y otros, amenaza poder erradicar toda noción
posible de humanismo, involucrando a muchas naciones en un conflicto
bélico cuyas proporciones definitivamente resultan insospechables.
Los terroristas –nunca tan
pertinente el calificativo-, cuidadosamente estimaron los devastadores
efectos que sus acciones podrían producir en la atribulada
opinión pública mundial, la cual, después de
las primeras horas de desconcierto, consiguió reponerse de
su asombro para manifestar profunda indignación por el dolor
causado por los terroristas a miles de persponas inocentes.
El llamado “martes negro”
hoy admite ser considerado como auténtico parteaguas en la
difícil historia de los días y los años recientes.
Las ciudades jamás volverán a ser las mismas. Si ayer
las urbes eran atemorizadas por las actividades de grupos gangsteriles,
pandillas, narcotraficantes, criminales y delincuentes, hoy la verdadera
amenaza la representan terroristas fanáticos, dispuestos
a cometer actos de proporciones insospechables.
Para prevenir nuevos atentados,
en algunas urbes rápidamente fueron incorporados avanzados
dispositivos panópticos, los cuales podrán prevenir
posibles actos terroristas. A partir del 11 de septiembre, las grandes
ciudades inevitablemente se convertirán en territorios celosamente
vigilados. La vigilancia al detalle de los hábitos y conductas
de cada ciudadano, será la norma de todos los días.
El Big Brother orweliano asumirá el control de las grandes
urbes.
11.6 Madrid 11-M
El jueves 11 de marzo (11-M),
el pueblo español sufrió el peor atentado terrorista
de su historia. Directivos del Partido Popular (PP), y funcionarios
del gobierno de José María Aznar, el entonces presidente
de España, rápidamente advirtieron el impacto y los
efectos que podrían generar los actos terroristas del l1-M,
en el ánimo de los electores españoles, quienes el
domingo 14 de marzo acudirían a las urnas para elegir al
nuevo presidente de España.
Una semana antes del 11-M, las principales
encuestas sobre intención del voto de la ciudadanía
española concedían una ventaja prácticamente
definitiva a Mariano Rajoy, candidato del PP, partido en el cual
milita José María Aznar. Sólo un evento extraordinario
podría modificar la intención del voto. Ese evento
extraordinario efectivamente se registró, el jueves 11 de
marzo, cuando doce bombas explotaron en cuatro trenes de cercanías
a Madrid, los cuales se dirigían a la céntrica estación
de Atocha, dejando un saldo de 192 muertos y más de mil 400
heridos.
A pesar de que el 90 por ciento
de los ciudadanos españoles expresó su rechazo a la
participación del ejército español en la ocupación
de Irak, el presidente Aznar decidió apoyar al presidente
de Estados Unidos, George W. Bush, en su reprobable aventura bélica
en Irak. Por esa razón, de comprobarse la participación
de algún grupo fundamentalista vinculado con Al Queda, en
los actos terroristas registrados en los trenes de cercanías
a Madrid, el voto popular podría castigar al partido del
presidente Aznar.
Para atajar los efectos que podrían
producir los actos terroristas en el ánimo de los electores
españoles, el gobierno del presidente Aznar pretendió
manipular la información. La campaña desinformativa
dio inicio el mismo día de los atentados, el jueves 11 de
marzo. El discurso que ese día pronunció el presidente
José María Aznar, condenando las acciones terroristas
registradas en los trenes de cercanías a Madrid, fue publicado
en el sitio Web del Partido Popular con el siguiente título:
“Declaración del presidente del Gobierno, José
María Aznar, sobre los atentados terroristas de ETA
en Madrid3.
Voceros del Partido Popular, y algunos
funcionarios del gobierno del presidente Aznar, incurrieron en una
reprobable espiral de engaños, cuyo propósito era
favorecer al PP en las elecciones generales del domingo 14 de marzo.
El ministro del Interior del gobierno del presidente Aznar, Ángel
Acebes, calificó de miserables a quienes pudieran poner en
tela de juicio la responsabilidad de la organización vasca
ETA en los actos terroristas del 11-M. Ana Palacios, ministra del
Exterior, giró instrucciones para que cada embajada de España
señalara a ETA como responsable de los actos terroristas
del 11-M.
El viernes 12 de marzo, más
de 8 millones de españoles vencieron sus temores, y decidieron
salir a las calles de las principales ciudades de España
para manifestar su profundo dolor e indignación por el saldo
que arrojaron los actos terroristas del 11-M. Emotivas expresiones
de solidaridad al pueblo español se registraron en algunas
de las principales ciudades del mundo. Ese mismo día empezaron
a disiparse las sospechas sobre la presunta autoría de ETA
en los actos terroristas del 11-M. Por medio de llamadas telefónicas
al diario Gara y a Euskal Telebista (ETB) -la televisión
pública vasca-, voceros de ETA deslindaron su organización
separatista de los actos terroristas del 11-M.
