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Por Verónica Longo
Número 43
De los medios, la economía
y el poder
Históricamente y desde su aparición, los medios masivos
de comunicación han sido empleados con algún
fin desde sectores privados y públicos, y en los que siempre
se ha disuelto el concepto de poder.
El medio –como instrumento-
ha servido para propagar y reproducir ideologías diferentes
en forma de valores, testimonios, opiniones. Cual en un circuito
económico, la producción, circulación y consumo
de mensajes mediales ha posibilitado una mayor o menor influencia
sobre los sectores sociales.
Así, por ejemplo, la hoja
del journal que se imprimía en el XVIII equilibró
el espíritu de empresa con las ideas liberales y románticas.
Por su parte, La Gaceta de Moreno también fue utilizada
como tribuna política. La radio, en tiempos de guerra, sirvió
como una excelente aliada en la contención de las masas.
El salto cuantitativo y cualitativo que suponen la televisión
y las nuevas tecnologías hablan de una nueva forma de intromisión
de la esfera pública en la esfera privada1.
Hoy, la dominación ideológica2
desde los medios no ha decaído, sino todo lo contrario: el
escenario político y de discusión pública pasan
–casi exclusivamente- por la prensa, la radio y, sobre todo,
por la televisión.
Los mass-media, como partes integrante
de la Sociedad Civil, enseñan una honda vinculación
con el Estado. Según Holzer (1978), la comunicación
social se ubica bajo un sistema de producción específico
(el capitalismo de monopolio estatal), y marca como algunas de sus
funciones principales las de ser un factor constitutivo del sistema
de dominio y de legitimación ideológica:
Gracias a la peculiaridad estructural
del Estado y las emisoras en el proceso de reproducción
de la sociedad, existe la posibilidad de establecer ideológicamente
la estructura de compromiso requerida para la política
estatal de mediación de los intereses del capital, y de
capacitar de esta forma a los medios de transmisión para
que completen activamente la función material del Estado
en el proceso de producción del capital con una función
ideológica y eventualmente incluso con una función
igualmente material (Holzer, 1978, p. 179).
Ahora bien, los cambios que se
vienen produciendo alrededor de los medios no son independientes
de aquellos que ocurren en la sociedad: en el presente, el sector
de la información se impone sobre la industria; los partidos
políticos atraviesan una crisis de representación
del electorado, y éste abandona cualquier forma de participación
y articulación social; empresas de libre competencia se convierten
en oligopolios que se amparan bajo la legislación estatal;
los avances tecnológicos ocurren de manera cada vez más
acelerada...
Vemos entonces que las modificaciones
en el seno de la sociedad (ya sea en materia económica, tecnológica
o cultural) inciden en la forma no sólo de hacer política,
sino también en su relación con los medios. “Tecnopolítica”,
“videopolítica”, “abandono de la plaza
pública” (Sartori, 1997; Sarlo, 1994; Mata, 1994) ,”la
prensa como fiscal”, “los medios de comunicación
como contrapeso opositor” (Barros, 1996) son expresiones que
intentan ilustrar, describir y explicar un clima de transformaciones
en la manera de, por una parte, generar el mensaje, y por la otra,
de consumirlo y decodificarlo. El escenario de la vida pública
y política son (re)presentados casi con exclusividad por
los medios de comunicación. El ‘político’
y el ‘ciudadano común’ se encuentran mediados
por el instrumento: éste acentúa lo fugaz, el clip,
la imagen, el suceso extraño y espectacular, con el consiguiente
desamparo de las instituciones3.
Dice Beatriz Sarlo,
Doña Rosa sólo puede
vivir en un mundo de política massmediatizada ... La política
que le interesa está construida por los comunicadores,
el orden del día propuesto por los noticieros de televisión,
la confiabilidad sustraída de los representantes para ser
administrada por los líderes de los mass media. A la cultura
de la discusión parlamentaria ... le sucede la de la mesa
redonda televisiva donde los periodistas dictan cátedra
(liberal, progresista, democrática o reaccionaria) a los
políticos (1994, pp. 91-92).
