|
Por Adán Zamarripa
Número
56
Al
desarrollar un guión de largometraje cinematográfico
ficción, el escritor se enfrenta con diversas
problemáticas, una de ellas, quizá
la que más le mueve a reflexión
y análisis, es la creación del
personaje. Sin duda, la mayoría de la
historias parten de una anécdota. Pero
al enfrentar el cómo contar una historia,
se encuentra con que son los personajes, los
entes humanos que se moverán, hablarán,
sentirán y sufrirán, los que tienen
que transmitir al espectador este relato.
El problema
de la verosimilitud de los personajes, daña
la calidad del cine mexicano1
que a pesar de tener técnicamente niveles
similares a las películas norteamericanas
y europeas, las fallas siguen estando en el guión
y en gran parte la que corresponde a la creación
de personajes. Entonces, el espectador común
se aleja, se aburre, pierde el interés
en lo nacional.
Existen diversas
técnicas para el desarrollo de personajes,
en la actualidad son las del guionista norteamericano
Syd Field las que más se imparten en las
escuelas de cine y de escritores. Sin embargo
están más enfocadas a la creación
de un personaje sustentable consigo mismo, coherente
con sus acciones respecto a su perfil psicológico,
sin detenerse en el análisis del entorno
social, político y cultural donde se desenvuelve.
Esto sucede porque las herramientas que Syd Field
nos ofrece para la creación de personajes
están basadas en el ser humano norteamericano,
y si algo es un estereotipo para el cine son
precisamente los norteamericanos. Desde luego
es una falacia, Estados Unidos es un país
diverso, que contiene en su interior a todas
las razas, a todos los credos, a todos los pensamientos
humanos. Así, los personajes del cine
norteamericano, al menos del cine de género
comercial2,
son todos ellos anglosajones o negros adheridos
al statu quo estadounidense. Syd Field
analiza la creación del personaje desde
el punto de vista de la personalidad y de la
necesidad dramática que lo mueve. Es decir,
el personaje debe de llegar a un objetivo y tiene
ciertas características que lo hacen obtenerlo
o no. Se puede mover en el ámbito de la
acción física o de la acción
emocional: lo importante es el resultado personal,
lograr su propósito, cumplir con la necesidad
dramática; es la heroicidad individual
que puede o no afectar a una colectividad; siempre
será el logro del personaje principal
el fin último de una película.
Pero nunca en el terreno de una acción
movida desde el ámbito social, como lo
haría un personaje anclado en una realidad
tangible. Es claro que esta metodología
está formulada para crear personajes heroicos,
más cercano a la tragicomedia de aventuras
y al melodrama que al cine de denuncia política
o social.
Hay otro guionista
que ha intelectualizado el proceso de la escritura
para cine, Jean Claude Carriere, quien escribió
historias para Luis Buñuel en su última
etapa francesa y también para varios realizadores
de la Nueva Ola francesa como Alan Resnais y
Jean Luc Goddard. Sus textos, escritos junto
a otro cineasta, Pascal Bonitzer, son una serie
de experiencias personales y consejos prácticos
acerca del proceso guionístico.
Otro texto para
incipientes escritores que vale la pena recuperar
es Dramatica, de Melanie Anne Phillips y Chris
Huntley(1992), que dedica una tercera parte del
libro de 300 páginas a la creación
de personajes. Quizá su contenido sea
obtuso, mecánico, pragmático, pero
aporta información novedosa acerca del
proceso guionístico. Su planteamiento
se enfoca en la creación de personajes
arquetípicos, formulando que en toda historia
debe haber ocho personajes principales interactuando
con funciones específicas. Incluso los
analizan y explican en películas como
La Guerra de las Galaxias (Lucas, 1979),
Tiburón, (Spielberg, 1977) y
otras. Es un esquema cerrado en una estructura
lineal, pero práctica, para crear personajes
en guiones de películas norteamericanas
de género sin ninguna pretensión
de trascendencia cultural. Lo interesante de
este texto es la reinterpretación del
término estereotipo, así como todo
el proceso de creación de personajes verosímiles.
Existe otro
texto llamado Guión para medios audiovisuales
cine, radio y tv, (1994) de Maximiliano
Maza Pérez y Cristina Cervantes Collado,
que en su parte dedicada a la creación
del guión cinematográfico retoma
y a veces, traduce literalmente, los textos de
Syd Field, aún así, realiza aportaciones
interesantes en cuanto a la función temporal
en el relato audiovisual.
Otro mexicano
es Marco Julio Linares quien tiene un libro que
va por la sexta edición llamado El
Guión: Elementos, formatos y estructuras,
(2002) que, como su nombre lo indica, está
enfocado a describir los formatos en que se escriben
los distintos guiones audiovisuales, tan sólo
destina siete páginas (57 a 63) al proceso
creativo de escritura de un guión cinematográfico,
dedicando el resto al formato y presentación.
No hay ni siquiera un apartado que se dedique
a la conformación de los personajes o
de la trama.
Por último,
Linda Seger, quien en su libro Cómo
crear personajes inolvidables (2000) toma
un enfoque psicológico, principalmente,
para la formulación de personajes.
