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Por Carlos Vidales
Número
57
Presentación
El encuentro entre la semiótica y la comunicación
Existen varias reconstrucciones de la historia
de la semiótica y sus múltiples
vías de desarrollo en la actualidad, las
cuales reconocen a Ferdinad de Saussure y a Charles
Sanders Peirce como sus fundadores1.
La propuesta de Saussure era claramente la necesidad
de una ciencia que estudiara la vida de los signos
en el seno de la vida social y denominó
a esta ciencia como semiología
(Saussure, 1998), a diferencia de Peirce quien
definió a la semiótica
como la doctrina de la naturaleza esencial de
las variedades fundamentales de toda posible
semiosis (Peirce, 1955). Este reconocimiento
fue al mismo tiempo la evidencia de que ambos
programas tienen un pasado diferente y caminos
posteriores igualmente diferentes, pero mientras
el primero, el de Saussure, tuvo como eje central
la aplicación del modelo lingüístico
para el estudio de los sistemas de signos en
general, el de Peirce es algo diferente. Lo que
Peirce había propuesto no era un método
de análisis, sino una forma específica
de pensar el mundo, un nuevo típo de lógica
(Peirce, 1955).
Los caminos
posteriores que siguieron ambos programas son
diferentes como diferentes son sus finalidades,
pero una forma de adentrarse en su comprensión
es a través de lo que ha sucedido en su
relación con otras ciencias y disciplinas
científicas. La semiótica, pese
a que ha desarrollado un cuerpo teórico
sumamente vasto y complejo, no se institucionalizó,
sino que se incorporó como herramienta
teórica en diferentes áreas del
pensamiento, desarrollándose principalmente
en centros universitarios dentro de diferentes
facultades o departamentos2.
Una de esas áreas con las que se relacionó
es con la del estudio de la comunicación,
sin embargo, esta relación ha generado
problemáticas específicas (Vidales,
2006). La relación se da en dos sentidos,
primero en la incorporación del modelo
semiótico al campo de estudio de la comunicación
y, segundo, a través de la incorporación
de la comunicación como elemento de estructuración
en el campo semiótico.
No es objetivo
del presente trabajo profundizar en dicha relación
ni en sus problemáticas, sino en explorar
las posibilidades de la semiótica como
matriz teórica para el estudio y pensamiento
de la comunicación, a través de
la propuesta hecha por el norteamericano Charles
Sanders Peirce, ruta que ha manifestado sus alcances
teóricos en la generación de disciplinas
nuevas como la biosemiótica (Sebeok, 2001),
en la profundización de los estudios sobre
la cultura (Eco, 2000, 1999a y 1999b) y en una
gran variedad de temas diversos3.
Por lo anterior, el objetivo del presente trabajo
es mostrar las posibilidades que tiene el programa
de Peirce para pensar la comunicación
semióticamente, lo que implica necesariamente
una configuración epistemológica
y ontológica diferente de la comunicación.
En el espacio semiótico el papel de la
comunicación es más o menos claro,
es un elemento de estructuración y organización,
pero en el campo de la comunicación el
elemento semiótico es más problemático,
se ha reducido a un enfoque metodológico
o ha sido considerado como una forma diferente
de nombrar al mismo campo de la comunicación:
comunicación y semiótica son dos
palabras que definen un mismo programa de estudio
(López, 1997).
La semiótica
de Peirce, a diferencia de la de Saussure, no
es sólo un método de análisis,
es una forma específica de pensar. La
pregunta es, por tanto, ¿qué le
sucede a la comunicación si se piensa
semióticamente? Las líneas siguientes
son apenas un bosquejo de la respuesta a esta
pregunta y tomamos como base La semiótica
social de la comunicación de masas
del danés Klaus Bruhn Jensen (Jensen,
1997), la cual tiene por objetivo analizar y
explicar la necesidad de un retorno a la semiótica
y el pragmatismo de C. S. Peirce con la finalidad
de generar un nuevo desarrollo de la teoría
social desde esta perspectiva y plantear así
una teoría sociosemiótica integradora
de la comunicación de masas. El punto
de partida de Jensen es la idea de que la sociedad
del significado es el resultado de la semiosis
con la que los agentes sociales informados se
comprometen mientras llevan a cabo las necesidades
cotidianas de la vida, por lo tanto, una crítica
a la filosofía del pragmatismo que se
originó a partir de Peirce, identifica
dos líneas del desarrollo de su semiótica,
a decir, a) una teoría de la comunicación
o semiótica de primer orden y, b)
una teoría de la ciencia o semiótica
de segundo orden. Esto implica, a su vez,
el desarrollo del pragmatismo como epistemología
y filosofía política para la comprensión
de la comunicación de masas en tanto que
acción semiótica.
