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Por Amaia Arribas
Número
52
Las
formas de comunicarnos, convivir, trabajar...
y en definitiva de vivir, han sufrido durante
los últimos años cambios radicales
provocados por las nuevas tecnologías.
Alejandro Piscitelli, consultor organizacional
en Internet y e-commerce, posee una amplia trayectoria
en el mundo de Internet y la tecnología,
siendo además profesor de la Universidad
de Buenos Aires (UBA) así como de otras
universidades argentinas y latinoamericanas.
Actualmente es gerente general de educ.ar, portal
educativo de Argentina.
¿Desde
cuándo podemos hablar de una cultura digital?
Si hablamos de lo “digital” como
algo masivo es reciente porque tiene ver con
soportes. Se puede pensar en un cd como primer
formato de lo digital pero no pensaría
en cultura digital sino en un cambio de soporte.
Por tanto, tiene que ver con la aparición
comercial de Internet (1995-96) y la masificación
de los celulares (1997-98). Ya digital en el
sentido propio de apropiación de la tecnología,
es más reciente y podríamos decir
que fue con los weblogs en el año 2001-02.
¿Cómo
está cambiando la tecnología nuestras
vidas?
La tecnología una vez que se absorben
se vuelve invisible y resulta difícil
identificar cómo cambia nuestra vida sino
más bien ya son nuestra vida. Aunque bien
es cierto que tenemos que diferenciar entre lo
nativos e los inmigrantes. Es decir, para una
persona de 40 años la tecnología
es un apósito, las usa pero para hacer
los mismo que hacía antes y más
rápido y con mejor calidad. En cambio,
para los nativos, los menores de 30 años,
las tecnologías son constitutivas, totalmente
cosidas a ellos.
Pensamos
que la tecnología lo va a solucionar todo.
¿Mitificamos la tecnología?
No es que esperemos mucho de las tecnologías,
lo que ocurre es que nos lamentamos de lo poco
que solucionamos con la tecnología. Nunca
hubo tanto conocimiento e información
como ahora, y en cambio el mundo cada vez es
más asimétrico, y mantenemos la
brecha digital. Creo que la esperanza en la tecnología
no tiene tanto que ver con los resultados concretos
de la tecnología sino con la desesperación
de que en la vida cotidiana no se solucionan
cosas que tendrían que estar solucionadas.
No se está sacralizando o mitificando
la tecnología sino que los dioses tradicionales
no dieron soluciones, y hay que buscarlos en
otros nuevos, no importa cuáles sean.
¿Hacia
dónde va la convergencia digital?
Tiene que ver con la unificación de los
soportes. Antes nadie se podía imaginar
que se podía mezclar la televisión
con el teléfono, con música con
libros. Antes eran industrias separadas con soportes
separados y exigía competencias. La convergencia
es una doble dimensión, convergencia de
soportes y de industrias. Sonido, video imagen,
texto… lo que se genera es un paradigma
de la postproducción. Esta es la capacidad
de tomar cualquier información y editarla,
trabajar sobre ella y resignificarla. Plantea
que ahora cada uno puede ser editor de cualquier
cosa, y antes esto era privilegio de unos pocos:
un director de cine, de televisión…
Se generan muchos cuestionamientos al narcisismo
de los autores, y por ende creando toda la problemática
de los derechos de autor.
Por
tanto, se democratiza la tecnología…
La ecología de los medios cambió
mucho, y básicamente con los weblogs y
otras herramientas se concretó un sueño
del creador de Internet, Tim Berners-Lee, quien
soñó la fácil publicación
en Internet y que los costos de acceso mucho
más bajos que en el mundo analógico.
Si alguien quiere tener un periódico propio
tiene que tener millones de dólares, pero
cualquiera puede publicar en Internet, aunque
luego está la discusión de la credibilidad,
de si vale la pena o no.
¿Llegará
el momento en que por enviar un e-mail haya que
pagar?
Sí, porque el protocolo de Internet ipv4
se creó cuando sólo había
un millón de personas conectadas, y no
importaba quién mandaba, cuánto
mandaba, y no existía multimedia , siendo
sólo una cuestión de texto. Pero
con el capitalismo no tiene sentido que un particular
pueda enviar 20 megas y un CEO de una empresa
no pueda enviarlo por la saturación…
Esto se corrige con los protocolos jerárquicos
qu modifican el modelo tradicional de correo
por Internet y si se desea enviar algo más
rápido habrá que pagar.
Uno tiene la
fantasía de que Internet es gratuita,
salvo el gasto de infraestructura y conectividad,
y esto es impensable en el capitalismo.
¿Esto
explica los intentos fallidos de algunos periódicos
en sus proyectos de suscripción de su
versión online?
Efectivamente, las personas que lo manejan tienen
la duda de que si se cobrara por enviar correos
por Internet y por celular la gente dejaría
de utilizarlos, viendo lo que pasó con
los diarios. Además, los países
no se ponen de acuerdo ya que el desvío
de mails y pagos tienen la misma dificultad de
la conversión del intercambio de teléfono
(se paga por ambos lados). Hay que ponerse de
acuerdo en las tarifas, pero en algún
momento se va a implementar y se pagará
por enviar e-mails.
Usted
habla de los hechos vectores del porvenir, ¿cuáles
son?
Aquellas cosas que están perdidas entre
otras pero que hacen la gran diferencia. Por
ejemplo, cuando se inventó el coche a
finales del XIX y XX, la gente lo bautizó
como el “caballo con motor” y no
pensaban que iba a ser la gran diferencia. Lo
que aparentemente era una evolución era
una revolución.
La importancia
del marketing determina que tanto los departamentos
de investigación y desarrollo como los
de creatividad estén desesperados por
saber cuáles van a ser la gran próxima
cosa, el “the next best thing”, y
es difícil saberlo. Quién se iba
a imaginar que Internet, el Ipod iban a ser la
gran cosa. Es muy dificil saberlo, y muchas veces
la gran cosa no es un aparato sino un concepto.
Todos estamos pensando en el software social
que no es un aparato y es gratuito por ahora…
y se convierte al final en la gran cosa.
¿Qué
ganamos y perdemos con nuestra cultura digital?
Siempre perdemos y ganamos algo porque cada vez
que elegimos algo deselegimos otras. Lo que ganamos
es libertad, autonomía, posibilidades,
y perdemos raíces, historia. Si bien uno
está obligado a ganar o perder, uno puede
tratar de orientar la dosis de ganancia y de
pérdida. Entonces la cuestión es
no perder cien y no ganar nada, y no ganar cien
y perder todo, sino hacer una combinación.
Dra.
Amaia Arribas Urrutia
Cátedra de Comunicación Estratégica
y Cibercultura, Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México,
México. |