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Por Lenin Martell
Número
55
Introducción
El presente
artículo persigue discutir cómo
se ha fragmentado el espacio público en
el mundo global. ¿Qué es el espacio
público global?—Me baso en el concepto
desarrollado por el investigador japonés,
Tatsuro Hanada (2002: 137) quien lo define como
una nueva dimensión del capitalismo, cuya
característica es una “visualización
y espacialización de conciencia, acciones
y relaciones sociales en el mundo contemporáneo”.
El debate conceptual
que presentaré a continuación,
me interesa desarrollarlo particularmente, para
fundamentar teóricamente cómo la
privatización del espacio público
se refleja en el espacio público de radio—interés
que pertenece a un trabajo más amplio
que actualmente realizo sobre la conformación
del servicio público de radio dentro en
el marco del capitalismo global.
Así pues,
hablemos de las características del espacio
público global.
La
colonización de lo privado en el espacio
público global
Entender
cómo se conforma el espacio público
global merece un análisis detenido de
sus elementos sociales, espaciales y temporales.
Ha sido arduo encontrarlos, sobre todo porque
el concepto tiene una variedad de acepciones,
y por la misma razón con una gran divergencia
en las aproximaciones. Para resolver el problema,
decidí basarme en la conceptualización
hecha por John Keane (1997). El académico
inglés me ayudó a dilucidar con
mayor precisión, a través de su
análisis sobre la transformación
de la radiodifusión pública, cómo
lo privado y lo público parecen asemejarse
cada vez más dentro del capitalismo global.
Con ello, pude comprender que lo público
no se puede comprender sin lo privado.
Ya he operacionalizado
la noción de espacio público y
espacio público global. Ahora me resta
conceptualizar su contraparte, el espacio
privado, el cual defino como aquel campo
restringido, individual e íntimo, mediante
el cual los individuos se organizan. La familia
es un ejemplo del espacio privado. En el capitalismo
global, las grandes corporaciones son instituciones
que han dominado el ideario social del ámbito
privado, a través de una lógica
que favorece el libre mercado de capitales. El
espacio público, por el contrario, es
aquel campo libre, abierto y autónomo,
en donde los ciudadanos pueden debatir y reflexionar
sobre su vida cotidiana, reproducir su ideario
social al encontrarse con otros y reproducir
su identidad.
Tanto el concepto
de lo privado como de lo público se encuentra
en constante reconceptualización en las
sociedades contemporáneas occidentales,
dado que los estados han girado sus políticas
económicas hacia una economía de
mercado global. Esta ha motivado una nueva relación
de poder entre los estados y los ciudadanos,
lo que igualmente ha establecido las reglas del
juego entre lo público y lo privado. Además
de Keane, Félix Ortega (2000, 2003, 2004)
ha explicado cómo dentro de los regímenes
políticos neoliberales, el ámbito
privado ha colonizado al espacio público,
a través de la lógica del mercado.
En este sentido,
los medios de comunicación y, particularmente,
los modelos de radiodifusión pública
de algunos países socialdemócratas,
a través de una programación de
servicio público, han tradicionalmente
fungido como mediadores de esta tensión
de poder a través de la generación
de debate en sus contenidos. Sin embargo, la
economía de mercado, en la que se han
inmerso los países occidentales, ha motivado
cambios fundamentales en la estructura de los
sistemas de radiodifusión, lo cual ha
hecho redefinir su función social y con
ello el concepto y cumplimiento de la noción
de servicio público.
A medida que
el espacio público se reconceptualiza,
integra nuevos actores políticos en sus
relaciones sociales. Uno de ellos son los medios
de comunicación, los cuales adquieren
un papel central, entre otras razones, como arena
de la discusión pública y orientadores
de los valores sociales. Incluso Félix
Ortega (2004) magnifica su rol social, y habla
del espacio público actual como aquel
espacio de la comunicación mediática,
“siendo la lógica de ésta
la que predomina en, e impregna a cuantas manifestaciones
son definidas como lo público”.
Esto se debe primordialmente a que los medios
de comunicación han contribuido a la acción
política—factor decisivo para
que exista una democracia, porque es justamente
a través de la acción política
en donde una sociedad toma decisiones. Y es precisamente
en la acción política, en donde
se encuentra una de las claves principales para
entender la colonización del espacio privado
en el público, cuestión a la cual
daré respuesta a continuación.
