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Por Susana Herrera
Número
51
No
es fácil caracterizar a una realidad que
se encuentra en pleno movimiento. Ésta
es una de las primeras convicciones a las que
es posible llegar a la hora de estudiar el fenómeno
de los observatorios de medios latinoamericanos.
Y no es fácil porque, en efecto, siguiendo
a Rey (2003), se trata de experiencias que apenas
surgen y que “ensayan su propia figura”.
Además, el carácter novedoso de
estas iniciativas junto a la dificultad de abstraerse
de la individualidad de cada una de ellas (Broullón,
Hernández, López y Pereira, 2005,
p. 44) complican la tarea de intentar trazar
unos rasgos que sirvan para todo el conjunto.
Nos encontramos así ante una realidad
que, de alguna manera, está de moda y
es objeto de atención pero de la que técnicamente
se sabe más bien poco.
Con el propósito
de aclarar algunas cuestiones sobre estas instancias
de supervisión mediática, la siguiente
propuesta pretende dos cosas. Por un lado, recordar
los rasgos que comparten todos los observatorios
latinoamericanos por el hecho de serlo. Por otro,
dejar constancia también de aquellas cualidades
que los separan. Para ello, se ha partido de
una revisión exhaustiva de la mayor parte
de contribuciones teóricas hechas hasta
la fecha1 y
de las que este texto -inacabado- se considera
deudor. Asimismo, conviene apuntar que este trabajo
es parte de una investigación más
amplia destinada a evaluar la figura de los observatorios
de medios en Latinoamérica. Por ello,
en algunos casos las afirmaciones se completan
con los testimonios aportados por los promotores
de los principales observatorios con quienes
se mantuvo entrevistas2.
En todo caso, antes de exponer los resultados
del trabajo, pareció necesario situar
el tema. Éste es precisamente el cometido
de las siguientes páginas: describir los
elementos en común y las variaciones que
se detectan hoy entre los observatorios que existen
a lo largo y ancho de América Latina.
Lo que
comparten...
Puesto que la consideración de los aspectos
que tienen en común todos los observatorios
de medios latinoamericanos ya fue abordada con
detalle en un trabajo anterior (Herrera, 2005a)
se procede aquí sólo a recordar
cuáles son esos diez rasgos que comparten
estos actores mediáticos. Son estos:
1) Reconocimiento
de la importancia de la comunicación y
de los medios para la democracia
El primer
elemento común que comparten todos los
observatorios latinoamericanos se refiere al
reconocimiento de la importante labor que tiene
el diálogo y la comunicación en
la consolidación de las democracias modernas3.
Siguiendo a Wolton (1999, p. 145), no hay democracia
posible sin comunicación y, por otro lado,
la comunicación es inseparable del modelo
de democracia de masas. Dicho de otra forma:
los valores más sólidos de la democracia
son valores intrínsecamente relacionados
con la comunicación (Rey, 2002, p. 42).
2) Insatisfacción
con la actual situación de los medios
Sin embargo,
a pesar de la trascendencia que los observatorios
otorgan a la comunicación en general y
a los medios en particular, existe también
una percepción generalizada de que los
medios no están haciendo las cosas como
deberían y que sus profesionales se encuentran
en una situación realmente crítica.
Siguiendo a Rey (2003), los observatorios encuentran
su razón de ser en el serio cuestionamiento
al que se enfrentan hoy los medios en muchos
países. En el origen de todos estos ataques,
es frecuente aludir a la excesiva dependencia
económica e ideológica de las mismas
instituciones mediáticas. Esta doble sumisión
dificulta la introducción de nuevas prácticas
al tiempo que consagra otras. Lógicamente,
en un terreno como éste el espacio para
la crítica es ínfimo y prácticamente
inexistente lo que perpetúa la insatisfacción
con la que se percibe la actividad de los medios.
3) Reivindicación
de otra forma de entender la práctica
periodística
Con los
antecedentes arriba descritos, la razón
de ser de los observatorios se encuentra en la
reivindicación de que es posible otra
forma de entender la comunicación,
los medios y la práctica periodística.
En su lugar, debe aparecer una nueva forma -más
pluralista, rigurosa, precisa, equilibrada y
justa- de entender cuál es la función
de los medios.
4) Reivindicación
de otro público consumidor de
medios
Sin embargo,
en la demanda de otra forma de entender
la comunicación, los medios y la práctica
periodística, los observatorios requieren
también de la comparecencia de los consumidores
que, no en vano, son el otro polo del proceso
comunicativo4.
Por decirlo con otras palabras: los observatorios
plantean que se requiere de un usuario que sea
más crítico, activo y participativo,
que no se conforme con los errores e imprecisiones
que en ocasiones comenten los medios, que trascienda
el ámbito doméstico a la hora de
protestar contra algunas de sus actuaciones y
que se movilice más para exigir que los
periodistas cumplan honradamente sus tareas.
