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Por Javier Esteinou
Número
48
La comunicación
y la paz social
La
paz social es un estado de convivencia colectiva
que se alcanza cuando todos los miembros de ésta
obtienen la satisfacción de sus necesidades
económicas, políticas, físicas,
culturales, psíquicas y espirituales básicas.
Dicha etapa de evolución social, es reconocida
e impulsada por todas las constituciones nacionales,
los marcos de convivencia colectiva, los organismos
mundiales, el Derecho Internacional y los acuerdos
políticos locales como la mejor forma
de coexistencia humana.
La esencia de
la paz social se adquiere mediante el reconocimiento
y el respeto de la naturaleza, las libertades
y los derechos de los otros. En éste sentido,
la construcción de la paz social, especialmente
en México, implica el respeto pleno a
la autonomía y a los derechos económicos,
políticos, laborales, territoriales, étnicos,
ciudadanos, ideológicos, lingüísticos,
sexuales, ecológicos, religiosos, etc,
y sobre todo comunicativos, de los individuos.
La existencia de éstos últimos
derechos comunicativos, como son el Derecho a
la Información, el Derecho de Réplica,
el Derecho de Comunicación, el Derecho
a Proteger y Defender la Intimidad, la Honra
y la Vida Privada, el Derecho a la libertad de
expresión, etc, es indispensable incorporarlos
dentro del espectro de las garantías humanas
fundamentales contemporáneas, del derecho
nacional e internacional; pues tradicionalmente
para conformar el contenido de la paz social
se han reconocido y abordado jurídicamente
por los Estados y las estructuras de autoridad
todos los elementos constitutivos para alcanzar
la concordia comunitaria, en diversos ámbitos
de las normatividades como son los derechos laborales,
electorales, civiles económicos, de género,
de salud, etc; pero asombrosamente no se han
registrado oficialmente los derechos comunicativos
elementales como cimientos obligatorios para
establecer la armonía social en nuestro
país. En los pocos casos donde se han
incorporado éstos en México, han
sido considerados de forma muy velada, confusa
y débil, como es el caso del artículo
7º de la Constitución Mexicana que
reconoce la existencia del Derecho a la Información,
pero no su reglamentación práctica
para ejecutarlo, y en consecuencia, sólo
permanece jurídicamente como un espíritu
jurídico declarativo1.
En éste sentido,
sin el reconocimiento y respeto a los derechos
comunicativos elementales de los ciudadanos no
puede existir una sociedad integrada con equilibrios
de consenso, sino lo que se edifica es una estructura
humana conducida por la verticalidad, el autoritarismo,
la censura, la manipulación, la exclusión
y la represión que genera un conjunto
social sometido, y que cíclicamente está
en condiciones de fuerte explosión por
la acumulación creciente de la frustración,
el coraje, la marginación y la desilusión
que genera el proceso de desarrollo desigual,
pues no pueden expresar colectivamente, vía
los medios de difusión social, sus necesidades
e intereses para solucionarlos.
El modelo
dominante de difusión y la marginación
comunicativa de los grandes grupos sociales
La
realidad de desequilibrio comunicativo cobra
espacial importancia en nuestro país porque
el modelo dominante de comunicación que
se ha establecido en la República mexicana
desde 1960 en adelante, especialmente en los
medios de información electrónicos,
se ha caracterizado por ser informativamente
inequitativo. Con ello, no se ha permitido la
existencia de una sociedad con fundamentos de
paz, sino con condiciones de manipulación,
deformación, marginación y sometimiento
comunicativo de las mayorías nacionales,
creando las bases de una sociedad salvaje con
permanentes irrupciones de rebeldía y
no de concordia social.
Dicho modelo
de comunicación se distinguió por
ser “uno de sistemas mas altamente concentradores
y monopólicos del mundo por su fuerte
discrecionalidad, al grado que a principios del
siglo XXI las reglas que existen en México
son las de un duoplio asimétrico con un
fuerte jugador predominante que es Televisa.
Así, el grupo Televisa cuenta con 306
estaciones de televisión que abarcan el
80 % del auditorio nacional y el 70 % de todos
los presupuestos de publicidad en México.
Por su parte, complementariamente Televisión
Azteca posee 180 estaciones, acaparando el 18
% del auditorio y el 30 % de la publicidad; y
el resto de las empresas de la radiodifusión
tienen que sobrevivir con las migajas que quedan.
Con éste esquema de funcionamiento, ambas
empresas de televisión han generado una
problemática de concentración de
medios en el mismo país y ciudad; la propiedad
cruzada de medios; la monopolización de
las cuotas de producción nacional; el
control sobre el acceso a producciones independientes
en los horarios de mayor audiencia, la relación
con los inversionistas extranjeros y el control
de los topes de mercado para ser explotados por
estaciones de una sola empresa; la imposibilidad
de participación de la sociedad en la
revocación o refrendo de las concesiones;
la renta de estaciones concesionadas; la concentración
todas las formas de producción y distribución
de la programación nacional en una compañía
mayoritaria; y el desperdicio escandaloso de
canales dedicados a la reventa de señales
de formatos y programación foránea,
etc”2.
En cuanto a
la radio comercial, el 76 % del sector se encuentra
en manos de 14 familias y sólo 4 grandes
cadenas aglutinan casi la mitad del total de
las emisoras (47.8 %). Realidades que son impensables
en otros países3.
Es dentro de este esquema
fuertemente mercantil que los medios electrónicos,
particularmente la televisión se desarrollaron
en el país y donde alcanzó hasta
ahora su mayor dinámica de expansión
e influencia sobre la cultura nacional.
Así, observamos
que no obstante que en la actualidad la sociedad
mexicana ya alcanzó los 110 millones de
habitantes, y pese a que, en última instancia,
los grupos básicos que sostienen a nuestra
nación son los que financian el funcionamiento
de la televisión; confirmamos que la mayor
parte de estos sectores básicos no tienen
acceso para participar dentro de este medio de
comunicación para exponer colectivamente
sus necesidades e incorporarse a los procesos
de gestión pública del país
para resolverlos, vía esta tecnología
cultural.
En este sentido,
constatamos, por ejemplo que las organizaciones
campesinas no cuentan con espacios televisivos
para desde estos solicitar apoyos crediticios
para trabajar en el campo, exigir mejores precios
de garantía a sus cosechas, demandar el
reparto de tierras, denunciar el extendido cacicazgo
y la corrupción de autoridades o funcionarios,
etc. Los sindicatos tampoco cuentan con tiempo
informativo para pedir aumentos saláriales,
elevar sus condiciones generales de vida, denunciar
las anomalías existentes en el interior
de sus grupos, etc.
Los partidos
políticos tampoco gozan de suficiente
margen televisivo para fortalecer su participación
en la sociedad, perfeccionar el sistema electoral,
mantener contacto masivo con sus representados,
difundir sus propuestas y posiciones partidistas,
salvo en los períodos electorales, etc.
Los numerosos grupos indígenas
fundadores desde hace milenios de nuestro territorio
y cultura, todavía, en el siglo XXI, no
tienen ningún espacio en la televisión
para expresar sus necesidades, dolor, marginación
y tristeza generado desde hace 500 años
con la Conquista Española y las subsecuentes
reconquistas nacionales, etc. En este sentido,
ni la Marcha por la Paz realizada en el 2001
por el Ejercito Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) desde el corazón de la
selva chiapaneca hasta el centro del país,
logró conseguir que el Senado de la República
aprobara en los Acuerdos de San Andrés
Larráinzar que las etnias contaran con
medios de comunicación propios .
No obstante
que actualmente vivimos una fase de gravísimo
colapso ambiental en el Valle de México
y el resto del país por la profunda relación
destructiva que mantenemos con la naturaleza,
los movimientos ecologistas, no cuentan
con ningún espacio de las redes nacionales
de televisión para difundir su labor en
pro de la defensa de la vida y crear culturas
sustentables. Los sectores magisteriales, no
obstante que sobre ellos descansa la operación
de la formación del capital cerebral del
país a través de su acción
educativa, tampoco cuentan con espacios en los
medios audiovisuales para contrarrestar la acción
deformante de la cultura parasitaria que ha creado
la sociedad de consumo y fortalecer con ello
el proyecto educativo de la escuela nacional.
Otras células
básicas como son los organismos no
gubernamentales, las iglesias, los movimientos
urbanos, los productores agropecuarios, la mayoría
de las universidades o centros de educación
superior, los transportistas, los grupos de amas
de casas, las asociaciones de padres de familia,
los grupos de colonos, los estudiantes, los profesionistas,
etc. tampoco disponen de espacios en las pantallas
para plantear y discutir sus problemáticas
particulares.
Incluso este
hermetismo del sistema mediático llegó
a tales extremos históricos que “pese
a que el Congreso de la Unión es el corazón
político del país, pues los principales
asuntos públicos cruzan por éste
y a que desde el origen de la radio y la televisión
el Estado mexicano contó con suficientes
recursos tecnológicos y espaciales para
dotar de medios de comunicación propios
al Poder Legislativo; fue hasta el 28 de agosto
del 2000, es decir, setenta años después
del surgimiento de la radio y cincuenta años
posteriores al nacimiento de la televisión
en México, cuando el Congreso inauguró
su propio Canal de Televisión. Durante
todas las décadas anteriores, la imagen
pública del Congreso de la Unión
fue construida desde las políticas privadas
de los medios comerciales, y por lo tanto, desde
la tiranía del raiting manejada
por la lógica del mercado; y no por otras
dinámicas de articulación Estado-sociedad.
Debido a ello, en muchos momentos la imagen del
Poder Legislativo fue elaborada y transmitida
con simples criterios de obtención de
auditorios cautivos, mediante la espectacularización
del Congreso y no desde las bases para la edificación
de una ciudadanía mejor informada para
decidir sobre los asuntos y procesos públicos”
.
