Por Alberto Enrique Ferreyra
Número 29
Respuesta en materia de intolerancia
"¿Cómo se define
la intolerancia?", puso Enrique Castelló al lado del
2) en el segundo examen parcial
de Sociología. Su escrito, que pretendía disimular
que no sabía definir el concepto intolerancia siguió
así: "¿O en todo caso, quién es más
tolerante: el que dice "Si no te gustan Los Beatles no te gusta
la música" o el que tiene una radio y la usa para pasar
música que promueve la muerte de uniformados? ¿Qué
se entiende por tolerancia:
el mero dejar hacer? Si así es, habrá que sacar del
medio el término "cobarde"
y reemplazarlo por "tolerante" para calificar al que
ve cómo le pegan a un anciano y pasa de largo".
Descartada definitivamente la idea
de copiar del machete del compañero sentado a su derecha,
Enrique inició el segundo párrafo. "¿Qué
implica tolerar? ¿Es tolerante o es simplemente un mal profesional
el docente de Matemática
que da por bueno 2 + 2 = 4 cuanto 2 + 2 = 5? ¿Es tolerante
el vigilante que deja a los automovilistas cruzar en rojo o es un
triste negligente?".
Estaba tan concentrado Enrique que
no se dio cuenta de que se iba quedando solo en el aula mientras
dejaba las preguntas y arremetía con afirmaciones y negaciones.
"El dueño de un departamento
ubicado en un séptimo piso que dice 'hay que ser tolerante
con los grafitis' no es tolerante, es acomodaticio. Lo mismo
rige para el que proclama la conveniencia de quien avala la venta
de alcohol a cualquier hora y a gente de cualquier edad, todo porque
no sale jamás después de medianoche ni lee estadísticas
ni sabe las causas de los accidentes producidos de madrugada.
Creo que 'tolerancia' es uno de
los términos más bastardeados en nuestro país.
Quizás por eso mismo es que voy a ir terminando la pregunta
antes de que toque el timbre, para no tener que ponerlo a usted,
profesor, en la incomodidad de pensar si ser tolerante frente a
la incapacidad de terminar el examen en el tiempo estipulado o si
cumplir con la regla".
La consigna valía 2 puntos.
Enrique recibió 1,25 y leyó este mensaje: "Si
de veras piensa lo que ha escrito, lo cual supongo por lo poco que
lo conozco, le será sencillo entender que no es lo mismo
definir el concepto de intolerancia que hablar del tema. Intuyo
que no le caería mal un cero, pues al fin y al cabo usted
no definió el término. Sin embargo, como se advierte
que lo entiende y que comprende las implicancias de sus diversas
aplicaciones, recibe 1,25. Al fin y al cabo, no es poca cosa que
trate de pensar. Pero no puedo premiarlo por no reparar en lo que
otros han dicho del término, sobre todo porque si se aviniera
a tener más en cuenta expresiones ajenas enriquecería
su
pensamiento. No olvide que 2 + 2 = 4 lo aprendió de otro".
Trabajo práctico: "Tres
párrafos sobre el mate"
"Un mate es un recipiente en
el cual, salvo excepciones, se pone una bombilla, yerba y/o azúcar
o edulcorante, sin tener en cuenta añadidos tales
como poleo, café, menta, peperina, cáscara de naranja,
cáscara de huevo, palitos salados y pedacitos de manzana,
por citar los más comunes.
Ahora bien, el ser humano imaginativo,
incapaz de pensar que un casete de música consiste en una
combinación de plástico y cinta magnética,
sabe que un mate puede ser mucho más. Tal vez constituya
el recuerdo que la descuidada
tía Ludmila dijo traer de su viaje por Dinamarca y Suecia
sin haberse acordado de sacar la etiqueta de "Regalería
Baratijas. Alvear y Cabrera. Córdoba". O el regalo de
un ex novio que sin embargo
no se devolvió al cortar la relación porque se cayó
en la cuenta de que un mate es como un cenicero, no se compra. O
el pago del amigo Lucas por haberle
pintado el paredón del patio. O vaya uno a saber qué.
Lo cierto es que suele haber bastante
más que yerba en un mate. Lo saben quienes lo han cebado
por la bombilla en raptos de ira. Y quienes han pasado junto al
mate un papelito con la frase: "Contá los palitos, multiplicá
por 100 mil y sacá la cuenta de todo lo que me gustás".
Y los que no llegaron a esto, pero entre un mate y otro aprovecharon
para averiguar si la otra persona tomadora estaba disponible para
un noviazgo y a dónde
salía a bailar".
Luis terminaba de escribir esto
cuando miró al escritorio. La profesora de Lengua no estaba.
Varios de sus vecinos lo miraron levantando sus cejas, conteniendo
la risa algunos. Él se dio cuenta de que la profesora estaba
a su espalda.
- Hola, qué tal, ¿cómo anda profesora?
- No se asuste, ha escrito algo bueno, fírmelo y entréguemelo.
- ¿En serio que no está mal?
- No, después de todo usted no tiene la culpa de que a mí
me toque tan de cerca el segundo párrafo.
Alberto
Enrique Ferreyra
Departamento de Ciencias de
la Comunicación, Universidad de Río
Cuarto Argentina. |