Por Tanius Karam
Número
57
Presentación
A
lo largo del trabajo en la red de estudios en
teorías de comunicación (REDECOM)
y el grupo Hacia una Comunicología Posible
(GUCOM) hemos seguido el intento por sistematizar
y organizar las múltiples y complejas
relaciones entre las ciencias del lenguaje y
comunicología.
En otros trabajos
hemos subrayado la importancia del lenguaje no
sólo como una estructura inherente, inmanente
formada de componentes fonéticos, morfológicos,
semánticos, de código; sino como
un tipo de práctica y discurso para la
cual el estudio del contexto y la situación
enunciativa es importante. A partir de los cincuenta
los estudios del lenguaje logran entrar en diálogo
con las ciencias sociales (y luego con los estudios
de comunicación) lo que llevará
necesariamente a modificar sus límites
y dialogar en otros términos con diversas
disciplinas. Uno de lo signos de estos cambios
va ser el despegue descomunal que tiene la pragmática
en varios espacios donde su inclusión
va ser fundamental y ayudará al desarrollo
de la pragma-lingüística, la socio-lingüística,
el análisis del discurso, el análisis
conversacional, la etnografía de la comunicación,
etc. (todo ello será medular en el diálogo
teórico entre comunicología y lingüística).
En este movimiento la figura del filósofo
austriaco Ludwig Wittgenstein ha sido fundamental,
una verdadera bisagra entre el neopositivismo
y la filosofía del lenguaje ordinaria
que sería una de las fuentes para la pragmática
y esa perspectiva vehiculado en Wittgenstein
de ver el lenguaje como una forma de juego. En
ese sentido este autor es central en el diálogo
ciencias del lenguaje y comunicología,
porque resume la tendencia de “giro lingüístico”
filosófica dada por el neopositivismo
y la filosofía analítica, y la
apertura a lo que será el estudio de la
lengua por su uso, su juego y perspectiva.
Fundamentos
en el pensamiento Wittgenstiano
Delimitación
del Pensamiento
Wittgenstein
como “revolucionario lingüístico
“de la filosofía y el supresor de
la metafísica. La de Wittgenstein es una
filosofía vía lenguaje.
El estudio del lenguaje no es un sustituto sino
un método para llegar al conocimiento
de la realidad. Como él mismo diría
en una carta escrita al filósofo Rusell,
reprochándole cierta incomprensión
hacia su filosofía:
Ahora bien,
me temo que no has captado realmente mi afirmación
de la que toda la cuestión de las proposiciones
lógicas sólo es un corolario.
El punto principal es la teoría de lo
que puede ser expresado por las proposiciones,
esto es, por el lenguaje (y lo que viene a ser
lo mismo, lo que puede ser pensado) , y lo que
no puede ser expresado por proposiciones sino
sólo mostrado; éste creo yo, es
el problema cardinal de la filosofía.
La gran influencia
que la publicación del Tractatus Logico-Philosophicus
(TLP) (Cf. Wittgenstein, 19751)
ha tenido en el pensamiento del siglo XX, hasta
el punto de que se le ha denominado la “revolución
lingüística” en filosofía.
La tarea del TLP es esclarecer la naturaleza
y función de las proposiciones no constituye
un fin en sí mismo sino un medio para
arrojar luz sobre otras cuestiones. El objetivo
del Tractatus, dice Wittgenstein, es
trazar un límite al pensamiento, o mejor,
no al pensamiento sino a la expresión
de los pensamientos: pues para trazar un límite
al pensamiento tendríamos que poder pensar
ambos lados de ese límite (TLP: 2)
El Tractatus
es una teoría del pensamiento a través
de una teoría del lenguaje; y dado que
el pensamiento versa acerca de lo real, será
también en último término
una teoría de la realidad. El Tractatus
versa sobre el isomorfismo de lenguaje y mundo,
y la reducción del lenguaje a su función
descriptiva. Lenguaje y mundo tienen un elemento
común: su forma. Por ello el Tractatus
no sólo es una reflexión sobre
lógica y lenguaje, sino que supone una
reflexión sobre el ser; el estudio del
lenguaje se constituye como condición
necesaria (pero también suficiente) del
conocimiento del mundo.