5) Ejercicio
constante, regular y sistemático de monitoreo
Otro de
los rasgos que comparten todos los observatorios
es el ejercicio relativamente constante, regular
y sistemático del monitoreo y seguimiento
de la actividad de los medios. Es decir, no se
trata de algo simplemente episódico, anecdótico,
pasajero o circunstancial que se realiza a modo
de una radiografía estática o de
un clipping para otra actividad mayor sino que
la práctica de monitorear a los medios
forma parte del desempeño y quehacer profesional
mismo de los observatorios. Así, y a pesar
de las muchas dificultades que suelen encontrar
en su andadura, los observatorios nacen -en principio-
con una vocación de sostenibilidad en
el tiempo y no como un análisis concreto
y específico sin continuidad en el futuro.
6) Intencionalidad
revisionista y reformista
Los observatorios
no entienden que la observación sea un
fin en sí mismo sino que son conscientes
de que se trata de un medio. Es decir, no observan
sólo por observar, sino que observan para
algo; en general, -como apuntábamos antes-
para denunciar y tratar de reformar algún
aspecto de la profesión con el que no
se termina de estar conforme. Dicho de manera
más sencilla: todos los observatorios
pretenden reformar algo (Rey, 2003). Esta intencionalidad
reformista es en realidad un elemento muy importante
y constituye un factor propio, específico
y diferencial de los observatorios de medios
en Latinoamérica.
7) Carácter
propositivo y finalidad más prescriptiva
que descriptiva
Junto a
su intencionalidad reformista, los observatorios
latinoamericanos comparten también un
carácter propositivo que les lleva a tratar
de formular otras prácticas, estilos y
contenidos posibles de manera que la crítica
no sólo sea destructiva sino también
edificante y constructiva. De esta forma, los
observatorios latinoamericanos comparten la convicción
de que, como apunta Rosa María Alfaro,
de la Veeduría Ciudadana, en Perú,
“llegados a este punto, la protesta sin
propuesta no sirve de nada”5.
8) Diversidad
y creatividad en sus actuaciones
Por lo
dicho hasta ahora, resulta fácil entender
que todos los observatorios latinoamericanos
compartan además un fuerte compromiso
con la acción. Nuevamente la observación
se revela no como un fin en sí mismo sino
como un medio, un primer paso que justifique
el paso a la acción. En algunos casos,
ese compromiso con la acción surge como
resultado del hastío y del cansancio con
que se observa la situación en la que
se encuentran los medios. Un hastío que
les lleva a “sentir” que -de alguna
manera- ha llegado el momento de pasar a la acción.
9) Convicción
de la importancia de divulgar su actividad
En el apartado de actuaciones, ocupan además
un lugar preferente las relacionadas con la divulgación
de su actividad. Los observatorios necesitan
publicitar el resultado de sus actuaciones a
un público mayor buscando ejercer una
pedagogía crítica en lo relativo
al consumo de medios. La divulgación de
sus actuaciones se convierte así en una
de las primeras labores que, en ocasiones, llega
a posibilitar las demás. No obstante,
tampoco en este caso se trata de divulgar por
divulgar sino que esta actividad persigue también
esa misma intencionalidad reformista de la que
se habló anteriormente.
10) Predilección
por el empleo de las nuevas tecnologías
Todos los
observatorios latinoamericanos muestran además
una clara preferencia por la utilización
de las nuevas tecnologías y -de una manera
muy especial- por Internet. Las razones que explican
esta predilección deben buscarse en su
bajo coste, su gran flexibilidad, accesibilidad,
rapidez, facilidad para su manejo y en su alto
grado de penetración en la sociedad. De
esta forma, Internet se revela como el soporte
tecnológico con el que nacen los observatorios
y que les permite desarrollar sus actividades
y divulgar su actuación con un alcance
inimaginable de otra forma y de una manera mucho
más económica. En concreto, el
empleo de webs, weblogs así
como el envío de newsletters o
boletines electrónicos son los instrumentos
más utilizados.
…y
las variaciones
Hasta aquí,
estos son los rasgos que comparten todos los
observatorios latinoamericanos por el hecho de
serlo. El resto son variaciones. En realidad,
la figura del observatorio admite en el continente
una gran variedad de formas y de figuras y se
revela como un mecanismo ciertamente versátil
cuya configuración queda muchas veces
a expensas de la creatividad de sus promotores
(Herrera, 2005b). Además, es preciso recordar
que nos seguimos encontrando ante una figura
reciente, que todavía ensaya sus trazos
y cuyos perfiles y contornos todavía no
están delimitados con precisión.
Dicho de otra forma: estamos ante una realidad
que todavía se encuentra “en fase
de construcción”6.
En todo caso,
los principales criterios que permiten diferenciar
la actividad de los observatorios en Latinoamérica
son:
1) Diversidad
en su origen
Aunque
todos los observatorios surgen como resultado
de la percepción de que los medios se
encuentran en una situación crítica
que demanda nuevos actores que no pacten con
sus excesos, lo cierto es que -en la práctica-
la iniciativa de constituir un observatorio puede
surgir de tres ámbitos diferenciados (Rey,
2003).
