|
Por Octavio Islas
Número
54
La
ciencia de la comunicación se encuentra
en crisis
La
dulce fatalidad de la historia nos enseña
que las relaciones que los científicos
e investigadores establecen frente a los objetos
del conocimiento que estudian en sus respectivas
disciplinas, naturalmente se encuentran expuestas
a frecuentes cambios. Los cambios resultan inevitables
en el devenir mismo del conocimiento. No pocos
de los principales cambios son resultado del
desarrollo de la tecnología. La tecnología
transforma a las ciencias, las cuales a su vez
hacen posible la evolución de las tecnologías.
Impensable las tecnologías sin el fundamento
de las ciencias. Inconcebible la indiferencia
del sistema de ciencias al incuestionable desarrollo
de las tecnologías. Entre ciencias y tecnologías
prevalece una compleja relación dialéctica,
la cual, por supuesto no se encuentra exenta
de enfrentar constantes contradicciones. Las
contradicciones, sin embargo, resultan tan indispensables
como inevitables. Ciencias y tecnologías
inciden en la dinámica de cambios que
contribuyen a definir la compleja ecología
cultural de las sociedades.
En años
recientes el acelerado desarrollo de las avanzadas
tecnologías de información y comunicaciones
parece haber desbordado no pocos de los esquemas
explicativos que apenas ayer eran considerados
dogmas sagrados e inmutables en algunas disciplinas
del conocimiento humano. La convergencia tecnológica
–proceso que definitivamente admite ser
considerado como irreversible-, desplaza consigo
una nueva revolución científica,
capaz de transformar en su totalidad al sistema
de ciencias vigentes. Las interpretaciones que
hoy ofrecen algunas ciencias sobre la compleja
sucesión de cambios tecnológicos
que han transformado la ecología cultural
de no pocas sociedades, parecen tan limitadas
como insuficientes. No pocas ciencias hoy resienten
profundas crisis epistemológicas, las
cuales, de acuerdo con Eduardo Nicol (1984),
representan un fenómeno recurrente en
el desarrollo mismo del sistema de ciencias.
Las crisis epistemológicas, frecuentes
en la evolución del conocimiento científico,
pueden favorecer el desarrollo de nuevos esquemas
interpretativos, estimulando, además,
la evolución misma de los esquemas interpretativos
hoy disponibles, los cuales son desplazados a
los límites históricos de sus posibilidades
explicativas.
Una de las ciencias
que hoy enfrenta una aguda e inquietante crisis
epistemológica es la comunicación,
la cual, de acuerdo con la opinión de
algunos académicos e investigadores de
la disciplina, como Felipe López Veneroni
(1989:27), quien sostiene que la comunicación
no admite ser considerada ciencia: “al
tratar de la ciencia de la comunicación
en realidad se habla de un conjunto de disciplinas
cientificosociales y tecnoprofesionales que convergen
en torno al fenómeno de los medios masivos,
el cual habitualmente conocemos como objeto de
la comunicación en virtud de un convencionalismo
académico tácito”. Ciencia
o disciplina, la comunicación padece una
profunda crisis, la cual resulta particularmente
evidente en América Latina. En realidad
es posible afirmar que múltiples crisis,
no solo una crisis de orden epistemológico,
aquejan hoy en día a la comunicación.
En cuanto al estatuto científico de la
comunicación, basta reparar en los argumentos
que Eduardo Nicol ofrece en Metafísica
de la expresión. Nicol parte de reconocer
que varias ciencias se ocupan de analizar los
fenómenos expresivos. En cuanto a la importancia
del objeto de estudio de las ciencias de la expresión
–la filosofía misma admite ser entendida
como fenómeno expresivo-, Nicol sostiene
(1989: 13): “en el fenómeno de la
expresión se encuentran esas evidencias
fundamentales que siempre ha buscado la ciencia
primera, para establecer sobre ellas la construcción
de la ciencia en general”. Aún cuando
la propia filosofía no ha sometido nunca
a un apropiado análisis ontológico
el fenómeno de la expresión, es
posible afirmar que toda forma de conocimiento
es tal como acción comunicativa. Sin comunicación
no habría conocimiento. Si el conocimiento
se produce a través de acciones comunicativas
¿cómo poder refutar entonces la
pertinencia misma de la ciencia de la comunicación
como una de las principales ciencias de la expresión?
El formidable
desarrollo que en años recientes han alcanzado
las avanzadas tecnologías de información,
naturalmente ha impuesto nuevos retos explicativos
a la ciencia de la comunicación. No pocos
académicos e investigadores de la comunicación
–particularmente en América Latina-,
todavía niegan reconocer las crisis que
hoy enfrenta la ciencia de la comunicación.
La renovación y actualización conceptual
de cualquier ciencia únicamente es posible
a través del recurso de la crítica.
Si renunciamos al recurso de la crítica,
las crisis que padece la ciencia de la comunicación
y, por supuesto cualquier ciencia, sencillamente
se agudizarán. Los investigadores de la
comunicación debemos emprender la rigurosa,
sistemática y profunda revisión
de muchas de las certezas teóricas en
las cuales decidimos permanecer cómodamente
instalados durante tantas décadas. La
revisión crítica de cada una de
nuestras “certezas” debería
representar un ejercicio reflexivo permanente.
Sólo de esa manera estaremos en posibilidades
de evitar la cómoda seducción simplificadora
de los dogmatismos, comprendiendo que cualquier
forma de dogmatismo representa la claudicación
misma de nuestra vocación científica.
Las ideologías perturban pues el devenir
crítico de las ciencias.
Razones
del histórico que es posible advertir
en académicos e investigadores de la comunicación,
en América Latina, al estudio de las tecnologías
de información
En
América Latina, los académicos
e investigadores de la comunicación han
observado una especie de recelo histórico
hacia el estudio de las avanzadas tecnologías
de información –con excepción,
claro, de investigadores de las tecnologías
educativas-. Algunos académicos e investigadores
de la comunicación todavía objetan
el estudio de las avanzadas tecnologías
de información por considerarlas tema
secundario en la jerarquía reflexiva de
nuestra ciencia, argumentando que se trata de
un asunto de orden técnico-instrumental,
cuya enseñanza debería limitarse
al desarrollo de destrezas y habilidades en su
manejo. La enseñanza de las avanzadas
tecnologías de información, concluyen,
resulta propio de escuelas técnicas, no
de instituciones de educación superior-.
En fechas relativamente recientes, por efecto
mismo del contundente desarrollo de las comunicaciones
digitales y su consecuente impacto en el desarrollo
de la llamada “economía de la información”,
del cual ha empezado a dar cuenta algunas escuelas
de comunicación, modificando sus anquilosados
planes de estudios, no pocos académicos
e investigadores de la comunicación han
decidido abordar el estudio de las avanzadas
tecnologías de información, abandonando,
para ello, las herméticas posiciones ideológicas
que en décadas anteriores habían
sostenido. La dramática caída del
muro de Berlín efectivamente desató
un amplio número de reacomodos epistemológicos
en la academia de investigadores de la comunicación.