El ámbito
político: entre lo público y lo
privado
¿Cuál
es el papel de la política en la colonización
privada del espacio público?—La
política es aquel ámbito que hace
la diferencia entre lo público y lo privado.
Porque es desde lo privado, y del seno de la
familia u otras instituciones socializantes como
la escuela o la iglesia, de donde lo político
se empieza a articular. Esto pasa a través
de las acciones cotidianas, en donde las relaciones
de poder, por ejemplo, se entretejen simbólicamente,
y es también desde donde el seno de la
discusión y la búsqueda de consensos
tienen lugar. Y es desde estas instituciones
privadas, en donde se forman las opiniones sobre
los asuntos públicos. Es aquí también
en donde tradicionalmente los ciudadanos solían
poner en marcha una vida política. Lo
que implicaba que, una vez que la política
regulaba un asunto de carácter privado
se podía convertir en público,
porque era socializado por medio de redes y asimilado
por los miembros de una comunidad. De esta forma,
el hecho social se hacía visible, y se
llevaba a una discusión pública,
y así era cómo lo político
era el ámbito único y trascendental
para diferenciar lo privado de lo público.
Este proceso
(privado-político-público) ocurre
todavía en el seno de la modernidad, sobre
todo en microesferas. Sin embargo, a medida que
la política ha cobrado un significado
diferente en el seno del capitalismo global,
lo público ha quedado debilitado. ¿Cuál
es entonces el nuevo estado de la política?—La
política anterior a la consolidación
del capitalismo global, movilizaba ideologías,
partidos y a casi todos los sectores de la sociedad.
No se podía entender una acción
pública sin la existencia de lo político.
Pero ahora la situación cambia cuando
la política parece cobrar mayor realce
en la el marketin político y en el plano
electoral. Félix Ortega (2004: 7) explica
que:
Se ha ido pasando
a otro tipo de política, la electoralista
que ha sustituido la ideología por el
marketin, el partido por los expertos electores
y la movilización por la comunicación
política. El escenario público
ya no es ahora el de los partidos, el parlamento
o las masas en acción. Lo público
por antonomasia ha pasado a tener su sede en
los medios de comunicación. Con su auge
y creciente protagonismo, no sólo ha
cambiado el concepto mismo de lo público,
sino también el de la política.
Es precisamente
con la consolidación de los medios de
comunicación en el espacio público—y
su vínculo poder con el sector empresarial
y el adelgazamiento del estado—que lo público
tiene mayor auge en los medios de comunicación.
Pero a diferencia de F. Ortega, considero que
los medios comunicación tampoco son escenario
exclusivo de lo público, pues las formas
tradicionales de lograr consensos en muchos pueblos
de México—asambleas, sistema de
elección en comunidades autónomas,
por ejemplo—tienen cabida sin la mediación
política de los medios de comunicación.
Este proceso sólo ocurre mediante la participación
política de los habitantes de las comunidades.
Lo que sí
es cierto es que, los medios de comunicación
cada día dictan la agenda política,
y deciden por la ciudadanía lo que es
público o lo que se queda marginado en
lo privado. Descontextualizan, a través
de programas hablados o noticiarios, lo público
y lo privado, de acuerdo a los intereses de los
grupos hegemónicos en el poder. Qué
mejor muestra que la barra de noticiarios en
la radio mexicana comercial y no comercial, a
través de los cuales se trasluce la perspectiva
de cierto partido político.
De modo que,
estas articulaciones cotidianas que se transformaban
en una esfera pública, a través
de lo político, quedan en muchas ocasiones
relegadas en la memoria de los grupos sociales
o narrados como “espectáculo de
circo” por los medios de comunicación.
Como consecuencia, lo político queda subordinado
a lo público y no lo público a
lo político, como ocurría anteriormente.
¿Qué explicación merece
este fenómeno?—Ninguna otra
más que es la propia lógica del
capitalismo global y la fuerza del flujo del
capital que ha desmantelado lo político
hasta convertirlo en marketin.
Se trata de
una historia del debilitamiento de la política
que se acelera desde los años sesenta.
Se caracteriza por el desprestigio de los políticos,
dadas sus vastas acciones de corrupción
y su incapacidad para poner en marcha políticas
públicas que garanticen el desarrollo
social. Por el contrario, la clase política
ha ido paulatinamente excluyendo a los ciudadanos.