El pensamiento
sociosemiótico de la comunicación,
como ya hemos mencionado, tiene tanto consecuencias
epistemológicas como ontológicas
para el campo de estudio de la comunicación,
puesto que se extiende no sólo a la posibilidad
de pensar semióticamente la comunicación,
sino a la generación de una matriz constructiva
general para pensar desde la comunicación
no sólo al complejo mundo de lo social
semióticamente, sino, de manera general,
a las diferentes manifestaciones de lo comunicativo
en la naturaleza. Este es un elemento que convierte
a la relación semiótica/comunicación
en un tema relevante para la Comunicología
Posible.
Es importante
recalcar que la obra de Jensen se encuentra organizada
en tres secciones, en la primera se exploran
los fundamentos de la semiótica peirceana
y la necesidad de recobrar el pragmatismo, en
la segunda sección se indaga, a través
de estudios específicos, las teorías
de la comunicación o, lo que es lo mismo,
la semiótica de primer orden. En la tercera
sección lo que se presenta es una teoría
de la ciencia o semiótica de segundo orden.
Por motivos expositivos el desarrollo del presente
trabajo seguirá el mismo orden.
Los
fundamentos de la teoría peirceana
Es importante tener en consideración que
el punto de partida de Klaus Bruhn Jensen es
el estudio de la comunicación de masas4,
estudio del que desprende las primeras problemáticas
generales al considerar que la mayoría,
cuando teoríaza sobre este tipo de estudios,
implícitamente diseña sus modelos
a partir del lenguaje verbal, aunque el objeto
de estudio no sea precisamente de naturaleza
verbal (televisión, multimedia, imágenes,
comunicación audiovisual, etcétera).
Aunado a esto, el problema de la validez teórica
se agrava a nivel metodológico cuando
modelos formales de análisis, que tienen
sus orígenes en la lógica o en
las matemáticas5,
se superponen a las nociones verbales de la comunicación.
Es desde este primer escenario que Jensen desprende
la necesidad de “una teoría de los
signos más diferenciada, que explique
los vehículos reales de la comunicación
y su impacto en las audiencias y sociedades”
(Jensen, 1997:20) y es, al mismo tiempo, el reconocimiento
de la necesidad de un marco teórico capaz
de enfrentar semejante tarea. Pero el marco no
es la semiótica por sí misma, sino
el programa peirceano que plantea su propio método,
es decir, el pragmatismo, método del que
pueden ser resumidos sus elementos distintivos
en relación a tres conceptos centrales:
semiosis, acción y diferencia.
Según
Jensen “el pragmatismo define la semiosis
en términos generales y la considera un
elemento constitutivo de toda percepción
y cognición humana. La conciencia siempre
está transmitida por signos, que así
prestan forma, sea a los artefactos culturales,
sea a todos y cada uno de los pensamientos que
penetran en la vida social, producción
material y práctica cultural. La semiosis,
por otra parte, se define no como un sistema,
sino como un proceso continuo de significación
que orienta la cognición y acción
humana” (Jensen, 1997:29). Esto es precisamente
lo que llevó a Peirce a afirmar que
todo pensamiento es necesariamente un pensamiento
en signos, al suponer que si buscamos los
aspectos de hechos externos, la única
forma en que el pensamiento puede ser encontrado
es a través del pensamiento en signos,
pero de cualquier forma, sólo mediante
los hechos (acciones) externos el pensamiento
puede ser conocido completamente. El único
pensamiento que puede ser cognoscible es, por
tanto, el pensamiento en signos, así,
el pensamiento que no puede ser cognoscible no
existe. De esto mismo se deriva la idea de que
si todo pensamiento es un signo, entonces todo
signo debe de relacionarse y delimitar a otro
signo puesto que ésta es su esencia. Entonces,
cualquier pensamiento debe de haber sido precedido
necesariamente por algún otro pensamiento,
es decir, que todo el pensamiento es en signos
(Peirce, 5.251-5.253)6.
Más aún,
“el pragmatismo sostiene que los signos,
tanto si se trata de representaciones o de otras
formas comunicativas, no provocan una «respuesta»
en ningún sentido conductista, sino que
pueden producir «una predisposición
para actuar». Los signos presentan cursos
de acción potenciales” (Jensen,
1997:29). La peculiaridad de los signos es que
éstos se desarrollan en un contexto
social específico en el que los participantes
en un determinado proceso comunicativo negocian
no sólo la acción de cada uno de
éstos, sino que seleccionan un significado
común dentro de un red significativa posible.
Este proceso de semiosis permite que
los sujetos involucrados en dicho proceso, negocien
su relación con la acción dentro
de un contexto determinado, por lo tanto, la
semiosis puede ser considerada como un continuo
mecanismo de reacción que transmite el
significado de la acción social y, por
ende, de la comunicación en general. En
este sentido, la incorporación de la semiosis
(subjetiva) y la práctica social (objetiva)
se especifican a través de su diferencia.