Así,
“la imagen colectiva del congreso quedó
secuestrada durante muchos años por la
dinámica lucrativa e intereses particulares
de los medios comerciales. En este contexto,
el Congreso se convirtió en un espectáculo
más del imaginario mediático que
vendieron los medios durante varias décadas
según las exigencias de conservación
e incremento del raiting. De esta forma,
el Congreso quedó como rehén de
los medios privados que en muchos momentos, sólo
lo presentaron, por un lado, como parte de sus
géneros espectaculares al ridiculizarlo
como un espacio de conflictos, ineficiencias,
pleitos, insultos, abusos, irracionalidades,
chantajes, golpes e irresponsabilidades legislativas.
Por otro, al difundir lo anecdótico, lo
minúsculo, lo secundario y lo insustancial
de la imagen del Congreso y marginar el conocimiento
de la gran función pública y vertebral
del mismo para mantener el equilibrio político
nacional. Con ello, históricamente la
presencia pública del Poder Legislativo
en el marco cultural de nuestro país,
se redujo a una versión reducida, alterada,
escandalosa, caricaturizada, amarillista y debilitada”6.
Con la “aplicación
de esta dinámica informativa y cultural
se privatizó lo público y lo privado
se volvió público: El Congreso
se convirtió en una caja negra
donde finalmente la población no supo
a fondo que sucedía en éste, salvo
la imagen cercenada dieron los medios privados.
Así, se contribuyó a banalizar
lo público y a vaciarlo de sentido”
. De esta forma, “como en un acto de magia,
durante varias décadas, los medios comerciales
le ocultaron su país a los mexicanos y
les mostraron otra nación que no correspondió
a la realidad nacional”8.
Mediante esta “estrategia de subordinación
mediática de la imagen del congreso a
los criterios de los medios comerciales, durante
varias décadas se debilitó sustancialmente
en la vida cotidiana, la fuerza de contrapeso
y vigilancia del Poder Legislativo frente al
Poder Ejecutivo y otros poderes centrales. Con
ello, se contribuyó de forma meridiana
a construir durante 7 décadas la estructura
autoritaria, elitista, unipartidista, discrecional,
manipuladora, etc. del viejo régimen político
en la nación: vulnerar al Congreso con
la deformación de si imagen, significó
vulnerar el avance del proceso democrático
de la sociedad”9.
Dicha situación
de discrecionalidad y desigualdad de la vieja
clase política llegó a su extremo
de desvergüenza y abuso cuando en mayo del
2002 ante la iniciativa del Congreso de la Unión
para suprimir o reducir los 260 millones de pesos
al año que costaba sostener las altas
pensiones vitalicias de los 5 ex presidentes
de México, el Ex Mandatario José
López Portillo (1978-1982) propuso que
para compensar este financiamiento “el
Estado ofreciera concesiones de radio y televisión
a los ex presidentes, para que los ex mandatarios
no tuvieran que depender del fisco y no se les
mermara su ingreso personal. Es decir, que se
donaran cosas que produjeran y generaran riqueza,
pero que no le costaran al pueblo de México”10.
Este panorama de cerrazón
de los canales de información hacia los
grandes sectores sociales se reforzó jurídica
y políticamente cuando observamos que
después de 72 años de historia
de la radio y de 55 de la televisión en
México la sociedad no goza de los derechos
ciudadanos básicos en materia de comunicación
para participar en el nuevo espacio público
mediático. Esta situación, se debió
básicamente, entre otras, por las siguientes
6 razones:
En primer término,
los receptores no cuentan con un verdadero Derecho
de Réplica en los medios de información,
especialmente electrónicos, debido a que
el nuevo Reglamento de Radio y Televisión
en Materia de Concesiones, Permisos y Contenidos,
sólo autoriza en su artículo 38
que “toda persona física o moral,
podrá ejercitar el derecho de réplica
cuando un material que sea difundido en cualquier
programa de una estación de radio o de
televisión no cite la fuente de la cual
extrajo la información y considere que
los hechos que la alude son falsos e injuriosos”11.
Por consiguiente, esta normatividad imposibilita
que los receptores puedan intervenir cuando se
les difame, insulte, desacredite, ofenda, etc.
en los medios si la fuente esta bien citada.
Es decir, esta marco legal permite la existencia
de la calumnia, pero bien documentada.
En segundo término,
el Consejo Nacional de Radio y Televisión,
que es, entre otras, la entidad encargada de
coordinar las actividades de la Ley Federal de
Radio y Televisión y de elevar el nivel
moral, artístico, y social de las transmisiones,
permite la participación amplia, con voz
y voto, de un representante la Secretaría
de Gobernación, uno de la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes, uno de la Secretaría
de Educación Pública, uno de la
Secretaría de Salubridad y Asistencia,
tres de la Industria de la Radio y Televisión
(CIRT), dos de los trabajadores; y finalmente,
sólo acepta uno de la sociedad civil,
pero éste último, únicamente
con voz y sin voto12.
En este sentido, el representante del sector
mayoritario de la comunidad que mantiene el funcionamiento
de la radio y televisión en el país
permanece en el Consejo como espectador
con las manos atadas.
En tercer término,
la participación social en los canales
de difusión que podría haberse
dado desde hace varias décadas, vía
el uso de los tiempos oficiales del 12.5 % en
radio y televisión y los tiempos fiscales13;
fue reducido a 18 minutos diarios en televisión
y treinta y cinco minutos en radio por el Decreto
Presidencial Sobre Uso de los Tiempos Oficiales
emitido el 10 de octubre del 200214.
De esta forma, el Estado mexicano cerró
constitucionalmente con toda intención
política la posibilidad de que la sociedad
participara vía los espacios de los tiempos
oficiales en la radio y televisión, pues
además de reducirlos tipificó que
su uso sea sólo aprovechado por las empresas
estatales.
En cuarto término,
ni siquiera el tiempo de Estado que por ley el
artículo 47 del Código Federal
de Instituciones Políticas y Procedimientos
Electorales (COFIPE) le otorga al Instituto
Federal Electoral (IFE) para que en los periodos
de comicios los partidos políticos cuenten
con espacios públicos en los canales colectivos
de información para la difusión
de su propaganda partidista, no es acatado permanentemente
por los concesionarios de los medios electrónicos.
Por ejemplo, en las elecciones del 6 de julio
del 2003 para renovar el Poder Legislativo (Diputados
y Senadores), los propietarios de las principales
cadenas de televisión, Televisa y Televisión
Azteca, no aceptaron pasar las campañas
de los 11 partidos políticos nacionales
en contienda en 100 horas de televisión
y 125 horas en radio, vía segmentos distribuidos
de 5 minutos, en los horarios estelares de sus
56 radiodifusoras en 14 estados del país,
y sólo los colocaron en horarios de bajísimos
ratings. Mediante ello, el Plan de Medios
del Instituto Federal Electoral para formar
una cultura ciudadana para el voto se desconoció,
y con ello, la política se subordinó,
una vez mas, a los intereses de las macro ganancias
de los concesionarios, y en el peor de los casos
los propietarios pagaron multas irrisorias15.
En quinto término,
derivado de todo lo anterior y de otros factores
políticos la libertad de expresión
es una garantía ciudadana muy acosada
en el país. Así, “México
ocupa el lugar 77 en materia de respeto a la
libertad de expresión”, según
el diagnóstico preparado por la institución
Reporteros Sin Fronteras (RSF) en el 200316.
En sexto término,
la red de medios públicos en el país
no ha podido permitir la participación
sistemática de la sociedad civil organizada,
vía ellos, pues éstos se encuentran
muy abandonados por las políticas gubernamentales
de planificación de mediano y largo plazo,
y los que han adquirido a una condición
institucional más privilegiada, no han
alcanzado la naturaleza de medios de Estado,
sino que sólo se han convertido en canales
de gobierno que defienden propagandísticamente
los intereses de los partidos, de los funcionarios
o de los grupos de poder en turno a los que pertenecen17.
Los únicos
espacios de comunicación alternativa que
se abrieron excepcionalmente en el terreno civil
en periodo de gobierno del Partido Acción
Nacional (PAN) fueron la XEQK 1350: La Radio
de los Ciudadanos del Instituto Mexicano
de la Radio (IMER)18,
Radio Ibero 90.9 de la Universidad Iberoamericana19,
TV UNAM: El Canal Cultural de los Universitarios20,
algunas franjas informativas o críticas
dentro del sistema de difusión tradicional
de los medios comerciales, culturales o estatales,
motivados por necesidades del mercado de aumentar
su raiting, como fueron los programas
de los grupos gays en Guadalajara, Jalisco21,
informativos eróticos22,
diversos espacios religiosos23
y la aprobación por la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes (SCT) y la Secretaría
de Gobernación (SEGOB) de 12 radios comunitarias
permisionadas en la República mexicana24.
Por otra parte,
paralelamente a los pequeños avances anteriores
en otros territorios no civiles sino estatales,
en ése mismo periodo de gobierno, se inauguraron
por señal restringida de cable y aire
el Canal de Televisión del Congreso
del Poder Legislativo, el Canal de Televisión
del Poder Ejecutivo y el Canal de Televisión
del Poder Judicial que transmitieron los
actos oficiales de dichos poderes públicos
federales, pero que no le dieron salida a las
inquietudes directas de los grupos sociales organizados
que pueblan nuestro territorio.
Por todo ello,
la sociedad mexicana de principios del nuevo
milenio continua siendo una sociedad receptora
y no emisora de mensajes. Las únicas excepciones
de participación de la ciudadanía
en los medios de información colectiva
se dan cuando alguno de éstos sectores,
por alguna circunstancia excepcional, se convierten
en noticia y entonces son difundidos por los
medios como las mercancías informativas
del momento y desaparecen de las pantallas
cuando dejan de ser novedosos, sin contar con
ningún derecho civil para participar permanentemente
en estos cuando ellos lo requieran. En otras
palabras, la sociedad civil o los grupos emergentes
sólo pueden participar en la programación
de los medios cuando sirven como apoyo para elevar
el raiting de las empresas radiotelevisivas,
pero no son considerados permanentemente como
sujetos o entidades generadores de opinión
que tengan derecho legítimo a un espacio
colectivo permanente de participación
informativa. Por consiguiente, es sólo
la lógica de oportunidad económica
del raiting la que decide cuándo
y cuánto participa la sociedad civil dentro
de los medios y cuándo no; y no la existencia
operativa de un cuerpo jurídico de garantías
ciudadanas comunicativas básicas existentes
en nuestra Constitución.