No pocos negaron su pasado marxista. Los virajes
más espectaculares, sin embargo, se advierten
entre quienes ayer proclamaban un furioso radicalismo
de inspiración althusseriana. Algunos
de los académicos e investigadores de
la comunicación que ayer realizaban abierta
apología de las tesis del célebre
pensador francés, se vieron en la necesidad
de traicionar sus convicciones ideológicas
y, de alguna manera, aceptaron traicionarse a
sí mismos, para hoy poder abordar, con
cínico oportunismo y desde posiciones
de inconsecuente optimismo, temas diversos de
cibercultura. La gran revolución que ayer
proclamaban hoy representa asunto pendiente.
La renovación discursiva también
se extendió a algunos académicos
e investigadores de la comunicación, que
sin disponer de las competencias mínimas
para trabajar con computadoras hoy suelen asumir
roles de presuntos expertos en temas varios de
la sociedad de la información y el conocimiento.
A pesar de tan evidentes incongruencias, tales
virajes, sin embargo, finalmente admiten ser
considerados afortunados. Sería deseable
que los cambios que han asumido célebres
académicos e investigadores de la comunicación,
efectivamente pudieran contribuir a asegurar
la utilidad real de los comunicólogos
en los mercados de trabajo. Ello desafortunadamente
representa una gran asignatura pendiente para
algunos de los investigadores que hoy incluso
se muestran dispuestos a renovar la comunicología.
En 1960 la Universidad
Iberoamericana –institución privada
de educación superior que pertenece a
la Compañía de Jesús- empezó
a impartir, en la Ciudad de México, la
primera licenciatura en comunicación en
América Latina1.
De acuerdo con la destacada investigadora Fátima
Fernández Christlieb (1997:94), José
Villaseñor García, fundador de
la licenciatura, describió así
el perfil deseable del egresado: “Su misión
es comunicar el rico saber acumulado en su mensaje
mediante técnicas de difusión,
relaciones públicas, publicidad, radio,
televisión, cine y periodismo. Controlar
esos tremebundos poderes que moldean,
como dócil arcilla al hombre contemporáneo”2.
Los egresados de la licenciatura en comunicación
tendrían pues que asumir el papel de abnegados
evangelizadores, dispuestos a enfrentar los tremebundos
poderes que desatan los medios de comunicación
masiva. Debemos tener presente que cuando la
Compañía de Jesús concibió
la posibilidad de impartir en sus universidades
la licenciatura en comunicación, los concesionarios
y propietarios de los medios de comunicación
masiva prácticamente se habían
constituido en un efectivo grupo de presión
al interior de la mayoría de los estados
latinoamericanos. Los medios de comunicación
masiva además habían exhibido gran
capacidad para formar a sus propios cuadros profesionales.
No pocos administradores y directivos de las
primeras escuelas de comunicación confiaban
que los medios de comunicación procederían
a contratar a egresados de la licenciatura en
comunicación, por considerarles mejor
preparados que los propios operadores que habían
venido formándose en el trabajo diario.
En la década
de 1970 no pocos académicos e investigadores
de la comunicación radicalizaron sus críticas
a los medios de comunicación masiva y,
por supuesto, a las avanzadas tecnologías
de información. Armand Mattelart, por
ejemplo, célebre investigador belga, coautor
con Ariel Dorfman3
del libro Para leer al Pato Donald,
afirmaba entonces que las avanzadas tecnologías
de información y comunicaciones estaban
al servicio del imperialismo cultural. Así
de simple. En tan agitados días fue común
descalificar el paradigma estructural funcionalista
y referirse a los medios de comunicación
masiva como aparatos ideológicos del Estado
(AIEs) que, de acuerdo con Louis Althusser, en
la contribución a la reproducción
ampliada del capitalismo avanzado, deberían
contribuir, en conjunto con el sistema de aparatos
ideológicos del Estado, a asegurar la
reproducción ampliada de la calificación
diversificada de la fuerza de trabajo y, la reproducción
ampliada de la ideología dominante. No
faltó, por supuesto, quien afirmara que
los medios de comunicación masiva admiten
ser considerados como los aparatos ideológicos
hegemónicos del capitalismo avanzado,
por destacar del resto de los aparatos ideológicos
del Estado en el cumplimiento de las dos funciones
referidas. Los excesos –hoy finalmente
han empezado a ser reconocidos así-, representaron
una auténtica deformación del trabajo
intelectual de los comunicólogos, como
reconoce Raúl Fuentes Navarro (1992: 92),
destacado investigador de la comunicación
del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Occidente (ITESO), ubicado en Guadalajara,
Jalisco, quien para ilustrar el simpático
radicalismo en el cual incurrieron los presuntos
depositarios de la verdad absoluta, y depositarios
de la “verdadera conciencia”, recupera
algunos párrafos de la tesis profesional
de Daniel Carlos Gutiérrez Rohan, egresado
de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM):
Dentro de la
práctica científica de la ciencia
de la comunicación, la investigación
es aceptada cuando funciona para el sistema
general, adecuándose a los objetivos
racionales establecidos, cuando cumple el papel
de reproductora y encubridora de las relaciones
de producción y de explotación
dentro del sistema capitalista... Solamente
en aquellos casos en que su práctica
científica produce estructuras teóricas
susceptibles de ser utilizadas por la mercadotecnia,
las campañas electorales, el cambio de
actitudes, sólo por mencionar tres ejemplos,
es cuando se les otorga una validez científica...
Entonces, cuando la ciencia de la comunicación
deje de encubrir y diluir los conflictos y contradicciones
producidos en el capitalismo y los aborde como
en realidad son, desde sus causas, desde sus
orígenes, hasta sus resultados y efectos,
la ciencia de la comunicación superará
las implicaciones ideológicas que tiene”
(Fuentes, 1992: 92).
Por supuesto
no faltó quien afirmara que los medios
de comunicación masiva deberían
ser considerados como aparatos ideológicos
hegemónicos del capitalismo avanzado,
por destacar del resto de los aparatos ideológicos
del capitalismo contemporáneo en el cumplimiento
de las dos funciones antes referidas. Los académicos
e investigadores de las tecnologías educativas
definitivamente comprendían mucho mejor
la importancia de las avanzadas tecnologías
de información, las cuales desde mucho
tiempo atrás empleaban inteligentemente
para el desarrollo de novedosos programas educativos.