Por lo tanto,
el significado no es una cualidad esencial del
signo, sino que es un producto de su relación
e interacción con otros signos capaces
de presentarlo como diferente, es decir, que
el signo se presenta como diferente por sus elementos
distintivos en contraposición a aquellos
de otras unidades que estén en el mismo
nivel del sistema (de signos). El problema en
este punto es que la atención del estudio
semiótico a permanecido al nivel de la
diferencia discursiva en los procesos de significación
y no al nivel de las diferencias interpretativas.
Los signos y sus múltiples interrelaciones
siguen siendo el centro conceptual del análisis
semiótico, dejando en un segundo término
a los procesos interpretativos y sus diferencias,
en síntesis, los signos siguen teniendo
supremacía sobre los procesos de semiosis.
Centrar el análisis
y pensamiento semiótico en los procesos
de semiosis y los significados diferenciados
es construir implícitamente formas diferentes
de concebir las interacciones sociales y a la
sociedad misma a través de un tipo diferente
de sociedad, la sociedad del significado:
“la sociedad del significado es el resultado
de la semiosis con la que los agentes sociales
informados se comprometen mientras llevan a cabo
las necesidades cotidianas de la vida”
(Jensen, 1997:33). En efecto, la sociedad del
significado es una forma diferente de construcción
y reconstrucción social que pone en el
centro a los procesos diferenciados de semiosis
en contextos cotidianos de interacción
informativa, lo que implica necesariamente una
fundamentación semiótica que reconstruye
este espacio bajo la relación triádica,
y es al mismo tiempo, una ontología específica
en la base de la semiótica que asume tres
maneras generales de ser: el ser de una posibilidad
positiva y cualitativa (representamen/primeridad),
el ser de un hecho real (objeto/segundidad),
y el ser de ley que gobernará los hechos
en el futuro (interpretante/terceridad). Lo anterior
puede ser esquematizado, sólo a manera
de ejemplo, en base a las categorías de
Peirce y a la necesidad manifiesta de Jensen
de aplicar dichas categorías a la semiótica
social de la comunicación de masas7.
Cuadro 1. Construcción
triádica de Perice y la comunicación
de masas de Jensen
Fuente: Elaboración
propia
El elemento
central de esta primera construcción es
el interpretante, al ser relacionado directamente
con un eje de acción y ley de terceridad.
En este sentido, Peirce reconocía tres
tipos de interpretantes. El interpretante
inmediato, entendido como el interpretante
que se revela en la correcta comprensión
del signo mismo, es a lo que comúnmente
se le conoce como el significado del signo. Es
la abstracción, lo que algunos tienden
a llamar el sentido, sin embrago, sigue perteneciendo
a la forma mental de representación, pero
que no ha sido reflexionada, se podría
decir que es una forma cuasi instantánea
de significado. Por su parte, el interpretante
dinámico, que es el efecto real que
el signo, en tanto signo, determina un evento
real y singular. Por último, el interpretante
final (al que el mismo Peirce le tenía
reservas) se refiere a la manera en que el signo
tiende a representarse a sí mismo para
relacionarse con su objeto. Podría ser
lo mismo que la «significación»,
el efecto que el signo producirá sobre
cualquier mente sobre la cual las circunstancias
permitirían que pudiera ejercer su efecto
pleno.
La importancia
de incluir a los interpretantes de Peirce responde
a la necesidad de poner en el centro al significado,
elemento que configura la sociedad del sigfnificado
de la que ya hemos hecho mención. Cada
interpretante tiene la posibilidad de convertirse
en signo de otro objeto, el cual se será
más tarde otro interpretante capaz de
convertirse en otro signo y así sucesivamente,
lo que extiende las relaciones de interpretantes
a una cadena infinita de relaciones posibles.
De esta forma, la sociedad comparte cadenas de
interpretantes, es decir, cadenas de semiosis.
El reconocimiento de la semiosis como un proceso
continuo lleva a Jensen a plantear el concepto
de comunidades interpretativas de la ciencia,
las cuales poseen varias similitudes estructurales
con las audiencias de los medios de comunicación
de masas. “Según el concepto que
tenía Peirce, la ciencia es un contexto
para negociar el interpretante final del conocimiento
humano. Del mismo modo, los medios de comunicación
de masas proporcionan un foro para negociar los
significados interpretativos que son refutados
y que pueden ser aprobados por medio de una acción
concertada y aprobada socialmente” (Jensen,
1997:52).