En primer lugar,
nos encontramos con los observatorios vinculados
a universidades y facultades de comunicación
social que, desde una perspectiva predominantemente
académica, vienen a recordar cuál
debe ser la función de los medios en las
actuales sociedades y subrayan también
la necesidad de que la actividad de los periodistas
esté presidida por una serie de parámetros
éticos y estándares de calidad.
En segundo lugar,
se encuentran los observatorios promovidos por
los mismos periodistas y profesionales de los
medios. En este caso, suele tratarse de personas
con una amplia trayectoria en la profesión
que, en ocasiones, cansados de las contradicciones
de la práctica profesional optan por vigilar
la actividad de los medios y sugerir nuevas formas
y estilos periodísticos destinados a corregir
algunas prácticas. El ejemplo más
claro de este segundo modelo sería el
del Observatorio da Imprensa, en Brasil.
Finalmente,
un tercer grupo está constituido por los
observatorios que surgen de la iniciativa de
la misma sociedad, ante la convicción
de que no pueden permanecer inertes frente a
los abusos, injusticias y excesos que cometen
algunos periodistas. En su composición,
pueden participar periodistas profesionales retirados
del ejercicio que conocen los entresijos de la
profesión y que aportan elementos de juicio
importantes en los análisis. Aun así,
el volumen mayor de sus miembros, voluntarios
o no, suele pertenecer a la sociedad civil y
está alejado de las profesiones de comunicación.
La Veeduría Ciudadana, en Perú,
sería el caso más paradigmático.
2) Variedad
en su composición
Al igual
que su origen, varía también la
composición social de los observatorios.
También en este caso nos podemos encontrar
ante tres tipos de situaciones. En primer lugar,
están los observatorios integrados sólo
por periodistas, bien sean académicos
o profesionales. Siguiendo a Téllez (2003),
uno de los aspectos más interesantes de
estos mecanismos es la oportunidad que ofrecen
para establecer puntos de encuentro entre los
teóricos y los profesionales del mundo
de la comunicación, tratando así
de superar la gran distancia que a veces les
separa. En algunas ocasiones, estos profesionales
pueden atender demandas del público bien
sea por teléfono o mediante la página
web. Estos reclamos suelen llamar su
atención sobre algún aspecto de
la práctica profesional o sobre algún
detalle de una cobertura que para ellos podría
haber pasado desapercibido. No obstante, el seguimiento
del caso así como la actividad de monitoreo
de los medios queda exclusivamente a cargo de
gente de la profesión que analiza el contenido
de los medios desde criterios profesionales de
lo que consideran que debe ser el buen periodismo.
Una buena parte de los observatorios latinoamericanos
se ubica en este grupo. Algunos ejemplos: el
Observatorio de la Universidad de La Sabana,
en Colombia, el Observatorio da Imprensa, en
Brasil o el Monitor de Mídia, también
en Brasil.
En el extremo
opuesto, se encuentran los observatorios integrados
casi de manera exclusiva por la sociedad civil
y, en general, por gente alejada de las profesiones
de comunicación. Como se dijo anteriormente,
estos observatorios están compuestos por
personas que reconocen la importancia que tiene
hoy la comunicación y el lugar central
que ocupan los medios pero, pese a todo, se muestran
insatisfechos con la actual práctica periodística
y reivindican otra forma de comunicación.
Las Veedurías suelen responder a este
segundo modelo.
Finalmente,
existe un tercer grupo intermedio que incluye
a aquellos observatorios cuya composición
es mixta y está integrada por representantes
del mundo de la comunicación, -académicos
y profesionales-, consumidores de medios y, en
general, integrantes de la sociedad civil. Ésta
es, por ejemplo, la estructura que está
presente en el Observatorio Brasileiro de Midia
y en el Observatorio Global de Medios de Venezuela
que surgen como parte del Media Watch Global
tras la iniciativa de Ignacio Ramonet en el Foro
Social Mundial de Porto Alegre:
La idea del
observatorio, tal como tratamos de implementarla,
está enfocada a partir de la necesidad
de crear un movimiento de educación popular
sobre los medios. Por ello, los observatorios
toman en cuanta las tres patas de la sociedad
civil organizada: los periodistas y sindicatos,
los investigadores y las asociaciones de usuarios
de los medios (Mattelart, 2004).
Por lo demás,
hay que decir que, a pesar de que muchos de los
promotores de los observatorios latinoamericanos
se muestran partidarios de que estos dispongan
de una composición mixta -integrada por
periodistas y sociedad civil-, en la práctica,
la mayor parte de los observatorios se integran
dentro del primer grupo.
