Por Marisa Avogadro
Número 43
Llegó
la hora. Las aguas del mar están subiendo. El sol está
enrojecido en el horizonte. Estoy parada a la orilla, con mis pies
descalzos sobre la blanca arena. ¡Es todo tan inmenso!
Las olas se mueven despacio como
una caricia y un caracol roza mi pie. Estoy aquí, a la hora
indicada, con un ramo de flores también blanco, esperando
el momento en que me dijo la hada que lo debo arrojar.
Siento ruiditos cada vez más
fuertes. Ya llegan. Hoy es el día. Ahí se asoma lentamente
una pareja de delfines. Chuic, chuic!!, se escuchó. Sus enormes
y elegantes cuerpos azules se levantaron sobre el agua y formaron
un corazón al momento de darse un beso.
El mar estaba azul
- celeste claro y una suave brisa nos acompañaba. El tiempo
parecía detenido y los caballitos de mar formaban una ronda
junto a la pareja de delfines. A la distancia, parecían esmeraldas
brillando en un collar unido de espuma. La tierra daba las gracias
por tanto amor y todos, animales y plantas, contemplaban la escena.
Temblando de emoción, también
besé el ramo de rosas y jazmines impecables y perfumados
que sostenía en las manos y las lancé al agua.
Estaba cumplida la ceremonia. El
Beso de los Delfines auguraría amor y prosperidad para todas
las parejas que se aman, hasta el próximo Día de los
enamorados!
Mtra.
Marisa Avogadro |