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Por Xavier I. Ávila
Guzmán
Número 29
I.- SER O NO SER DEMOCRÁTICO,
ESA ES LA CUESTIÓN
A lo largo de los últimos
dos años, una temática cuya discusión atraviesa
explicita y evidente o implícita y soterradamente, todos
lo ámbitos del quehacer nacional es la de si México
alcanzó ya un estatus democrático o no, si se haya
en la transición o si está ya se estancó.
En los actores sociales participantes,
ya sea que defiendan que la hemos alcanzado, aunque imperfecta,
o para quienes aún falta mucho para llegar a tan anhelada
meta, parece dominar un imaginario, que más que basado en
una observación reflexiva de lo que acontece parece expresar
sólo buenos deseos o ideales improbables, o casi imposibles
de alcanzar.
Si nos remitiésemos a los
clásicos de la teoría democrática como Platón
o Aristóteles, resulta hoy difícil de aceptar (a la
luz de la historia) que un gobierno del pueblo, pudiera ser un gobierno
perfecto. Habría que preguntarse que idea de pueblo culto,
educado, civilizado podría sustentar dicha pretensión.
Nada más alejado del tipo de gente que hoy puebla las democracias
latinoamericanas de nuestros días.
Si revisamos los procesos electorales
recientes en la región, fenómenos como los de Fujimori,
Chávez o Bucaran, lo único que nos pueden hacer concluir
es que esas democracias han llevado a una forma mediocre de gobierno.
No necesariamente las mayorías por serlo, toman la mejor
decisión sobre quién debe gobernarlos, así
los procesos mercadológicos y propagandísticos han
propiciado estos populismos democráticos, que como el Foxismo
que hoy vivimos en México no han garantizado un buen gobierno
y en la mayoría de los casos ha terminado en un rotundo fracaso,
cuando no en el profundo deterioro de las condiciones sociales y
de vida de las sociedades así embarcadas.
Por supuesto que frente a la decisión
entre totalitarismo y anarquía, la democracia sigue siendo
lo más deseable, pero no idealizada como el modelo o panacea
de la sociedad moderna, sino como lo que es: "un modelo imperfecto
y complejo de convivencia humana". Es imperfecto y a veces
fallido, pero es el mejor (o el menos peor) que tenemos.
A quienes piensan que ni remotamente
estamos llegando a la democracia habría que preguntarles
que piensan o se imaginan, que es o debe ser eso, quizá piensen
en modelos de democracia europea como la inglesa o la francesa,
pero habría que recordarles, el largo tiempo y esfuerzo que
les ha llevado/costado construir a esos modelos parlamentarios su
actual nivel democrático y por tanto la calidad civilizadora
que estos pueblos ostentan.
Aspirar a algo similar e inmediato
en la región latinoamericana sería una aberración,
que negaría la historia arrostrada por las sociedades europeas.
Por otra parte para quienes expresan triunfales que la democracia
ha llegado y que todo cambió a partir del 6 de julio del
2000, pero que también se quejan de que a Fox lo obstaculizan
y no lo dejan gobernar, habría a su vez, que preguntarles
qué esperaban de un modelo democrático, aún
incipiente como el nacional, porque más parecen añorar
los tiempos de la "dictablanda" priísta.
Por supuesto que el avance democrático
en el país es innegable, pero entendido más que como
un lugar de llegada, como un tránsito que se da y conquista
día a día.
II.- LA DEMOCRACIA MEXICANA
El concepto moderno de
democracia cada vez más, tiene que ver con la participación
y representatividad de una mayor cantidad y diversidad de actores
sociales, ya sean mayorías o minorías poderosas o
débiles, ricas o pobres, todos los que tienen derechos ciudadanos
deben poder contar con canales y formas de participar en la discusión
y decisión de la "cosa pública". Bajo esta
lógica, la calidad democrática dependerá de
la calidad moral, civil y ciudadana de quienes participan y de las
reglas de juego propuestas por el sistema político para la
convivencia social.
En esta perspectiva, el México
de hoy es mucho más democrático que hace 30 años.
Para sustentarlo citaremos el análisis que Alain de Remes1
nos propone en: La yuxtaposición en Elecciones Municipales
Mexicanas2 en dicha propuesta,
el autor después de diferenciar entre gobierno dividido,
gobierno de coalición y gobierno yuxtapuesto, aplica un índice
(el índice Tageepera) para calcular y medir el índice
de competitividad electoral que se ha dado a lo largo de los últimos
años en México, y por tanto, el grado de representatividad
política de los diferentes partidos y fuerzas en el poder.
Siguiendo a este autor, el gobierno
dividido se refiere o bien: a dos o más tipos de poderes
(ejecutivo y legislativo por ejemplo) dominados por fuerzas o partidos
políticos diferentes, así puede haber un presidente
republicano con un congreso de mayoría demócrata;
o bien, en el caso mexicano, un municipio gobernado por un consejo
municipal pluralista al cual propone llamar gobierno de coalición.