3) Disparidad
en su orientación ideológica7
Siguiendo
a Rey, el concepto del “ver” que
subyace bajo las experiencias de los observatorios
está estrechamente ligado al concepto
de “lugar”. Dicho de otro modo: se
ve lo que existe desde un lugar:
El encuadre
de una noticia o la consulta de una determinada
fuente son propuestas de ‘lugar’,
ubicaciones del conocer. Este ‘lugar’
propuesto desde los medios sabemos que no es
único ni definitivo. Lo que se tiene
es más bien una interacción de
‘lugares’, de perspectivas. A la
ubicación de una particular información
corresponde un lugar de la comprensión,
que pertenece a los actores (Rey, 2003).
Pues bien: igual
que los observatorios reconocen que los medios
se ubican en una determinada posición
a la hora de relatar el acontecer social, ellos
también parten de determinados “lugares”
a la hora de vigilar y monitorear la actividad
de los medios. Este compromiso o ubicación
ideológica puede distribuirse a lo largo
de un continuum que va desde “más
conservador” hasta “más liberal”
pero que existe en todos los casos.
En este sentido,
los observatorios son mecanismos análogos
a otras experiencias incluidas también
en el fenómeno del media criticism
como son las asociaciones de consumidores
y usuarios de medios. En Estados Unidos, por
ejemplo, es clásico referirse a Fairness
and Accuracy In Reporting (FAIR) y Accuracy In
Media (AIM) como los dos ejemplos más
claros de crítica a los medios desde perspectivas
contrarias (liberal y conservadora, respectivamente).
Así,
por un lado, FAIR es una de las organizaciones
norteamericanas más antiguas en la vigilancia
a los medios. Desde su fundación, en 1986,
sus objeciones se han referido principalmente
a la falta de diversidad en la cobertura de las
noticias. Tal como consta en su carta de presentación,
FAIR considera que los medios independientes,
valientes y críticos son imprescindibles
en una democracia saludable pero en la actualidad
-denuncian- lo que se advierte es que las fusiones
de los grandes medios los han convertido en grandes
corporaciones y oligopolios, demasiado próximos
a los grandes centros de poder político
y económico (Aznar, 1999)8.
En el extremo
opuesto, AIM se define como una organización
no lucrativa de vigilancia de la actividad de
los medios que, basada en las raíces de
la sociedad civil, trata de llamar la atención
sobre cuestiones importantes que -se considera-
han recibido una cobertura desviada. En su justificación,
critican que, de acuerdo a los resultados de
una investigación de la American Society
of Newspapers Editors, publicada en 1999, el
78% de los norteamericanos considera que existen
sesgos en los medios. No sólo eso, dicen,
sino que además estos sesgos resultan
ser abrumadoramente liberales, según queda
reflejado en una encuesta llevada a cabo en el
año 2003 por un equipo de investigadores
de Princeton. Adicionalmente -añaden-
de acuerdo a los resultados de una encuesta del
Centro de Investigaciones Pew en el año
2004, cerca de un tercio de los periodistas nacionales
(34%) y el 23% de los periodistas locales se
consideran liberales”. Frente a esto, apenas
un 7% de los periodistas se considera conservador9.
Salvando las
distancias, los observatorios latinoamericanos
difieren también en la ubicación
ideológica desde la que hacen sus planteamientos.
Esta ubicación ideológica puede
quedar expresada de manera más o menos
explícita pero siempre preside -en algún
grado- la actividad de monitoreo que se lleva
a cabo desde los observatorios. Por lo demás,
hay que decir que la mayor parte de los observatorios
latinoamericanos se sitúa en posiciones
más cercanas a la postura liberal que
a la conservadora10.
4) Heterogeneidad
en sus estructuras de funcionamiento
Otro de
los elementos que permite diferenciar a los observatorios
latinoamericanos se refiere a sus diversas estructuras
de funcionamiento. En este sentido y, siguiendo
a Rey, las posibilidades van desde estructuras
más flexibles e informales hasta experiencias
mucho más complejas, desde aquellas que
son autónomas en su operación hasta
aquellas integradas en proyectos socio políticos
más amplios (Rey, 2003). Asimismo, se
incluyen aquí las variaciones relativas
a la formalidad de su existencia. Las posibilidades
van desde los observatorios más informales
y flexibles hasta aquellos otros que tienen formalizada
su razón de ser en documentos varios como
estatutos, actas constitutivas, actas fundacionales,
etc.
Un ejemplo del
primer tipo, de observatorios con estructuras
flexibles e informales, lo encontramos en la
Veeduría Ciudadana de la Comunicación
Social, que se inclina por la ausencia de estatutos
como un modo de tener más flexibilidad
para el desempeño de sus labores11.
En el lado contrario,
encontramos la experiencia de Observatorio Global
de Medios de Venezuela, un observatorio mucho
más formalizado que dispone incluso de
Actas Fundacionales destinadas a definir y consolidar
el proyecto y a presentarlo públicamente.