El concepto
de comunidades interpretativas identifica una
coyuntura estratégica entre la micro y
macrosociedad, entre los aspectos materiales
y discursivos de la semiosis social y entre los
diversos niveles y procesos de estructuración
social, por lo tanto, la acción semiótica
es un elemento constitutivo de la sociedad del
significado que lleva finalmente a una recontextualización
de la ciencia social. El punto clave es que la
recotextualización de la sociedad del
significado viene predeterminada por un fundamento
semiótico de lo social que implica en
última instancia un modo específico
de pensar la ciencia social: la sociosemiótica
o semiótica social. Sin embargo, como
afirma Jensen, “en opinión de varios
críticos de semiología y estructuralismo,
la semiótica y el pragmatismo de Peirce
representan el camino que no se ha escogido”
(Jensen, 1997:66) y, en el caso concreto del
campo de estudio de la comunicación, la
semiótica, cuando aparece, sigue siendo
bajo la forma de una aproximación metodológica
y Peirce, sigue siendo prácticamente inexistente.
El primer bosquejo
que hemos elaborada sobre los fundamentos semióticos
nos mueven hacia dos fuertes consecuencias: a)
pensar lo social semióticamente implica
necesariamente una reconstrucción de la
ciencia social y una consideración ontológica
y epistemológica diferente y, b) hacer
el mismo ejercicio en el campo de la comunicación
plantea una dificultad similar, pensar la comunicación
semióticamente supone pensar epistémica
y ontológicamente en una comunicación
diferente, en una semiótica de segundo
orden o teoría de la ciencia. Esta segunda
semiótica es de suma importancia, puesto
que sugiere que el pensamiento semiótico
de la comunicación generaría implícitamente
una ciencia de la comunicación de base
semiótica, es decir, la semiótica
se extiende por encima de la teoría de
la comunicación.
Semiótica
de primer orden
En el punto anterior hemos realizado un primer
apunte de los fundamentos de la semiótica
peirceana y sus implicaciones para el estudio
y pensamiento de la comunicación. Lo que
sigue a continuación es la conceptualización
de lo que Jensen considera la semiótica
de primer orden o teoría de la comunicación
de masas que utiliza los repertorios de la semiótica.
La comprensión de la comunicación
de masas como una variedad de semiosis social
constituye un nuevo punto de partida de los estudios
de la comunicación, hasta el punto que
plantea una especificación conceptual
y una confirmación metodológica
de la manera de estudiar la comunicación
de masas como práctica discursiva en un
contexto social.
Con la finalidad
de explorar en qué sentido la comunicación
de masas es una forma de representación
y práctica social, Jensen introduce la
distinción entre dos aspectos distintos
de la cultura, a saber, el tiempo-dentro
de la cultura y el tiempo-fuera de la cultura.
A la primera la entiende como un aspecto continuo
de la semiosis y como un elemento constitutivo
de otras prácticas sociales, puesto que
comprende muchas premisas y procedimientos que
sirven para orientar la interacción social,
el tiempo-dentro de la cultura es el medio que
representa e incorpora la acción y estructura
en el seno de un contexto de acción. Por
su parte, el tiempo-fuera de la cultura es el
aspecto de la semiosis que se puede designar
como una práctica social separada que
los agentes como tales pueden identificar. Sitúa
la realidad en una agenda explícita en
tanto que un objeto de reflexividad y proporciona
la ocasión de que uno mismo se contemple
desde una perspectiva social, existencial o religiosa
(comúnmente asociada con los rituales
religiosos y las bellas artes) (Jensen, 1997:98-99).
El interés
de Jensen en definir ambos aspectos de la cultura
tiene como objetivo central plantear los constituyentes
de la semiótica social y su relación
con la comunicación de masas, por lo tanto,
el marco semiótico implica tácitamente
una fundamentación semiótica.
Esta es una afirmación que pareciera tautológica
pero que encierra un principio lógico
constructivo que se plantea al mismo tiempo como
una crítica a la reducción metodológica
del pensamiento semiótico. Pensar la comunicación
desde la semiótica social sugiere no un
marco sociológico, lingüístico
o psicológico, sino uno específicamente
semiótico que reconstruye las relaciones
sociales como relaciones semióticas, lo
que genera la necesidad no sólo de nuevos
conceptos, sino de nuevas definiciones. De esta
forma, la teoría de la semiótica
social define a la comunicación de masas
Como una institución
que produce y hace circular significados en
la sociedad, a través de prácticas
interrelacionadas de tiempo-dentro y tiempo-fuera
de la cultura. El proceso semiótico está
condicionado, en primer lugar, por factores
tecnológicos, económicos y de
organización de un contexto histórico
determinado… En resumen, el elemento distintivo
de la comunicación de masas, con relación
a las otras instituciones sociales, es el proceso
semiótico y la práctica cultural
en la articulación de los significados
en los que las audiencias actúan, en
el contexto de recepción inmediato y
también en el contexto social más
amplio (Jensen, 1997:100).