Éstos, por su parte, dada la diversificación
de la sociedad y de nuevos estilos de vida, se
han ido apartando de la participación
política y resuelven sus problemas a través
de otro tipo de redes sociales. O bien, no los
concilian y, por el contrario, los posponen.
Parece que, en menor o mayor medida, ésta
ha sido la constante de la política en
los países occidentales, incluso aquellos
nórdicos caracterizados por su solidez
política.
A pesar de tal
fenómeno muy visible ya a partir de la
década de los ochenta, por el contrario
los medios “sobrepolitizan” la política
a través del tratamiento de la información.
Por ejemplo, en los noticiarios mexicanos de
radio y televisión—comerciales o
no comerciales—se habla todo el tiempo
de la política, y se descontextualiza
en gran medida de la vida cotidiana, creando
narrativas en donde lo importante no es el hecho
sino el protagonista político, quien en
la mayoría de los casos es miembro del
congreso o gobernante. Pero muy rara vez la ciudadanía.
Ésta, por el contrario, es referida como
un porcentaje en una encuesta de opinión,
o bien, es estereotipada de rebelde cuando se
moviliza pública y masivamente, sobre
todo cuando cuestiona los intereses de la clase
política en el poder.
Como consecuencia,
el ámbito político diluye su esencia
y “compite” con secciones de la agenda
de los medios de comunicación, la cual
dictará lo que es político, o si
un asunto político se convierte en uno
propio del espectáculo o de lo judicial,
etc. Es la misma agenda mediática la que
contribuye a desvanecer lo político y
a definir su nueva noción de acuerdo a
sus intereses de poder. Así es cómo
los medios también relegan el interés
de los ciudadanos en política.
Si la política—pieza
fundamental del espacio público—se
desvanece, entonces lo público automáticamente
se debilita. Y es a través de este proceso
que la lógica de lo privado invade a lo
público sin que haya intervención
de la política. El hecho adquiere mayor
relevancia, porque la discusión se vuelve
efímera y se escasean las posibilidades
de buscar acuerdos en una sociedad de masas.
Dicho escenario, tiene varias consecuencias,
entre ellas, las fracturas sociales a mediano
y largo plazos.
Ésta
es una de las características fundamentales
del espacio público en la era del capitalismo
global. Félix Ortega, por su parte, denomina
a este proceso como “el quiebre del espacio
público político” (Ortega:
8). Ortega encuentra cuatro razones por las cuales
se origina este quiebre, mismas que cito a continuación.
La primera se
debe a la multiplicidad de tareas que los gobiernos
hoy día tienen que gestionar, como son
los derechos sociales, seguridad, medio ambiente,
etcétera. Por si fuera poco, el ciudadano
en ocasiones sólo se reserva a demandar
dichos derechos, pero no a corresponder en obligaciones
pagando más impuestos por mejores y mayores
servicios. Tampoco asume una responsabilidad
cívica para contaminar menos, cuidar más
los servicios públicos, tener más
conciencia del medio ambiente. Se conforma con
ser un “consumidor”, y con lo cual
no contribuye a fortalecer una cultura de
lo público.
A menos que
se trate de un ciudadano educado que tenga influencia
de dentro de la clase política, la agenda
política social se le ha dejado a los
periodistas. Tales profesionales pueden dialogar
en los medios de comunicación con los
políticos, los cuestionan, se alían
con ellos o desfavorecen su carrera política.
Les dan voz de acuerdo a su conveniencia, incluso
imponen la agenda política en la medida
que se alían con grupos de poder, convirtiéndose
así en un poder político. Ortega
los llama “profesionales de los medios
que asumen una doble tarea: la representación
(haciéndola pública) y
la influencia sobre la sociedad. Unas competencias
por lo demás que trascienden el ámbito
de lo público para dirigirse plenamente
sobre la política” (Ortega, 2004).
Pero la mayoría
de la ciudadanía queda fuera de la toma
de decisiones. Es preponderantemente en la microesfera
pública en donde las acciones políticas
cobran sentido, en donde grupos sociales tienen
más cercanía con los políticos,
o bien, se organizan autónomamente para
lograr arreglar un problema que les aqueja, y
lo extrapolan a un nivel regional, nacional e
incluso internacional.
La segunda razón,
F. Ortega la atribuye al proceso de globalización,
pues la política se ha alejado del poder.
Los gobiernos locales, sobre todo, se han quedado
impotentes de realizar acciones, ante la fuerza
del capital inyectado por corporaciones multinacionales.
