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Por Daniel Mirillo
Número
L
Yo
tengo ideas y razones,
conozco el color de los argumentos
y nunca llego a los corazones.
Fernando Pessoa
Pedir la palabra
para obtener la facultad y acción de discurrir
desde hace diez años, cuando nace Razón
y Palabra, es recordar lo que uno de sus fundadores,
Octavio Islas, decía acerca del título
elegido, basándose en Eduardo Nicol. Octavio
Islas mencionaba en el primer número,
que:
El hombre es
el ser del logos. Logos -nos explica Nicol-
es razón y palabra: "estas dos acepciones
del término son complementarias o recíprocas,
como el anverso y el reverso de una moneda,
y no debieron nunca desprenderse la una de la
otra"1.
Razón
y Palabra permite una serie de palabras cruzadas
que dan cuerpo a una similitud y desigualdad
de discursos, que dan cabida a un diálogo
no sólo entre autores, teóricos,
sino temas y tesis, entre libros y referencias,
entre países, corrientes de pensamiento
y resquicios memoriosos en los escritos que han
aparecido en esta revista electrónica,
que cada vez es más un espacio de diálogo
que una publicación.
Soltar la palabra,
el logos sobre el papel, sobre el teclazo que
permite anteponer una idea, que medio dibuja
una palabra tras otra, inicio de un discurso,
de un texto que se prolonga a cincuenta números
de razones y palabras. Porque la historia de
esta revista, de este espacio de dialogicidad
es un gran texto que se va construyendo con los
diversos autores que han escrito en sus páginas
virtuales.
Es sobre esta
construcción, sin ahorro de palabras,
sin menoscabo de pasar la palabra a quien viene
después y recibirla de quien viene antes,
como estafeta del pensamiento, que este gran
discurso se ha engarzado, se ha encendido como
una mecha, se han llenado vasos comunicantes
con aguas de diferentes mares y lagunas.
Otorgar la palabra
a temas relacionados con la comunicación
es hablar de la vida, de la historia, es hacerse
con la memoria y con el olvido, es recrear la
existencia en la que la poesía está
emparentada con lo cotidiano, con la oralidad,
con la era digital, con la tecnología,
con la semiótica. En donde los temas dialogan
porque tienen sentido, porque están conectados,
porque la vida no es una fragmentación
del ser humano, sino un encuentro de facetas:
Pessoa y sus heterónimos echan un ojo
por la persiana, la diferencia de personalidades
y la integración son dos caras de la misma
moneda. En este sentido, todos los autores formamos
heterónimos de una misma revista, de un
mismo espacio.
Y es por ello que este gran discurso, este gran
texto de Razón y Palabra se recrea y vive,
se ensancha, se abre, se engarza, vuela, navega,
se subleva: se sueltan las palabras, se beben,
se corre la palabra para estar alertas. Se da
la palabra y se construye, a través de
este gran texto, una razón, una de tantas
razones, alimentada por varias raíces.
El orden y el método de este espacio de
diálogo está marcado, está
presto a seguirse escribiendo y a construirse,
a reconstruirse.
La razón
y la palabra se siguen modelando.
Notas:
1
Nicol, Eduardo, Metafísica de la expresión,
FCE, México, 1989, pp. 17-18, citado a
su vez por Islas, Razón y Palabra núm.
1, Año 1, enero-febrero 1996.
Dr.
Daniel Murillo Licea
Sociedad de Escritores de
Morelos, México. |