Si el elemento
característico de la comunicación
de masas es el proceso semiótico y la
acción social está directamente
ligada a la interacción entre las audiencias
y los medios de comunicación de masas,
entonces, aparecen tres elementos que cobran
una importancia central en los procesos de investigación,
a decir, la recepción, los usos sociales
y los contextos culturales de los medios de comunicación.
Estas primeras definiciones mueven los procesos
de semiosis más allá de los medios
de comunicación, trasladándolos
a un lugar secundario y colocando en un nivel
teórico previo de análisis a las
sociedades como generadoras de significados
anteriores a los producidos y transmitidos por
los medios de comunicación. Por lo tanto,
la investigación de los medios de comunicación
de masas no debiese residir en los medios mismos,
sino en un nivel semiótico anterior, en
los procesos de semiosis social, en donde el
significado fluye desde las instituciones sociales
existentes y los contextos cotidianos, vía
profesionales de los medios de comunicación
y audiencias, hacia los medios de comunicación
de masas y no de manera inversa. Por lo tanto,
la investigación, en términos metodológicos,
debiese centrarse en la contribución de
los medios de comunicación a la semiosis
social, de la que forman parte.
Con base en
lo anterior, Jensen propone los constituyentes
de la semiosis social que reproducimos a continuación.
Cuadro
2. Constituyentes de la semiosis social
Epistemología |
Teo |
ría |
Metodología |
|
Humanidades |
Ciencias
Sociales |
|
Signos |
Discursos |
Contenidos |
Constituyentes
de los medios de comunicación |
Interpretantes |
Subjetividades |
Prácticas |
Constituyentes
de las audiencias |
Objetos |
Contextos |
Instituciones |
Constituyentes
del contexto (constituyentes analíticos) |
Fuente: Jensen,
1997: 106.
El cuadro muestra
como epistemología de la semiosis social
a la triada peirceana sobre la construcción
del signo, es decir, al signo (o representamen),
al objeto y al interpretante y es, al mismo tiempo,
la lógica constructiva del la organización
de la comunicación de masas8.
La teoría implica un posicionamiento disciplinar
mientras que la metodología una materialidad
concreta de estudio. La fundamentación
semiótica como epistemología posible
lleva a Jensen a dos afirmaciones que vale la
pena recuperar.
1. El estudio científico de la comunicación
es sólo un ejemplo que ilustra que toda
ciencia es, entre otras cosas, una empresa semiótica.
2. La semiosis científica es un proceso
continuo que da validez a las conclusiones empíricas
y genera una nueva teoría (Jensen, 1997:107).
Ambos puntos
son muy relevantes. El primero supone que la
semiótica puede funcionar como marco epistemológico
no sólo para el estudio de la comunicación,
sino como fundamento para cualquier empresa científica
y, su materialización en un estudio científico
determinado, como el de la comunicación,
la convierte en una semiótica de primer
orden. Por lo tanto, la semiótica como
propuesta teórica siempre se encontrará
bajo la forma de un segundo orden, como teoría
de la ciencia en general. Pero el segundo punto
es algo más delicado. En efecto, coincidimos
con la idea de que la fundamentación semiótica
puede implicar un estatuto de validez de las
conclusiones, capaces a su vez, de generar nuevas
teorías. El problema radica entonces,
en suponer una fundamentación semiótica
bajo el simple uso de terminología semiótica
como parece haber sucedido en el campo de estudio
de la comunicación (Vidales, 2006).
El marco epistemológico
de la semiótica supone una competencia9
semiótica suficiente que no sólo
suponga la utilización conceptual, sino
la consideración ontológica que
se genera a partir de su propia naturaleza. Y
este es precisamente el segundo nivel semiótico,
el de la teoría científica que
desarrollaremos brevemente a continuación.
La
Semiótica de segundo orden y la Comunicología
En las dos secciones anteriores hemos mostrados
los fundamentos de la teoría peirceana
y sus implicaciones para el estudio de la comunicación,
considerándola como una semiótica
de primer orden. De esta forma, las líneas
que siguen tienen como finalidad explicitar un
segundo nivel de abstracción de la semiótica
hacia una teoría general de la ciencia
y sus implicaciones para el estudio de la comunicación
y la Comunicología.
Por principio,
Jensen parte de las distinciones o tipos de complementariedad
entre las nociones humanísticas y naturocientíficas
de la ciencia que aún dividen el campo
de la comunicación y, aunque nuestra intención
no es profundizar en cada una de ellos, consideramos
importante por lo menos reconocer su principio
dicotómico y la naturaleza de su acción
en investigaciones concretas. Los pares representan
tipos ideales de construcción que difícilmente
existen en la práctica, y lo que normalmente
sucede es que se transita entre varios de ellos
durante un mismo proceso de investigación,
lo que tiene como consecuencia principal el hecho
de que el campo de estudio de la comunicación,
más que ir creciendo hacia un paradigma,
se conduce inexorablemente a una fragmentación.