Si esta razón la aunamos a la corrupción
y nepotismo auspiciado por los representantes
locales, el resultado es gobierno con poca representatividad
y capacidad de maniobra, además de una
desacreditación por quien lo eligió.
De esta manera,
los ciudadanos recurren a organizaciones vecinales
y de otro tipo para hacer valer sus derechos
sociales. Tal es el caso de las asambleas de
barrio en Argentina, las cuales renacieron como
respuesta de las medidas financieras tomadas
por el gobierno en diciembre del 2000 (El
corralito): Los vecinos organizadamente
salieron a las calles a marchar haciendo ruidos
con cacerolas como señal simbólica
de su malestar. Este fenómeno rápidamente
identificado por los medios como los cacerolazos,
adquirió una dimensión política
y presencia mediática nacional e internacional.
La presión civil hizo dimitir a cinco
presidentes de la República en una semana.
Un tercer argumento
radica con la relación que han emprendido
los ciudadanos y la clase política en
esta nueva fase del capitalismo. A medida que
la clase política ha perdido la dimensión
de lo que es su tarea como gobernante y el ciudadano
se ha alejado de la política, los medios
de comunicación, particularmente a través
de los empresarios y periodistas han sustituido
el papel del ciudadano para negociar con el político.
El periodista, entonces, cumple con una doble
función, por una parte informa a la sociedad
sobre el trabajo de los políticos, y por
el otro hace alianzas con el político
y establece intereses de poder. En México,
este hecho es particularmente visible, pues fácilmente
se pueden identificar los nexos políticos
de los medios de comunicación con determinado
partido político.
El cuarto punto
es resultado de los tres anteriores y se inserta
en el plano ético, pues cuando la política
no es ese ámbito que genera consensos,
los intereses privados reinan en el espacio público.
La individualidad o el Yo se sobrepone a lo colectivo
o al Nosotros, y como consecuencia el ciudadano
y los grupos sociales se mueven políticamente
por intereses muy particulares, los que les convienen,
y no a favor de las mayorías.
Entonces quedan
claras tres cosas: 1) la política hoy
día no se entiende sin la participación
de los medios de comunicación, los cuales
deciden qué es política y que no.
De este modo, aquel relato político que
no se ajuste a las “reglas de los medios
de comunicación” difícilmente
puede ser incluido en el discurso (Ortega, 2004).
2) La política en el espacio público
se logra a través de los intereses privados
y no políticos y colectivos. 3) El mercado
es aquella arena la cual regula la diferencia
de lo privado y del público. Es un campo
que no tiene responsabilidad, pues le importa
obtener las máximas ganancias, sólo
le interesa que el individuo consuma sin que
participe. Como consecuencia, la discusión
se esfuma o existe con ciertas características
impuestas por el mercado a través de la
agenda mediática, y con ello la política
se debilita.
Por último,
la fractura de lo político ha conducido
a la reconfiguración del espacio público,
el cual se ha vuelto más heterogéneo
y complejo. Su recomposición ha sido también
resultado de la reestructuración de los
estados-naciones a partir del movimiento del
capital en el mundo. Por consiguiente, el espacio
público se ha fragmentado en diferentes
esferas: local, nacional-regional e internacional.
Las tres son autónomas, pero se pueden
interrelacionar. Expliquemos a continuación
cómo ocurre este proceso.
Las
esferas públicas: fragmentadoras del espacio
público global
La
colonización del espacio privado en el
ámbito público ha traído
como consecuencia una fragmentación del
espacio público, por lo que hoy día
ya no se puede hablar de un espacio público
homogéneo y unificado, sino de uno heterogéneo,
desterritorializado, multicultural y fragmentado.
Mientras que
Keane (1997) propone la anterior tesis, tradicionalmente,
algunos investigadores, como Nicholas Garnham,
habían defendido teóricamente la
postura de la esfera pública autónoma
y unificada. Sin embargo, ambos autores de la
escuela de Westminster y desde la perspectiva
de la teoría crítica, analizan
al espacio público global utilizando como
ejemplo al servicio de radiodifusión pública.
