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Por Zapopan Muela
Número
44
Introducción
El
presente trabajo es una discusión filosófica
sobre los constantes ataques del estado empresarial
contra el dominio público, específicamente
contra el acceso a la cultura -información
y conocimiento-a través de las bibliotecas
y otros repositorios públicos de conocimiento.
Por lo tanto, las reflexiones aquí plasmadas
tratan sobre la economía política
y el dominio público en lo cultural. Dentro
de las obras que se analizaron destacan las de
Herbert H. Schiller. Él pronosticó
al final de su carrera que dado que “la
producción cultural en sus formas y relaciones
básicas no se distinguen de la producción
en general, un riguroso examen de la producción
y consumo de la economía política
de la cultura se convierte en un campo obligatorio
y vital para la investigación y el análisis.”
(Schiller, 2000, p. 62). Y él mismo enfatiza:
Ignorar o minimizar
el valor de este campo de investigación
es negarse al entendimiento, y por lo tanto
a su correspondiente resistencia, del último
terreno crucialmente importante del capitalismo.
La economía política de la producción
y consumo cultural es un elemento fundamental
para el entendimiento del capitalismo del siglo
XXI. Esto es especialmente así en esta
era del “capitalismo triunfante.”
¿De que otra forma comenzar a desafiar
su autoridad simbólica y material? (Schiller,
2000, p. 63).
De este modo,
el presente trabajo se suma a dicha perspectiva
arriba mencionada de ahondar en la investigación
y el análisis de la economía política
cultural de la etapa actual del capitalismo.
La economía política del capitalismo
llamado informacional o cognitivo. Así,
esta pieza de investigación analiza algunos
de los efectos corrosivos del capitalismo en
su desenfrenada fase de imperialismo de mercado
como le llama Marquand (2004, p. 136) que están
afectando al dominio público. Así
como la economía política de la
cultura es un tema muy amplio, igualmente lo
es el del dominio público. Aquí
se analiza específicamente el papel que
juega el estado que, como se critica aquí,
se ha convertido en un estado empresarial en
forma manifiesta o subyacente. En este estudio
se considera a este estado empresarial como la
principal causa del deterioro del dominio público
en general e informacional-cognitivo en particular.
En este sentido
el filósofo esloveno Slavoj Zizek, nos
alerta de la importancia de la politización
de la economía debido a los más
recientes intentos irracionales de la economía
capitalista de concentrar monopólicamente
los medios de comunicación, la información
y el conocimiento:
Un indicador
extra de la necesidad de algún tipo de
politización de la economía es
la perspectiva abiertamente “irracional”
de concentración casi monopólica
del poder en manos de un solo individuo o corporación,
como es el caso de Rupert Murdoch o de Bill
Gates. Si la próxima década produce
la unificación de los múltiples
medios de comunicación en un solo aparato
que combine las características de una
computadora interactiva, un televisor, un equipo
de video y de audio, y si Microsoft realmente
consigue convertirse en el dueño casi
monopólico de ese nuevo medio universal,
controlando no sólo el lenguaje que se
emplee en él sino también las
condiciones de su aplicación, entonces
es obvio que nos enfrentaremos con una situación
absurda en la que un solo agente, libre de todo
control público, dominará la estructura
comunicacional básica de nuestras vidas
y será, por lo tanto, más poderoso
que cualquier gobierno. (Zizek, 2000).
Así,
los tres elementos que guían el análisis
de este trabajo son la corporación empresarial
en la parte económica, al estado en la
parte política y el dominio público
informacional y cognitivo en la parte cultural.
Así, la parte del dominio público
que se analiza es el informacional-cognitivo
pero en función de las bibliotecas y,
por extensión, de otros repositorios públicos
de conocimiento. Y dado que los conceptos “información”
y “conocimiento” inundan todas las
relaciones humanas, se analizan, en base a evidencias
disponibles en la literatura, de algunas de las
variadas formas de producción, distribución,
almacenamiento o uso de ora información
ora conocimiento. Para ello se aborda el fenómeno
mediante diversos ángulos como los éticos,
educacionales, sociales, políticos u otros.
Todo ello con la finalidad de invitar a la comunidad
de las bibliotecas y otros repositorios públicos
de conocimiento a la reflexión y el debate
sobre algunos de efectos dañinos que el
tenaz y persistente ataque de los estados y las
corporaciones empresariales están ocasionando
contra el dominio público en general y
en el de sus instituciones en particular. Al
mismo tiempo para invitarles a contra atacar
dicha tendencia de destrucción del imperialismo
del mercado con sus políticas neo-liberales
por parte de los estados empresariales contra
el dominio público, tal y como alerta
Marquand (2004, p. 134). Precisamente para restablecer
la esencia cada vez más destruida del
ethos bibliotecario de ofrecer los servicios
públicos, en este caso, de información
y conocimiento, disponibles, accesibles, utilizables
en forma libre, gratuita, igualitaria, y democráticamente
a toda la comunidad de usuarios reales o potenciales.