Según
Wittgenstein donde acaba el sentido acaba la
capacidad de pensar; no se puede pensar lo que
no tiene sentido o lo que no esta lingüísticamente
conformado. Si se trata de situar el límite
en el borde del pensamiento, nosotros tenemos
que ser capaces de pensar desde los dos lados
de este límite. El limite puede ser trazado
nada más en el lenguaje, y lo que cuenta
al otro lado de ese limite de un lenguaje es
simplemente el “no ser”, la carencia
de sentido. En este “primer” Wittgenstein
solo tiene sentido lo que lingüísticamente
puede ser formulado. No existiría nada
en el pensamiento que pueda hurtarse a la condiciones
de ser designado por el lenguaje; lo que no puede
ser designado no puede ser pensado.
Teoría
figurativa de la proposición
Toda mi
tarea, dice Wittgenstein, consiste en explicar
la naturaleza la proposición. Es decir,
en indicar la naturaleza de todos los hechos,
cuya figura es la proposición. El lenguaje
es un retrato lógico de la proposición.
La realidad, el mundo, es el conjunto de todos
los hechos (TLP: 1,1), mientras que el lenguaje
constituye la totalidad de las proposiciones,
cada una de las cuales describe un estado de
cosas del mundo. Si bien la figura y la cosa
figurada son independientes, pertenece a la esencia
misma de la relación figurativa el que
exista alguna semejanza entre ambas.
Si el lenguaje
puede figurar la realidad es porque ambos pueden
compartir la misma forma lógica. El concepto
de proposición como figura lógica
de la realidad implica tres elementos: a) el
mundo (los hechos) como aspecto objetivo de la
realidad figurativa, b) el lenguaje (las proposiciones)
como su aspecto subjetivo y c) la forma lógica
que media entre los dos.
El mundo es
todo lo que ocurre. Lo que ocurre, el hecho,
es la existencia de estados de cosas. El estado
de cosas es una combinación de objetos
(asuntos, cosas). Los objetos forman la sustancia
del mundo. El lado subjetivo de la relación
isomórfica entre lenguaje y mundo, entre
proposición y hecho, lo representa el
lenguaje. En él se encuentra los elementos
correspondientes a las nociones de hecho, estado
de cosas y objetos. Como el mundo es el conjunto
de todos los hechos, el lenguaje consiste en
la totalidad de las proposiciones.
La totalidad
de las proposiciones es el lenguaje (TLP: 4,001).
El lenguaje consta en su totalidad e proposiciones.
La proposición (Satz) es el retrato lógico
de un hecho, una figura (bild) de él.
La proposición es una figura (Bild) de
la realidad. La proposición elemental,
afirma la existencia de un estado de cosas. Los
signos simples empleados en la proposición
se llaman nombres. El nombre significa objeto;
el objeto es su significación. Wittgenstein
no ofrece ejemplos de nombres, éstos son
signos simples y primitivos para formar proposiciones
elementales; el nombre denomina un objeto pero
no los describe, viene a ser no un retrato sino
algo como una etiqueta que le colocamos.
La función
del lenguaje es afirmar o negar hecho, queda
descartado el tipo de discurso no descriptivo
(discurso valorativo, poético). Esta concepción
da una consideración fáctica del
lenguaje. La investigación sobre el lenguaje
es la vía de acceso al conocimiento de
lo real.
La proposición
expresa lo que yo no sé, pero lo que yo
tengo que conocer para poder decirla, lo muestro
en ella. El sentido mostrado por la proposición
es independiente de la realidad, pero para saber
si lo que dice es cierto no, debemos contrastarla
empíricamente, pues la proposición
contiene únicamente la posibilidad de
su verdad.