Sin embargo, paradójicamente,
mientras en ese contexto histórico de
hermetismo comunicativo las grandes comunidades
no tuvieron alternativas de presencia en los
medios; la distribución desigual de acceso
a la estructura de información masiva,
permitió por ejemplo, que de marzo a junio
del 2002, Televisa pudiera utilizar 3 canales
del sistema Sky para transmitir las 24 horas
del día la programación completa
de la telebasura frívola, insustancial
y vacía de la primera versión de
Big Brother durante 3 meses y medio.
Este control
gubernamental de los medios electrónicos
impidió que los grandes grupos civiles
participen de forma constante y directa en la
construcción de un nuevo espacio público
que contribuya a crear otra cultura para
la sobreviviencia nacional. En éste sentido,
debido a que no se ha permitido la participación
de los grandes grupos o entidades fundamentales
del país en los medios electrónicos,
particularmente en la televisión, tanto
pública como privada, éstas instituciones
continúen desvinculadas del análisis
sistemático de los grandes obstáculos
que impiden nuestro desarrollo nacional y de
la difusión constante de las posibles
alternativas de solución para cada rama
de nuestro crecimiento interno.
De esta forma, en la
transición política nacional, la
vieja estructura de información colectiva
no se abrió a la participación
social, sino se rentó al mejor postor
económico y político. Así,
el modelo de comunicación-mercado y el
sistema político que lo amparó,
despojaron de todos los derechos ciudadanos a
los auditorios y la única facultad que
les dejó fue el derecho de encender o
apagar la radio y televisión y de participar
en su propuesta de consumo masivo permanente:
Los públicos se convirtieron en factores
al servicio del proceso de comunicación-mercado
y no la comunicación colectiva al servicio
del crecimiento de los habitantes.
Ante este horizonte
de cerrazón estatal para la democratización
informativa, nos enfrentamos al delicado panorama
político en el que los grandes grupos
sociales no cuentan con espacios de expresión
dentro de estos para expresar sus necesidades,
problemáticas, demandas y soluciones.
Frente a ello, se observa la tendencia creciente
de que los movimientos sociales en emergencia
continúen creando sus propios procesos
clandestinos de comunicación colectivos,
que derivarán, tarde o temprano, en la
construcción de un nuevo Estado Ampliado
paralelo al oficial, con el consecuente acrecentamiento
de nuestra crisis de hegemonía nacional.
Ejemplo de ello, han sido el surgimiento temporal
de los medios contra estatales como Televerdad,
Radio Vampiro, Radio Pirata,
Medios Comunitarios y las intervenciones
guerrilleras que se dan a través de Internet.
Obviamente todas estas expresiones no pueden
sobrevivir, a mediano o largo plazo, en el espacio
público, pues son instituciones irregulares
perseguidas por el gobierno hasta cancelarlos
o destruirlos25.
Debemos recordar
que cuando los grupos sociales, especialmente
los marginados, no tienen acceso al espacio
público simbólico, vía
los medios de información colectivos,
para exponer sus necesidades e intereses, entonces
toman, pacífica o violentamente, los espacios
públicos físicos de las vías
de comunicación materiales como son las
calles, las plazas, las avenidas, las carreteras
e incluso las instituciones de información
para presentar sus demandas. Por ello, podemos
decir que existe una relación directamente
proporcional entre participación social
en los canales de información y la existencia
de protestas públicas: A mayor participación
de los grupos sociales en los medios de información
menor manifestaciones públicas y a menor
participación en los medios, mayor existencia
de manifestaciones callejeras.
Dentro de ésta
perspectiva, es muy importante puntualizar que
en la medida en que las organizaciones sociales
si cuenten con tiempos en los medios de difusión
electrónicos se evitará la presencia
de tantas manifestaciones callejeras que todos
los días suceden en las principales ciudades
del país y que implican pérdidas
económicas, cierre de empresas y comercios,
destrucción de bienes, caos vial, ingobernabilidad,
anarquía urbana, enfrentamientos sociales,
irritación ciudadana, aumento del stress
y pérdida de la calidad de vida en la
población. La sociedad toma permanentemente
las calles del país por no tener espacios
de expresión en los medios de difusión
colectivos26.
De esta forma,
el modelo de comunicación dominante construyó
esclavos mentales domesticados y no ciudadanos
capacitados para construir una nueva sociedad.
Así se consolidó un modelo de comunicación
altamente concentrador, que permitió que
solo unos cuantos expresen a la mayoría
sus puntos de vista y su visión del mundo.
En este sentido, dichos espacios de participación
históricamente han funcionado más
como herramientas de control político
y de legitimación del viejo Estado, y
no de espacios para la creación y fortalecimiento
de la democracia y la civilidad nacional.
En este sentido,
el proceso político de construcción
de la transición pacifica a la democracia
que eligió seguir la sociedad mexicana
a partir del 2 de julio del 2000, no construyó
en el espacio público mediático
nuevas zonas básicas de participación
social para que otros sectores ciudadanos puedan
participar colectivamente, vía los medios
de información. Contrariamente a lo expresado
en la oratoria y los discursos oficiales, el
nuevo gobierno continua manteniendo la vieja
estructura comunicativa del antiguo régimen
pero maquillada con nuevos colores, barnices
y sabores blanquiazules que no han creado bases
para construir un nuevo modelo de comunicación
nacional para la creación de ciudadanía
y el fortalecimiento de la democracia.
Por ello, podemos
decir que los medios electrónicos, especialmente,
la televisión siguen funcionando como
cerebros colectivos divorciados de las necesidades
de nuestro cuerpo social, porque mientras vivimos
cotidianamente una profunda crisis socioeconómico-política,
la televisión nos orienta a pensar, prioritariamente,
en una programación basada en el cuádruple
eje constituido por los espectáculos,
el consumo, los deportes y la información
light y sólo ocasionalmente en los casos
extremos o de aperturas políticas coyunturales
oportunistas, nos conduce a reflexionar y a sentir
los problemas centrales de nuestra sociedad.
En una idea, la problemática nacional
no pasa sustantivamente por los medios electrónicos,
lo cual ha provocado la existencia de un modelo
cultural de funcionamiento esquizofrénico
entre lo que difunde e inculca la programación
televisiva y las necesidades o realidades que
viven cotidianamente los grupos mayoritarios
de la sociedad mexicana.
De esta manera,
podemos afirmar que como en un acto de magia
que se lleva a cabo ante los ojos de todos y
el estupor de unos cuantos, desde hace cuatro
décadas a la fecha, los medios electrónicos
y particularmente la televisión continúan
realizando la hazaña verdaderamente fantástica
de ocultarle su país a los mexicanos y
mostrándoles otra nación que nada
tiene que ver con ellos27.
El modelo
de comunicación para jodidos
A
partir de los grandes condicionantes históricos
de control político aplicados al funcionamiento
de los medios de información en México,
se construyó por décadas en el
país un modelo dominante de comunicación
que se distinguió por ser monopólico
(Duopólico en la televisión y oligopólico
en la radio); vertical; concentrado; unidireccional;
hermético; elitista; frívolo, discrecional;
autoritario; excluyente de los grandes grupos
sociales; cancelador del Derecho a la Información;
restrictor de la libertad de expresión
e impulsor de la libertad de empresa; promotor
de la difusión de la información
y no de la dinámica de la comunicación;
negador de los derechos comunicativos elementales
de los ciudadanos; fomentador de la dinámica
de mercado y no del servicio público y
que finalmente, dio voz y participación
a una minoría y silencio u olvido para
la mayoría nacional.
La presencia de este modelo
de comunicación desigual fue una pieza
estructural fundamental que colaboró de
forma sustancial a conservar por más de
7 décadas al viejo régimen político
en el país, y en la transición
pacífica a la democracia del año
2000 en adelante todavía continua existiendo.
Así, durante el siglo XX en México,
el modelo de comunicación, el modelo de
gobernabilidad vertical del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y el modelo de poder de la
antigua clase política, vía complicidades,
secrecías y canonjías, siempre
fueron de la mano para conservar el sistema político
autoritario más largo de toda la historia
del México moderno.
Las consecuencias
del impacto político, social y cultural
de la aplicación de dicho modelo de información
alcanzó su mayor claridad conceptual cuando
el intelectual Carlos Monsivais declaró
en los años 80s. “que en México
el verdadero Ministerio de Educación era
Televisa y no la Secretaría de Educación
Pública (SEP) y que gracias a la programación
de la televisión mexicana ya habían
nacido varias generaciones de norteamericanos
en México”. Esta realidad obtuvo
su calmen de expresión despótica
cuando don Emilio Azcárraga Milmo, Presidente
y accionista mayoritario de la empresa Televisa,
externó en 1993 en su célebre reunión
anual de planeación de la programación
que “estamos en el negocio del entretenimiento
y de la información, y podemos educar,
pero fundamentalmente entretener ... México
es una clase modesta muy jodida, que no va a
salir de jodida.... para la televisión
es una obligación llevar diversión
a esa gente y sacarla de su triste realidad y
de su futuro difícil....”28
. Por lo tanto, Televisa se comprometió
ha producir televisión para los jodidos,
pues la naturaleza de México era la de
un país de jodidos.