Revisemos cuáles son los puntos centrales
de cada uno de los autores:
Garnham toma
prestado el concepto empírico y normativo
de esfera pública para identificar un
“espacio para una política racional
y universalista ajena tanto a la economía
como al estado”. En este sentido, Garnham
insiste en que el mejor garante de tal política
es el modelo de radiodifusión de servicio
público, el cual estaría diseñado
para mediar y hacer contrapeso al poder estatal
y corporativo, lo que efectivamente lograría
dado que no está constreñido por
los imperativos de maximización ni del
poder político ni de las ganancias.
Para Garnham,
por ejemplo, la radiodifusión pública
es superior al mercado, dado que ofrece a todos
los ciudadanos información, educación
y entretenimiento de alta calidad, sin el objetivo
de obtener mayores ganancias, como lo hacen los
medios comerciales, los cuales son enemigos de
la vida pública. Asimismo, los medios
comerciales crean desigualdades de poder entre
las empresas dominantes y las culturas e identidades
subordinadas y periféricas—relación
a la que sólo los medios de radiodifusión
pública pueden hacer contrapeso, protegidos
por fondos garantizados, provenientes de los
impuestos.
A pesar de la visión sensata de Garnham,
Keane encuentra limitaciones en el planteamiento
de su colega inglés. Keane también
utiliza el concepto de la esfera pública,
de Habermas, y lo aplica, al igual de Garnham,
para estudiar la situación actual del
modelo público de radiodifusión,
pero difiere en ciertos puntos, mismos que expongo
a continuación. Keane (1997) dice:
Se puede considerar
la radio como esfera pública en las nuevas
condiciones de globalización y desterritorialización
de la cultura y la información, no en
el sentido de una esfera única homogénea
y separada del estado o de la vida privada,
sino, por el contrario, en la fragmentación
de múltiples espacios de concepción
diversa y heterogénea. En estos espacios
se cruzan los discursos del poder con los de
la vida privada, volviendo difícil la
tarea de precisar los límites o definir
los rasgos de cada uno, porque su naturaleza
es cambiante, y mirados desde ciertos ángulos
pueden considerarse públicos, y desde
otros privados.
El modelo de
radiodifusión pública atraviesa
serias dificultades, no sólo de orden
financiero sino de legitimidad:
Tanto audiencias
como emisores sienten que el reclamo de representatividad
del servicio público, es de hecho una
defensa de la representación virtual
de un todo ficticio, un recurso para programar
aquello que simula las opiniones y gustos reales
de algunos de aquellos a quienes se dirige…
tal modelo de servicio público encorseta
a sus audiencias y viola regularmente su propio
principio de igualdad de acceso para todos al
entretenimiento, las noticias de actualidad
y la programación cultural en un ámbito
público común (Winocur, 56).
Hoy día
se ha vuelto obsoleto el ideal una esfera pública
unificada… en lugar de ello figurativamente
hablando, la vida pública experimenta
una refeudalización… en
la conformación de un complejo mosaico
de esferas públicas de diversos tamaños,
que se traslapan e interconectan o que nos obligan
a reconsiderar radicalmente nuestros conceptos
sobre la vida pública y sus términos
asociados tales como opinión
pública, bienestar público y la
diferenciación público-privado
(Winocur, 56.).
A pesar de los
logros del servicio público de radio en
los países desarrollados, Keane los denomina
institución enferma, una vez
que han demostrado flaqueza en sus bases financieras,
papel como medios, estatuto legal y rol público.
Sobre todo, se evidencia en los países
europeos en donde este tipo de institución—al
igual que partidos políticos, iglesia,
sindicatos—está perdiendo vitalidad,
o bien, generando nuevos debates en torno a su
propio grado de representatividad dentro de la
ciudadanía.
Varias son las
causas del deterioro del servicio público
de radiodifusión, tres de ellas están
ligadas directamente a la teoría de la
esfera pública.
1. Estrechez
financiera
2. Problemas de legitimidad
3. Cambios tecnológicos
1. Estrechez
financiera. En Europa, los recortes gubernamentales
para la radiodifusión pública,
los ingresos por parte del otorgamiento de las
licencias disminuyeron, hasta en un 30 por ciento
como en el caso de Suecia. Asimismo, con excepción
de la BBC y las cadenas alemanas ARD y ZDF, las
radiodifusoras se quedaron atrás en la
incorporación de nueva tecnología.