La ecología
de medios. Un nuevo relato para concebir una
nueva comunicación
No pocos académicos e investigadores de
la academia latinoamericana de comunicación,
formados por quienes en la década de 1970
asumieron, convencidos, los roles de depositarios
y conocedores de la “verdadera conciencia”,
hoy desprecian el simple nombre de Marshall McLuhan
sin siquiera haber leído alguno de sus
libros. En la década de 1970, en la mayoría
de las escuelas de comunicación en América
Latina, McLuhan fue furiosamente desacreditado
por considerársele “gringo”
y “funcionalista”. McLuhan -quien
con gran anticipación pronosticó
el advenimiento de la aldea global-, en realidad
nació en Canadá, y definitivamente
no admite ser ubicado entre los teóricos
del paradigma estructural funcionalista, aún
cuando fue uno de los principales discípulos
de Robert K. Merton, pues McLuhan y Neil Postman
fundaron la ecología de medios o “media
ecology”5,
una de las corrientes más importantes
en el estudio de la comunicación, la cual
se ha distinguido por la relevancia que concede
al análisis de las tecnologías
de información. De acuerdo con Neil Postman:
“la ecología de los medios estudia
la forma como los medios de comunicación
afectan la percepción humana, la comprensión,
los sentimientos y los valores, y como nuestra
interacción con los medios facilita o
impide nuestras oportunidades de supervivencia”.
Uno de los primeros críticos de McLuhan
en América Latina, fue el agudo escritor
mexicano Carlos Monsiváis, quien en Días
de guardar, su primer libro, publicado en
diciembre de 1970, con la aguda ironía
que suele distinguirle dedicó duras líneas
al canadiense en el ensayo “México
a través de McLuhan. Proyecto de guión
radiofónico a manera de sketch, homenaje
al espíritu didáctico de la carpa”:
Marshall McLuhan.
Síntesis tan breve como falsa como inevitable
como rudimentaria: Marshall McLuhan, profesor
y pensador canadiense. Sus teorías, acerbamente
originales, sospechosamente aplicables a cuanto
cabe entre cielo y tierra, se han difundido
a través de un medio para él obsoleto:
la imprenta. Sus libros básicos: (The
Mechanical Bride, The Gutenberg Galaxy, Understanding
Media, The Médium is the Message, War
and Peace in the Global Village, Verbo Voco
Visual Explorations) lo han situado bajo la
peligrosa luz cotidiana de los mass media. Profeta
de la era electrónica, se ha visto homologado
con Einstein, descendido a farsante, ascendido
a genio, rebajado a simulador”. (Monsiváis.
1988: 364).
En 1964 la editorial
McGraw-Hill Book publicó la primera edición
del tercer libro de McLuhan: Understanding
media7.
Sus anteriores libros prácticamente habían
pasado inadvertidos8.
Comprender los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano, finalmente
pasaría a la historia de la comunicación
como el libro más importante de Marshall
McLuhan, aunque no precisamente su “best
seller”. Ese libro ha sido traducido a
más de 20 idiomas. Su primera edición
dio amplia y positiva notoriedad al célebre
pensador canadiense, particularmente en Estados
Unidos. La aguda metáfora “el medio
es el mensaje”, admite ser considerada
como una de las tesis axiales en el desarrollo
de las ciencias de la comunicación.
En las primeras
páginas de Comprender los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano, McLuhan parece
anticiparnos el advenimiento de Internet:
Después
de tres mil años de explosión
por medio de técnicas fragmentarias y
mecánicas, el mundo de Occidente entra
en implosión. Durante las eras mecánicas
prolongamos nuestros cuerpos en el espacio.
Hoy en día, después de más
de un siglo de técnica eléctrica,
hemos prolongado nuestro propio sistema nervioso
central en un alcance total, aboliendo tanto
el espacio como el tiempo en cuanto se refiere
a nuestro planeta. Estamos acercándonos
rápidamente a la fase final de las prolongaciones
del hombre, o sea la simulación técnica
de la conciencia cuando el desarrollo creador
del conocimiento se extienda colectiva y conjuntamente
al total de la sociedad humana, del mismo modo
en que ya hemos ampliado y prolongado nuestros
sentidos y nuestros nervios valiéndonos
de los distintos medios (McLuhan. 1996: 26-27).
Un segundo comentario,
también consignado en Comprender los
medios de comunicación. Las extensiones
del ser humano, confirma la formidable capacidad
de prospección que tanto distinguió
a McLuhan:
Después
de haber extendido, o traducido, el sistema
nervioso central en tecnología electromagnética,
una fase posterior podría ser el verter
también la conciencia en el mundo del
ordenador. Entonces, por fin podremos programar
la conciencia de tal modo que no podrá
ser entumecida ni distraída por las ilusiones
narcisistas del mundo del espectáculo,
que acosan al hombre cuando está extendido
en sus propios artefactos (McLuhan. 1996: 81).
Para la academia
latinoamericana de comunicación resultó
difícil comprender que los medios de comunicación
masiva son, en última instancia, tecnologías
de información, susceptibles de ser analizadas
como extensiones del hombre. Para McLuhan toda
tecnología admite ser comprendida como
prolongación del hombre, sea de algún
órgano, de los sentidos o de alguna facultad
humana. Cualquier invento o tecnología:
“es una extensión o autoamputación
del cuerpo físico, y, como tal extensión,
requiere además nuevas relaciones o equilibrios
entre los demás órganos y extensiones
del cuerpo”. Los medios, como extensiones
de los sentidos –afirma McLuhan (1996:73):
“establecen nuevas proporciones, no sólo
entre sentidos por separado, sino también
en conjunto, en sus interacciones, la radio modificó
la forma del artículo de noticias tanto
como afectó la imagen cinematográfica
en el cine sonoro. La televisión produjo
cambios drásticos en la programación
de la radio”. Cada nueva tecnología
de información modifica la ecología
cultural de las sociedades en las cuales se introduce.
Cada nueva tecnología efectivamente transforma
la forma cómo creamos y cómo nos
comunicamos (Johnson: 1997). Con el telégrafo,
afirma McLuhan (1996:308):“el hombre había
iniciado una exteriorización o prolongación
de su sistema nervioso central, que actualmente,
con las emisiones vía satélite,
se acerca a una prolongación de la conciencia”.
Marshall McLuhan afirmó que el telégrafo
representaba la “hormona social”
que había dado inicio a la velocidad instantánea
en el movimiento de la información9.
Los paralelismos que es posible advertir entre
la introducción del telégrafo y
el advenimiento de Internet resultan sorprendentes.
Incluso es posible comprender a Internet como
remediación del telégrafo.