En pocas palabras
los pobres o los jodidos, vía la televisión,
no deben lograr pensar, participar, cuestionar
y decidir; sino sólo entretenerse, divertirse,
soñar, distraerse, fugarse de la realidad,
subordinarse y dejarse dirigir por los medios
electrónicos. Esto es, recibir pan y circo
desde la estructura audiovisual mediática
tecnológicamente más avanzada del
país y no obtener educación, cultura
y espiritualidad que le permitan a los auditorios
conocer y superar las condiciones de vida que
los someten. De ésta forma, durante muchos
sexenios surgió en el país el
Modelo de Comunicación Para los Jodidos
cuya esencia, con distintos matices, adaptaciones
y características, fue el prototipo informativo
que, en mayor o menor grado, también siguieron
y aplicaron las otras instituciones comerciales
de televisión en la República,
hasta nuestros días
A su vez, el Estado Mexicano
de los últimos 40 años aportó
su respectiva cuota de cinismo, complicidad,
manipulación y prepotencia para conservar
dicho Modelo de Comunicación Para los
Jodidos al no reglamentar durante cuatro décadas
y media el Derecho a la Información y
la Ley Federal de Radio y Televisión,
ni incorporar ninguna de las miles de propuestas
planteadas en los foros populares, las consultas
públicas y los espacios ciudadanos de
discusión organizados por los gobiernos
en turno para examinar y transformar el proyecto
de comunicación de la República
y crear los Planes Sexenales de Desarrollo en
ésta materia. En todos ellos, se concluyó
siempre con la frase célebre de “no
encontrarle en términos comunicativos
la cuadratura al circulo” y en otros momentos
argumentar que “reglamentar el Derecho
a la Información conllevaría más
riesgos que beneficios”.
En síntesis,
podemos decir que al funcionar como Primer
Poder Ideológico, los medios se convirtieron
en las extensiones de punta del poder que los
controla y no en la ampliación del poder
de toda la sociedad que los financió y
que sólo recibió sus consecuencias
mediáticas por decenios. Los medios se
transformaron en el monopolio del poder que generó
una mediocracia que durante muchas décadas
contribuyó sustancialmente a producir
un país de siervos obedientes y no de
seres pensantes y actuantes críticos.
De esta forma,
el modelo de comunicación para los
jodidos construyó esclavos mentales
domesticados y no ciudadanos capacitados para
construir una nueva sociedad. Así se consolidó
un modelo de comunicación altamente concentrador,
que permitió que solo unos cuantos expresen
a la mayoría sus puntos de vista y su
visión del mundo. En este sentido, dichos
espacios de participación históricamente
han funcionado más como herramientas de
control político y de legitimación
del viejo Estado, y no de espacios para la creación
y fortalecimiento de la democracia y la civilidad
nacional.
La primacía de la dinámica
de la mano invisible del mercado y el triunfo
de la cultura idiota
Al
estar los procesos culturales del país
crecientemente regidos básicamente por
los principios de la economía de mercado
que introdujo el modelo de comunicación
mercantil monopólico y no por otras racionalidades
sociales más equilibradas, hemos sido
conducidos como sociedad hacia a un sistema de
comunicación salvaje que ha producido
silenciosamente frente a nuestras narices una
enorme crisis cultural, ética y moral.
Proceso de comunicación que se ha caracterizado
por privilegiar lo superfluo por sobre lo básico;
el espectáculo por sobre el pensamiento
profundo; la evasión de la realidad por
sobre el incremento de nuestros niveles de conciencia;
la incitación al consumo por sobre la
participación ciudadana, el financiamiento
de los proyectos eminentemente lucrativos por
sobre los humanistas, la cosificación
de nuestros sentidos por sobre la humanización
de nuestra conciencia, la reducción de
la cultura de la complejidad por sobre el fomento
de la mentalidad light, la homogeneización
mental por sobre la diferenciación cultural,
la ideología del desperdicio por sobre
las actitudes sustentables, etc.
Así, la aplicación
de la dinámica de la “Mano Invisible
del Mercado” a los procesos de comunicación,
colectivos no ha construido en nuestras sociedades
un sistema de comunicación superior, sino
un complejo modelo de comunicación para
la desintegración y la muerte.
De ésta manera,
derivada de las lógicas anteriores y de
la de anarquía cultural que han impuesto
las leyes del mercado sobre los procesos de comunicación
social, ha surgido en la atmósfera mental
de México una cultura idiota que se caracteriza
por construir una visión de la vida altamente
fragmentada, descontextualizada y superficial
que se produce con los enormes y rápidos
torrentes de información secundaria o
terciaria que transmiten los medios de información
sobre nuestros sentidos. Dicha cultura amparada
en las tesis de la “Libertad de Comunicación”,
del “Avance Tecnológico de la Sociedad
de la Información” y del “Acceso
a la Modernidad Cultural” nos ha llevado
a saber cada vez más del gran mundo externo
y cada día menos de nosotros como Naciones,
comunidades y personas.
Su modelo se
caracteriza por promover en grandes dimensiones
la difusión intensiva de la información
secundaria, la violencia temática, el
consumo exacerbado, la invasión de la
privacía, la banalización de la
realidad, la comunicación alarmante, morbosa
y sensacionalista, la imposición mental
del principio de la ganancia a toda costa, la
frivolidad informativa, el show como anteojos
para ver la vida, el entretenimiento vulgar y
estrafalario, la cosmovisión hollywoodense
de la vida, la sexualización de la programación
para ser exitosa, etc, con tal obtener raitings
y vender; en detrimento de la calidad de los
contenidos y de la necesidades orgánicas
de comunicar los mensajes estratégicos
que requerimos asimilar colectivamente como personas,
grupos, pueblos y civilización para transformar
nuestras conciencias y poder sobrevivir.
De esta forma,
la modernidad del mercado ha planteado que en
la fase de apertura de libre comercio “la
basura informativa tiene amplia libertad para
circular en los medios de difusión”29,
y la consecuencia de abdicar de la construcción
de una cultura para la sobrevivencia humana al
iniciar el siglo XXI, vía los canales
de información, es el triunfo de la Cultura
Idiota en México. En este sentido,
podemos pensar que debido a que la nueva forma
de financiamiento que plantea el modelo neoliberal
lleva a que los medios gubernamentales se comercialicen
más, y por lo tanto, sean los patrocinadores
quienes determinen el contenido de transmisión
de los canales y no las políticas públicas
de programación, cada vez más,
ha sido más difícil promover una
"cultura de desarrollo social" desde
estos, pues el esquema de sostenimiento de dichas
empresas ha buscado crecientemente la obtención
de la máxima ganancia monetaria, a corto
plazo, a costa de lo que sea.
Así,
con la victoria del modelo de comunicación-mercado
se ha fortalecido vía los medios de información
la presencia de la Cultura de la Muerte
que plantea la deformación o destrucción
de cualquier valor, estructura mental, tradiciones,
sistema ético o idiosincrasia con tal
de vender y acumular. Ejemplo de ello, ha sido
el surgimiento desde 1990 a la fecha en las principales
empresas de televisión nacionales de una
nueva generación de programas audiovisuales
calificados como “modernos”, “avanzados”,
“actualizados” y “abiertos”
que han impulsado desmedidamente la violencia,
el amarillismo, el morbo, el exhibicionismo grotesco,
la invasión de la privacidad, el sensacionalismo,
la vulgaridad, la falta de respeto, lo adrenalínico,
la intolerancia, el voayerismo perverso, el sado-masoquismo,
etc. con tal de conquistar la audiencia de nuevos
auditorios e incrementar sus ventas.
Así, en el caso
de los medios audiovisuales, en los últimos
5 años en México, se ha observado
el surgimiento y la coexistencia de 5 nuevos
modelos de televisión: El modelo de “Televisión
Vampiro”, el modelo de “Televisión
Adrenalínica”, el modelo de “Televisión
de Lavadero”, el modelo de “Televisión
Chantajista” y el modelo de “Televisión
Intrusiva”.
Por una parte, el modelo
de “Televisión Vampiro” que
para generar raitings alimenta constantemente
la programación de sus pantallas con series
y escenas altamente violentas, sangrientas y
sádicas que impulsan la exposición
de la crueldad y lo morboso. Entre los principales
programas que han impulsado dicho modelo figuran
“Duro y Directo”, “Ciudad Desnuda”,
Fuera de la Ley”, “Visión
Urbana”, “Toma Libre” y “Metrópoli”.
Después de ser
retirados algunos de éstos programas por
diversas protestas sociales dicho género
televisivo ha sido reactualizado con otras series
más ligeras pero bajo el mismo modelo
como “Planeta Salvaje”, “Anatomía
del Desastre”, “Lo Insólito”
y otros más.
Por otro lado,
el modelo de “Televisión Adrenalínica”
que opera a partir de la provocación intensiva
de la generación de fuertes torrentes
de adrenalina para mantener cautivado al auditorio.
Ejemplos de esta tendencia televisiva son series
como “Fear Factor” (Factor Miedo),
“Los Ataques Animales Más Salvajes”,
“Las Agresiones Más Brutales de
la Naturaleza” y otras más.
Por otra parte,
el modelo de “Televisión de Lavadero”
basado en el género del Talk Shows y otros
más, exhiben a las personas como simples
mercancías, para lo cual se recurre como
materia prima a la difusión pública
y anti ética de la vida privada, de los
conflictos personales, las crisis familiares
y del dolor humano de los participantes populares
con tal de obtener raiting y vender.
Estos géneros televisivos se convirtieron
en la actualización audiovisual moderna
de la página roja de los periódicos
con todas las desviaciones mentales que conllevan.
Así, derivado de la globalización
cultural y de la lógica de mercado surge
una morbosa industria audiovisual de presentación
de las miserias humanas que promueve como “valores”,
el chisme, la intolerancia, la agresión,
el sarcasmo, el juicio descalificador, la humillación
y la invasión de la intimidad. Con ello,
la televisión se convierte en la plaza
o el tribunal público desde dónde
se enjuicia el nivel de sanidad psíquica
y emocional del pueblo y se aplican los castigos
morales del verdugo. Entre los principales programas
que han fortalecido dicho modelo figuran “Hasta
en las Mejores Familias”, “Laura
en América”, “Cosas de la
Vida” y “Cristina”.