En su artículo 2 se puede leer, por ejemplo:
Articulo 2.-
Objetos: Observatorio Global de Medios, capítulo
Venezuela, tiene como objeto fundamental ejercer,
a través del análisis riguroso
y responsable, la observación permanente
de la información proporcionada por los
medios de comunicación social venezolanos
en cuanto a su pluralidad, confiabilidad y oportunidad;
así mismo velará por la vigencia
de los derechos a la libre expresión
y de información consagrados constitucionalmente
y que gozan de reconocimiento universal. Para
el cumplimiento de su objeto, el Observatorio
Global de Medios, capítulo Venezuela,
podrá crear las normas jurídicas
pertinentes que estime necesarias12.
Por su parte,
el Observatorio de ANDI en Brasil es una experiencia
bien diferente. En realidad, ANDI es la Agencia
de Noticias por los Derechos de la Infancia que
monitorea los medios como una de sus estrategias
de sensibilización y movilización.
Los resultados de sus análisis tratan
de contribuir a que el tratamiento de temas relacionados
con la infancia y la adolescencia tenga una mayor
calidad. Aunque inicialmente sus actuaciones
se limitaron a la capital del país, Brasilia,
poco a poco ANDI ha ido extendiendo su actividad
a otras regiones. Fue esta motivación
la que justificó el nacimiento de la Red
ANDI Brasil, en marzo de 2000, con la idea de
asociar a diferentes organizaciones de comunicación
en la promoción de los derechos de los
niños brasileños. Hoy, esta Red
está integrada por 11 asociaciones. Posteriormente,
fue el mismo afán de extender su actuación
a otros países de la región el
que llevó a los promotores de ANDI a crear
la Red ANDI América Latina, en septiembre
de 2003. Análogamente, la idea es que
las entidades de los 10 países que hoy
integran esta Red empleen la metodología
creada inicialmente por ANDI para seguir los
medios e incrementar la calidad con que se informa
de los temas en los que, de alguna manera, están
comprometidos los derechos de niños y
adolescentes.
Éstos
-el de Monitor de Mídia, el del Observatorio
Global de Medios de Venezuela y el del Observatorio
de ANDI, en Brasil- son sólo tres ejemplos
que ilustran la variedad y versatilidad de estructuras
de funcionamiento que admiten los observatorios
de medios en América Latina.
5) Variedad
en cuanto a los aspectos que analizan
Junto al
origen, la composición, la orientación
ideológica o las estructuras de funcionamiento,
el tipo de contenidos mediáticos en los
que se centran constituye otra de las variables
que permite distinguir a los observatorios latinoamericanos.
Siguiendo a Rey, las “focalizaciones temáticas”
o “ejes específicos de su acción”
son -en efecto- otro de los rasgos que permite
diferenciar entre observatorios:
Mientras que
unos insisten en los derechos de la infancia
y de los jóvenes, otros subrayan el papel
de los medios en la representación de
los conflictos internos; mientras unos se ocupan
preliminarmente de la relación entre
información y elecciones, otros se preocupan
por los derechos humanos, la intimidad o la
figuración de la alteridad. Hay observatorios
que buscan incidir en la generación de
leyes mucho más modernas y democráticas
en materia de medios e información, como
el de México, mientras que algunos como
el de Venezuela intentan observar permanentemente
la información proporcionada por los
medios de comunicación en un periodo
particularmente turbulento de la historia política,
social y comunicativa del país (Rey,
2003).
Así,
algunos de los asuntos que más reclaman
la atención de los observatorios son los
tratamientos de temas relacionados con los derechos
de la infancia y de los jóvenes, las mujeres,
el papel de los medios en la representación
de conflictos internos, la relación entre
información y elecciones, los derechos
humanos, la intimidad, la figuración de
la alteridad, la tercera edad, etc.
Además,
según Rey, pueden variar no sólo
los temas que se analizan sino también
los enfoques que se da a estos asuntos:
Entre las metodologías
están los análisis de las topologías
de la información (la naturaleza de los
lugares en que se ubica la información),
el rastreo del juego de las representaciones
(las construcciones de la información
y las mediaciones entre realidad e información),
el estudio de las narrativas que adopta la información
(por ejemplo, a través de los géneros
en que se ‘cuentan’ las noticias,
así como las estructuras de los relatos
periodísticos) y sobre todo en las relaciones
que se generan entre los ciudadano(a) s y los
medios de comunicación (todo el conjunto
de mediaciones que, por ejemplo, explican las
demandas de la información en los medios)
(Rey, 2003).
Esta doble especialización
temática -en contenido y enfoque- podría
ser un elemento en común entre los observatorios
latinoamericanos y los europeos ya que la especialización
temática es también una de las
tendencias actuales que se puede registrar en
algunos observatorios, en su versión europea.