Si en verdad
es cierta la sentencia de que “no hay nada
más práctico que una buena teoría”,
adquiere particular significado el hecho de que
en su reciente libro, Business @ the speed
of though. Using a digital nervous system10,
Bill Gates recuperase una interesante tesis de
McLuhan: la relativa a la prolongación
del sistema nervioso central, para afirmar que
los sistemas intranet, extranet e Internet deben
ser considerados como el “sistema nervioso
digital” de las organizaciones del nuevo
milenio. Gates además sostiene que si
la calidad y la reingeniería fueron los
“paradigmas” de competitividad de
las organizaciones durante las décadas
de 1980 y 1990, la velocidad sería considerada
como paradigma de eficiencia organizacional en
las organizaciones del nuevo milenio.
If in the
1980s were about quality and the 1990s were
about reengineering, then the 2000s will be
about velocity. About how quickly the nature
of business will change”. About how quickly
business itself will be transacted. About how
information access will alter the lifestyle
of consumers and their expectations of business”
(Gates. 2000:XIII).
El pensamiento
de McLuhan definitivamente trascendió
a la ciencia de la comunicación. No pocos
pioneros y desarrolladores de Internet han reconocido
a McLuhan como el inspirador seminal de no pocas
de sus inquietas búsquedas. En un interesante
texto de Christopher Harrocks: Marshall McLuhan
y la realidad virtual, el citado autor refiere,
por ejemplo, un comentario de Robert Logan, quien
afirmó: “Hombre, él entendió
Internet. Él fue Internet en la década
de 1960. Finalmente, el mundo se ha puesto a
su altura” (Harrocks. 2004: 11). Paul Levinson,
autor del mejor análisis publicado sobre
la contribución de Marshall McLuhan al
desarrollo de las comunicaciones digitales: Digital
McLuhan. A guide to the information millenium,
destaca un interesante aspecto de la estrecha
e inevitable asociación de Marshall McLuhan
con Internet: “su intención no fue
tanto explicar, como explorar” (Levinson.
2001: 2). La revista Wired, referencia
indispensable en temas de cibercultura, en 1993
reconoció a Marshall McLuhan como su “santo”
patrón del mundo de la tecnología,
el arte, la comunicación. Después
de sufrir una embolia cerebral que en 1979 le
apartó de sus labores decentes, confinándolo
a una absoluta incomunicación, Marshall
McLuhan murió en Toronto, Canadá,
el último día de diciembre de 1980,
sin poder presenciar que la realidad le había
alcanzado y que le había dado la razón.
A diferencia
de otras corrientes de la ciencia de la comunicación,
la ecología de medios concede particular
importancia al estudio de los medios de comunicación
masiva y las tecnologías de información,
en general, sin incurrir en un determinismo ideológico
que pudiera comprometer sus hallazgos o anticipar
resultados. A pesar de ello, algunos detractores
afirmar que el pensamiento de McLuhan –los
críticos de la ecología de medios
suelen ubicarle como principal destinatario de
sus cuestionamientos-, se instala en un cómodo
y acrítico tecno-optimismo, poco relevante
para el desarrollo de la ciencia de la comunicación.
En realidad en cada una de las metáforas
empleadas por el gran explorador canadiense es
posible advertir sensatas críticas al
desarrollo de las tecnologías de información.
McLuhan, y principalmente Neil Postman, emprendieron
razonadas y rigurosas críticas a los medios
de comunicación, como a las tecnologías,
en general, sin incurrir en prejuicios de orden
ideológico. Sin duda alguna es posible
afirmar que Neil Postman figura entre los principales
críticos de los medios de comunicación.
Su libro Technopoly. The surrender of culture
to technology, representa una de las mejores
críticas realizadas al impacto cultural
de las tecnologías. La ecología
de medios además rompe tajantemente con
el determinismo marxista más ortodoxo
–el expuesto por el propio Marx en los
manuscritos que forman parte del libro Progreso
técnico y desarrollo capitalista-,
que anticipan una versión eminentemente
apocalíptica: todo progreso que no asegure
el triunfo de la gran revolución mundial,
a cargo del proletariado, resulta ahistórico.
Una de las mejores explicaciones sobre el impacto
del cambio tecnológico en la economía
política de las sociedades –tema
medular en la ecología de medios-, corrió
a cargo del propio Postman, entonces decano de
la Universidad de Nueva York, quien el 27 de
marzo de 1998 dictó una de las conferencias
magistrales del “Congreso Internacional
sobre Nuevas Tecnologías y Persona Humana:
Comunicando la fe en el Nuevo Milenio, o NewTech´98”
, en Denver, Colorado, Estados Unidos. El título
de la conferencia que dictó Neil Postman
fue: “Five Things We Need to Know About
Technological Change”11.
Las cinco tesis son: 1.- La cultura siempre paga
el precio de la tecnología; 2.- Siempre
hay ganadores y perdedores en el cambio tecnológico;
3.- Toda la tecnología tiene una filosofía;
4.- El cambio tecnológico no es aditivo;
es ecológico; 5.- Los medios de comunicación
tienden a convertirse en míticos.
Primera tesis.
“La cultura siempre paga el precio de la
tecnología”
Neil Postman
comprendía el cambio tecnológico
como intercambio. Al igual que Marshall McLuhan
recurría a agudas metáforas y frecuentes
ejemplos para facilitar la comprensión
de sus tesis y teorías. Postman solía
referirse a su primera tesis como “el pacto
de Fausto”. “La tecnología
da y la tecnología quita” -sentenciaba
Postman-. Todo cambio tecnológico implica
ventajas y desventajas. No toda nueva tecnología
supone necesariamente mayores ventajas. Mientras
mayores sean las maravillas de una nueva tecnología
–afirmaba Postman-, mayores serán
sus consecuencias negativas. No sólo es
necesario analizar qué podemos hacer con
cada nueva tecnología. Es indispensable,
además, reparar en todo aquello que podría
resultar afectado por el desarrollo de cada nueva
tecnología. La dialéctica del cambio
tecnológico definitivamente resulta perturbadora.
La cultura, concluía Postman, siempre
paga el precio de cada hallazgo de la tecnología.
Segunda tesis.
“Siempre hay ganadores y perdedores con
el cambio tecnológico”
La segunda
tesis de Postman comprende agudas reflexiones
sobre los efectos que producen las tecnologías
en la ecología cultural de las sociedades.
Postman denunció que las aplicaciones
de las nuevas tecnologías nunca han sido
distribuidas equitativamente en la población.
Los beneficios de las tecnologías no necesariamente
son destinados a elevar la calidad de vida de
las personas. De cada nueva tecnología
se desprenden beneficios para determinados sectores
de la sociedad y, por supuesto, otros sectores
resultarán perjudicados. Las nuevas tecnologías,
sin embargo, pueden alterar el sistema de intereses
y privilegios que mantienen determinados grupos
sociales. Postman con notable anticipación
afirmó que la gran revolución informática
produciría ganadores y perdedores. Como
saldo negativo del formidable desarrollo de las
ciencias de la informática, por ejemplo,
las personas han perdido privacidad. A través
de avanzados dispositivos panópticos es
posible articular sistemas de vigilancia al detalle,
que por mucho superan lo descrito por Michael
Foucault en Vigilar y castigar. El panoptismo
digital no es asunto de ciencia ficción.