El sábado 13 de marzo, mientras
la cadena de televisión TVE1 seguía difundiendo la
versión, aún sostenida por el presidente Aznar, de
que los ataques terroristas del jueves 11 de marzo, habían
sido obra de ETA, alrededor de las 6 de la tarde, una impresionante
multitud se concentró alrededor de las oficinas del PP, en
Madrid, para exigir al gobierno de Aznar, la verdad sobre los atentados
terroristas del jueves 11.
La convocatoria a la impresionante
concentración ciudadana del sábado 13 de marzo, se
realizó a través de teléfonos celulares. En
la llamada “noche de los mensajes cortos”, la multitud
que se concentró en las proximidades de las oficinas del
PP, expresó abiertamente su indignación contra la
campaña desinformativa que ensayó el gobierno del
presidente Aznar, gritando: “Asesinos”, “Mentirosos”,
Vuestra guerra, nuestros muertos”, “No estamos todos,
faltan 200”. TVE1 pretendió restar importancia al acto.
El domingo 14 de marzo, José
Luis Rodríguez Zapatero, principal candidato opositor (Partido
Socialista Obrero Español), fue declarado triunfador en los
comicios presidenciales.
Los nuevos territorios
“Demonio de
la urbe, baja de las nubes,
pues siempre que te subes parece que va a llover,
las gotas agridulces, que siempre nos escupes,
manchan a transeúntes, sin dar tiempo de correr.
Demonio de la urbe, siempre que te aburres,
concentras multitudes ahogadas de smog,
bájale volumen a tus autobuses,
todo mundo sufre con tu distorsionador.
Demonio de la urbe,
no te manches ni te arrugues,
demonio de la urbe.
Demonio de la urbe, cambia de perfume,
transgénicos menjurjes no esconden tu edad,
el lodo con azufre, parece que se pudre,
todos tus embustes no dejan de apestar.
Demonio de la urbe ¿qué es lo que te ocurre?
parece que tu lumbre se quiere apagar,
así lleno de mugre, tu reino ya no luce,
puede que este lunes dejes de chambear.
Demonio de la urbe,
no te manches ni te arrugues,
demonio de la urbe”.
Demonio de la
Urbe. José Luis Campos.
La crisis de la ciudad postindustrial
radica en que ésta dista mucho de ser una organización
habitable. El inventario de problemas que aquejan a las grandes
urbes, inseguridad, desempleo, miseria, hacinamiento, contaminación,
conflictos raciales, discriminación, insalubridad, déficit
de viviendas, tráfico, escasez de agua, deterioro en la calidad
de los servicios públicos, violencia, reflejan las evidentes
contradicciones y el agotamiento de un modelo de producción.
De acuerdo con la tradición
marxista, la ciudad admite ser considerada como una fuerza productiva.
La urbanización representa una de las principales formas
de socialización de las fuerzas productivas. Entre los principales
efectos útiles de aglomeración que cumplen las urbes
en las formaciones capitalistas, destacan las condiciones generales
de producción y circulación del capital, y las condiciones
de reproducción de la fuerza de trabajo. La urbe capitalista
es escenario de la lucha de clases, la cual representa el fundamento
último de sus principales contradicciones. De acuerdo con
Christian Topalov, la urbe:
Constituye una forma de la socialización
capitalista de las fuerzas productivas. Ella misma es el resultado
de la división social del trabajo y es una forma desarrollada
de la cooperación entre unidades de producción (…)
para el capital el valor de uso de la ciudad reside en el hecho
de que es una fuerza productiva, porque concentra las condiciones
generales de la producción capitalista. Estas condiciones
generales a su vez son condiciones de la producción y la
circulación del capital, y de la producción de la
fuerza de trabajo. Son además el resultado del sistema
espacial de los procesos de producción, de circulación,
de consumo; procesos que cuentan con soportes físicos,
es decir, objetos materiales incorporados al suelo (los inmobiliarios).
Este sistema espacial constituye un valor de uso específico,
diferenciado del valor de uso de cada una de sus partes consideradas
separadamente; es un valor de uso complejo que nace del sistema
espacial, de la distribución en el espacio de valores de
uso elementales. (Topalov. 1979: 20).
En nuestros días, la convergencia
digital contribuye a extender nuestra condición ciudadana
al complejo e incierto escenario del ciberespacio. Si las ciudades
postindustriales admiten ser consideradas como comunidades mediadoras
territoriales de la interacción social, las ciberciudades
podrían ser definidas como instancias mediadoras de una nueva
interacción simbólica, no territorial.