Según Broullón, Hernández,
López y Pereira (2005, p. 44), esta especialización
abarca sobre todo las áreas de:
1) audiovisual
2) nuevos medios
3) comunicación local
4) grupos sociales en situación de desigualdad
o desatención legislativa (ej: la mujer)
5) emigración y minorías étnicas
6) población infantil
En todo caso,
y a pesar de que cada uno de los observatorios
centra su atención de manera preferente
en el monitoreo de uno o varios temas, sí
se puede decir que, por su mismo origen, todos
ellos están preocupados de alguna manera
por la evaluación de temas relativos a
la ética periodística. En palabras
de Broullón, Hernández, López
y Pereira, la evaluación de criterios
éticos es una constante que se puede advertir
en todos los observatorios: “el desarrollo
correcto del trabajo periodístico sigue
centrando una buena parte de los análisis
y controversias salidas de los observatorios
de medios” (Broullón, Hernández,
López y Pereira, 2005, p. 44). Fuera de
esta inquietud compartida, el criterio temático
permite -como venimos diciendo- diferenciar entre
la actividad que llevan a cabo los observatorios
en América Latina.
6) Variación del instrumental metodológico
Asimismo,
los observatorios latinoamericanos varían
en función del tipo de instrumentos metodológicos
que empleen para analizar el contenido de los
medios. En este punto, debe recordarse que el
término metodología designa el
modo en que se enfocan los problemas y se buscan
las respuestas. La elección de una metodología
u otra dependerá de los supuestos, los
intereses y los propósitos.
En las ciencias
sociales han prevalecido dos perspectivas teóricas
principales (Taylor y Bogdan, 1986). La primera,
el positivismo, busca las causas de los fenómenos
sociales con independencia de los estados subjetivos
de los individuos. La segunda perspectiva es
la fenomenológica que intenta entender
los fenómenos sociales desde la propia
perspectiva del actor. Estas dos perspectivas
han dado lugar a dos tipos de metodologías
diferentes. El positivista adoptará el
modelo de investigación de las ciencias
naturales -cuestionarios, inventarios, etc.-
para obtener datos susceptibles de análisis
estadístico. El fenomenólogo usará
métodos cualitativos -observación
participante, entrevista en profundidad, etc.-
para obtener datos descriptivos.
De esta forma,
las metodologías cuantitativa y cualitativa
difieren en aspectos sustanciales como la percepción
de la realidad, las visiones de los individuos
particulares, el papel del investigador, el diseño
del estudio, la acotación del espacio,
los instrumentos de medición y la formulación
de teorías (Wimmer y Dominick, 1996, pp.
145-146). En términos generales, la metodología
cuantitativa pone un mayor énfasis en
la medición objetiva, en la causalidad,
en la generalización de los resultados
y en la recogida estructurada de información
mientras que la metodología cualitativa
se centra en la descripción, comprensión
e interpretación, permite una mayor flexibilidad
en la recogida de información y resulta
más apropiada para estudiar las perspectivas
de los actores.
Los resultados
de nuestra investigación mostraron que
un alto porcentaje de los observatorios latinoamericanos
conceden una gran importancia al empleo de instrumentos
metodológicos rigurosos no sólo
como una cualidad indispensable que debería
tener cualquier observatorio sino también
como una garantía que aleja los análisis
de la subjetividad personal de sus autores13.
Sin embargo, a pesar de esta percepción,
lo que se advierte es una alta diversidad entre
observatorios en función de las técnicas
que empleen. La mayor parte utiliza la técnica
del monitoreo simple -a partir del rastreo de
una variable en un conjunto de medios sin una
excesiva sistematicidad, profundidad y rigor-
y otros, los menos, completan los resultados
de sus análisis con otras técnicas
más sofisticadas y refinadas como el análisis
de contenido, el análisis de discurso
o el análisis de narrativas.
Entre estas
técnicas merece una especial atención
el análisis de contenido por el enorme
potencial que ofrece para el estudio de los mensajes
periodísticos. Definido como un conjunto
de técnicas de análisis de las
comunicaciones tendente a obtener indicadores
por procedimientos sistemáticos y objetivos
(Bardin, 1986, p. 32)14,
el análisis de contenido se caracteriza
por ser sistemático, objetivo y cuantitativo
y por permitir realizar inferencias de conocimientos
relativos a las condiciones de producción
y recepción de estos mensajes. Según
Bardin (1986, p. 22), esta técnica aumenta
la propensión al descubrimiento, al enriquecer
la validación exploratoria y administra
sistemáticamente un código que
permite verificar las afirmaciones provisionales.
Su aplicación comporta tres fases: preanálisis,
aprovechamiento del material y tratamiento de
los resultados15.
No obstante,
el número de observatorios en América
Latina que hace uso de la técnica de análisis
de contenido es todavía reducido y, como
se dijo anteriormente, la mayor parte de ellos
limita sus análisis a lo que aporta el
monitoreo simple. En este punto, se advierte
por tanto una cierta contradicción entre
lo que se declara teórica o conceptualmente
-la importancia de disponer de instrumentos afinados
para observar- y el hecho de que, en la práctica,
los análisis quedan muchas veces reducidos
al empleo de una sola técnica que, por
otra parte, resulta ser la menos rigurosa.