Entre el lenguaje
y mundo se encuentra la forma lógica como
elemento mediador que relaciona los otros dos
y hace posible que el lenguaje hable acerca del
mundo. La forma clave permite resolver el problema
fundamental de la relación entre lenguaje
y mundo.
Para que la
figura sea algo real debe tener relación
con lo figurado. El carácter figurativo
del lenguaje se debe a su relación isomórfica
con el mundo. De no ser por la forma lógica
el lenguaje perdería su función
esencial -la de describir hechos. La formas lógica
es un elemento necesario de la proposición;
una proposición debe necesariamente tener
una forma lógica -la misma del mundo-
para poder describir un hecho, si bien no es
necesario que la proposición sea verdadera.
Wittgenstein la define en el Tractatus
de esta forma: “Lo que cualquier figura,
de cualquier forma, debe tener en común
con la realidad para poderla representar de algún
modo es la forma lógica, es decir, la
forma de la realidad” (TLP: 2,18).
El pensamiento
como figura lógica
El que
el lenguaje sea la expresión del pensamiento
permite que ambos resulten de alguna manera intercambiables,
de modo que la investigación sobre el
pensamiento pueda ser sustituida por el estudio
de la proposición y que éste sea
al mismo tiempo una teoría del pensamiento.
Para el autor la relación entre proposición
y pensamiento es tan estrecha que, llega a identificarlos.
El lenguaje
existe porque se puede pensar; sin el pensamiento
no podría plantearse la posibilidad de
un lenguaje. Pues siendo el lenguaje la expresión
del pensamiento, en un mundo sin pensamiento
el lenguaje sería la expresión
de la nada. El pensamiento es el punto indispensable
para entender la proposición; los pensamientos
son figuras que pueden expresarse en proposiciones.
Así como la concepción descriptiva
del lenguaje determinaba un reduccionismo fáctico
en el plano ontológico, el pensamiento
quedará igualmente circunscrito al ámbito
de los hechos, y el dominio de lo pensable se
reducirá a los hechos lógicamente
posibles. ¿Qué es el pensamiento?
, de lo poco que se menciona en el Tractatus
se pueden extraer dos definiciones, amas relacionadas
con la proposición, la primera dice “La
figura lógica de los hechos es un pensamientos
“. El pensamiento aparece como retrato
lógico de un hecho, pero el pensamiento
no es una figura lógica, sino la figura
lógica por antonomasia. el pensamiento
abstrae o sintetiza en sí mismo la forma
lógica esencial a todo tipo de figuras.
La expresión
por excelencia del pensamiento es el lenguaje
verbal Así pues el lenguaje constituye
la forma más idónea de expresión
de pensamientos al presentar la misma multiplicidad
lógica que éstos y que los hechos
que ellos representan
El sujeto como
límite del mundo
Los límites
de mi lenguaje significan los límites
de mi mundo, esta es la base del llamado solipsismo
wittgenstiano. Está claro que si el lenguaje
retrata sólo los hechos, y por otro lado
el mundo es el conjunto de los hechos, los límites
de lenguaje y mundo coincidirían necesariamente.
El lenguaje sólo llegará hasta
donde llegue el mundo, y a la inversa, allá
donde el lenguaje no pueda llegar tampoco llegará
el mundo, ya que no hay hecho que no pueda ser
figurado en una proposición.
Para el autor
la lógica llena el mundo, los límites
del mundo son también sus límites:
No podemos decir en lógico “esto”
hay en el mundo y “aquello” otro
no. Esto supondría que excluimos ciertas
posibilidades y esto no puede ser, pues de otra
forma la lógica tendría que trascienden
los límites del mundo; a saber, en caso
de que ella pudiese contemplar estos límites
también desde el otro lado. Lo que no
podemos pensar, no podemos pensarlo;
por tanto tampoco podemos decir lo que no podemos
pensar.
El isomorfismo
del lenguaje y mundo consiste en que ambos son
lógicos; su mutuo ajuste se fundamenta
en la coincidencia de sus respectivos ámbitos
con un tercero: el dominio de la lógica.