Hoy un mayor número de personas
se desenvuelven simultáneamente en ambas esferas (la material
y la virtual). En el mundo material, la persona funciona como “organismo
biológico con todo el equipamiento físico, los deseos,
instintos y limitaciones de las especies” (Babe: 1998: 31).
La virtualidad digital, el nuevo hábitat, representa un fascinante
horizonte lúdico que hoy es objeto de exploración,
pues son límites de ninguna manera son todavía precisos.
La virtualidad digital es aventura narcotizante y seductora.
Algunos ciudadanos, desencantados
por la inseguridad que enfrentan diariamente en las urbes, han optado
por asumir una nueva personalidad digital, y convertirse en activos
“nicks”, cuya sentido yóico básicamente
depende de su participación en comunidades o ciberciudades,
las cuales en realidad no comparten un lugar, un sitio común.
La Red, sin embargo, es una gran
zona de evocación, un medio frío y de baja definición
(de acuerdo con las tesis de McLuhan), que estimula la activa participación
de los usuarios En los chats, por ejemplo, se vive una aventura
desenfrenada. El chat es un viaje de la imaginación, una
reminiscencia de la psicodelia, que rinde culto a la transitoriedad
del instante (Antulio Sánchez). El chat crea asociatividad
y es espacio selectivo de la interlocución. La fascinación
del chat subyace en su carácter irreverente, pues resulta
susceptible de movilizar pasiones y trastocar hábitos tan
íntimos como la misma sexualidad4.
La vida en el ciberespacio representa un permanente desdoblamiento.
De acuerdo con Sánchez (2001: 122).
La vida en el ciberespacio, deambular
por algunas de sus zonas, es estar en una actualización
constante. El yo en la red no es una entidad que se comporte de
forma lógica, es resultado de la disposición de
interacciones que ahí tienen vida. Con el monitor y lo
digital se genera un nuevo ser, un ente variado que se amplía
y reconstruye en la navegación, en una multiplicidad de
personas.
Entre los desdoblamientos más
curiosos, es posible advertir como algunos viejos militantes de
la izquierda académica y “revolucionaria”, al
descubrir el ciberespacio decidieron abandonar los compromisos ideológicos
que pregonaban aún después de la caída del
Muro de Berlín, y en su transformación existencial
decidieron erigirse en presuntos gurús que habrán
de revelar la verdad acerca de Internet, y guiar a los inexpertos
en la peregrinación hacia las tierras prometidas del ciberespacio.
La Red también representa fuente terapéutica y es
motivo de consuelo.
El ciberespacio efectivamente admite
ser reconocido como formidable horizonte de nuevas utopías.
Sin embargo, aún es reducido el número de personas
que hoy disfrutan el privilegio de tener acceso a Internet. La brecha
digital es muy real, y se introyecta en las sociedades contemporáneas
como decisivo factor del desarrollo de una nueva estratificación
social, la cual amenaza profundizar diferencias y oportunidades.
En países en vías
de desarrollo, apenas un reducido segmento de la población
hoy tiene acceso a Internet. En México, por ejemplo, menos
del 20%. En cambio, en los países del llamado “primer
mundo”, la mayoría de los ciudadanos tiene rápido
acceso a Internet, y emplea regularmente algunas de sus principales
herramientas de comunicaciones para el desarrollo de sus actividades
cotidianas.
La mayoría de las ciudades
virtuales que representan una extensión de las ciudades materiales,
reproducen el sistema económico y las condiciones de competencia
que ha impuesto la mundialización. El consumo de bienes,
mercancías, información y servicios diversos, simplemente
se ha extendido al espacio virtual. La mayoría de las ciberciudades
que representan la prolongación de las ciudades materiales,
de ninguna manera han conseguido abstraerse o suspender la fatalidad
de la variable economía.
Para divertirse y consumir en ellas,
los cibernautas se ven en la necesidad de afirmar su poder adquisitivo.
Inclusive las “visitas virtuales” a tales ciberciudades,
como a sus establecimientos comerciales, representan un excelente
señuelo que permite despertar la curiosidad de los extraños,
incentivando el consumo. Los recursos multimedia se encuentran subordinados
al propósito de reproducir un ambiente de seguridad y familiaridad
para el cibernauta-consumidor. El desarrollo del llamado e-banking
depende de ello. Las prácticas de consumo, sin embargo, todavía
resultan rudimentarias. Quizá con el desarrollo de ambientes
de telepresencia será posible configurar escenarios más
amigables para el consumo, la diversión, el entretenimiento.