Por otro lado, el Modelo
de “Televisión Chantajista”
caracterizada por manipular colectivamente los
sentimientos de la población para generar
sueños, ilusiones, fantasías, etc.
y alcanzar fuertes penetraciones de raiting y
posicionarse estratégicamente para vender
más. Algunas de las programaciones más
representativas en éste terreno han sido
“Bailando Por Un Sueño” el
“Teletón” y “Bailando
Por Un Millón de Pesos!”.
Finalmente,
el modelo de “Televisión Intrusiva”
protagonizado por las series Big Brother,
Infieles, Ventaneando y La
Oreja y la amplia generación de programas
audiovisuales que de éstos se han derivado,
plantean que la vida privada ya no debe existir
como espacio intimo de los individuos, sino que
ahora en los tiempos de la posmodernidad todo
puede ser atravesado y difundido por la televisión
con tal de producir raiting y comercializar productos:
La intrusividad se convierte en la nueva norma
social para crear la diversión y el espectáculo.
Los contenidos de dicho modelo televisivo le
enseñan al auditorio que el poder de penetración
y transmisión de la televisión
es tan fuerte, que lo intimo ya no debe existir.
Con ello, se contribuye a disolver la intimidad
de los individuos, y con ello, el Yo de los sujetos,
y con ello, la existencia diferenciada de los
otros, y con ello, se crean sociedades de masas,
y con ello, se genera la ausencia del pensamiento
crítico, y con ello, se establecen las
bases colectivas para la creación del
autoritarismo que puede llegar a extremos fascistas.
Así, la evidencia
histórica demuestra que la aplicación
desregulada de la dinámica de la “Mano
Invisible del Mercado” a los procesos de
comunicación colectivos en el país
no ha construido en nuestra sociedad un sistema
de comunicación superior y de mayor calidad,
sino que ha formado un complejo modelo de comunicación
inferior y enano orientado hacia la muerte moral
y espiritual de las comunidades. En este sentido,
podemos afirmar que la globalización audiovisual
del libre comercio en la década de los
90s. y del 2000 y el esquema monopólico
de comunicación nacional no abrieron nuevos
espacios de televisión superior, sino
que degradaron los contenidos con tal de comercializar
y acumular más. Hay que recordar que el
mercado por sí mismo no tiene ética,
ni corazón, ni se preocupa por lo humano
y lo social. Su objetivo es la rápida
y creciente acumulación de riqueza a expensas
de lo que sea. Por consiguiente, es una ley que
en la medida en que funcione autónomamente,
sin sólidos contrapesos planificadores
puede introducir en las comunidades una relación
social de comunicación salvaje.
Esta realidad política
corroboró, una vez más, que en
materia comunicacional si existe transición
política en el país, pero no es
la transición pacífica a la democracia
participativa; sino es el cambio creciente a
la super concentración y monopolización
comunicativa, que excluye y amordaza a la población
para participar en el nuevo espacio público
mediático colectivo. En otros términos,
aunque desde el año 2000 existe en la
sociedad mexicana una débil transición
política a la democracia que ha atravesado
fundamentalmente la transformación de
las estructuras electorales, el cambio del Poder
Legislativo, la modificación del Poder
Ejecutivo, la mutación del Poder Judicial,
la evolución de los partidos políticos,
la seudo transparencia gubernamental, el voto
de los mexicanos en el extranjero, etc; en términos
comunicativos, no ha existido una transición
a la democracia, puesto que éste proceso
no ha penetrado sustantivamente la transformación
de los viejos sistemas de los medios electrónicos
de información colectivos, ahora disfrazados
de modernos. Así, estos continúan
funcionando dentro del esquema concentrador,
vertical, autoritario, discrecional, hermético,
monopólico, elitista, anti ético,
desigual, no ciudadano, etc, opuesto al proceso
de apertura, horizontalidad, pluralidad, moralidad,
participación, equilibrio, igualdad, etc,
que exige el nuevo proceso de comunicación
democrática.
Los espacios contados
de “apertura”, “pluralidad”
o “avance democrático” que
se han dado en el modelo dominante de medios
electrónicos, como han sido la introducción
de los programas de debate, la inclusión
de la discusión de otros temas antes vedados,
los análisis críticos de coyuntura,
la creación de algunos medios ciudadanos,
los comentarios “atrevidos de algunos conductores
de radio”, la crítica abierta a
todos los poderes públicos, especialmente
al Presidencia, hasta el grado de ridiculizarlos
como es el programa “El Privilegio de Mandar”,
etc; han sido excepciones informativas muy contadas
que no han sido suficientes para marcar un cambio
de tendencia estructural del viejo modelo de
comunicación autoritario y excluyente
en el país.
Sin embargo, una democracia
no puede estar informada sólo por unos
cuantos. Por ello, es responsabilidad del Estado
generar las condiciones para que exista la pluralidad
de voces y la pluralidad de empresas. No se puede
gobernar para unos cuantos. De aquí, la
importancia central de construir un nuevo modelo
de comunicación nacional que permita que
la toda la sociedad pueda expresase y participar
dentro del nuevo espacio público colectivo,
vía los medios de difusión social.
La transición
política a la democracia y la reforma
comunicacional del Estado Mexicano
El
desarrollo desigual seguido por la sociedad mexicana
durante el siglo XX gestó gradualmente,
a lo largo de varias décadas, fuertes
contradicciones estructurales en la calidad de
vida que produjeron muchas tensiones sociales
que exigieron colectivamente respuestas y salidas
históricas correctivas. Así, ésta
situación generó un largo proceso
de despertar y transformación profunda
de grupos sociales que adquirieron forma con
el Movimiento Estudiantil de 1968, el despertar
civil con el terremoto de 1975, el movimiento
de protesta social generado con las elecciones
frustradas del cardenismo en 1988, el levantamiento
zapatista el 1 de enero de 1994, la autonomía
del Instituto Federal Electoral en 1996 y finalmente,
cristalizó con las elecciones democráticas
del 2 de julio del 2000 donde el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) fue substituido, después
de 70 años en el poder, por el Partido
Acción Nacional (PAN).
Con todo ello,
se produjo lentamente a principios del siglo
XXI un proceso pacífico de transición
a la democracia que desembocó en la exigencia
de abandonar radicalmente el viejo régimen
político. Clamor colectivo de la comunidad
nacional que no sólo demandó la
transformación del anterior orden económico,
político, financiero, electoral, laboral,
urbano, burocrático, etc. de la República;
sino también el cambio profundo de las
estructuras comunicativas. Es decir, con este
cambio de dirección política la
comunidad nacional también eligió
la vía de construir otro modelo de comunicación
que supere el viejo Modelo de Información
Para los Jodidos y permita la creación
de un Nuevo Orden Comunicativo nacional
que rescate los derechos de comunicación
básicos de la ciudadanía, que cristalice
la participación comunicativa de los grandes
grupos sociales, vía los medios y que
aporte nuevos equilibrios informativos para la
sobrevivencia social
Por ello, el
mecanismo central para elaborar un nuevo modelo
de comunicación nacional y democratizar
a los medios de información, pasa necesariamente
por la realización de la reforma integral
del Estado mexicano. Para reformar al Estado
en materia de comunicación, ciudadanizar
los medios de información en México
y dar, a través de éstos, algunas
salidas de participación a los grandes
grupos sociales; es razón de Estado el
modificar el viejo pacto social de comunicación
unilateral, hermético, obsoleto y discrecional
que existió y sigue existiendo entre el
Estado mexicano y los concesionarios de los medios
de comunicación y que sirvió de
base para consolidar durante tres cuartas partes
del siglo XX al decadente régimen político
anterior. Ahora, es necesario construir, mediante
la reforma del Estado, una nueva relación
trilateral de naturaleza abierta, democrática,
justa, plural, equilibrada e incluyente entre
el Estado, los concesionarios y la sociedad,
que permita que los ciudadanos participen colectivamente,
mediante éstos, para contribuir a enriquecer
el espacio público mediático
(espectro político-cultural) de nuestra
nación, y que permita crear una cultura
civilizatoria superior que nos permita sobrevivir
pacífica y humanamente en nuestro país.
Por ello, la
consolidación de la reforma del Estado
mexicano requiere la indispensable transformación
democrática profunda de las estructuras
de información y comunicación masivas,
ya que son estos espacios los que se han convertido
en el Primer Poder Ideológico
contemporáneo desde el cual se organiza,
moviliza, articula y dirige, diaria y principalmente,
de manera colectiva a los habitantes de la nación30.
Hoy, los medios de comunicación son el
esqueleto de la democracia y del espacio
público. Debido a su peso central
sobre la dirección de la nación,
en una sociedad democrática los principales
poderes siempre deben estar supervisados y reglamentados
por el interés general de la sociedad
en su conjunto y esto sólo se puede lograr
conservando al Estado como rector nacional del
bien público.
Debemos considerar
con mucha claridad que “la reforma del
Estado en materia de comunicación, no
es una simple reforma jurídica mas para
modernizar al Estado mexicano, sino que por su
naturaleza vertebral que cruza todos los ámbitos
de la vida comunitaria y cotidiana, es la reforma
mas importante de la sociedad mexicana de principios
del siglo XXI, pues será a partir de esta
renovación como se modificarán
o no los procesos para construir la conciencia
colectiva nacional de principios del nuevo milenio.
De esto dependerá si se crean las bases
político-sociales para generar una mentalidad
para el avance de la República o para
su retroceso psíquico, social y civilizatorio
en el nuevo siglo”31.