La correspondencia entre lógica y lenguaje
se traduce en que todo lo lógico es expresable
y toda proposición debe ser lógica.
Así como la lógica llena el mundo,
sin traspasarlo, su retrato en el lenguaje. Lo
que no podemos pensar —lo ilógico—
no podemos pensarlo -figurarlo- . Y siendo el
lenguaje la expresión del pensamiento,
resulta obvio que no se puede decir aquello que
no puede ser pensado.
Las argumentación
de Wittgenstein se resume: 1.- Los límites
del lenguaje son lo límites del mundo.
2.- El lenguaje es mí lenguaje, 3.- Mi
lenguaje limita mi mundo. 4.- El mundo es mi
mundo: SOLIPSISMO.
El llamado
“segundo Wittgenstein”
Una vez
concluido el Tractatus y convencido
de haber dicho todo lo que tenía que decir,
abandonó la filosofía. Después
de un tiempo que atravesó por distintas
actividades decidió incorporarse nuevamente
a la filosofía, uno de los factores que
explican este regreso está la creciente
insatisfacción producida en él
por las teorías expuestas en el Tractatus,
insatisfacción que, por otra parte, no
habría sino de acrecentarse. Este periodo
llamado “filosofía del segundo Wittgenstein”
se caracteriza por el abandono progresivo de
las tesis fundamentales del Tractatus.
La concepción
del lenguaje del segundo Wittgenstein puede resumirse
en tres tesis fundamentales:
1.- El significado de las palabras y de las proposiciones
es su uso en el lenguaje.
2.- Los usos se configuran en los juegos
del lenguaje.
3.- Los juegos del lenguaje no comparten una
esencia común sino que mantienen un parecido
de familia
El significado
como uso
En el Tractatus
Wittgenstein sólo había considerado
un tipo de uso del lenguaje: el uso descriptivo,
representando por el modo indicativo de la proposición.
El único uso que se tiene en cuenta en
el lenguaje es el de representar el mundo y de
ahí su naturaleza esencialmente figurativa,
sin la cual no cumpliría función
alguna. Habiendo tomado como modelo al lenguaje
de la ciencia, el Tractatus presentaba
un exclusivismo de la función descriptiva
del lenguaje, que se manifestaba en dos criterios:
primero en la reducción de las proposiciones
a descripciones -figuras- de los hechos; en segundo
lugar, en la asimilación de las palabras
a nombres. Las proposiciones eran allí
figuras de hechos que podían ser analizadas
hasta llegar a sus componentes últimos
—los nombres— correspondientes a
objetos simples.
Ya en las Observaciones…
(Cf. Wittgenstein, 1992) se constata la existencia
de diversos usos de la proposición además
del indicativo, tales como el uso imperativo
y el expectativo. Sin embargo, esta constatación
no sólo se hace compatible sino que se
presenta como apoyo a la concepción figurativa
de la proposición. Aun cuando la proposición
sigue siendo considerada como una figura, es
algo más que eso: su sentido no se reduce
a su naturaleza figurativa sino al uso que se
hace de ella.
Es en las Observaciones
donde surge una primera formulación
de la teoría del significado como uso:
el sentido de una proposición, así
como el significado de una palabra, es su función,
el propósito que cumple.
Conforme Wittgenstein
avanza en sus reflexiones va abandonando la teoría
figurativa de la proposición y el uso
se erige como criterio único de significado:
preguntar por el significado de una palabra o
frase equivale a preguntar cómo se usa;
y es el modo de usarla lo que decide si una persona
ha comprendido o no su significado. Por otro
lado, la variedad de usos del lenguaje aparece
ampliada hasta el máximo: hay innumerables
clases de enunciados, incontables usos posibles
del lenguaje.