No hay que confundirnos,
existen infinidad de libros acerca de cómo
escribir un guión, pero la mayoría
de ellos se refieren a la parte técnica
y reproducen y mejoran un poco las anotaciones
hechas por Syd Field. Sin embargo no he encontrado
otros autores que realmente aporten nuevos enfoques
para la creación de personajes.
Hasta hoy, las
herramientas de Syd Field son las más
recurridas por los escritores, pero a los guionistas
mexicanos preocupados por representar la realidad
del momento a través de historias y personajes,
la metodología de Syd Field les resulta
incompleta, que no errónea, ya que simplemente
deja de lado factores fundamentales que da por
hecho y que para nosotros son los que determinan
el carácter y la forma de ser de los personajes
tales como la condición social, económica,
ideológica y cultural del personaje.
De aquí
la importancia en formular lineamientos y sistemas
que nos permitan un acercamiento al personaje
que queremos retratar con enfoques metodológicos
de las ciencias sociales. Por que son los personajes
reales los que nos muestran los conflictos cotidianos,
sus propias experiencias, sus propios dramas,
sus propias frustraciones y logros. Son las personas
de la calle las que alimentan el espíritu
creador del guionista, deben serlo, allí
están las historias, allí están
los problemas, allí las decisiones que
transforman la vida, que constantemente modifican
la realidad.
Pero ¿cómo
se enfrentan los guionistas mexicanos y latinoamericanos
al problema de lograr la verosimilitud del relato
audiovisual a través de sus personajes?
¿Es necesaria la creación de personajes
por medio de una investigación metodológica
e interdisciplinaria para la elaboración
del guión audiovisual, principalmente
aquel del largometraje cinematográfico
ficción o es suficiente la observación
empírica para lograrlo?
Hasta hace un
par de décadas, los guionistas se acercaban
al proceso de creación de personajes de
manera empírica, salvo José Revueltas,
Mauricio Magdaleno y quizá Alfonso Reyes,
Salvador Novo y Ricardo Garibay, que escribieron
guiones por encargo, lo hicieron de una manera
académica, es decir, con un plan preestablecido,
como un proyecto de investigación. Pero
aquellos que se dedicaban a escribir constantemente,
que vivían de ello, no venían del
mundo intelectual mexicano, por el contrario,
se habían hecho en el medio, empezando
como asistentes o actores3.
Así, su fuente era la observación
directa y recurrían a su buen juicio y
memoria para reproducir el habla, el carácter
y las historias de las personas de los distintos
grupos sociales. Hoy las cosas han cambiado,
la experiencia empírica y autodidacta
es insuficiente, la intuición y el proceso
creativo bohemio y anárquico han dado
paso a la metodología y a la teoría
científica para la formulación
de historias y máxime si estas intentan
ser un reflejo de la realidad. Sin embargo no
es suficiente ser un académico dedicado
para poder escribir guiones, se requiere la interpretación
del autor, el conocimiento del proceso dramático
y de todas las herramientas teórico-metodológicas
de la dramaturgia y el guionismo para concebir
una historia verosímil. La creatividad
y el talento son indispensables en el autor,
pero la comprensión del fenómeno
es ya terreno del psicoanálisis y la filosofía.
Los autores deben crear puentes entre los personajes
reales y los personajes de ficción, que
se involucren y alimenten uno a otro, que se
observen, se hablen, interaccionen y se enfrenten.
Puentes continuos habilitados por la investigación
con herramientas teórico metodológicas
de las ciencias sociales y la observación
permanente de la realidad. Hoy, al escribir un
guión, no se puede dejar de lado los diferentes
aspectos que conforman al individuo como el entorno
cultural ecológico, así como los
círculos familiar, laboral, simbólico
y mítico.
Ya no es suficiente
la reproducción fiel de la sociedad pues
la complejidad de los lenguajes audiovisuales
ha evolucionado y ha conformado públicos
capaces de descubrir y descifrar las estructuras
ideológicas del emisor ocultas en el mensaje
audiovisual. El espectador está hoy más
cultivado y reconoce lenguajes cinematográficos
complejos con tramas múltiples y mensajes
subyacentes, así, directores como Atom
Egoyan (Felicia’s journey 1999,
Dulce porvenir 1997, Exótica
1994), Pedro Almodóvar (Hable
con ella 2002, Todo sobre mi madre 1999,
¡Atame! 1990), Todd Solondoz (Storytelling
2001, Happiness 1998, Wellcome
to the Dollhouse 1995) y en México
Alejandro González Iñárritu
(Amores Perros, guión de Guillermo
Arriaga, 2001), María Novaro (Lola
guión de Beatriz y María Novaro,
1995), Antonio Serrano (Sexo, pudor y lágrimas
1998), Juan Carlos De Llaca (Por la
libre guión de Antonio Alegría,
2000), Alfonso Cuarón (Y tu mamá
también guión de Alfonso y
Carlos Cuarón, 2001) y Armando Casas (Un
mundo raro guión de Armando Casas
y Rafael Tonatiuh, 2001) entre algunas más,
han llevado a la pantalla personajes realistas
con un mensaje oculto detrás de la historia
evidente, un mensaje que propone el conocimiento
de la realidad para llegar a una identidad que
mueva al cambio. Sus protagonistas son verosímiles,
se identifican con el espectador porque son reconocibles
en la realidad, porque los hemos visto en la
calle, los hemos oído en el café,
porque somos nosotros mismos, o al menos, una
parte de nosotros.