A diferencia de estos, el gobierno yuxtapuesto se refiere a los
niveles de poder: federal, estatal y municipal en manos de diferentes
partidos. Así propone: "La yuxtaposición debe
ser entendida como un fenómeno de gobiernos anidados, en
el que los gobiernos de unidades territoriales con diferentes grados
de poder coexisten simultáneamente"3
un ejemplo puede ser, en el caso mexicano, el poder federal en manos
del PAN y el Foxismo, un gobierno estatal como el del Estado de
México en manos del PRI, y algunos municipios como Nezahualcóyotl
en manos del PRD. A esto es lo que el autor llama gobierno yuxtapuesto
Algunas conclusiones que el autor
esboza, señalan que:
- El fenómeno de yuxtaposición
política en México es un fenómeno relativamente
nuevo.
- Es importante su análisis,
dado que en las elecciones a nivel nacional el número de
municipios con gobiernos yuxtapuestos a aumentado significativamente,
sobre todo desde la segunda mitad de los noventa.
- El fenómeno de yuxtaposición
tiene una alta correlación con las crisis económicas
del país en 1983, 1989 y 1995.
- La yuxtaposición
predomina más en ámbitos urbanos que en el rural.
Más allá de algunas
interesantes conclusiones que el autor propone, nuestra intención
es demostrar como el nivel de alta yuxtaposición medida,
indica una mayor participación social en el poder, y que
esto no puede ser más que indicador de un mayor grado de
democracia.
Así, deteniéndonos
en algunos datos propuestos por el autor con la aplicación
del índice Taagapera, observamos que entre 1980 y 1988, todos
los municipios yuxtapuestos (sólo 152 en todos estos años)
estaban en manos de los llamados partidos de oposición PAN,
PARM, PPS, PDM, etc. es decir ningún gobierno municipal yuxtapuesto
estaba en manos del PRI. Sin embargo a partir de 1989 el PRI empezó
a participar como poder municipal yuxtapuesto en municipios de Estados
como: Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León,
Querétaro, Aguascalientes, etc. manteniendo hasta la fecha
un incremento constante y sostenido en el número de municipios
yuxtapuestos bajo su control, lo cual indica que el PRI, a pesar
de perder elecciones federales y estatales tiene una estructura
aún fuerte que le permite seguir ganando elecciones municipales.
El índice Taagapera de competitividad
electoral muestra como de 1989 a 1998 el número de municipios
yuxtapuestos aumentó enormemente pasando a 1,573 a lo largo
de este periodo, pero demostrando además como los mayores
índices de yuxtaposición se presentan en años
de crisis económica: 1983-(35), 1989-(123), 1995-(361). Otras
observaciones igualmente indicativas son que el PAN fue el partido
que entre 1980-1988 encabezó el mayor número de municipios
yuxtapuestos, aunque a partir de 1989 ha sido el PRD el que ha aumentado
de manera significativa el número de sus municipios yuxtapuestos.
Otra conclusión que ofrece
De Remes y que para nosotros es la más importante, es que
la tendencia en las competencias electorales yuxtapuestas ha ido
cambiando de un índice de dos partidos a tres e incluso a
3 ½ partidos yuxtapuestos, lo cual indicaría que debemos
esperar en el futuro inmediato competencias tripartidistas en la
mayoría de municipios del territorio nacional. Así,
es claro que nos movemos hacia un sistema tripartidista y por tanto
altamente competido.
Creemos que con las aportaciones
de De Remes así como con las observaciones de muchos otros
analistas, queda claro que al aumentar la diversidad y representatividad
en los diversos niveles de gobierno, estamos frente a un, incipiente
si se quiere, estado democrático, pero que lejos de ser la
solución fácil que muchos han creído, o nos
han hecho creer, en realidad significa un aumento de la complejidad
y por tanto requiere de un mayor esfuerzo de comprensión
y de capacidad política para su adecuada conducción.
Esto representa un reto que atraviesa
por lo procesos de concertación negociación, y que
creemos redefine el papel de la comunicación política.
III.- EL PAPEL DE LA COMUNICACIÓN
POLÍTICA EN EL PROCESO DEMOCRÁTICO
Habiendo concluido que
la democracia no implica simplificaciones, sino muy al contrario
como proceso diferenciador y de equidad, implica una mayor complejidad
y por tanto la complicación de los procesos de decisión
y conducción política, la comunicación política
tendrá que ocupar su lugar estratégico en el proceso
democratizador.