El advenimiento del estado empresarial
versus el dominio público informacional
y cognitivo
¿Qué
es el estado? Los rasgos fundamentales del estado
se caracterizan por mantener a la sociedad divida
en clases. Las clases dominantes que detenten
el poder sobre él se han adjudicado ellas
mismas el derecho de expropiar las riquezas socialmente
generadas, y de explotar y dominar a las no poseedoras.
Sin embargo, las clases gobernantes en el estado
--y sus diversos aparatos como el de gobierno
para la administración de los asuntos
sociales-- necesitan de las clases dominadas
gobernadas, so pena de su existencia; las gobernantes
y las gobernadas guardan una relación
sine qua non. Engels lo define así:
No faltaba
más que una cosa; la institución
que no sólo asegurase las nuevas riquezas
de los individuos contra las tradiciones comunistas
de la constitución gentil, que no sólo
consagrase la propiedad privada antes tan poco
estimada e hiciese de esta santificación
el fin más elevado de la comunidad humana,
sino que, además, imprimiera el sello
del reconocimiento general de la sociedad a
las nuevas formas de adquirir la propiedad,
que se desarrollaban una tras otra, y por tanto
a la acumulación, cada vez más
acelerada, de las riquezas; en una palabra,
faltaba una institución que no sólo
perpetuase la naciente división de la
sociedad en clases, sino también el derecho
de la clase poseedora de explotar a la no poseedora
y el dominio de la primera sobre la segunda.
Y esa institución nació. Se inventó
el Estado. (Engels, 2000).
Aunque ésa
es la naturaleza esencial del estado, en este
trabajo se enfatizan algunas funciones del estado
democrático republicano relacionadas con
la provisión de servicios sociales al
público que tradicionalmente han sido
gratuitos, libres, democráticos y socialmente
igualitarios. Estos servicios son los mínimos
necesarios para que la población no se
degrade a estados de esclavitud, barbarie o salvajismo.
Empero, no se discute su desaparición
ni la instauración de otro tipo de estado
alternativo al parlamentarista burgués.
Eso rebasa los objetivos de este análisis.
Sin embargo,
es importante recalcar, como la esencia de clase
del estado influye en las formas en que sus regentes
en turno proveen dichos servicios sociales a
la población. En la medida en que las
clases gobernantes del estado se alejen de su
mínimo mandato de proveer dichos servicios
en la forma en que aquí se menciona, en
esa misma proporción cuantitativa y cualitativa
se socavan los principios democráticos
del interés público, del dominio
público ante el cual supuestamente debería
supeditarse el estado. En la cantidad y calidad
con que el estado prive de dichos servicios al
público, es al mismo tiempo la misma medida
en que degrada, o aliena al público.
¿Qué
es el dominio público? El dominio público
no debe confundirse con el sector público,
este último se inscribe y supedita al
dominio público:
En el dominio
público, el poder del mercado es derogado
y el clientelismo privado está prohibido;
los ciudadanos no deben hincarse ante nadie.
Y, en principio al menos, la libertad republicana
va acompañada de un gobierno auto democrático
y de una fiscalización del poder estatal.
En el dominio público, los ciudadanos
colectivamente definen lo que el interés
público debe ser, a través de
lucha, argumentación, debate y negociación.
Si los gobernantes del estado y los funcionarios
que les sirven no pueden ser llamados a cuentas
por la ciudadanía y sus representantes,
el lenguaje del interés público
se puede escamotear para intereses privados.
(Marquand, 2004, p. 33).
¿Y qué
es la corporación empresarial? Los rasgos
característicos del capitalismo son: las
privatizaciones de los servicios públicos,
desregulaciones donde las corporaciones sean
más libres de que se les fiscalicen sus
actividades por parte del estado, la promoción
del comercio libre o libre cambio, que las corporaciones
paguen los más bajos impuestos, etc. La
corporación empresarial -empresa, libre
empresa, Iniciativa Privada, empresariado, etc.--es
ese ente vehículo de corporeidad y materialidad
de las filosofía de las clases dominantes
del capitalismo-imperialismo que precisamente
lleva a cabo fielmente los mandatos de su clase.
Para efectos prácticos y en base a las
evidencias de este trabajo, se toma la corporación
empresarial -en inglés corporation-como
la institución más representativa
de todo el sistema capitalista e imperialista
de explotación y expropiación de
riqueza. Así, esta es la definición
más adecuada:
Al tiempo que
la corporación empresarial llega para
dominar la sociedad --a través de la
privatización y la comercialización,
entre otras cosas--su concepción ideal
de la naturaleza se convierte en dominante también.