Sin embargo, las parejas conceptuales se reducen
en el nivel epistemológico, teórico
y metodológico del análisis y continúan
formando las autoconcepciones científicas
y aún sirven como premisa del debate interdisciplinario
después de más de un siglo de investigación
sociocientífica. El objetivo es, por tanto,
introducir el debate de un tercer paradigma:
“una teoría de la ciencia que pueda
contemplar la comprensión de la semiosis
científica bajo la forma de una acción
social” (Jensen, 1997:223).
Cuadro 3. Dos
paradigmas de la ciencia
Episte |
mología |
Sujeto |
Objeto |
Intención |
Causa |
Historia |
Naturaleza |
Teoría
de |
la
ciencia |
Ereigniswissenschaft |
Gesetzeswissenschaft |
Ideográfica |
Nomotética |
Geisteswissenchaften |
Naturwissenchaften |
Verstehen |
Erklären |
Significado |
Información |
Interna |
Externa |
Metodo |
logía |
Ocurrencia |
Recurrencia |
Experiencia |
Experimento |
Exégesis |
Medición |
Proceso |
Producto |
Fuente: Jensen,
1997:224.
De acuerdo
con la postura de Jensen, mucho del pensamiento
y de la investigación contemporánea
sigue estando permeada fuertemente por una lógica
positivista o, un criptopositivismo que conserva
las tres leyes fundamentales de la teoría
positivista de la ciencias, es deicr: a) la noción
de ciencia como la identificación de las
leyes universales, o en una versión más
simplificada, las irregularidades que son independientes
de los contextos; b) las bases del conocimiento
sobre estas regulaciones en sensaciones elementales
y; c) la exigencia de que todo conocimiento se
basa en los mismos principios metodológicos10.
En este sentido, si el propósito de esta
forma positiva de pensamiento es una ciencia
unificada, la semiótica social propone
la unificación, en último lugar,
en una comunidad de investigación que
tenga en cuenta múltiples signos científicos.
La semiótica representaría ese
tercer paradigma al que Jensen hace alusión,
el cual implica necesariamente una fundamentación
epistemológica diferente pero que tiene
la posibilidad de extenderse como un segundo
orden, como ciencia de la ciencia.
En su texto
Los fundamentos de la semiótica,
John Deely considera que “Por primera vez,
en quizá trescientos años, la semiótica
hace posible el establecimiento de nuevos fundamentos
para las ciencia humanas, fundamentos que a su
vez posibilitan una nueva superestructura para
las humanidades y para las así llamadas
ciencias duras o naturales a la par. Tal marco
teórico ha sido muchas veces soñado,
pero la semiótica lo coloca por primera
vez a nuestro alcance, con la única condición
de que poseamos un entendimiento del signo y
de sus funciones esenciales lo suficientemente
rico como para prevenir el encierro de la investigación
semiótica dentro de la esfera de los signos
construidos” (Deely, 1996:41). Estas funciones
esenciales del signo y su comprensión
requieren de su acción para producir un
fenómeno determinado, la semiosis que,
desde las concepciones de Peirce, hacen de ésta
un proceso mucho más amplio y fundamental
que involucra el universo físico en la
semiosis humana y hace de la semiosis en nuestra
especie una parte de la semiosis en la naturaleza.
Vista desde
esta perspectiva, la semiótica pareciera
convertirse en un método cuyo objetivo
estaría delimitado por el signo y sus
relaciones, lo que implicaría decir entonces,
que la semiosis misma debería de ser entendida
como la fuente epistemológica donde subyacen
los elementos, las reglas y los principios rectores
del campo disciplinar. Sin embargo, la semiótica
tiende a alejarse de su consideración
metodológica para convertirse y ser concebida
como un Punto de Vista, después
de todo, un método implementa algún
aspecto o aspectos de un punto de vista, y la
implementación sistemática de algo
sugerida por un punto de vista es prácticamente
en lo que consiste un método. Cuanto más
rico es un punto de vista más diversos
son los métodos que se necesitan para
explotar las posibilidades de entender que están
latentes en él (Deely, 1990).
Vemos entonces
a la semiótica más como un punto
de vista que como un método, y sus implicaciones
en tanto metodología de análisis
y actualización de conocimiento en su
relación con la construcción sígnica,
y sus interrelaciones como devenidas de su propio
proceso de semiosis. Desde este punto de vista
resulta claro que las ideas no son autorrepresentaciones
sino signos de lo que es objetivamente de y superior
a la idea en su existencia como representación
privada. Por lo tanto, los signos no sólo
son requeridos por la filosofía, la semiótica
o cualquier método dado en las ciencias
naturales, sino como condición que posibilita
a ese mismo método o a una investigación
de cualquier clase. Y el mismo Jensen reconoce
esta naturaleza al afirmar que en realidad “los
signos no son lo que nosotros conocemos, sino
como llegamos a conocer lo que podemos justificar
que decimos que conocemos” (Jensen, 1997:46).