Para avanzar
en la reforma del Estado el gobierno, y especialmente,
la sociedad civil deben edificar un nuevo Espacio
Público Nacional mediante la creación
otro orden de comunicación para la paz,
basado en la edificación de un nuevo modelo
de comunicación colectivo que permita
la participación social de los grandes
grupos y aporte nuevos equilibrios para la sobrevivencia
social. Dicho modelo de comunicación debe
caracterizarse por ser democrático y no
autoritario; plural y no excluyente; transparente
y no discrecional; regional y no concentrado;
multidireccional y no vertical; que construya
esfera pública y no sólo zonas
de acción privadas; promotor del Derecho
a la Información y no sólo fomentador
de la conquista de nuevos auditorios; que promueva
los procesos de comunicación y no sólo
de información; que genere una sociedad
emisora y no sólo receptora de mensajes;
que aplique el derecho de réplica y no
la manipulación de la información;
que respalde la libertad de información
y no sólo la libertad de empresa; que
incluya las figuras jurídicas de Ombudsman
y no sólo los voluntarismos temperamentales
de los conductores; que respete la dignidad de
las personas, su honor, su honra y su intimidad
y que no utilice a los individuos para exhibirlos
como mercancías para obtener más
raiting, como fue el caso de los talk
shows o Big Brother; que forme ciudadanos y no
sólo espectadores o consumidores consuetudinarios;
que permita la expresión de todos los
sectores fundamentales de nuestra sociedad y
no sólo de un grupo privilegiado; que
promueva el pensamiento, la discusión
y la critica y no la frívola cultura light;
que sea independiente e incluso contestatario
al poder y no que refuerce el status quo de la
dominación; que cree un nuevo estado de
derecho comunicacional para todos y no sólo
relaciones privilegiadas de influencias informativas,
que destaque el servicio público y no
sólo la dinámica de mercado; que
mantenga una responsabilidad social y no una
conducta de oportunismo informativo; que sea
multiétnico y multicultural y no elitista;
que convierta a los medios en medios y no en
fines, etc, en una idea, que construya democracia,
ciudadanía y nuevas bases civilizatorias
para sobrevivir y no meros espectáculos
o fugas de la realidad.
¿Qué
hacer? El papel de la sociedad civil en la construcción
de un nuevo modelo pacífico de comunicación
colectivo
La
transformación de la estructura de información
nacional para la creación de un nuevo
modelo de comunicación global, es un proceso
muy complejo que requiere la participación
no sólo del Estado, sino de muchos otros
sectores de la sociedad en diversos planos de
acción. Uno de los sectores que es central
que trabaje en ésta línea es la
sociedad civil, pues dicho sujeto social integra
a la sociedad silenciosa y es la representación
visible del México Profundo,
que actúa todos los días en nuestra
nación.
Dentro de éste
marco de impulso al cambio comunicativo en el
país, es necesario considerar que ante
la decadencia del modelo de comunicación
comercial-privado en México, la riqueza
cultural que produce la sociedad civil debe ser
aprovechada para superar el viejo modelo mediático
de comunicación nacional. De ésta
forma, para avanzar en la reforma del Estado
mexicano en materia de información y construir
una Nueva Política de Comunicación
Nacional Para la Paz que colabore a crear
condiciones de convivencia pacífica en
México se deben edificar desde la sociedad
civil diversos cimientos que contribuyan a refundar
comunicacionalmente al Estado Mexicano.
Para lograr crear estas
nuevas políticas de comunicación
que nos lleven a la elaboración de otro
modelo de comunicación nacional que aporten
condiciones para crear la paz social en nuestro
país, la sociedad civil debe considerar
e impulsar la transformación de las siguientes
20 realidades:
1.- Para vivir
con paz, democracia y justicia la sociedad civil
debe contribuir a que la sociedad mexicana del
siglo XXI construya nuevas bases civilizatorias
que nos permitan vivir con equilibrios menos
costosos que los derivados del control, la exclusión
y evasión que propone la sociedad de mercado.
Uno de éstos nuevos cimientos es la edificación
de un Nuevo Orden Comunicativo Nacional que
supere el viejo Modelo de Información
para los Jodidos pactado durante varias
décadas que no le da viabilidad al país,
pues es un proyecto excluyente y no incluyente
de las mayorías sociales y evita la maduración
democrática y el avance de nuestra sociedad.
2.- Para construir
el Nuevo Orden Comunicativo, es necesario
que la sociedad civil colabore a que el Estado
rescate su función rectora en el campo
de la comunicación que ha abandonado o
renunciado a ejercerla desde hace algunas décadas,
para delegarla a las fuerzas del mercado o a
los grandes intereses políticos y privados.
Ahora, se requiere armar un nuevo proyecto de
comunicación nacional basado en la participación
de las múltiples comunidades que equilibre
la dinámica salvaje que han alcanzado
las fuerzas del mercado en el terreno de la cultura
y la información.
3.- La forma
para concretizar este Nuevo Orden Comunicativo
será a través de la elaboración
de un moderno marco normativo que delimite las
vías equilibradas para que el espacio
público virtual que construyan los
medios sea de naturaleza abierta y no cerrada;
competitiva y no monopólica; que difunda
información inteligente y no la basura
mediática, etc. Por consiguiente, retomar
desde la sociedad civil la reflexión y
discusión sobre la reforma de los medios
electrónicos, ya no será hablar
sólo de convergencia tecnológica,
concesiones y permisos, programación,
tiempos oficiales, nuevas tecnologías,
seguridad jurídica, etc; sino que, en
última instancia, debido a su gran penetración,
su enorme versatilidad informativa, su gran cobertura,
su centralidad cultural, su rapidez de difusión,
su revolución tecnológica y su
creciente peso educativo, ahora será hablar
de la construcción de las principales
infraestructuras de creación de la cultura,
la educación y el espíritu cotidiano
de nuestra nación.
Por lo tanto, jurídicamente
la nueva normatividad que se proponga no debe
considerar a los medios como simples tecnologías
modernas de punta asiladas del resto del desarrollo
social, ni de los ejes ético-morales fundamentales
de nuestras vidas; sino como el centro cultural
de nuestra construcción mental como país:
Hoy los medios se han convertido en el vértice
de la producción del alma nacional, y
en consecuencia, constitucionalmente deben ser
tratados como tales y no como simples empresas
técnicas de difusión informativa
desvinculadas del desarrollo social.
4.- La esencia del contenido
de este nuevo marco normativo sobre radio y televisión
elaborado desde la sociedad civil debe reflejar
el establecimiento de otro pacto social fundacional
de comunicación más justo y equilibrado
entre Estado, concesionarios y sociedad, que,
al mismo tiempo que ofrezca certidumbre jurídica
a los propietarios, normatividades justas y posibilidades
de crecimiento de sus empresas; también
mantenga como ejes político-axiológicos,
por una parte, el reconocimiento de los derechos
o garantías sociales mínimas que
le corresponden a los públicos o receptores
en los procesos de comunicación colectiva,
que han sido desconocidos desde el origen de
la radio y televisión; y por otra, la
responsabilidad social que le compete a los propietarios
ante los auditorios: La transición a la
democracia en México implica obligatoriamente
el reconocimiento de los derechos ciudadanos
de comunicación.
5.- El árbol
filosófico y jurídico desde dónde
la sociedad civil debe elaborar ésta nueva
transformación normativa debe centrarse
en el Derecho a la Información como herramienta
y cemento unificador de éste nuevo pacto
social. Dicho cuerpo normativo debe abarcar por
lo menos el derecho de acceso a la información,
así como el derecho a comunicar que les
corresponden como derechos universales a la población
para transformarlos de ser meros habitantes de
territorios geográficos a convertirse
en ciudadanos dotados con mecanismos comunicativos
para participar.
6.- Por el lugar
central que ocupan las industrias culturales
en la construcción del espacio público,
éstos se han convertido en herramientas
fundamentales para consolidar o debilitar el
equilibrio social. Debido a esto, es necesario
que la sociedad civil cree cuerpos jurídicos
que reconozcan y posibiliten como derecho social
básico de la ciudadanía, el acceso
organizado a los medios electrónicos de
información, que es una garantía
que ha sido negada por el Estado. Con ello, se
propiciará en los próximos años
el surgimiento de la sociedad emisora y ya no
sólo receptora de mensajes.
7.- Teniendo
en cuenta que el espacio radioeléctrico
es propiedad y patrimonio de la nación,
en este nuevo marco legal desde la reflexión
y acción de la sociedad civil, es imperativo
elevar a rango constitucional el que los medios
de comunicación sean considerados como
un bien público y limitado cuyo
otorgamiento y uso debe ser supervisado por el
Estado y la sociedad civil; y la información
debe ser contemplada como un bien y
un derecho público al cual han
de acceder y ejercer todos los mexicanos, y no
sólo como una mercancía ilimitada
regulada por las leyes del mercado o los intereses
políticos coyunturales. Sin acceso a la
información, no existe desarrollo; y sin
acceso a la práctica de la comunicación
por los grandes grupos sociales, no hay democracia.
8.- Desde la sociedad
civil es necesario colaborar para que el Poder
Legislativo limite constitucionalmente las facultades
discrecionales del Poder Ejecutivo en el campo
de la comunicación colectiva, para crear
un nuevo marco normativo claro y equilibrado,
especialmente en el otorgamiento y renovación
de las concesiones. En éste sentido, es
indispensable que la sociedad civil colabore
y presione para que se discuta en el Congreso
de la Unión los criterios de renovación
y supervisión de las concesiones de radio
y televisión para los próximos
años y que éste proceso no sólo
dependa de la Secretaría de Comunicaciones
y Transportes y de la Secretaría de Gobernación,
sino también de los centros de educación
superior y de las escuelas de comunicación.
9.- Para evitar que el
nuevo espacio público virtual de interacción
colectiva siga siendo dominado por la propuesta
avallasadora del mercado, que es el proyecto
de reproducción del gran capital en el
terreno comunicativo y no del crecimiento social;
éste deberá ser poblado sustantivamente
con la riqueza mental que permanentemente aportan
las organizaciones de la sociedad civil. Esto
es, reconociendo que el modelo de comunicación
de la televisión mexicana hoy día
ya se encuentra degradado y agotado, y por consiguiente,
desde los mismos contenidos internos del sistema
actual de televisión ya no se puede renovar
sustantivamente dicho modelo, una de las alternativas
más viables para revitalizar el modelo
televisivo nacional es incorporar la infinita
riqueza cultural que producen la sociedad civil
para nutrir el proyecto de contenidos ya decadente.