La ciudad comienza a dibujarse con
otros trazos. Los medios son la vidriera por donde pasan el espectáculo,
las mercancías y la política. El mercado está
hoy en la pantalla de televisión. Los oferentes –que
a veces son empresas, a veces son el Estado- llevan sus productos
al zoco electrónico. Allí, exhiben y hacen circular
desde una lámpara de luz hasta propagandas que concilian
el sacrificio y el placer; la participación democrática
y la inutilidad de la huelga. La consecuente reclusión en
hogares u otros espacios cerrados deja ver una suerte de atomización
e individualismo que atenta contra la polis, contra la res publica.
El periodismo de nuestros
tiempos
En este marco ¿qué pasa con el periodismo? ¿cómo
se presenta el hacer periodístico?
Hasta ahora, hemos estado trabajando
bajo el supuesto de que los medios de comunicación (histórica
y contemporáneamente) son actores sociales fundamentales
en la construcción de “lo real” y de “lo
social”. Frente a esto, lo que acercan los medios es una realidad
parcializada, no neutral ni desligada de intereses de distinto orden.
La objetividad en los medios no
existe (esto abarca, obviamente, también al periodismo).
Es el lenguaje mismo el que, en su proceso de conceptualizar el
mundo, a la vez lo limita y lo ordena. El periodista hace uso de
este lenguaje y desde él se relaciona con sus lectores, oyentes
o televidentes, y demás instituciones. El periodismo tiene
hoy una centralidad y relevancia inusitada en la construcción
(y reproducción) de las prácticas sociales, en todos
los ámbitos de la vida: en lo cotidiano, en lo laboral, en
lo profesional, en lo privado. Cercano a este punto, debemos decir
también que son los medios cada vez más los que (re)construyen
la legitimación del poder, procesan y definen identidades
e imaginarios.
Llegamos así a preguntarnos
e interrogarnos sobre aspectos que trascienden lo mediático
y nos ubican en lo témporo-espacial: ¿Algo es real
en tanto se muestra o visibiliza en los medios? Todo lleva a indicar
que sí.
Y más aún: el periodismo
actual, sobre todo el perteneciente a las grandes corporaciones
oligopólicas nacionales y/o internacionales, parece caracterizarse
por hacer preponderar el entretenimiento, por mediatizar la política
y de la justicia, trivializar los asuntos públicos, simplificar
el tratamiento de los hechos (celeridad, instantaneidad, el vivo
y directo), interesarse por lo sensacional y dramático, por
su gusto por la autocita, etc.
Con lo dicho hasta ahora ni se menoscaba
la libertad de prensa ni se cuestiona la obligación a informar
y estar informado, ni siquiera se niega la existencia de un periodismo
/ periodistas independiente(s). Antes bien, se puntualiza y describe
un particular modo de utilización de la prensa y los medios,
propio de los actuales sistemas democrático y liberales,
en los que no puede soslayarse lo político, económico
y tecnológico.
¿Otro periodismo
es posible?
No podemos dejar de hacer referencia a otro tipo de periodismo,
y que si bien se contextualiza en este marco de globalización
y capitalismo, se caracteriza por ejercer un contrapoder. Es el
periodismo que podríamos catalogar a grandes rasgos como
alternativo, y que hace suyo lo contra-hegemónico:
en el lenguaje, en el uso y elección de las fuentes, en las
herramientas empleadas, en el foco o marco, en los fines, en las
preguntas y respuestas. Una vez más, la historia
nos muestra que siempre ha existido frente a lo oficial, lo no oficial;
a lo hegemónico, lo no- hegemónico; frente a la Palabra,
las palabras.
El periodismo experimenta desde
sus orígenes y contemporaneidad una tensión
política que oscila entre el poder y el contra-poder (Ammann
y Barei, 1991).
Periodismos cívico,
de investigación y científico
En este punto queremos detenernos en tres tipos de periodismos que
a nuestro entender podríamos llamar alternativos: el cívico,
el de investigación y por qué no, el científico.