A la afirmación
de la variedad de usos de las proposiciones se
une el rechazo de la teoría nominativa
del Tractatus, que reducía los
términos del lenguaje a la función
de nombrar. La teoría nominativa, a cuya
crítica se dedica Wittgenstein las primeras
páginas de las Investigaciones filosóficas
(PU2): “Cada
palabra tiene una significación. Esta
significación se corresponde con la palabra.
Es el objeto al cual se refiere la palabra”
(Cf. Wittgenstein, 1988: 23).
Podíamos
distinguir dentro del reduccionismo nominativo
dos tesis fundamentales: 1) Todos los elementos
significativos del lenguaje son o pueden reducirse
a nombres lógicamente propios que se corresponden
de manera inmediata con objetos. 2) El significado
de un término -de un nombre- es el objeto
que nombra, es decir, su referencia. Ambas tesis
van a ser rechazadas por el segundo Wittgenstein:
en primer lugar, los nombres son sólo
una parte de los términos significativos
del lenguaje. Hay en éste un gran número
de palabras que no denominan nada y que, sin
embargo tienen significado. Un ejemplo de ello
es “quizás” del que Wittgenstein
se ocupa en la Gramática: si
significado es únicamente el uso que de
él hacemos en el lenguaje. Y es la aplicación
de ese término en circunstancias particulares
y de manera determinada lo que demuestra que
su significado ha sido comprendido.
Hablar de objetos,
la función de nombrar, no es la única
del lenguaje, ni la principal. “Para una
amplia clase de casos de utilización de
la palabra ‘significado’ -si bien
no para todos los casos de su utilización-
se puede explicar esta palabra así: el
significado de una palabra es su uso en el lenguaje”.
(PU § 43).
Wittgenstein
compara las palabras con herramientas, al igual
que éstas, las palabras se definen por
su uso, que puede ser muy variado. Las palabras
no son meras etiquetas que se aplican a los objetos,
sino instrumentos que cumplen funciones de muy
distinto tipo. Su uniformidad es sólo
aparente, el lenguaje es como la cabina de una
locomotora en la que vemos una serie de mandos
aparentemente iguales, cada uno de los cuales
cumple, no obstante un fin diferente.
Pero él
que no todas las palabras sean nombres es sólo
la primera parte de la argumentación.
La segunda es que ni siquiera de los nombres
se puede decir que su significado sea su referencia.
En algunos casos se puede explicar el significado
de un nombre señalando a su poseedor,
el objeto que constituye su referencia. Pero
esto no quiere decir que significado y referencia
coincidan. “La significación de
un nombre no es aquello que mostramos en una
explicación ostensiva del nombre...El
nombre no pierde su significación si su
portador deja de existir (si por ejemplo, muere)”.
(PG § 27)
Juegos de lenguaje
Las palabras
se definen por su uso, este se inserta dentro
de un contexto de actividades de tipo tanto lingüístico
como no lingüístico. Y tampoco es
único ya que el lenguaje comprende una
multiplicidad de funciones. Ahora bien, ¿cuál
es el criterio de distinción de la multiplicidad
de usos lingüísticos?, ¿cómo
sabemos el uso que le toca a cada palabra en
cada caso particular?. Lo que marca la distinción
de usos del lenguaje son los distintos contextos
en que se desarrollo. Estos contextos constituyen
lo que Wittgenstein denomina “juegos de
lenguaje”. Los usos del lenguaje son múltiples
porque hay muchos juegos, muchos contextos donde
pueden insertarse.
La expresión
“juegos del lenguaje” surge a resultado
de una de las comparaciones favoritas de Wittgenstein:
la del lenguaje y los juegos. El autor no da
una definición clara de “juegos
del lenguaje”, pero sí usa muchos
ejemplos. La noción “juegos del
lenguaje” significa varias cosas para el
autor: (a) Ciertas formas lingüísticas
de carácter primitivo y simple; (b) El
lenguaje ordinario junto con las actividades
y realizaciones pertenecientes a él; (c)
Sistemas lingüísticos parciales,
entidades funcionales o contextos que forman
parte de un todo orgánico.