10.- Con la
liberación del espectro radioeléctrico
generado por el fenómeno de la convergencia
tecnológica que migrará del sistema
analógico al digital y su correspondiente
cambio material de la infraestructura radioeléctrica,
se dará en los próximos años
una importantísima liberación de
frecuencias radio televisivas que deben ser solicitadas
legalmente y aprovechadas por la sociedad civil
para contar con sus propios medios de difusión
colectivos universitarios.
11.- Para compensar
el peso tan devastador que nos ha dejado el triunfo
de la Cultura Idiota en nuestro país,
la sociedad civil, con su enorme riqueza y pluralidad
intelectual que posee y desarrolla, debe construir
otro currículum mental comunicativo para
la coexistencia pacífica. Dicho nuevo
currículo cultural debe superar la visión
de la vida materialista, consumista, light, hedonista,
frívola, inmediatista y adrenalínica
que promueven los medios comerciales y que ocasiona
la evasión de la realidad, la desnaturalización
de la política, la espectacularización
de la existencia, el vacío del sentido
de la vida y la obstrucción de la evolución
del conocimiento humano hacia otras fases superiores
de la conciencia, impidiendo nuestro crecimiento
armónico como sociedad.
12.- La aportación
cultural de la sociedad civil, vía su
participación en la televisión,
puede crear las bases mentales estratégicas
para crear una nueva transición cultural
pacífica en país.
13.- Dentro de éste
contexto de cambio comunicativo, la sociedad
civil debe alimentar constantemente el espacio
publico con diagnósticos, investigaciones
y reflexiones académicas sobre la necesidad
de crear un nuevo modelo de comunicación
nacional que permita que la sociedad se comunique
entre si y no sólo los grandes consorcios
de la información comercial.
14.- La sociedad
civil debe exigir a las autoridades que se garantice
el Derecho de Replica en todos los medios de
comunicación como una garantía
constitucional elemental de todos los ciudadanos32.
15.- Es necesario que
la sociedad civil colabore a crear la figura
del Defensor del Auditorio, que funcionaría
como un Ombudsman de la comunicación,
para analizar imparcialmente los conflictos de
intereses que se dan en éste terreno entre.
En éste sentido, mientras se logran las
transformaciones profundas de largo plazo, es
importante que la sociedad civil contribuya a
crear la figura del Ombudsman de la comunicación,
para analizar imparcialmente los conflictos de
intereses que se dan en los diversos terrenos
de esta materia entre emisores y receptores de
cada medio.
16.- La sociedad
civil debe respaldar el que el Estado fortalezca
y amplíe el esquema de medios de comunicación
de Estado de servicio público para cumplir
con su función de rector nacional y equilibrar
el funcionamiento desbocado del modelo de comunicación
de mercado que actualmente no cuenta con contrapesos
significativos.
17.- Uno de
los elementos fundamentales para establecer el
Nuevo Pacto Democrático Comunicativo,
requiere que la sociedad civil respalde el que
el Estado abra la participación de la
sociedad civil organizada en los tiempos oficiales
de radio y televisión ya que son espacios
que se otorgan para que éste los administre
en base al bien común y no sólo
para el reforzamiento de la imagen burocrática
del aparato gubernamental.
18.- La sociedad civil
con el apoyo de las escuelas de comunicación
y los centros de investigación deben sistematizar
con todo rigor los miles de diagnósticos
y propuestas que la sociedad civil ha presentado
en los últimos años sobre cada
una de las realidades particulares de la comunicación
nacional que son necesarias reformar (televisión,
radio, cine, prensa, nuevas tecnologías,
publicidad, etc.), para elaborar una super síntesis
intelectual de lo que históricamente se
ha propuesto para transformar el actual sistema
de información colectiva y contar con
un proyecto claro de acción ya dibujado.
19.- La sociedad civil
debe producir los específicos conocimientos
orgánicos políticos estratégicos
que requieren coyunturalmente las comunidades
para transformar permanentemente la estructura
de la comunicación nacional.
20.- Y Finalmente, la
sociedad civil deberá realizar un diagnóstico
permanente sobre la forma en que los medios de
información respetan o no el marco normativo
y ético de los mismos, e informar regularmente
al Estado y la sociedad civil sobre sus resultados,
para solicitar que se aplique rigurosamente la
ley en la materia.
Al iniciar el siglo XXI
políticamente es insostenible que se vuelva
a repetir la historia tradicional en materia
de comunicación colectiva donde el Estado
afirma que “no le encuentra la cuadratura
al círculo” para reformar el viejo
modelo de comunicación nacional. Por ello,
después del despertar democrático
de la sociedad mexicana el 2 de julio del 2000,
ahora la sociedad civil debe presionar para que
el Congreso de la Unión ejerza su responsabilidad
histórica de Poder Legislativo autónomo
para que demuestre contundentemente que si se
puede construir la otra historia democrática
de la comunicación nacional.
Ante los signos
de cambio urgente y desesperado del México
Profundo que se manifestaron con el levantamiento
de los machetes campesinos de Atenco;
la toma rural de la carretera federal a Cuernavaca;
las decenas de manifestaciones diarias en calles
y avenidas de las principales ciudades de la
República; la aplicación popular
de la justicia por propia mano en Milpa Alta;
el asalto violento de los productores agropecuarios
al Congreso de la Unión en el 2003; la
organización nacional de los campesinos
para bloquear el Tratado de Libre Comercio en
el rubro de importación de alimentos;
la Mega Manifestación de protesta
del 2003 en contra de la privatización
de la energía eléctrica33;
la crisis de corrupción y dirección
de todos los partidos políticos que se
evidenciaron con los videoescándalos y
otras filtraciones noticiosas; el desprestigio
creciente de la Cámara de Diputados como
órgano de representación ciudadana;
la Mega Marcha Pacífica por la Seguridad
Ciudadana en 22 ciudades de la República34;
la constante critica y ridiculización
del Poder Ejecutivo y de otros poderes públicos
de la República por el poder mediático
monopólico; la presentación
del IV Informe de Gobierno del Presidente
Vicente Fox en el 2004 en auténtico
estado de sitio del Poder Legislativo por decenas
de manifestaciones de protesta social; la agresión
de los habitantes a la caravana presidencial
en el Norte del país; la aplicación
de justicia popular autónoma
contra la policía en Tláhuac; el
resurgimiento de los movimientos guerrilleros
en diversas zonas del país; la lucha de
clases derivada del desarrollo cada vez más
desigual del país, etc; la comunidad mexicana
espera la firme respuesta del Poder Legislativo
en materia de comunicación colectiva para
evitar estos desbordamientos sociales que van
en acelerado aumento y lograr la transición
pacífica a la democracia nacional.
De no avanzar sobre este
horizonte de renovación del espacio público
mediático que puede aportar la sociedad
civil en los próximos años, encontraremos
que en plena fase de modernización nacional
con el arribo de la modernización, los
tratados de libre comercio, la expansión
de la globalización y el cambio a la democracia,
se habrán modificado las estructuras económicas,
políticas, jurídicas, tecnológicas,
productivas, etc. de nuestra sociedad; pero no
se habrán transformado las estructuras
mentales profundas que, en última instancia,
son las que sostienen y le dan vida a nuestra
comunidad. Bajo estas circunstancias la sociedad
mexicana estará avanzando con los ojos
vendados por un precipicio muy peligroso y dentro
de algunos años veremos y sufriremos las
consecuencias devastadoras que habrá dejado
sobre nuestra conciencia y comportamientos colectivos
la presencia del funcionamiento desregulado de
la lógica salvaje de mercado en el terreno
cultural, comunicativa y espiritual de nuestro
país.
Tenemos que
considerar que “no hay camino para la paz,
la paz es el camino”35.
Comunicativamente,
la nación ya no aguanta más. Hoy,
se requiere la urgente creación de un
nuevo proyecto de comunicación colectivo
que de salidas comunicativas incluyentes a la
sociedad mexicana. De lo contrario, de nuevo
surgirá el proyecto de comunicación
del México Bronco cuyo marginamiento
y obstrucción ha ensangrentado diversos
periodos de la historia nacional.
De aquí,
la importancia central de efectuar una profunda
Reforma del Estado en materia de información
y cultura colectiva que permita que el funcionamiento
público de las industrias culturales se
encuentre ética y jurídicamente
normado por una nueva legislación republicana
que rescate el espíritu del México
profundo en materia de comunicación social,
y no sólo por las caprichosas dinámicas
de las leyes de la Mano Invisible y
de la lógica del darwinismo social
del mercado autorregulado que ha reforzado el
proceso de super concentración del capitalismo
mexicano contemporáneo en su fase de expansión
planetaria.
Notas:
1
Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos,
Editorial Sista, México, D.F, 1984, pagina
6.
2
Zabludovsky Nerubay, Abraham, El dupolio televisivo,
Director General de Conexión Financiera,
en: Los Medios Electrónicos en el Marco
de la Reforma del Estado, Fundación Konrad
Adenauer y H Cámara de Diputados, México,
D.F, diciembre del 2002, páginas 211 y
212; Sociedad civil al rescate, Universal, 7
de marzo del 2003; y La impunidad en México,
Comisión Mexicana de Defensa y Promoción
de los Derechos Humanos, Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, México, D.F, 26 de
febrero del 2003, página 45.
3 Sociedad
civil al rescate, Universal, 7 de marzo del 2003
y La impunidad en México, Comisión
Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos, Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, México, D.F, 26 de
febrero del 2003, página 45.