Con periodismo cívico nos
referimos a
Surgido como respuesta a la pérdida
de credibilidad de los medios de comunicación, la baja
confianza en la política y en las instituciones y el deterioro
de la vida pública, el periodismo cívico -o "público"-
es un movimiento renovador que promueve la participación
ciudadana en la formación de la agenda y en la búsqueda
activa de soluciones a los problemas de la sociedad (Carrasco,
2003)
Como se ve, este periodismo público
hace foco en la ciudadanía. Es ella la que fija los temas
de agenda; es ella la que se convierte en fuente. Este periodismo
propugna, también, una mayor participación, discusión
e interés por las cuestiones públicas. Si seguimos
a María Cristina Mata (2002) en la sociedad actual, la comunicación
es fundante de una nueva ciudadanía ya que colectiviza, hace
públicas y representa sus necesidades y propuestas.
Por su parte, la característica
más importante del periodismo de investigación, y
desde la mirada de Heriberto Muraro es
su actitud crítica ante
los políticos. Si bien el término “crítico”
puede ser considerado como la formulación de un juicio
tanto positivo como negativo, en la práctica de este género
consiste en comunicar al lector aspectos de la vida pública
que los dirigentes partidarios o los funcionarios preferirían
mantener bajo reserva (2000, p. 15)
En este subgénero ya no presenciamos
lo que hacen los políticos con los medios, sino lo que hacen
los medios con los políticos, y en donde se deja en claro
el rol activo de aquellos (Muraro, 2000).
Finalmente, definimos periodismo
científico como el que busca “ayudar a los individuos
a mejorar su relación con el entorno que los rodea. Permite
llevar claridad en áreas del conocimiento poco entendibles
por el público mayoritario y abrir caminos de comprensión
donde la falta de conocimiento tiñen de temor lo cotidiano”
(Avogadro, 2002).
Los medios y sus mensajes no son
la panacea. Lejos están de serlo. En este marco, rescatamos
tres tipos de periodismo que idealmente se erigen como de apertura.
El periodismo cívico abre caminos de (re)conocimiento ciudadano
y de participación; el de investigación, hacia el
control político e institucional, y el científico,
hacia la unión de ciencia con la vida misma.
Por qué ubicamos
el periodismo científico como alternativo
Antes de finalizar, queremos resaltar en dónde encontramos
lo alternativo del periodismo científico.
Ante todo, y si recuperamos la Declaración
de Tokio sobre el Periodismo Científico, éste tiene
una “vital importancia ... en una era donde la ciencia y la
tecnología se misturan con la vida diaria y .... se desempeña
como un medio de conocimiento y un instrumento para difundir estos
temas en países en vías de desarrollo con la intención
de mejorar la calidad de vida” (Avogadro, M. 2003). Es decir,
nos acercamos a un subgénero periodístico que hace
suya la unión de ciencia, conocimiento y tecnología,
y con la que se posibilita una mayor comprensión de la propia
existencia: cotidiana, individual, grupal o colectiva.
A comienzo de este estudio teórico,
afirmamos que periodismo y poder van de la mano y que sus relaciones
son insoslayables.
El factor poder no está ajeno
al periodismo científico (ni a las demás formas de
nuevo periodismo). Sólo que en este caso el poder se encuentra
en otros discursos (no oficiales), en los que el conocimiento, la
participación y el discernimiento están presentes.
A modo de cierre
Hemos querido trazar un mapa teórico y conceptual en el que
ubicamos a los medios de comunicación y al periodismo como
relacionados (necesaria e históricamente) con el poder, y
que siempre intentan presentarse como legítimos y creíbles.
Por un lado, este mapa dio cuenta
de un periodismo que responde a exigencias de nuestro tiempo: celeridad,
entretenimiento, afirmación de un sistema, etc.
Por otro lado, dimos cuenta de otro
modo de hacer periodismo, y fue ahí que nos concentramos
en el cívico, el de investigación, y, particularmente,
en el científico.