Sin embargo,
la idea del punto de vista de Deely es llevada
a un estadio más complejo por Göran
Sonesson, quien considera que “donde otras
ciencias comienzan con la especificación
de su objeto de estudio, la semiótica
se preocupa del análisis de las diferencias
y similaridades de estos diferentes objetos.
Así, como está involucrada con
diferencias y similaridades entre diferentes
significados para el transporte de información
sobre algo –diferentes perspectivas de
este «algo»– la semiótica
esta siempre localizada en un meta-nivel. Como
se aplica a una perspectiva, por lo tanto, la
semiótica se presenta inmediatamente a
sí misma como una «meta-perspectiva»:
una perspectiva de una perspectiva. Por lo tanto,
cuando gira su atención hacia los discursos
de las diferentes ciencias, la tarea de la semiótica
debe de ser comprobar que estas ciencias en verdad
están preocupadas por las mismas «cosas»”
(Sonesson, s/f:1).
De esta forma,
podemos decir que aquel método o proceso
de investigación que considere los signos
como meros objetos, deja de ser un método
semiótico y queda fuera de las consideraciones
de la investigación semiótica.
Lo anterior lleva a Jensen a la conclusión
de que la semiótica planteada por Peirce
se presta para el desarrollo de una ciencia diferenciada
con la posibilidad de convertirse en semiótica
de primer orden en cualquier disciplina científica.
Sin embargo, en el caso concreto de la comunicación,
el punto de vista semiótico o la semiótica
de segundo orden generan una ontología
de la comunicación especial, lo que
hace evidente Jensen a través de la relación
de una teoría peirceana de la comunicación
a la luz de las investigaciones sobre redes cognitivas
y semióticas, las cuales recién
están comenzando a obtener resultados
interesantes desde diversos campos de la semiótica.
Quizá la evidencia más palpable
de los alcances semióticos como epistemología
sean las grandes áreas de investigación
en las que se inserta como matriz de estructuración11.
Con base en
los anterior podemos afirmar que la propuesta
sociosemiótica de Jensen emerge de la
convergencia de una semiótica de primer
orden o teoría de la comunicación
y una semiótica de segundo orden o teoría
de la ciencia a través de la teoría
peirceana como se muestra en el siguiente cuadro.
Cuadro 4. La
semiótica social de la comunicación
de masas
Fuente: Elaboración
propia
Sin embargo,
la consideración de la semiótica
como matriz de estructuración de la comunicación
conlleva fuertes implicaciones hacia dentro del
campo de estudio de la propia comunicación:
¿por qué la semiótica? ¿Qué
es lo que ha sucedido en el encuentro entre semiótica
y comunicación? ¿De qué
manera está presente la semiótica
en la comunicología? ¿Cuál
es la diferencia entre la comunicación
en el campo semiótico y la comunicación
en el campo de estudio de la comunicación?
¿Son lo mismo? ¿Por qué?
El problema radica en que la semiótica
no sólo se plantea como matriz de estructuración
posible para el estudio de la comunicación
sino que al mismo tiempo se expande como un segundo
orden de la teoría de la comunicación,
lo que llevaría a pensar que la teoría
de la comunicación es siempre un primer
orden sin importar su matriz disciplinar.
Finalmente,
las preguntas tan sólo son la evidencia
de que la relación entre la semiótica
y la comunicación no está determinada
a priori y que la exploración
del pensamiento semiótico para la comunicología
es un programa que habrá que desarrollar
y del que apenas se han estado trazando las primeras
rutas.
A manera
de cierre
Lo que hemos expuesto en estas breve líneas
es apenas un bosquejo de las posibilidades de
la semiótica no sólo para el estudio
de la comunicación de masas, sino para
el pensamiento de la comunicación en particular
y el pensamiento científico en general
a partir de la propuesta sociosemiótica
del danés Klaus Bruhn Jensen en su obra
La semiótica social de la comunicación
de masas. Se han reconocido las oportunidades
que tiene la propuesta semiótica del norteamericano
Charles Sanders Peirce para el estudio de la
comunicación pero se han reconocido, igualmente,
algunas de las problemáticas que se generan
en el cruce entre dos ciencias, a saber, la semiótica
y la comunicología.
Por lo anterior,
la mayor y más compleja tarea es comenzar
a ensayar modelos en donde se piense a la comunicación
semióticamente, en donde se puedan construir
sus conceptos, definiciones, categorías
o principios de organización a través
de la semiótica, entendida esta como una
lógica formal, ensayar, a final de cuentas,
un pensamiento semiótico de la comunicación.