4 Los indios
aún lejos de los medios: De los Acuerdos
de San Andrés a la apropiación
mediática del EZLN, Revista Etcétera
No. 6, Una Ventana al Mundo de los Medios, Nueva
Época, Análisis, Ediciones y Cultura
SA de CV, México, D.F, abril del 2001,
páginas 42 a 48 y Para que los indios
tengan acceso a los medios: Una reforma agraria
del aire, Revista Etcétera No. 7, Una
Ventana al Mundo de los Medios, Nueva Época,
Análisis, Ediciones y Cultura SA de CV,
México, D.F, mayo del 2001, páginas
41 a 47.
5 Esteinou
Madrid, Javier, El canal de televisión
del Congreso de la Unión y la transformación
de la imagen del Poder Legislativo, Canal de
Televisión del Congreso de la Unión:
La Visión del Diálogo, H. Cámara
de Diputados, Palacio de San Lázaro, México,
D.F, 22 de noviembre del 2001, página
4
6 El canal
de televisión del Congreso de la Unión
y la transformación de la imagen del Poder
Legislativo, Obra citada, páginas 2 y
3.
7 El canal
de televisión del Congreso de la Unión
y la transformación de la imagen del Poder
Legislativo, Obra citada, páginas 3 y
4.
8 El canal
de televisión del Congreso de la Unión
y la transformación de la imagen del Poder
Legislativo, Expresión de Virgilio Dante
Caballero Pedraza, Director General del Canal
de Televisión del Congreso, Obra citada,
página 3.
9 El canal
de televisión del Congreso de la Unión
y la transformación de la imagen del Poder
Legislativo, Obra citada, páginas 7.
10 Pide José
López Portillo concesión de tele,
no pensión, Reforma, 31 de mayo del 2002.
11 Reglamento
de la Ley Federal de Radio y Televisión,
en Materia de Concesiones, Permisos y Contenido
de las Transmisiones de Radio y Televisión,
Diario Oficial de la Federación, Secretaría
de Gobernación, México, D.F, 10
de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
12 Ley Federal
de Radio y Televisión, Diario Oficial
de la Federación, Secretaría de
Gobernación, México, D.F, 19 de
enero de 196, . <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
y Reglamento de la Ley Federal de Radio y Televisión,
en Materia de Concesiones, Permisos y Contenido
de las Transmisiones de Radio y Televisión,
Diario Oficial de la Federación, Secretaría
de Gobernación, México, D.F, 10
de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
13 Acuerdo
de la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público Para el Uso Oficial del 12.5 %
en Radio y Televisión, Diario Oficial
de la Federación, Secretaría de
Gobernación, México, D.F, 1 de
julio del 1969, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
14 Decreto
Presidencial Por el Que se Autoriza a la Secretaría
de Hacienda y Crédito Público a
Recibir de los Concesionarios de Estaciones de
Radio y Televisión el Pago del Impuesto,
Diario Oficial de la Federación, Secretaría
de Gobernación, México, D.F, 10
de octubre del 2002, <http://www.cirt.com.mx/legislacionderadioytv.html>
15 Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales
(COFIPE), Instituto Federal Electoral (IFE),
México, D.F. México, 2003, paginas
29 y 30, <http://www.ife.org.mx/wwwife/cofipe>,
Piden a la Secretaría de Gobernación
cumplir plan de medios, El Universal, 1 de abril
del 2003; Las televisoras rechazan el plan de
medios del IFE, Milenio Diario, 2 de abril del
2003; Juzgan inoperante ley sobre tiempos, Reforma,
3 de abril del 2003; Rompe el IFE con televisoras,
Reforma, 23 de abril del 2003; Radio y televisión
no deben modificar sus precios durante las campañas:
IFE, Milenio Diario, 2 de mayo del 2003.
16 La impunidad
en México, Comisión Mexicana de
Defensa y Promoción de los Derechos Humanos,
Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
México, D.F, 26 de febrero del 2003, pagina
45.
17 Menosprecia
el gobierno a medios públicos, Periódico
Zócalo, México, D.F, enero del
2003.
18 Esteinou
Madrid, Javier (Coordinador) La radio de los
ciudadanos a un año de creación,
Varios autores, Instituto Mexicano de la Radio
(IMER), Secretaría de Gobernación,
México, D.F, México, D.F, marzo
del 2004, 57 paginas
19 Inicia
Radio Ibero con una propuesta ecléctica,
Periódico Zócalo, México,
D.F, abril del 2003.
20 A partir
del 24 de octubre del 2005 la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) inauguró
su canal cultural universitario por la señal
144 de los sistemas de Cablevisión. Dicha
señal se retransmitió por la Red
de Televisoras Educativas y Culturales abarcando
más de 25 canales en todo el país
con un auditorio potencial de aproximadamente
15,000,000 de personas en la República
mexicana. Su proyecto impulsó el modelo
de televisión inteligente e instructiva
basado en la difusión de las mejores temáticas
del catálogo científico y cultural
de la UNAM. Inauguran el canal cultural de la
UNAM, Periódico Milenio, México,
D.F, 23 de octubre del 2005; El canal universitario
inicia transmisiones, Periódico Milenio,
México, D.F, 23 de octubre del 2005 y
Por fin hay TV UNAM, Periódico Milenio,
México, D.F, 24 de octubre del 2005.
21 Radio
Universidad de Guadalajara abre su frecuencia
a Dgl Gay Radio, La Jornada, 27 de marzo del
2003 y La radio gay: Del ligue a la desmitificación,
Milenio Diario, 28 de abril del 2003.
22
Erotismo en radio: Espacio abierto a la exploración,
Periódico Zócalo, México,
D.F, Enero del 2003, pagina 24.
23
Otorgar medios a grupos confesionales es peligroso,
Periódico Zócalo, México,
D.F, Enero del 2003, pagina 23.
24 Calleja,
Aleida y Solís, Beatriz, Con permiso.
La radio comunitaria en México, Asociación
Mundial de Radios Comunitarias (AMARC), Asociación
Mexicana del Derecho a al Información
(AMEDI), Comunicación Comunitaria, Comisión
Mexicana de Derechos y Promoción de los
Derechos Humanos (CMDPH) y Fundación Friederich
Ebert-México, México, D.F, octubre
del 2005, 247 páginas.
25 Radio
comunitaria de Michoacán denuncia hostigamiento
militar, Periódico Zócalo, México,
D.F, abril del 2003, pagina 19; Pese a las hostilidades,
boom de emisoras comunitarias, Periódico
Zócalo, México, D.F, abril del
2003, pagina 18; Miedo de la CIRT a las radios
comunitarias, Periódico Zócalo,
México, D.F, enero del 2003, pagina 20
y Calleja, Aleida y Solís, Beatriz, Con
permiso. La radio comunitaria en México,
Asociación Mundial de Radios Comunitarias
(AMARC), Asociación Mexicana del Derecho
a al Información (AMEDI), Comunicación
Comunitaria, Comisión Mexicana de Derechos
y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPH)
y Fundación Friederich Ebert-México,
México, D.F, octubre del 2005, 73 a 120
páginas.
26 Deterioro
de la ley. Bloqueos, marchas y plantones, Revista
Siempre No. 2582, México, D.F, 11 de diciembre
del 2003.
27 Esteinou
Madrid, Javier, El canal de televisión
del Congreso de la Unión y la Transformación
de la Imagen del Poder Legislativo, Expresión
de Virgilio Dante Caballero, Director General
del Canal de Televisión del Congreso,
Obra citada, página 4.
28 Televisa
no está vinculada al poder ni a la política,
periódico El Nacional, México,
D.F, 11 de febrero de 1993; y Televisa y la clase
media, Revista Proceso, México, D.F, 15
de febrero de 1993, en Monsivais, Carlos, Aires
de familia. Cultura y sociedad en América
Latina, XXVIII Premio Anagrama de Ensayo, Anagrama,
México, D.F. 2000, páginas 217
y 218.
Para ampliar esta visión, consultar de
Fernández, Claudia y Pasman, Andrew, El
tigre. Emilio Azcárraga y su imperio TELEVISA,
Editorial Mondadori, Colección Mitos de
Bolsillo, México D.F, 2001, 670 paginas.
29 Bernstein,
Carl, La cultura idiota, Revista Nexos No. 177,
México, D.F, septiembre de 1992, 6 páginas.
30 Antaki,
Ikram, Libertad de expresión y responsabilidad
social, Foro de la Cámara Nacional de
la Industria de la Radio y la Televisión
(CIRT), World Trade Center, México, D.F,
21 de julio de 1998.
31 Esteinou
Madrid, Javier, La reforma del Estado y el derecho
a la información en México: Una
deuda histórica del Estado con la sociedad,
en: El Derecho a la Información en el
Marco de la Reforma del Estado en México,
Comisión de Radio Televisión y
Cinematografía, H. Cámara de Diputados,
Fundación Konrad Adenauer Stiffung, Universidad
Iberoamericana (UIA), Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM-X) y UNESCO, México,
D.F. paginas 404 y 405.
32 Asociación
Mexicana de Derecho a la Información,
Objetivos centrales, Documento Base, México,
D.F, enero del 2000, páginas 5 y 6.
33 Tomarán
el Zócalo por cuatro frentes, El Independiente,
26 de noviembre del 2003; Todo listo para la
mega marcha, Milenio Diario, 26 de noviembre
del 2003.
34
Se desborda la exigencia social a las autoridades,
Excelsior, 28 de junio del 2004; Sacuden al país,
El Universal, 28 de junio del 2004; Unidos contra
la violencia, El Sol de México, 28 de
junio del 2004; La multitud arrebató la
marcha a los organizadores, La Jornada, 28 de
junio del 2004 y Temblor social, solidaridad
como en el 85, Diario Monitor, 28 de junio del
2004.
35 Pensamiento
de Mahatma, Gandhi.
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y televisión no deben modificar sus precios
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contra la violencia, El Sol de México,
28 de junio del 2004.
Dr.
Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de Educación
y Comunicación de la Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco,
México, D.F., México |