El primer sentido
aparece ya en el Cuaderno Azul, donde
Wittgenstein se refiere a los juegos del lenguaje
como lenguajes primitivas, formas de utilizar
signos más simples que las del lenguaje
ordinario. Ejemplos de ellos son las formas del
lenguaje con las que un niño comienza
hablar. La acepción (b) está en
la misma obra. Junto a la idea de los lenguajes
primitivos, aparece allí también
la concepción del juego del lenguaje como
totalidad constituida por el lenguaje y las actividades
en las que éste se encuentra entramado.
Este sentido pone de relieve el carácter
contextual del significado y la inserción
del lenguaje dentro de las formas de vida.
Los juegos se
definen en general por el sistema de reglas que
rige cada uno de ellas. Reglas que, por otro
lado, pueden diferir en cada caso según
su complejidad, número, rigidez con que
deben aplicarse, etc. El lenguaje como juego
es una actividad reglamentada; el significado
de las palabras se encuentra en su uso, en la
función que cumplen en el lenguaje, pero
todo uso implica una serie de normas, “reglas
del juego” que varían en cada caso
según la función del lenguaje al
que pertenezca. El reglamento del lenguaje está
contenido en la gramática. La gramática
es la descripción del lenguaje que proporciona
las reglas para la combinación de los
símbolos, determinando qué combinaciones
tienen sentido, están permitidas, y cuáles
no. El concepto de gramática adopta en
el autor un doble sentido: por un lado es la
ciencia o el estudio de las reglas del uso lingüístico;
por otro lado , el conjunto de las reglas mismas.
La gramática tiene, pues un carácter
normativo y descriptivo: regula el uso del lenguaje
y al mismo tiempo describe cómo funciona.
Además
del carácter normativo, hay un rasgo que
comparte el lenguaje y los juegos: ambos son
una actividad social. El lenguaje es una forma
de conducta humana, un aspecto entre otros muchos
que constituyen la vida social del hombre y que,
en cuanto tal, debe entenderse en conexión
con una multiplicidad de actividades de todo
tipo; mediante el lenguaje y los juegos los hombres
se relacionan entre sí y se integran en
la vida social de una comunidad. Hablas del lenguaje
es parte de una actividad o de una “forma
de vida” (Lebensform).
La complejidad
de un lenguaje, los juegos lingüísticos
de que consta, expresan el modo de vida de sus
hablantes. Así por ejemplo, un lenguaje
en el que no fuera posible hacer ruegos o plantear
preguntas sería síntoma de las
carencias de esas actividades. “Es fácil
imaginar un lenguaje que conste sólo de
órdenes y partes de batalla. O un lenguaje
que conste sólo de preguntas y expresiones
para contestar sí y no. Y muchos otros.
E imaginar un lenguaje significa imaginar una
forma de vida” (PU § 19). La idea
de forma de vida viene hacer hincapié
una vez más en el carácter pragmático
y social del lenguaje. Con ella, el lenguaje
deja de ser espejo que en Tractatus
reflejaba la realidad desde fuera para convertirse
en una parte integrante de esa misma realidad;
el hablar es una forma de comportamiento humano.
Parecido de
Familia
Ante la
constatación de la pluralidad de juegos
de juegos del lenguaje cabe plantearse la pregunta
acerca del elemento común a todos ellos
o, en otras palabras, de la esencia del lenguaje.
Esta pregunta, con su correspondiente respuesta,
aparece planteada en las Investigaciones. La
respuesta en este punto es rotunda: lo que hay
de común a todos los juegos es exactamente
lo mismo que entre todas las actividades que
denominados “juegos”, a saber: nada.
El significado
de “lenguaje”, como el de “juego”
no es, pues, unívoco sino que designa
una serie de actividades cuyas semejanzas se
presentan en gradación. De ahí
el carácter indefinible del lenguaje..