Y esa es la perspectiva aterradora. La corporación,
después de todo está deliberadamente
designada para ser una psicópata: puramente
interesada en sí misma, incapaz de ver
por otros, sin moral y sin consciencia, en una
palabra, inhumana. (Bakan, 2004, p. 134).
Bakan critica
que las características comunes a todas
las corporaciones empresariales son: “su
obsesión por sus ganancias y precios de
acciones, la avaricia, su carente preocupación
por los demás y su propensión a
romper las reglas legales. Estos rasgos están,
a su vez, enraizados en una cultura institucional,
la cultura de la corporación empresarial,
esa que valoriza su interés propio e invalida
toda consideración moral.” (2004,
p. 58). El mismo ejemplifica que todas son proclives
hasta de su propia auto destrucción como
en el caso de la corporación empresarial
Enron. Todo ello como parte de su carácter
institucional, inherente a su naturaleza con
rasgos de psicopatía. “Avaricia
e indiferencia a la moral define a la cultura
del mundo empresarial.” (Bakan, 2004, p.
55).
Bakan (2004,
p. 56-57). destaca --en base a una exhaustiva
investigación del carácter psico-patológico
de esta institución-- una lista de los
rasgos que definen la esencia de las corporaciones
empresariales como psicópatas. Las corporaciones
empresariales son:
• Irresponsables.
Dado que lograr sus objetivos corporativos es
lo único que importa, todos los demás
son puestos en riesgo, incluyendo sus propios
miembros accionistas.
• Manipuladoras. Las empresas lo manipulan
todo incluyendo por supuesto la opinión
pública.
• Grandiosas. Las empresas se autollaman
grandiosas, cada una la número uno, la
mejor, en su competencia contra las demás.
• Son carentes de empatía y anti
sociales. No les importan sus víctimas
de su competencia, avaricia o daños al
público o al ambiente.
• Insensibles. Las empresas corporativas
son insensibles a sentir remordimientos por
los demás.
• Superficiales. En aras de lograr sus
objetivos de avaricia y obtener ganancias y
dinero por encima o contra todos, las empresas
se relacionan con el público en formas
atractivas, aunque en el fondo, en esencia,
no sean así.
Las evidencias
de casos de negligencia, ecocidio y crímenes
han sido ampliamente documentadas en su investigación
(Bakan, 2004, pp. 87-88), pero también
son ampliamente sabidas las múltiples
ocasiones en que decenas, cientos o miles de
humanos mueren en accidentes laborales o en otras
circunstancias donde estas instituciones están
involucradas, sin mencionar de ecocidios, y donde
en general pagan multas y ninguno de sus miembros
puede ser forzado a la justicia estatal. Sin
embargo, ahondar en esto rebasa los objetivos
de este trabajo. Suficiente es dejar manifiestamente
claro su carácter psicopatológico
y psicópata. Esto es crucialmente importante
enfatizarlo ya que en muchas de las profesiones,
y particularmente en la bibliotecología,
las comunidades profesionales en su mayoría
y en su conjunto se han adherido o dejado seducir
consciente o inconscientemente por su discurso
bondadoso, y agradable ajeno a su naturaleza:
mentir es su esencia para vender o abatir la
competencia.
¿Por
qué estado empresarial? En algunos países
los estados están logrando implementar
legislaciones de acceso a la información
pública que fiscalizan precisamente la
función pública y tienen la finalidad
de evitar la corrupción de distintos tipos:
nepotismo, favoritismo, conflictos de interés,
etc. (Muela Meza, 2004b). Sin embargo, en la
mayoría de los estados democráticos
occidentales los empresarios también pueden
ser elegibles o asignados a cargos públicos.
Y aunque cada vez más existen candados
que eviten la corrupción, lo cierto es
que un empresario no abandonará su ideario
empresarial o no está obligado a deshacerse
de sus empresas o sociedades empresariales. El
estado y el dominio público en el que
se circunscribe tienen objetivos diametralmente
opuestos a los de las corporaciones empresariales
como se explicó arriba y es esta fusión
abierta o velada la que representa graves peligros
para el estado democrático como tal y
el dominio público. (Marquand, 2004, p.
24). Por otro lado, “el poder del estado
no ha sido reducido. Ha sido redistribuido, más
estrechamente conectado a las necesidades e intereses
de las corporaciones empresariales y menos hacia
el interés público.” (Bakan,
2004, p. 154).
