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Por Carlos Fara
Número 43
El
plan Feliz Navidad dio resultados: la gente rebosa de optimismo
y el gobierno es el principal beneficiado. El gorro rojo descansa
en la Rosada.
A
todo K
En
nuestra última encuesta del año en Capital y GBA encontramos
que:
- la
imagen positiva del gobierno subió 16 puntos respecto a
septiembre: ahora está en 58 %;
- la
aprobación de la política económica pasó
del 31 al 42 %, siendo el segundo mejor registro desde que asumió
Kirchner;
- casi
todas las áreas medidas están en su mejor momento
de evaluación en los últimos 12 meses;
- la
mayoría está en desacuerdo con los que dicen que
el gobierno hace mucho gestos, pero en lo concreto no avanzó
en nada;
- el
57 % piensa que es temprano para hacer un balance de la gestión
(en septiembre era el 53 %) y el 22 % estima que es mejor de lo
que esperaba (se duplicó respecto a tres meses atrás);
- el
56 % dice que K puede hacer más de lo que hace, pero en
septiembre pensaba así el 70 %; los que creen que hace
todo lo que puede pasan del 27 al 42 %.
- el
70 % opina que el gobierno efectivamente quiere salir del default;
- respecto
a la falta de puntualidad del presidente Kirchner, su ausencia
en actos protocolares con otros presidentes, el no atender a empresarios
extranjeros, etc. el 40 % piensa que “es sincero, se muestra
tal cual es”; un tercio cree que “no está bien,
pero tampoco es grave”, y sólo el 12 % dijo que “en
el fondo es un adolescente”;
- se
quebró la tendencia respecto a las perspectivas futuras:
ahora el optimismo supera al pesimismo, tanto en lo personal como
a nivel país;
- todos
los dirigentes, ya sean oficialistas u opositores, elevaron su
imagen positiva (hasta Menem, que la duplicó de 5 a 11
%);
- por
lógica, todos los ministros mejoraron su aprobación,
sobre todo Lavagna que mejoró 20 puntos y hoy es el ministro
estrella;
- como
corolario, el presidente eleva su intención de voto al
punto de un año atrás, y hasta Cristina podría
ganarle a Carrió en Capital el 2005.
Plata
dulce
Qué
marca la diferencia? Las fantásticas expectativas económicas
que se encendieron a partir de dos cuestiones: a) las medidas que
tomó el gobierno para que la gente termine el año
con más dinero en el bolsillo; y b) los aumentos de salarios
que se han comenzado producir en varias actividades.
Desde
el punto de vista social, podríamos estar frente al inicio
de un período ´91 - ´94, en el cual la gente
consumía confiada en la estabilidad y cierto acceso al crédito
(mucho menor en la actual circunstancia). El grueso de la sociedad
–si bien con diferencias entre los distintos niveles socioeconómicos-
sale a gastar luego de una gran sequía, casi como
revancha por la malaria prolongada. Luego? Dios dirá
Kirchner,
eximio manejador de finanzas, sabe al dedillo cómo motivar
a la sociedad y dejarla tranquila en un momento del año donde
las emotividades afloran. En el fondo, intenta lo mismo
que hizo Menem durante mucho tiempo: fomentar el consumo cotidiano
y así anestesiar cualquier duda o crítica.
En el medio de la fiebre consumista no hay traspié con el
canje de bonos, conflicto con el ministro de economía, error
de política exterior, ni supuesto pacto con el menemismo
que pueda desviar a los argentinos de las vidrieras y las góndolas.
También
como Menem, su suerte empieza a estar atada fuertemente al humor
producto del acto de consumir, y no tanto de los cambios que efectivamente
implemente (aunque en algún momento pudiesen suceder). Una
diferencia fundamental es que a Kirchner parece preocuparle la inequidad
social fruto de la concentración de la riqueza, más
allá de que sepa solucionarla o no. Sabe que tarde
o temprano deberá responder a algunas exigencias en materia
social, que al riojano nadie le terminó exigiendo
(algo así como no pedirle peras al olmo).
El aprendizaje de Kirchner
Hoy,
luego de 19 meses de gobierno, se puede decir que el presidente
aprendió de sus propios errores, cuando entre el 24 de marzo
y fines de agosto se encandiló con la confrontación
permanente. Kirchner comienza el año en el mismo punto que
al inicio, pero con la ventaja de estar más curtido. Hace
mucha diferencia el mantenerse siempre en el mismo nivel, comparado
con el haber bajado y vuelto a subir. A partir de ahora
encarará los desafíos de otra manera, ya que supo
remontar una cuesta. De esta manera hemos podido apreciar
tres etapas del gobierno nacional: luna de miel – caída
– resurgimiento.
La
sociedad quiere darle tiempo al primer mandatario, comprenderlo
y disculparlo. Lo quiere proteger de alguna manera. No será
fácil el trabajo de la oposición con este contexto.
Sus subidas y bajadas no están tan asociadas al éxito
o fracaso de sus estrategias políticas, sino a los cambios
de humor de la gente, que ensalza o agria todo, según la
ocasión.
Felices
fiestas, Sr. Presidente.
Carlos
Fara
Director general de Carlos
Fara y Asociados, Argentina
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