Por el contrario las cadenas privadas proliferaron,
por lo que las corporaciones públicas
se vieron obligadas a firmar convenios de coproducción,
a privatizar o subcontratar algunas partes de
sus equipos, servicios e instalaciones de producción,
así como participar en empresas de comercialización
internacional. Con lo que empezaron a jugar el
mismo lenguaje sobre ganancias, audiencia y mayores
dividendos de los programas. Keane dice que la
tendencia a la autocomercialización,
“debilita la legitimidad del modelo de
servicio público, al desdibujar la singularidad
de su programación y dar fuerza a los
promotores de la desregulación en su cruzada
para marginar a los medios públicos”
(Keane).
2. Problemas
de legitimidad. La radiodifusión
pública presenta problemas de representatividad,
pues no han logrado ser universalistas. Es decir
que llegan a toda la gente. Tampoco son pluralistas,
ya que no satisfacen a todas las opiniones de
la sociedad. La representatividad se observa
sobre todo en la programación musical,
en donde viola su principio de igualdad para
ofrecer a todos el mismo tipo de entretenimiento.
O bien, cuando se manejan temas sobre sexualidad
y la disidencia política, cuyos tratamientos
son un tanto tímidos debido a las presiones
gubernamentales. Tal situación los asemeja
a los medios comerciales, una vez que utilizan
los mismos recursos de producción y de
similar manera: entrevistan a los políticos,
empresarios, especialistas académicos.
La audiencia, como consecuencia, se vuelve más
perceptiva a los formatos comerciales.
3. Cambios
tecnológicos. Este rubro no sólo
implica que con la rápida evolución
tecnológica, como el advenimiento satelital,
los medios públicos compiten en el espectro
de los multicanales, sino que Keane observa que
“los ciudadanos que se desenvuelven dentro
de una esfera pública integrada pertenecen
con pleno derecho a un territorio claramente
delimitado, que es vigilado por el estado-nación
soberano”. Además los delimita territorialmente
subordinados a un estado-nación en particular.
Esto se percibe cuando los franceses le llaman
a su servicio público, La voz de Francia,
o cuando se designa a la BBC como el instrumento
nacional de radiodifusión.
Por estas tres
dimensiones explicadas (estrechez financiera,
problemas de legitimidad y cambios tecnológicos),
Keane piensa que aquel discurso, de aquellos
que suponen una afinidad electiva entre la radiodifusión
de servicio público y la esfera pública
ha empezado a endurecerse y a convertirse
en dogma, precisamente porque la metáfora
espacial de la que parte ha dejado de coincidir
con las tendencias a largo plazo de los medios
de comunicación en las antiguas democracias
parlamentarias.
Por tal motivo,
entender a la esfera pública contemporánea
como aquélla república territorialmente
unificada, integrada, circunscrita dentro de
un concepto estado-nación, en donde los
ciudadanos buscan el bienestar público,
está llegando a su fin.
Keane entonces
propone que, los medios de comunicación
emergen como aquellos actores que vinculan a
los intereses o relaciones de poder de dos o
más personas dentro de un espacio determinado
dentro de un lapso breve o prolongado, en donde
se suscita la discusión, cuestionamiento,
disputas no violentas, consensos, disensos. A
esta vinculación que conceden los medios
de comunicación, Keane le denomina esfera
pública, la cual es diversa y heterogénea
pero de ninguna forma integrada. La diversidad
y heterogeneidad ofrece diferentes tipos de relaciones
entre individuos, por lo que Keane hace la distinción
entre las microesferas públicas, mesoesferas
públicas y macroesferas públicas.
1. Microesferas
públicas. Aquí interactúan
decenas, cientos y miles de adversarios dentro
de un sub-estado-nación. Las microesferas
públicas se pueden hallar en una amplia
variedad de espacios locales, en donde diferentes
grupos sociales convergen: iglesias, partidos
políticos, clubes, asociaciones. Las microesferas
públicas:
a) Contribuyen
a forjar la identidad de los ciudadanos.
b) Enfrentan poderes verticales, los cuales intentan
regular y redefinir su vida pública.
c) Crean redes solidarias dentro de la comunidad,
a través de la participación temporal
o continua.
d) Funcionan como laboratorios experimentales
para gestar el cambio social.
e) Crean nuevos significados e impugnan códigos
de la vida cotidiana mediante el cuestionamiento,
de modo que confrontan a los actores sociales
antagónicos.
f) En ocasiones trabajan de forma invisible.
g) Emergen por la iniciativa de un grupo.