En los últimos años
y particularmente a la sombra de los procesos electorales del pasado
reciente, la comunicación política ha gozado de un
inusitado auge, hoy todo son encuestas, campañas, mensajes,
estudios para la conducción política. Sin embargo
hay que decir que tal auge a privilegiado, sólo un aspecto
de la comunicación política, aquella orientada al
marketing y a la promoción de la imagen del político
y partidos, pero ha quedado en segundo término y con pobres
resultados su función estratégica. Hoy hemos presenciado
como magnas campañas políticas han encumbrado a políticos
populistas en Latinoamérica, políticos que pese a
su efímera popularidad no han logrado avances significativos
para sus pueblos y la región.
El caso del Foxismo en México
es sintomático, una excelente estrategia massmediática
llevó a Fox a la presidencia, pero su conducción además
de las innumerables erratas comunicativas cometidas, parece mantenerlo
en campaña. No es un secreto que a Fox le importa mucho más
mantener sus índices de popularidad altos, que enfrentar
y resolver algunos de los agudos problemas que el país padece.
Parece haber una confusión de valores. Se confunden los fines
con los medios, así como el poder no es un fin, sino un medio
para servir, así la comunicación es un medio para
lograr acuerdos reales que permitan avanzar al país en su
conjunto.
Sin embargo, en los tiempos de su
segundo informe, sus obras y resultados parecen magros, y más
bien están marcados por sonados fracasos o por estrategias
suspendidas o canceladas por una conducción errátil,
que privilegia la comunicación para mantener su imagen pública
por sobre su estratégica capacidad negociadora.
En efecto, la más elemental
definición de comunicación política señalaría:
Intercambio de signos, señales
o símbolos entre personas físicas o sociales con
las que se articula la toma de decisiones políticas, así
como su aplicación en la comunidad4
Donde lo central es la articulación
de toma de decisiones políticas, justo lo que a dos años
de gobierno Foxista a fallado, y casos como la reforma hacendaria,
la reforma eléctrica, ó Atenco son pruebas más
que evidentes de ello.
Claro, se dirá "Es que
le ha tocado lo más difícil, enfrentar un Congreso
dividido, diverso, opuesto", pero ¿qué no es
eso mismo en lo que consiste la democracia? justo en la participación
de las diversas posiciones políticas y sociales, por diferentes
u opuestas que pueden ser. Lo que ha faltado es experiencia y capacidad
política, pero principalmente de comunicación política
diríamos en su aspecto esencial y estratégico.
Para quienes saben de comunicación
queda claro que la comunicación es un medio para lograr algo,
la comunicación humana media para lograr acuerdos que eviten
costos o desgastes innecesarios, para articular decisiones que nos
integren en la resolución de necesidades justo eso, el acuerdo,
es la finalidad de la comunicación humana, diría Habermas.
Esta capacidad y valor de la comunicación humana adquiere
carácter de esencial en la comunicación política,
nada se logra con simular acuerdos massmediáticos, o presumir
en el extranjero, que tal o cual acuerdo está por lograrse,
hay que tener la capacidad de negociar, de lograrlo.
El pasar por alto el valor estratégico
de esta cara de la comunicación política ha sido hasta
hoy el talón de Aquiles de la bota de Fox y si quiere tener
algo que informar en lo que resta de su sexenio tendrá que
habilitar operadores políticos reales, concertadores capaces
de hacer que sus iniciativas marchen, por que es poco probable que
logre una mayoría absoluta en el Congreso e imposible que
la logre en el país todo. Lo probable si, es que siga habiendo
diversidad y complejidad que tarde o temprano lo obligará
a verdaderamente concertar y negociar, porque en el México
de hoy está todo por acordar.
Hoy no basta con simular acuerdos,
no basta con declaraciones persuasivas, ni con campañas que
promuevan un imago popular, no basta con lobbying y cabildeos, hay
que aprender a operar la más estratégica de las herramientas
de la comunicación política, la capacidad de escucha
de concertación y negociación, lo que hace falta es
una buena teoría de la negociación política.
En conclusión, creo, que
la llegada de la bienvenida democracia a nuestro sistema político,
poco a poco irá reposicionando el valor estratégico
de la comunicación política como fundamentalmente
concertadora y negociadora de acuerdos políticos que hagan
avanzar al país, atrás quedarán los esfuerzos
desmesurados para lograr ratings de popularidad y construcciones
perfectas de imágenes virtuales, que a la larga descubrirá
en la terca realidad no sirven para gobernar.
Notas:
1
Doctor por la Universidad de California en San Diego y catedrático
invitado del ITAM.
2 De Remes, Alain. Yuxtaposición
en elecciones municipales mexicanas: La cohabitación silenciosa.
En: Rev. Encuentro y Sociedad. Año 2 N° 4 segunda época.
CIDE México 2000.
3 Op.
Cit. Pág. 75
4 José María Canel
en: La Comunicación Política pág. 25
Xavier
I. Ávila Guzmán
Catedrático de la carrera
de Ciencias de la Cmunicación en la ENEP
Acatlán, Estado de México, México |