Por lo demás,
conviene apuntar que, desde una perspectiva ideal,
sería óptimo que los observatorios
latinoamericanos no sólo incrementaran
el número de técnicas para analizar
el contenido de los medios sino que además
procedieran a triangular sus resultados. Recordemos
aquí que la triangulación se refiere
a un procedimiento de investigación caracterizado
por el empleo de diferentes técnicas metodológicas
destinadas a relacionar los resultados obtenidos
a partir del estudio de las diferentes perspectivas
abordadas. Según Taylor y Bogdan (1986,
p. 92), el empleo de este proceso interactivo
resulta de vital importancia, también
para proteger al estudio de las tendencias y
posibles sesgos del investigador.
7) Diversidad
en los modos de funcionamiento
Ésta
es la variable en la que se registra una mayor
variación y, de hecho, no existen dos
observatorios latinoamericanos que trabajen de
la misma manera. Así, la diversidad en
los modos de funcionamiento resulta ser el aspecto
que muestra con un mayor alcance la gran diversidad
y versatilidad que admiten los observatorios
de medios en América Latina.
¿Y en
qué aspectos concretos difiere el funcionamiento
de los observatorios latinoamericanos? En muchos.
Por ejemplo, en el número de personas
que integran el observatorio, en su estructura
jerárquica, en el presupuesto anual con
el que cuentan o en los modos de financiación.
Todas éstas son algunas cuestiones que
desafían la creatividad de los promotores
de los observatorios a la hora de proceder a
su diseño. Así, por ejemplo, en
cuanto a las formas de financiación, hay
observatorios que se mantienen con donaciones
particulares, otros con cuotas de socios, un
tercer grupo con las cuotas de las suscripciones
mientras que otros pueden estar financiados con
ayudas y subvenciones públicas. Además
de éstas, la venta de los estudios, revistas
e informes, los presupuestos públicos,
los presupuestos de la institución a la
que pertenece -en el caso sobre todo de los observatorios
promovidos por facultades de comunicación-
o el apoyo de ONGs nacionales o internacionales
constituyen en la práctica otras posibles
soluciones. Tampoco faltan los observatorios
que cuentan con una financiación mixta
y que disponen del apoyo de dos o más
de las fuentes señaladas.
Además,
varían también las funciones que
llevan a cabo. Entre los cometidos más
frecuentes se encuentran:
1) revisar el
contenido y la oferta de los medios
2) elaborar estudios, informes y análisis
comparativos
3) recoger las quejas, críticas y comentarios
de los consumidores de medios
4) publicar o difundir el contenido de su actuación
5) capacitar a la audiencia en el consumo crítico
de medios o
6) capacitar a los periodistas en la elaboración
de un periodismo de calidad
En otras ocasiones,
los observatorios pueden variar según
la cobertura que tengan -si observan medios locales,
regionales, nacionales y/o internacionales-,
el hecho de que trabajen también a petición
del público, sus relaciones con otros
observatorios -del país o de otros países-
e instituciones, su pertenencia a alguna red,
su atención a las demandas de la audiencia,
el mantenimiento de encuentros con la audiencia
y/o la ciudadanía en general o -como se
dijo anteriormente- el empleo de un instrumento
u otro para divulgar su actividad. Para ello,
los soportes más frecuentes son:
1) la participación
-fija u ocasional- de gente del observatorio
en diferentes programas de radio y televisión
2) los encuentros con el público de los
medios y la ciudadanía en general
3) los comunicados a la opinión pública
4) la organización de foros y eventos
5) la página web del observatorio
6) el weblog o bitácora del observatorio
7) los informes que realizan
8) las ruedas de prensa a los medios
9) los libros que publica el observatorio
10) los newsletters o boletines electrónicos
o
11) los artículos de opinión que
se publican en los medios
8) Disparidad en la sistematización de
su actividad
Finalmente,
otro elemento diferencial que permite distinguir
entre los observatorios latinoamericanos se refiere
al grado de sistematización de su actividad,
una práctica habitual que sirve para dejar
constancia de su trayectoria y como un modo de
consolidar sus propuestas en su empeño
de reivindicar otra forma de entender la profesión.
No obstante, varían, eso sí, la
intensidad, la frecuencia y los medios que los
observatorios emplean a la hora de sistematizar.
La intensidad se refiere en primer lugar al grado
de detalle con el que se da cuenta de las actividades
realizadas. En algunos casos, ésta es
más bien moderada y sólo se hace
una ligera referencia a los asuntos abordados,
a algunos aspectos metodológicos generales
y a las conclusiones que resultaron más
relevantes. En el extremo contrario, se da el
caso de observatorios que sistematizan los resultados
de sus análisis e investigaciones con
un alto grado de minuciosidad y detalle.
La frecuencia
con la que se sistematiza también varía
en los diferentes observatorios en un rango que
va desde una alta frecuencia -aproximadamente
cada semana o cada quince días- hasta
otras frecuencias más bajas, por ejemplo,
al cabo de un mes o de un trimestre. Finalmente,
los documentos que los observatorios utilizan
para sistematizar su actividad difieren también
en cada caso y pueden incluir informes, anuarios,
memorias, archivo en la red o publicaciones propias.