Al enfrentar
el desarrollo de personajes realistas y recurrir
a las técnicas de Syd Field, he encontrado
las limitaciones de su metodología, la
cual sólo me daba la conformación
de un personaje poco anclado en la realidad,
quizá muy bien diseñado de acuerdo
a los cánones del género y el estilo
cinematográfico escogido, pero no para
la creación de un personaje realista y
verosímil. Entonces, al recurrir a la
experiencia empírica, se descubre que
la observación directa tiene límites.
La entrevista sin sustento puede llevar a conjuntar
un sin fin de material que si no es clasificado
y delimitado resulta poco útil. Empezar
de cero en el conocimiento sobre un grupo social
negando los estudios antropológicos, psicológicos
y sociológicos previos, es un acto egocéntrico
común en el escritor. La necesidad de
una sistematización del proceso y de la
aplicación de herramientas de las ciencias
sociales es fundamental para lograr el conocimiento
del grupo y de los sujetos que nos interesa llevar
en un personaje a una película.
No existe un
ser humano igual a otro, cada uno es distinto,
con pensamientos, anhelos, gustos y pasiones
diversas. Sin embargo, existen estereotipos,
cánones de conducta y pensamiento similares
que se producen y reproducen en las distintas
sociedades. En el caso del guionista, que trabaja
para crear productos audiovisuales, ya sea en
cine, televisión o cualquier otro medio,
los seres humanos se convierten en estereotipos,
ya que deben reflejar a una parte importante
de la sociedad, aún los parias, los locos,
los segregados, caen en un estereotipo cinematográfico.
Romper esta inercia redundará en la creación
de personajes verosímiles que harán
evolucionar el cine hacia nuevos horizontes,
no sólo en el cine independiente, sino
también en el comercial.
El cine mexicano
contemporáneo no ha logrado despegar de
los estereotipos convencionales traídos
del cine urbano melodramático o picaresco,
o del cine intelectual de Gavaldón, o
de la copia del cine de gángsteres norteamericano
de Juan Orol, o del cine de aventuras con nuestros
atléticos luchadores. Hay que rescatar
los logros de Luis Buñuel de crear personajes
realistas, verosímiles, tan duros como
su entorno en Los Olvidados (guión
de Luis Alcoriza y Luis Buñuel, 1950),
mucho menos realistas pero sí trascendentes
y entrañables en La Ilusión
Viaja en Tranvía (guión de
Luis Alcoriza, Juan de la Cabada, José
Revueltas y Mauricio de la Serna,1953) y Subida
al Cielo (guión de Manuel Altoaguirre
y Luis Buñuel, 1952), entre otras. Además
de películas realistas interesantes de
la época echeverrista como Canoa (Dirección
de Felipe Cazals, guión de Tomás
Pérez Turrent, 1975), Las Poquianchis
(Dirección de Felipe Cazals, guión
de Tomás Pérez Turrent y Xavier
Robles, 1976), y otras más. Digno de mencionar
es el caso excepcional de Los Caifanes (Dirección
de Juan Ibáñez, guión de
Juan Fernando Pérez Gavilán y Mauricio
Walerstein, 1966)4,
que se adelanta al cine realista de los años
70 con personajes límite, citadinos, perfectamente
identificables y sin ningún tinte idealista.
Los personajes
cuentan las historias, son los narradores, el
hilo conductor de la trama, de ellos deseamos
su triunfo o al menos conocer sus motivos o su
interior. Construir personajes realistas se hace
cada vez más necesario para formular historias
novedosas y socialmente comprometidas, más
allá de las comedias románticas
o juveniles y cine de aventuras que inunda las
cinematografías mundiales de la actualidad.
Notas:
1
Las anotaciones y comentarios se refieren sólo
al cine mexicano.
2 El cine de
género comercial norteamericano es aquel
que llega a las salas cinematográficas
de circuitos comerciales y que ancla su estilo
en formatos tradicionales como el western, el
thriller policíaco, el musical, la comedia
romántica, entre otros. Sin embargo, existe
otro tipo de cine norteamericano que se ha dado
en llamar Cine Independiente, que no cuenta con
grandes presupuestos y que circula en festivales,
universidades, cine clubes y salas especializadas
y busca nuevas formas narrativas con historias
contestatarias y atrevidas.
3 Como lo muestran
las biografías realizadas por Enrique
Krauze a viejos cineastas en sus programas sobre
el cine mexicano de la serie México
Siglo XX.
4 Sin créditos
en pantalla participaron también en el
guión Carlos Fuentes y Juan Ibáñez.
Mtra.
Adán Zamarripa Salas
Realizador y crítico cinematográfico,
México. |