De acuerdo con Marshall McLuhan
(1997: 159), quien admite ser considerado como el principal teórico
de la llamada Escuela Ecológica de los Medios (Media Ecology),
o “Escuela de Toronto”, las ciudades admiten ser consideradas
como prolongaciones de nuestra piel.
Si el vestido es una prolongación
de la piel destinada a almacenar y canalizar nuestro calor y energía,
la vivienda es un medio colectivo de lograr el mismo fin para
la familia o el grupo (…) Las ciudades son también
una prolongación aún más amplia de los órganos
corporales, para sobrellevar las necesidades de grandes grupos.
Internet permite prolongar nuestra
mente, –y nuestro sistema nervioso central, de acuerdo con
Bill Gates-, además determinadas tecnologías de información,
como los teléfonos celulares y los PDAs, por ejemplo, permiten
extender nuestro cuerpo, el cual accede a la condición de
tecnocuerpo.
El tecnocuerpo demanda un nuevo
espacio de realización: la tecnociudad. En la conquista de
la ciberurbe incursionan nuevos personajes emergentes, como hackers,
crackers, ciberapostadores, voyeuristas de web-cams, porno-stars
de Internet, etcétera. La visión de tecnocuerpos extremos
comprende cyborgs –anticipados por Donna Haraway-.
En la cinta Crash (1996),
del director canadiense David Cronenberg, el organismo es modificado
por la tecnología. Con singular ingenuidad el tema lo había
tratado la televisión, con el personaje de Steve Austin,
el hombre nuclear, en la teleserie The Six Million Dollar Man.
Apenas ayer se consideraba tema de ciencia ficción la posibilidad
de que las tecnologías digitales pudieran resolver determinados
problemas médicos, como la minuciosa reconstrucción
de algunos órganos humanos. El formidable desarrollo de la
biotecnología introdujo la posibilidad de la clonación
de seres humanos, después de demostrar su factibilidad con
ovejas. Todavía parecen asunto de ciencia ficción
las hibridaciones de humanos y robots, Robocop, por ejemplo. Algunos
cómics nos habían anticipado el advenimiento de tales
seres fantásticos, en complejas ciudades futuras. La nanoeléctrica,
sin embargo, afirma la posibilidad de introducir diminutas interfases
en el interior de los organismos. Cada interfase potencialmente
podría concentrar a una ciberciudad entera.
Para algunos tecno-optimistas, la
tecnología ha adquirido un sentido profundamente religioso.
Se supone que la obtención de un cibercuerpo místico
podría garantizar la posibilidad de trascender la fatalidad
del tiempo, y acceder al encuentro de la inmortalidad, de la Nueva
Jerusalén. Legiones de poshumanos inmortales habitarían
“La nueva ciudad de Dios”. Las ciberciudades, espacios
ausentes, imaginativas expresiones del surrealismo inherente a Internet,
representan zonas abiertas a toda especulación posible. La
habitalidad de las ciberurbes dependerá de la voluntad de
nuestra imaginación.
Notas:
1
Rodrigo González, “Rockdrigo” (1950-1985), es
reconocido como creador y máximo representante del “rock
ruprestre” en México. Rodrigo perdió la vida
el l9 de septiembre de 1985, al derrumbarse su departamento, ubicado
en la calle de Bruselas, durante el terremoto registrado ese día.
2 Una cita de Roland Barthes describe
el concepto de “desrrealidad”, el cual se ajusta perfectamente
a la sensación de realidad que nos presenta una ciudad como
Las Vegas. “Mientras percibo al mundo como hostil permanezco
ligado a él: no estoy loco. Pero, a veces agotado el mal
humor, no tengo ya ningún lenguaje: el mundo no es "irreal"
(...), sino desrreal: lo real ha huido de él, a ninguna parte”.
(Barthes. 1984, 99).
3 En <http://www.pp.es/PartidoPopular/nacionalpp/verNoticia.jsp?id=49784>
Fecha de consulta: domingo 14 de marzo, 2004. Después del
domingo 14, cuando resultó muy evidente tan burda manipulación
de la información, los administradores del sitio Web del
Partido Popular decidieron retirar el señalamiento a ETA.
4 Su origen se establece en el
año de 1988, cuando Jarkko Oikarinen, del Departamento de
Ciencias de Procesos de la Información de la Universidad
de Oulu, Finlandia, creó el Internet Relay Chat (IRC).
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del milagro. México, Cal y Arena.
Barthes, R. (1984). Fragmentos de un discurso amoroso.
México, Siglo XXI Editores.
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corporativas para la información en la era de Internet”.
En Islas, O., et al (2002). Explorar el Ciberperiodismo Latinoamericano.
México, CECSA.
Dr.
Octavio Islas
DIrector de la Cátedra de Comunicaciones
Estratégicas y Cibercultura, Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México, México. |