Si bien lo que se conoce como periodismo
alternativo tiene su propia historia signada por la resistencia,
en nuestro caso entendemos alternativo como un nuevo periodismo
que, en un contexto de globalización y radicalización
del sistema capitalista, intenta un modelo de construcción
y apertura, a la vez que sienta las bases para escuchar otras voces,
otras palabras, otro universo, otra realidad, otros tiempos mediales.
Notas:
1
Sirvan más ejemplos: entre 1820 y 1850 en la incipiente Argentina
proliferaron innumerables periódicos que a través
de la pluma difundieron ideales unitarios o federales; la primera
imagen que apareció en la televisión argentina fue
la de Eva Perón; en 1870 nace La Nación, perteneciente
a la familia Mitre, asociada a la aristocracia conservadora nacional.
En esta enumeración de ejemplos acerca de la Comunicación
y el Poder también debemos mencionar los 84 periodistas desaparecidos
durante la última dictadura militar de Argentina, según
datos de la Conadep.
2 Permítasenos utilizar
esta expresión ¿apocalíptica? Distintos teóricos
de la comunicación han señalado como funciones o características
de los medios: “función otorgadora de estatus y compulsión
de las normas sociales” (Lazarsfeld y Merton, 1982); “producción
del consenso y construcción de la legitimidad” (Hall,
1981), “la tecnología adquiere dominación sobre
la sociedad” (Adorno y Horkheimer, 1981). Como vemos, DESDE
SUS DISTINTAS CONCEPCIONES CIENTÍFICAS Y FILOSÓFICAS,
muchos de los estudiosos de la comunicación resaltan, como
función propia de los medios, cada vez más perfeccionada,
el accionar y control ideológico.
3 La idea misma de democracia
(y sus derivados: igualdad y libertad) es actualizada en estudios
de televisión a través de debates personalistas; a
través de la oportunidad “equitativa” que tienen
diferentes actores sociales de expresarse, sumado a esto la posibilidad
de escuchar “la opinión de la gente” , la que
generalmente, consiste en definirse por un sí o por un no.
Referencias:
- Adorno, T. y Horkheimer, M. (1981)
La industria de la cultura. Ilustración como engaño
de las masas. En Curran y otros, Sociedad y comunicación
de masas. México: Fondo de Cultura Económica.
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En Barei, S. De la escritura y sus fronteras. Córdoba:
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- Avogadro, M. (2003, noviembre) Declaraciones sobre Ciencia y Periodismo
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el 2 de enero de 2005, de <http://www.razonypalabra.org.mx/comunicarte/2003/noviembre.html>
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puente entre las personas y el universo científico-cultural,
en Razón y Palabra, 30. Recuperado el 2 de enero
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- Barros, C. (1996) Medios de comunicación en Argentina:
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- Carrasco, S. (2003) Periodismo cívico: la gente define
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Recuperado el 27 de diciembre de 2004, <de
http://www.cambiocultural.com.ar/investigacion/periodismo.htm>.
- Hall, S. (1981) La cultura, los medios de comunicación
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y comunicación de masas, México: Fondo de Cultura
Económica.
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- Lazarfeld, P. y Merton, R. (1982) Comunicación de masas,
gustos populares y acción social organizada. En Moragas,
M de (ed) Sociología de la comunicación de masas.
Barcelona: G. Gilli.
- Mata, M. C. (2002, noviembre) Comunicación, ciudadanía
y poder. Pistas para pensar su articulación. Diálogos
de la Comunicación 64. Lima: FELAFACS.
- Muraro, Heriberto (2000) Políticos, periodistas y ciudadanos.
De la videopolítica al periodismo de investigación.
Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
- Sarlo, B. (1994). Escenas de la vida postmoderna. Bs.As.:
Ariel.
- Sartori, Giovani (1998). Homo Videns. La sociedad teledirigida.
Madrid: Taurus.
Lic.
Verónica Longo
Docente de la Cátedra de Comunicación, Cultura y Lenguajes
Políticos en el Instituto de Formación
Docente Continua San Luis, Argentina |