Wittgenstein ofrece una serie de notas características
de los juegos lingüísticos: el se
formas de actividad social, estar reglamentados,
etc. El concepto wittgensteiniano de parecido
de familia va directamente en contra de lo que
se ha denominado “esencialismo” es
decir, la tendencia a buscar una propiedad común
a todas las entidades subsumidas bajo un término
general, que justifique el hecho de que denominemos
a todas esas entidades de la misma manera.
El esencialismo
unido a la tesis de la unicidad del lenguaje,
constituía uno de los pilares fundamentales
del Tractatus. Las nociones de “juegos
de lenguaje” y “parecido de familia”
vienen ahora aponer de manifiesto el rechazo
de ambas tesis: si en el Tractatus Wittgenstein
pretendía descubrir la esencial del lenguaje,
la “forma general de la proposición”,
ahora piensa que no hay una esencia común
a los juegos del lenguaje. No existe ningún
factor común predominante en el lenguaje,
al que puedan asimilarse todos los demás.
En el Tractatus
se concebía una forma correcta de figurar
un hecho, dado que éste ostentaba una
única forma lógica que debía
ser compartida por la proposición. De
ahí que la tarea del análisis consistiera
en buscar la forma correcta de cada proposición,
desvelando el lenguaje ideal que subyace más
o menos disfrazado en los lenguajes particulares
y que manifiesta la estructura lógica
del lenguaje y del mundo. Con el rechazo del
atomismo lógico, Wittgenstein abandonó
la suposición de que a los hechos les
corresponde una forma lógica, con lo que
el concepto de forma correcta o forma general
de la proposición perdía todo su
sentido. No se trata ya de corregir las proposiciones
sino de comprenderlas.
Algunas
ideas para la concepción de la comunicación
La
unidad inteligible en el lenguaje es la significación.
El lenguaje es el instrumento que comunica la
significación y la esencia de la significación
es su comunicabilidad. Comunicar es hacer común
la significación. En la filosofía
analítica la significación plena
se relaciona con la verdad, en su dimensión
más cognoscitiva, aunque también
pragmática. La verdad no se encuentra
en alguna forma de consenso sino en la objetividad.
La significación no se pude reducir a
enunciados protocolarios o tautologías;
la significación no se puede reducir a
notas empíricas.
La información
para Wittgenstein parece definirse como el acto
de expresar una significación comunicable,
es decir que un sujeto pueda expresar una significación,
que por su forma prepositiva puede o no hacerse
común a otros; puede hacerse común
en distintos niveles no necesariamente idénticos.
En el análisis
que Yuren (1996: 301) hace de Wittgenstein y
la filosofía analítica señala
que un emisor puede expresar una proposición
que en realidad para él no tiene significación
plena, porque simplemente está repitiéndola;
sin embargo para el receptor, mediante la auto-apropiación
y la verificación puede llegar al nivel
de la significación plena. El mensaje
de la comunicación se define como la proposición
misma y participa de la potencialidad. En clave
de explicar a Wittgenstein desde la “comunicación”,
Yuren quiere ver en la “retroalimentación”
como un término importante en la teoría
comunicativa, señala que por parte del
receptor se da un desencadenamiento espontáneo
de las operaciones de la conciencia intencional.
A un primer nivel el receptor oye o lee la proposición;
luego la entiende y finalmente la afirma, al
aceptarla o transformándola mediante la
negación. Este proceso interviene la dialéctica
de las evasiones de la inteligencia que se da
en una situación dialógica. Debido
a las operaciones intencionales puede operar
un proceso de auto corrección. Eso significa
que aun cuando no exista situación dialógica
en el conocimiento puede hacerse común.
Al comentar
a Wittgenstein desde la teoría de la comunicación,
Martín-Serrano (1996) ha dicho: Todo lo
que lingüísticamente es significativo
es diferenciado, todo lo que podamos distinguir
es cognitivamente diferenciado. La diferenciación
lingüística y cognitiva son coincidentes.