2. Mesoesferas
públicas. Son espacios de debate
sobre el poder conformados generalmente por millones
de individuos que atienden un medio masivo de
comunicación masiva en el ancho de un
territorio dentro del marco de un estado-nación.
La BBC en Gran Bretaña, NPR o PRI en Estados
Unidos, los periódicos de gran circulación
como el New York Times, The Washington Post forman
parte de las mesoesferas.
Aunque las microesferas
emprenden fuerza desde abajo de la estructura
social, las mesoesferas muestran considerable
resistencia. No necesariamente tienen relación,
pero actúan paralelamente cuando se politizan,
tras existir controversias públicas. O
bien, cuando existen lenguas regionales como
en España y los lectores escogen los periódicos
o boletines locales para informarse. Al respecto,
Keane observa que:
Contrario a
los recientes intentos por vincular la teoría
de la esfera pública con la suerte de
los medios de comunicación de servicio
público, existe el hecho de que las controversias
públicas sobre el poder generalmente
son facilitadas por los medios de comunicación
privados de la sociedad civil. Existen muchas
evidencias de que, así como los medios
de servicio público están cada
vez más constreñidos por las fuerzas
del mercado, también los medios mercantilistas
están sujetos a procesos de largo plazo
de autopolitización, porque están
obligados a abordar temas de interés
par un público constituido por ciudadanos
que son capaces de distinguir entre el sensacionalismo
del mercado y las controversias públicas.
3. Macroesferas
públicas. Se conforman por miles
de millones de personas que debaten en un espacio
supranacional y global de poder. Las firmas internacionales
de comunicación masiva, como CNN, Sony,
ABC, Time Warner, son los protagonistas en las
mesoesferas. Estas empresas realizan negocios
globales sin tener que enfrentar los derechos
de autor, a menudo pueden evadir la legislación
de algún estado-nación. Generalmente
son manejadas por un pequeño grupo de
personas, para quien trabajan personal especializado
de varias partes del mundo.
Conclusiones
¿Cuáles
son las implicaciones conceptuales de la fragmentación
del espacio público global?
1. Los espacios
públicos políticamente construidos
están interconectados con un espacio físico-territorial,
las redes por internet son ejemplo de ello. Este
es uno de los motivos por el cual la vida pública
está experimentando un proceso de desterritorialización.
Pero tampoco quiere decir que las fronteras se
están borrando, por lo que la diferencia
entre lo micro, meso y macro sigue siendo una
característica notable dentro del sistema
social.
2. Las esferas
públicas no son longevas. Pueden desaparecer,
como toda práctica socio-cultural, dependiendo
de los intereses y objetivos del grupo social
y del contexto sociohistórico.
3. Lo político es lo que hace la diferencia
entre lo público con lo privado, lo cual
se encuentra en el debate. Es decir,
lo privado deja de serlo cuando se polemiza mediante
el debate en un espacio público.
4. Una democracia
sana es una en donde todo tipo de esferas públicas
convive sin que alguna de ellas monopolice “las
disputas públicas sobre la distribución
del poder” (Keane).
5. Las Mesosferas
de las que nos habla Keane son tendencias de
la vida pública actual. “La teoría
de la vida pública que se aferra dogmáticamente
a la visión de una esfera pública
que se afianza dogmáticamente a la visión
de una esfera pública unificada, en la
que se definen la opinión pública
y el interés público, es una quimera,
y que por el bien de la democracia dicha teoría
debe ser ahora arrojada al mar”.
Referencias:
•
Hanada, Tatsuro (2002) “Una aproximación
conceptual a la esfera pública”,
en La ventana global, José Vidal
Beneyto (director), Taurus: Madrid.
•
Keane, John (1997) “Transformaciones estructurales
de la esfera pública”, en Estudios
sociológicos, enero-abril, México.
•
Ortega, Félix, “Una simbiosis compleja:
políticos y periodistas”, revista
Telos, núm. 54, Madrid, 2003, 71-83
pp.
•
“Espacio público y legitimidad política”,
en Reflexiones sociológicas,
CIS, Madrid, 2004.
•
Ortega, Félix, y Ma. Luisa Humanes, Algo
más que periodistas, Ariel, Barcelona,
2000.
•
Winocur, Rosalía, Ciudadanos mediáticos,
la construcción de lo público en
la radio, Gedisa, Barcelona, 2002.
Mtro.
Lenin Martell Gámez
Profesor-investigador, Universidad
Autónoma del Estado de México,
México. |