Kevin Mitnick, quien es considerado como el hacker
más famoso del mundo, en su segundo libro:
The art of deception. Controlling the human
element of security, narra el tipo de acciones
que acostumbran ensayar los social engineers
para obtener información crítica
de personas y corporaciones.
Postman además
se ubica a contracorriente de los llamados tecno-optimistas
al afirmar que no basta disponer de abundante
información para asegurar la positiva
transformación de las sociedades:
Los ganadores
hablan constantemente de la Era de la Información,
siempre implica que mientras mayor información
tengamos, mejor resolveremos los problemas significativos
-tanto los personales como los problemas sociales
a gran escala. Pero ¿qué tan cierto
es esto? Si hay niños que mueren de hambre
en el mundo -y existen- no es porque haya información
insuficiente. Hemos sabido por un largo tiempo
cómo producir suficiente comida para
alimentar a todos los niños en el planeta.
¿Cómo es que dejamos que muchos
mueran de hambre? Si hay violencia en nuestras
calles no es porque tengamos información
insuficiente. Si se abusa de las mujeres, si
el divorcio, la pornografía y las enfermedades
mentales aumentan, nada de eso tiene algo que
ver con la información insuficiente.
Me atreveré a decir que es porque algo
más se está perdiendo, y no creo
que deba decirle a esta audiencia lo que es.
¿Quién sabe? Ésta era de
la información, puede volverse una maldición
si estamos ciegos como para no poder ver verdaderamente
dónde descansan nuestros problemas. Por
eso es que siempre es necesario para nosotros
preguntar a aquellos que hablan entusiastamente
sobre la tecnología informática,
por qué lo hacen. ¿A qué
intereses representan? ¿A quién
esperan darle poder? ¿A quién
le retienen poder? (Postman. 1998).
La sociedad
de la información y el conocimiento corre
el riesgo de convertirse en el mejor negocio
posible de Bill Gates y Microsoft, aún
cuando Armand Mattelart insista en señalar
a IBM como principal amenaza de las sociedades
abiertas.
Tercera tesis.
"Toda la tecnología tiene una filosofía"
En Comprender a los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano, podemos
ubicar un párrafo que facilita el entendimiento
de la tercera tesis de Postman: “Todas
las culturas y edades tienen un modelo preferido
de percepción y conocimiento que suelen
prescribir para todo y a todos” (McLuhan.
1996: 27). Bastaría agregar que entre
las pautas culturales y el cambio tecnológico
se establece una compleja relación de
intercambios. Postman recurre a un conjunto de
analogías para explicar su tercera tesis,
la cual, como reconoce el propio Postman, admite
ser considerada como lógica extensión
de una de las principales ideas que Marshall
McLuhan desarrolló en Comprender a los
medios de comunicación. Las extensiones
del ser humano: el medio es el mensaje:
Para una persona
con una cámara filmadora, todo parece
una imagen. Para una persona con una computadora
todo parece datos… En una cultura sin
escritura, la memoria humana es la de más
importancia, como los proverbios, dichos y canciones
que contienen la sabiduría oral acumulada
durante siglos. Eso es por lo que Salomón
pensó en ser el más sabio entre
los hombres. En Reyes, me enteré que
sabía 3,000 proverbios. Pero en una cultura
con escritura, tales proezas de la memoria son
consideradas una pérdida de tiempo, y
los proverbios sólo son fantasías
irrelevantes. La persona que escribe favorece
a la organización lógica y el
análisis sistemático, no a los
proverbios. La persona "telegráfica"
valora la rapidez no la introspección.
La persona de la televisión valora la
inmediatez, no la historia. Y la gente de la
computadora, ¿qué debemos decir
de ellos? Tal vez podemos decir que la persona
de la computadora valora la información,
no el conocimiento, y ciertamente no la sabiduría.
Realmente en la era de las computadoras, el
concepto de sabiduría puede desvanecerse
todo. (Postman. 1998.).
Cuarta tesis.
El cambio tecnológico no es aditivo; es
ecológico
Los efectos
de los cambios tecnológicos son múltiples
y complejos. En algunas ocasiones los efectos
pueden resultar irreversibles. Marshall McLuhan
(1996: 39).insistía en la necesidad de
ser cautelosos al emprender el análisis
de la innovación tecnológica: “Los
efectos de la tecnología no se producen
al nivel de las opiniones o de los conceptos,
sino que modifican los índices sensoriales,
o pautas de percepción, regularmente y
sin encontrar resistencia”. Mediante el
uso irresponsable de las nuevas tecnologías,
señala Postman, es posible alterar ritos
y tradiciones. Por ende es necesario proceder
con extrema cautela. Al explicar su cuarta idea,
Postman además desplegó una aguda
crítica al bárbaro radicalismo
revolucionario de los capitalistas:
También
debemos ser suspicaces con los capitalistas.
Los capitalistas son, por definición,
no sólo "tomadores" de riesgo
personal sino, más precisamente, "tomadores
de riesgo cultural". Los más creativos
y osados entre ellos esperan explotar al máximo
las nuevas tecnologías, y no les importa
mucho qué tradición es demolida
en el proceso o si una cultura no está
preparada para funcionar sin tales tradiciones.
Los capitalistas son, en una palabra, radicales.
los capitalistas necesitan ser observados y
disciplinados. Para estar seguros, ellos hablan
sobre la familia, el matrimonio, la piedad y
el honor; pero con el permiso para explotar
las nuevas tecnologías al máximo
en su potencial económico, ellos pueden
deshacer las instituciones que hicieron tales
ideas posibles… Los radicales que han
cambiado la naturaleza de los políticos
en Estados Unidos son los empresarios en trajes
y corbatas grises que administran la gran industria
televisiva en el país (Postman. 1998).
En la explicación
de su cuarta idea, Postman afirmó: “un
nuevo medio no agrega algo; lo cambia todo”.
Marshall McLuhan sostiene una posición
menos radical a la expresada por Postman. Toda
nueva tecnología produce cierta fascinación
narcisista -particularmente en aquellos grupos
que resultan beneficiados-. En el capítulo
cuarto de Comprender a los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano, McLuhan
aborda el tema de la fascinación narcisista
que suelen producir todas las extensiones tecnológicas.
La promesa implícita en cada nueva tecnología
consiste en procurarnos un relativo equilibrio.
El sistema además dispone de algunos “antiirritantes”
que responden a la necesidad de amortiguar algunos
de los efectos nocivos que acompañan el
desarrollo de las nuevas extensiones. En no pocas
ocasiones –reconoce McLuhan-, las acciones
de los antiirritantes suelen resultar más
molestas, incluso, que las generadas por el irritante
inicial. Como sea, cierta tensión resulta
inevitable La energía híbrida se
proyecta como resultado de las tensiones12.