No hay una sin la otra, en consecuencia, por
tanto el criterio de comunicabilidad radica antes
en aquello que puede ser pensado. ¿Que
es el pensamiento que no se comunica? Comunicación
en potencia. Todo lo que puede ser pensado, puede
ser claramente pensado, todo lo que se deja expresar
se deja claramente expresar. ¿No sabes
comunicar?, el problema que se tiene es que no
se ha pensado bien lo que quiere comunicar. Consecuentemente
una mala comunicación no es una dificultad
lingüística, sino mental; no aclarar
las distinciones mentales impide establecer distinciones
conceptuales; diferenciaciones, articulaciones,
integraciones.
¿Que
pasa con las formas lingüísticas?,
se pregunta el autor español, son elementos
a priori que no se conocen. Los usuarios no podemos
describir la forma lingüística con
la que opera el lenguaje; para poder representar
las formas lógicas sería necesario
que nos pudiéramos situar con las proposiciones
fuera de lógica, es decir fuera del mundo,
¿que es el mundo apriori? . Los actores
de la comunicación pueden hablar de todo,
menos de la forma misma; porque para hacerlo
necesitaría otra forma y así sucesivamente.
Si hablara de las formas sin las formas, lo haría
de manera “a-lógica”, pero
como no puedo hablar a-lógicamente de
aquello que es la lógico, consecuentemente,
no se puede hablar.
En la cultura
que uno se mueve, las significaciones (que incluyen
al lenguaje y a sus expresiones), constituyen
los horizontes de nuestro conocer, de nuestra
comunicación y hacer. El lenguaje es el
medio de expresar la significación y como
tal es un instrumento el ser humano constituye
el mundo mediado por la significación.
Como se ha mencionado desde la filosofía
analítica, la significación va
más allá del estudio de la palabra,
de la gramática y la sintaxis. El lenguaje
adquiere una centralidad que en Wittgenstein
parece determinante a la forma de vida e interacción.
El llamado
“segundo Wittgenstein” nos ofrece
también elementos para llevarlos a una
idea de la comunicación sustentada en
el uso, el juego del lenguaje y el parecido de
familia; la perspectiva que para conocer el lenguaje
no se puede desprender de lo que los usuarios
hacen con él. La comunicación se
derivará de aquello común a los
juegos, más que la forma de la proposición,
la forma de ese uso. Comunicación pasa
a designar forma de vida, mediada por los usos
y parecidos, por los juegos que no son irreductibles
a sus formas lógicas. Para el estudio
de la significación será necesario
el contexto, como elemento mediador en las formas
de la designación, que ya no pueden ser
únicamente descriptivas.
Notas:
1
A partir de ahora, lo abreviamos como TLP
2 Abreviamos
el libro Investigaciones filosóficas por
sus siglas en alemán PU
Referencias:
Martín-Serrano,
Manuel (1996) "Conferencias de seminario
de Doctorado Encuentro epistemológico
en torno al concepto de
información”. Madrid, Universidad
Complutense de Madrid.
López
de Santa María Delgado, Pilar (1986) Introducción
a Wittgenstein, Sujeto, Mente y Conducta,
Barcelona: Herder (Biblioteca de Filosofía
No 22).
Yuren, Adriana (1994) Conocimiento y comunicación.
México. Alhambra Mexicana
Wittgenstein,
Ludwig (1975) Tractatus Logico-Philosophicus,
14ed. Madrid. Alianza Universidad [1a ed. 1929]
----------------------------- (1988) Investigaciones
Filosóficas, Instituto de Investigaciones
Filosóficas-UNAM México, [1a ed.
1954].
----------------------------- (1989) Conferencia
sobre ética. Con dos comentarios sobre
la teoría del valor, Barcelona: Paidós.
------------------------------ (1992) Observaciones
a La rama dorada de Frazer. Madrid, Tecnos.
Dr.
Tanius Karam Cárdenas
Academia de Comunicación y Cultura,Universidad
Autónoma de la Ciudad de México,
México. |