Notas:
1
Véase por ejemplo Victorino Zecchetto
(2003, 2002) Mauricio Beuchot (2004, 2001) Herón
Pérez (2000), Thomas Sebeok (2001), Charles
Morris (1994), John Deely (1990), entre muchos
otros.
2 Department
of Semiotics/University of Tartu, Departmen of
semiotics/Lund University, Center for Semiotics/University
of Aarhus, Programa de Semiótica y Estudios
de la Significación/Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, Research
Center for Language & Semiotic Studies/Indiana
University, Laboratorio de Investigaciones Semióticas
y Antropológicas/Universidad de Zulia,
sólo por nombrar algunos.
3
Ejemplo de la vigencia del pensamiento de Peirce,
los alcances y el desarrollo de su programa puden
ser vistos a través de los programas dedicados
específicamente a su estudio como lo son
The Charles S. Peirce Society, el Helsinki Peirce
Research Center y el Peirce Edition Project,
entre muchos otros.
4 Véase
también Klaus Bruhn Jensen (2002a y 2002b).
5 Véase
el modelo matemático de Claude Shannon
por ejemplo (Shannon, 1948).
6 Collected
Papers of Charles Sanders Peirce, editado
por Charles Hartshorne y Paul Weiss (Cambridge,
Massachusetts. Harvard University Press, 1931-1935).
Para facilitar la lectura de las citas de Peirce,
éstas se abrevian indicando primero el
volumen de la edición y después
el párrafo. En este caso nos referimos
al volumen 5 y a los párrafos 251, 252
y 253. En adelante abreviaremos la cita indicando
únicamente el volumen y las páginas,
evitando el año de publicación
(5.251-253). El resto de las citas que no hagan
referencia a los Collected Papers seguirán
el formato regular de año y número
de página (si es el caso).
7 Se ha elegido
conscientemente una representación gráfica
que no tiene como referente primario al triángulo,
ampliamente mostrado en la bibliografía
semiótica, sobre todo porque la configuración
del triángulo hace explícitas relaciones
diádicas que no son previstas por la propuesta
de Peirce. Véase por ejemplo la utilización
del triángulo y los diferentes nombres
con que se denominan las categorías de
organización de Peirce en Blasco, et al
(1999: 71).
8 Véase
el cuadro 1 de este mismo trabajo.
9 Véase
por ejemplo la Teoría de la Competencia
Musical de Gino Stefani quien define la
“competencia musical” como «el
saber, el saber hacer y el saber comunicar»
que se actualiza cuando se viven experiencias
musicales, la competencia musical es la «capacidad
de producir sentido mediante y/o en torno a la
música» (López Cano, 2002:
159). En analogía a la competencia musical,
la competencia semiótica implicaría
el saber, el saber hacer y el saber comunicar
semióticamente, de igual forma, implicaría
una capacidad de producir sentido semióticamente.
Véase también en el mismo artículo
las consideraciones de la competencia de Umberto
Eco y Robert Hatten.
10 “En
resumen, el ideal de los modelos formales representa
la premisa metodológica cuestionable de
que el universo social completo esta también
escrito en signos matemáticos y, por consiguiente,
puede ser estudiado con una base de datos elementales
y cuantificables, que en ultima instancia revelarían
regularidades a través de todos los contextos
de investigación y acción”
(Jensen, 1997:229).
11 Por ejemplo,
se ha desarrolla el campo de la biosemiótica
(Claus Emmeche, Jakob von Uexküll, Thomas
Sebeok, Jesper Hoffmeyer, Alexi Sharov, Kalevi
Kull), la semiótica matemática
(Joseph Goguen, Jay Lemke, Dahlstrom and
Somayaji), la semiótica textual
(Rossitza Kyheng, Daniel Chandler, Jay Lemke),
semiótica y media (Daniel Chandler,
Thomas Streeter, Al Razutis, Chuck Kleinhans),
ética y semiótica (Karl
Otto Apel, Andreas Goppold, Josep A. Goguen),
semiótica computacional (Mihai
Nadin, Peter Bogh Andersen, Burghard Rieger,
Joseph Goguen, Phillipe Codognet, Leonid I. Perlovsky,
Mark Olsen), Sociosemiótica (Michael
Halliday, L. S. Vygotsky, Jay Lemke, Paul Thibault,
Rodney J. Clarke, Yongfang Hu), Semiótica
cultural (Göran Sonesson, Vijayendra
Rao, Michael Walton, Peeter Torop, Veerendra
P. Lele), Semiótica visual (Göran
Sonesson, Jean-Marie Klinkenberg, Ron Burnett,
José Luis Caivano, Alfredo Cid Jurado),
Semiótica musical (David Lidov,
Ero Tarasti, Robert Hatten, Rubén López
Cano, Nicolas Ruwet, Gino Stefani), semiótica
y cine, ciencias cognitivas, lógica
abductiva, sólo por nombrar algunas.
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