Quinta tesis.
Los medios de comunicación tienden a convertirse
en míticos
Postman parte de explicar el significado de mítico
a partir de una definición propuesta por
Roland Barthes: “Él usó la
palabra "mito" para referirse a la
tendencia común de pensar en las creaciones
tecnológicas como si fueran dadas por
Dios, como si fueran una parte del orden natural
de las cosas” (Postman: 1998). La visión
mítica –afirma Postman-, implica
sustraerse o ignorar las condiciones históricas,
políticas y culturales en las cuales se
inscribe la producción de determinados
objetos. Postman advierte graves riesgos en mitificar
las tecnologías:
Lo que estoy
diciendo es que nuestro entusiasmo por la tecnología
puede volverse una forma de idolatría
y nuestra creencia en su beneficio puede ser
un falso absoluto. La mejor manera de ver la
tecnología es verla como un intruso extraño,
para recordar que la tecnología no es
una parte del plan de Dios sino un producto
de la creatividad y soberbia humanas, es decir,
que su capacidad para el bien o el mal descansa
enteramente en la conciencia humana de lo que
ésta hace por nosotros y a nosotros…
Necesitamos proceder con nuestros ojos muy abiertos
así muchos de nosotros usaremos la tecnología
en lugar de ser usados por ella.
La
última y nos vamos
Debemos
entender la importancia de responder ahora una
pregunta crucial. ¿Qué puede hacer
un comunicólogo en el mercado de trabajo?
Cada día egresados de la licenciatura
o programas de postgrado en comunicación
advierten cómo otros profesionales –principalmente
mercadólogos-, compiten en el mercado
de trabajo por aquellas escasas plazas que ayer
parecían reservadas exclusivamente para
comunicólogos. En los planes de estudios
de escuelas y universidades que hoy imparten
la licenciatura o programas de postgrado en mercadotecnia,
han incorporado no pocas de las asignaturas que
ayer sólo resultaban concebibles en planes
de estudios de licenciaturas o postgrados en
comunicación. Académicos e investigadores
de las ciencias de la comunicación exhiben
alarmante indiferencia por preguntas que todos
los días se formulan nuestros egresados:
¿Quién efectivamente puede realizar
el trabajo mejor? ¿Quién se encuentra
mejor preparado para responder los retos profesionales
del mercado de trabajo, real, exigente, demandante?
¿Qué licenciatura goza de mejores
credenciales profesionales? ¿Valió
la pena estudiar ciencias de la comunicación?
La crisis laboral
que enfrentan día a día nuestros
egresados definitivamente resulta aún
más delicada que la crisis epistemológica
que de manera indudable perturba a las ciencias
de la comunicación. Un sencillo error
en el que suelen incurrir los renovadores de
la comunicología es ignorar la aguda crisis
laboral que enfrentan nuestros titulados. Resolver
la crisis epistemológica por la que atraviesa
la comunicación de ninguna manera supone
solucionar la delicada crisis de empleabilidad
que todos los días padecen nuestros graduados.
Tampoco creemos posible resolver la crisis epistemológica
que tanto aqueja a la ciencia de la comunicación
en América Latina sin enfrentar las resistencias
del ancestral caudillismo académico que
reproducen muy bien -y de manera ampliada, como
sentenciaba Althusser- algunos destacados investigadores
de la comunicación, quienes no precisamente
se distinguen por comportarse como buenos demócratas.
No es posible suponer que la crisis epistemológica
que aqueja a la ciencia de la comunicación
podrán resolverla quienes se han distinguido
por un limitado desarrollo en el mercado profesional,
y que la mayor parte de su vida ha transcurrido
en cubículos, arropados en arrogantes
actitudes eruditas que no impiden advertir su
inseguridad. ¿La comunicometodología
–sí, leyó usted bien- podrá
contribuir de alguna manera a resolver la aguda
crisis de empleabilidad de los egresados de la
licenciatura y programas de posgrado en comunicación?
¿Podrá devolverle legitimidad profesional
a la ciencia de la comunicación?
Alfons Cornella
y Sergi Rucabado son autores de un indispensable
libro en el cual exploran escenarios y futuros
posibles: Futuro presente. El futuro es atreverse
hoy. 101 ideas fuerza para entender las próximas
décadas. La metodolatría,
fenómeno muy presente en universidades,
sintetiza la pasión, la adoración
y la esclavitud por el método: “hay
quién en las universidades, sólo
piensa en medir por medir, quién piensa
que lo no medible no es digno de consideración;
que es no científico”. (Cornella
y Rucabado. 2006: 86). Los autores relatan cómo
han marchado mejor algunas escuelas de negocio:
“donde se acostumbra a preferir contratar
a profesores que publican mucho en oscuras revistas
(que pocos leen) en lugar de contratar a expertos
profesionales que saben cómo se hacen
las cosas, porque las hacen cada día”.
La interpretación del mundo, concluyen
los autores en la página dedicada al tema
de la metodolatría: “requiere imaginación,
pasión y puentes mentales. Algo que la
adoración del método como salvación
puede, simplemente impedir” (Cornella y
Rucabado. 2006: 86).
Toda crisis
reserva oportunidades. Es preciso advertirlas
y, claro, aprovecharlas. En fechas recientes,
las empresas finalmente han reconocido la importancia
del conocimiento en la construcción de
una economía digital. En última
instancia sólo es posible concebir el
conocimiento como acción comunicativa.
El desarrollo de la economía del conocimiento
supone la incorporación de nuevas ciencias,
como la gestión productiva del conocimiento
organizacional. En el nuevo imaginario de la
gestión productiva de los conocedores
de la organización –que Cornella
y Rucabado denominan como “knowledge coaching”,
el propósito es: “facilitar a un
empleado la creación y compartición
de si conocimiento, en lugar de orientarse sólo
a extraerle el conocimiento cosa que hay en su
cabeza. Es entrenarle a sacar mejor provecho,
personal y profesional, de su herramienta de
producción, su formación, talento
y actitud” (Cornella y Rucabado. 2006:
86). Aún cuando profesionales de diversas
disciplinas aspiren ocupar plazas en las áreas
destinadas a la gestión productiva de
los conocedores de la organización, la
inclusión de comunicólogos altamente
calificados en las comunicaciones digitales y
la comunicación estratégica, se
antoja indispensable.