En este punto, Internet -por sus bajos costos,
su gran flexibilidad y su alta penetración
social- se revela una vez más como la
tecnología más indicada no sólo
para divulgar sino también para sistematizar
las actuaciones que llevan a cabo los observatorios.
Tal y como se
puede advertir, los resultados de la investigación
revelan la existencia de una gran diversidad
de variantes y de numerosas manifestaciones para
una misma figura. A pesar de los diversos elementos
que comparten, el día a día de
la actividad de los observatorios latinoamericanos
deja así un amplio margen para la creatividad,
versatilidad e imaginación de sus impulsores.
Notas:
1
Entre las más destacadas la de Rey, 2003;
Mattelart, 2005; Broullón, Hernández,
López y Pereira, 2005; Beltrán,
2005; Medios para la Paz, 2005 o Téllez,
2003.
2 En concreto,
se trató de entrevistas en profundidad
con los editores o máximos responsables
de los observatorios. Desarrolladas por vía
telefónica, las entrevistas partieron
de un cuestionario semi-estructurado. La fase
de las entrevistas tuvo lugar entre mayo y septiembre
de 2005.
3 La asociación
colombiana Medios para la Paz sostiene en este
punto que “los observatorios se fundamentan
sobre los pilares de la libertad de expresión,
la libertad de información, el derecho
a la ciudadanía y en el ejercicio de ésta
como derecho fundamental en la democracia participativa”
(Medios para la Paz, 2005).
4 Así,
según Rey, otro de los rasgos que comparten
los observatorios es exigencia “para que
los ciudadanos puedan ser cada vez más
autónomos, la urgencia de participar en
la construcción de agendas públicas
así como en la democratización
de las comunicaciones” (Rey, 2003).
5 Alfaro, en
entrevista telefónica con la autora.
6 Parafraseando
a Rey, se podría decir que, igual que
la figura del defensor del lector, oyente o telespectador,
también el diseño de los observatorios
se encuentra “en construcción”.
Rey, 2003.
7 O lo que
Rey denomina ubicación política.
8 Para un mayor
conocimiento de la actividad, composición
y funcionamiento de FAIR puede verse su página
web en la dirección electrónica:
<http://www.fair.org>
9 Para un mayor
conocimiento de la actividad, composición
y funcionamiento de AIM puede verse su página
web en la dirección electrónica:
<http://www.aim.org/>
10 Los editores
de los 9 observatorios con quienes se ha mantenido
entrevistas para esta investigación se
ubican preferentemente en posiciones liberales.
Así, en la pregunta “¿En
qué posición ideológica
ubicaría a su observatorio” los
encuestados debieron posicionarse en una escala
de 1 a 6 en la que 1 representaba conservador
y 6 liberal. Los resultados obtenidos permitieron
mostrar que 2 encuestados se ubican en la posición
“totalmente liberal”, 3 en la “bastante
liberal”, 3 en la “más bien
liberal” y sólo 1 en la “más
bien conservadora”.
11 Así
lo reveló su directora, Rosa María
Alfaro, en entrevista personal mantenida con
la autora.
12 Puede
encontrarse un extracto del Acta Constitutiva
Estatutaria en la web del observatorio, en la
dirección electrónica: <http://www.observatoriodemedios.org.ve/como_se_formo.asp>,
fecha de consulta: 23 de septiembre de 2005.
13 En concreto,
7 de los 9 encuestados destacaron el empleo de
instrumentos rigurosos para observar como una
cualidad indispensable a la hora de diseñar
un observatorio de medios.
14 Los elementos
sustanciales de esta definición quedan
también recogidos en la definición
aportada por otros autores. Así, por ejemplo,
para Krippendorff, el análisis de contenido
“es una técnica de investigación
destinada a formular, a partir de ciertos datos,
inferencias reproducibles y válidas que
puedan aplicarse a su contexto”. Krippendorff,
1990, p. 28. Por su parte, Piñuel y Gaitán
definen el análisis de contenido como
“un conjunto de procedimientos interpretativos
y de técnicas de comprobación y
verificación de hipótesis aplicados
a productos comunicativos (mensajes, textos o
discursos), o a interacciones comunicativas que,
previamente registradas, constituyen un documento,
con el objeto de extraer y procesar datos relevantes
sobre las condiciones mismas que se han producido,
o sobre las condiciones que pueden darse para
su empleo posterior”. Piñuel y Gaitán,
1995, p. 529.
15 Para un
mayor conocimiento de las fases, funciones y
actividades en la aplicación de esta técnica
puede verse, por ejemplo, Bardin, 1986, pp. 71-110;
Krippendorff, 1990; Piñuel y Gaitán,
1995 o Wimmer y Dominick, 1996.
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Wolton, D. (1999), Sobre la comunicación.
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Dra.
Susana Herrera Damas
Profesora en la Facultad de Comunicación
de la Universidad de Piura,
Perù |