La remediación
de la pobre empleabilidad de los egresados de
la licenciatura y programas de posgrado en comunicación
nos obliga a reparar en la pertinencia misma
del pragmatismo. Durante décadas la academia
ha inhibido la formación empresarial de
los comunicólogos –no pocos profesores
solo les conciben como asalariado en algún
medio de comunicación y, en el mejor de
los casos, como futuros investigadores-. ¿No
será hora de desplazarnos de la teoría
de las mediaciones a la construcción de
una teoría de las interfases?. ¿Por
qué no impulsar el desarrollo de una vocación
eminentemente empresarial responsable en nuestros
estudiantes para impulsarles a asumir un rol
decisivo en el desarrollo de los nanomedios que
acompañarán el tránsito
a la sociedad del conocimiento? La nueva comunicación
sólo es posible si repara en las legítimas
demandas de empleabilidad de los egresados de
nuestras escuelas. De lo contrario, toda comunicología
posible resultaría tan imprescindible
como estéril.
Notas:
1
La licenciatura en periodismo admite ser considerada
como el antecedente inmediato a la fundación
de la licenciatura en comunicación. De
acuerdo con Juan Gargurevich (1999: 96), quien
es considerado el mejor investigador del periodismo
en Perú, la primera escuela latinoamericana
en la cual empezaron a impartirse estudios de
periodismo, fue la Universidad de La Plata, en
1934, en La Plata. Quince años después
–en 1949-, fue fundada en México
la primera institución educativa, de nivel
superior, que ofreció la primera licenciatura
en periodismo: la Escuela de Periodismo Carlos
Septién García.
2 El resaltado
es nuestro.
3 Ariel Dorfman,
argentino, crítico de la “teología
del Reader´s Digest” –véase
el libro Reader’s nuestro que estás
en la tierra (1980)- considera que la citada
publicación constituye una reaccionaria
defensa del modo de vida occidental, cristiano,
anglosajón, capitalista y norteamericano.
Dorfman, sin embargo, reside en Estados Unidos
desde 1985 pues se desempeña como catedrático
de la Universidad de Duke. Dorfman curiosamente
dispone de un avanzado sitio web multimedia:
(http://www.adorfman.duke.edu/)
En años recientes tanto Dorfman como Mattelart
han reconocido que escribieron por encargo el
libro Para leer al Pato Donald. En una entrevista
disponible en Infoamérica [http://www.infoamerica.org/documentos_pdf/mattelart.pdf]
el propio Mattelart señala que el “encargo”
partió de los trabajadores tipográficos
de la imprenta gubernamental chilena”.
4 En la literatura
marxista, el primer documento dedicado al análisis
de las tecnologías fue escrito por el
propio Marx, y forma parte de los manuscritos
redactados entre agosto de 1861 y julio de 1863,
que integrarían el IV libro de El Capital.
El manuscrito en cuestión fue publicado
con el título de Progreso técnico
y desarrollo capitalista. En el citado texto
Marx señala que el progreso admite ser
entendido desde la lógica de acumulación
de ganancias capitalistas e incremento del plusvalor
absoluto a través de la incesante evolución
técnica de las máquinas. Marshall
McLuhan (1996: 57) desliza una aguda crítica
a Marx en Comprender a los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano. Marx, afirma
McLuhan: “basó su análisis
esencialmente en la máquina, justo cuando
el telégrafo y otras formas implosivas
empezaban a invertir la dinámica mecanicista”.
5 De acuerdo
con Lance Strate, actual presidente de la Media
Ecology Association (MEA) [http://www.media-ecology.org]
y, destacado investigador de la Universidad de
Fordham, Nueva York, la “Media Ecoloy”
también es conocida como “Escuela
Norteamericana de Comunicación”,
“Escuela de Toronto” o “Mediología”.
Neil Postman, quien se desempeñó
como catedrático del Departamento de Cultura
y Comunicación de la Universidad de Nueva
York, precisamente propuso el nombre de “Media
Ecology” para designar la corriente teórica
que recupera las principales tesis de Marshall
McLuhan, en la cual, además de McLuhan
y del propio Neil Postman, convergen pensadores
de la talla de Joshua Meyrowitz, Edmund Carpenter,
Elizabeth Eisenstein, James Carey, Walter Ong,
Lewis Mumford, Harold Innis, James Morrison,
Paul Ryan, Paul Levinson, Lance Strate, Eric
Havelock, Susan Sontag y, por supuesto, Eric
McLuhan -uno de los seis hijos de Marshall. Sobre
la relevancia del pensamiento de Marshall McLuhan
en la constitución de la “Media
Ecology”, véase el estupendo ensayo
de Casey, Man Kong Lum, citado en las referencias.
6 Véase
el sitio web de la Media Ecology Association
[http://www.media-ecology.org].
Fecha de consulta: primero de noviembre de 2006.
7
La primera edición en castellano, a cargo
de Editorial Diana, presentaba el título
La comprensión de los medios de comunicación
como extensiones del hombre. La edición
a cargo de Paidós tiene por título:
Comprender los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano. En 2003 la editorial
Ginko Press sacó a la venta la “versión
crítica” del tercer libro de McLuhan,
el cual aún no ha sido traducido al castellano.
8 En 1951 fue
publicado The Mechanical Bride; Folklore
of Industrial Man. La novia mecánica.
Folklore del hombre industrial. Vale la pena
señalar que el automóvil sintetiza
la metáfora de novia mecánica del
hombre industrial en el primer libro de McLuhan.
El Segundo libro: The Gutemberg Galaxy. The
making of typographic man, fue publicado
en 1962. Con el título de La Galaxia
Gutenberg. La creación del hombre tipográfico,
varias editoriales han publicado en castellano
el segundo libro de McLuhan, el cual cobró
particular notoriedad a partir de la publicación
de Comprender a los medios de comunicación.
Las extensiones del hombre.
9 Véase
el capítulo 25 de Comprender los medios
de comunicación. Las extensiones del ser
humano.
10 Los negocios
a la velocidad del pensamiento. Utilizando un
sistema nervioso digital.
11 Cinco
cosas que necesitamos saber acerca del cambio
tecnológico.
12 La hibridación
es analizada por McLuhan en el capítulo
quinto de Comprender a los medios de comunicación.
Las extensiones del ser humano.
Referencias:
Althusser,
L. (1982). La filosofía
como arma de la revolución.
México: Cuadernos Pasado y Presente.
Carey,
J. (1989). Communication as Culture: Essays
on Media and Society. Boston: Unwin Hyman.
Casey, Man Kong Lum: “The Intellectual
Roots of Media Ecology”. En The New
Jersey Journal of Communication. Vol. 8.
Número 1. Primavera de 2000, p.1-8.
Carpenter, E. (1973). Oh, What a Blow That
Phantom Gave Me!. New York: Holt, Rinehart
and Winston.
Cornella, A., y Rucabado, S. (2006): Futuro
presente. El futuro es atreverse hoy. 101 ideas
fuerza para entender las próximas décadas.
España: Deusto.
Dorfman, A. (1980). Reader's nuestro que
estás en la tierra: ensayos sobre el imperialismo
cultural. México: Editorial Nueva
Imagen.
----------------- y Mattelart, A. (1971). Para
leer al pato Donald. Chile: Ediciones Universitarias
de Valparaíso.
Einsenstein, E. (1979). The Printing Press
as an Agent of Change: Communications and Cultural
Transformations in Early Modern Europe,
Vols. I and II. Cambridge, England: University
Press.
Ellul, J. (1964). The Technological Society.
New York: Knopf.
--------- (1965). Propaganda: The Formation
of Men's Attitudes. New York: Knopf.
Esteinou, J. (1979)."El estudio materialista
de la comunicación de masas. En Cuadernos
del TICOM . UAM Xochimilco. Número
1. México.
---------------- (1980). "La sobredeterminación
social de los aparatos de consenso de masas".
En Cuadernos del TICOM . UAM Xochimilco.
Número 4. México.
----------------- (1980). "Aparatos de comunicación
de masas, Estado y puntas de hegemonía".
En Cuadernos del TICOM. UAM Xochimilco.
Número 6. México.
-------------- (1981). "El surgimiento de
los aparatos de comunicación de masas
y su incidencia en el proceso de acumulación
de capital". En Cuadernos del TICOM.
UAM Xochimilco. Número 10. México.
-------------- (1983). Los medios de comunicación
y la construcción de la hegemonía.
México. Nueva Imagen.
-------------- (1983). "La identidad cultural
frente a las nuevas tecnologías de comunicación".
En Tecnología y Comunicación.
CONEICC-UAM Xochimilco. México.
-------------- (1984). "Las tecnologías
de información y la confección
del Estado ampliado". En Cuadernos del
TICOM. UAM Xochimilco Número 30.
México.
-------------- (1985). "La comunicación
por satélite y la sociedad mexicana".
En La comunicación social en México.
UAM Xochimilco. México.
Fernández, F. “Escuelas de comunicación
y tecnologías de información. Binomio
¿de qué tipo?”. En Diálogos
de la comunicación. Número
49. Octubre de 1997.
Foucault, M. (1990 ). Vigilar y castigar.
México: Siglo XXI Editores.
Fuentes, R. (1992). Un campo cargado de futuro:
el estudio de la comunicación en América
Latina. México: FELAFAFACS-CONEICC
Gates, B. (1995). The Road Ahead. USA:
Warner Books.
------------(2000). Business @ the speed
of though. Using a digital nervous system.
USA: Warrner Books.
Goody, J. (1977). The Domestication of the
Savage Mind. Cambridge, England and New
York: Cambridge University Press.
Harrocks, C. (2004). McLuhan y la realidad
virtual. España: Gedisa.
Havelock, E. (1963). Preface to Plato.
Cambridge, MA and London: Belknap Press of the
Harvard University Press.
Innis, H. (1950). Empire and Communications.
Oxford: Clarendon Press.
---------- (1951). The Bias of Communication.
Toronto: University of Toronto Press.
Johnson, S. (1997). Interface culture: How
new technology transforms the way we create and
communicate. New York: Harper Collins.
Kerckhove, D. (1995). The skin of culture:
Investigating the new electronic reality.
Toronto: Sommerville.
------------------ (1997). Connected intelligence:
The arrival of the web society. Toronto:
Sommerville.
------------------ (2001). The architecture
of intelligence . Boston: Birkhauser
Levinson, P. (1997). The Soft Edge: A Natural
History and Future of the Information Revolution.
London and New York: Routledge.
--------------- (1999). Digital McLuhan.
A guide to the information millennium. London-New
York: Routledge.
López Veneroni, F. (1989). Elementos
Para una Crítica de la Ciencia de la Comunicación.
México: Trillas.
Man, C.. “The Intellectual Roots of Media
Ecology”. En The New Jersey Journal
of Communication. Vol. 8. Número
1. Primavera de 2000, p.1-8.
Marx, C. (1987). Progreso técnico
y desarrollo capitalista. México.
Cuadernos de pasado y presente Número
93.
Mattelart, A. (2000). Historia de la utopía
planetaria. De la ciudad profética a la
sociedad global. España: Paidós.
--------------- (2002): Historia de la sociedad
de la información. Barcelona: Siglo
XXI.
McLuhan, M. (1951). The Mechanical Bride;
Folklore of Industrial Man. New York: Vanguard
Press.
----------------- (1962). The Gutemberg Galaxy:
The making of typographic man. Canada: University
of Toronto Press.
------------------ (1996). Comprender los
medios de comunicación. Las extensiones
del ser humano. España: Paidós.
------------------ y McLuhan, E. (1988). Laws
of Media: The New Science. Toronto: University
of Toronto Press.
Meyrowitz, J. (1985). No Sense of Place:
The Impact of Electronic Media on Social Behavior.
New York: Oxford University Press.
Miller, J. (1971). Marshall McLuhan.
New Cork. Viking.
Mitnick, K, y Simon, W. The art of deception.
Controlling the human element of security.
USA: Wiley Publishing.
Monsiváis, C. (1988). Días
de guardar. México. Era.
Mumford, L. (1934). Technics and Civilization.
New York: Harcourt, Brace & World.
--------------- (1967). The Myth of the Machine,
Vol. I: Technics and Human Development.. New
York: Harcourt, Brace & World, 1967.
-----------------(1970). The Myth of the
Machine, Vol. II: The Pentagon of Power.
New York: Harcourt, Brace, Jovanovich.
Nicol, E. (1984). Los principios de la ciencia.
México: Fondo de Cultura Económica.
---------- (1989). Metafísica de la
expresión. México: Fondo de
Cultura Económica.
Nystrom C. (1973). Towards a Science of Media
Ecology: The Formulation of Integrated Conceptual
Paradigms for the Study of Human Communication
Systems. Ph.D. diss. New York University.
Ong, W.
(1967). The Presence of the Word: Some Prolegomena
for Cultural and Religious History. New
Haven: Yale University Press.
Postman, N. (1985). Amusing Ourselves to
Death: Public Discourse in the Age of Show Business.
New York: Viking.
-------------- (1992). Technopoly: The Surrender
of Culture to Technology. New York: Knopf.
Postman, N., y Weingartner, C. (1969). Teaching
as a Subversive Activity. New York: Delacorte.
Sontag, S. (1977). On Photography. New
York: Farrar, Straus and Giroux.
Strate, L. “A Media Ecology Review”.
En Communication Research Themes. Centre
for the study of Communication and Culture. Volume
23, No. 2, 2004, p. 3-39.
---------- L. Jacobson R., y Gibson S., (1997).
Communication and Cyberspace. Social
Interaction in an Electronic Environment. New
Jersey: Hampton Press.
Dr.
Octavio Islas
Director de la
Cátedra de
Comunicaciones Estratégicas y Cibercultura
del Tecnológico de
Monterrey, Campus Estado de México,
México |