Así,
a la hora de evaluar las políticas públicas
en general o concernientes a bibliotecas y otros
receptorios públicos de conocimiento,
a cualquier nivel de gobierno al interior de
un país o en la escena internacional,
se puede determinar cuáles son las clases
sociales, sectores o grupos de personas que serán
beneficiadas o perjudicadas. Y cómo se
analiza ampliamente en este trabajo, el carácter
de clase de esta fusión entre estado y
corporación empresarial es precisamente
el de las clases dominantes del capitalismo-imperialismo
con sus políticas neoliberales. Por otro
lado, las clases dominantes del capitalismo-imperialismo
se politizan exacerbadamente, cierran filas,
pero precisamente para despolitizar el dominio
público tal y como lo critica Zizek:
La
gran novedad de la era pospolítica actual
-la era del “fin de las ideologías”-
es la despolitizacion radical de la esfera de
la economía: el modo en que la economía
funciona (la necesidad de recortar el gasto
social, etc.) es aceptado como un simple dato
del estado de cosas objetivo. Sin embargo, en
la medida en que esta despolitización
fundamental de la esfera económica sea
aceptada, todas las discusiones sobre la ciudadanía
activa y sobre los debates públicos de
donde deberían surgir las decisiones
colectivas seguirán limitadas a cuestiones
“culturales” de diferencias religiosas,
sexuales o étnicas -es decir, diferencias
de estilos de vida- y no tendrán incidencia
real en el nivel donde se toman las decisiones
de largo plazo que nos afectan a todos. (Zizek,
2000).
Por lo tanto,
en la medida en que la sociedad --incluyendo
a los bibliotecarios-- participe o deje de participar
políticamente para reconocer y resistir
dicho carácter cada vez más psicópata
la administración pública a través
del estado empresarial o de la corporación
empresarial gobernante del estado, en esa misma
medida resultará beneficiado o perjudicado
el dominio público en general y el informacional
y cognitivo en las bibliotecas en particular.
¿Sociedades
de información y conocimiento o sociedades
expoliadoras de la naturaleza y el dominio público?
Las
auto llamadas “sociedades de la información”
o “sociedades del conocimiento” son
en realidad neologismos que esconden la ideología
de las clases dominantes del capitalismo en su
violentamente renovada fase imperialista. En
este trabajo se evitan dichas terminologías
por considerarse eufemismos falaces que escamotean
la esencia de dicho fenómeno social. Se
analizan y critican por el contrario sus ideologías
subyacentes y su carácter de clase burguesa
del estado empresarial, de sus ideólogos,
o seguidores, apologistas y logógrafos
condescendientes que les hacen eco.
Dentro de los
escasos trabajos críticos y analíticos
que se encontraron , resulta destacable el trabajo
del escritor mexicano Juan Domingo Argüelles,
su libro ¿Qué leen los que
no leen? El poder inmaterial de la literatura,
la tradición literaria y el hábito
de leer. En su crítica a algunas
de las barreras que impiden que la sociedad lea
--información y conocimiento-- libre y
placenteramente, él realiza un sustancial
análisis hermenéutico de algunos
críticos de la llamada “sociedad
de la información.” Y destaca ampliamente
las obras de Dominique Wolton, Internet,
¿y después? Una teoría crítica
de los nuevos medios de comunicación y
Sobrevivir a inernet. Conversaciones con
Olivier Jay, mismas que a su vez él
mismo considera como algunas de las pocas críticas
que se salvan de vanagloriar la ideología
dominante de los creadores y promotores de su
obra maestra “la sociedad de la información.”
Así, a tono con toda la traza de este
trabajo, él declara que la "democratización
del acceso a la información" es una
falacia neo-liberalista que esconde detrás
la ideología del mercado:
Para la ideología
de mercado, la sobreabundancia en la oferta
es, en sí misma, una democratización
en el acceso, lo cual por supuesto es falso:
compra el que tiene para comprar, no el que
tiene a la mano las ofertas pero carece de recursos.
Con esta misma perspectiva, la sobreinformación
no es en sí misma un beneficio; se puede
estar sobreinformado y carecer de capacidad
para comprender, valorar, discernir dicha acumulación
informativa. ... La función crítica
es más importante que la capacidad de
acceso. (Argüelles, 2003, p. 165).
Los ideólogos
de las clases dominantes del estado empresarial
son un volcán en constante erupción:
como la lava al rojo vivo todo deben cubrirlo
a su paso. Así, actualmente ya se habla
de la desaparición de la World Wide Web.
En su lugar han surgido nuevos neologismos: World
Wide Grid, Omninet, Hypergrid, Oxygen, etc. Todas
ellas son promovidas por las necesidades de las
corporaciones empresariales y en gran medida
financiadas por el erario público vía
las universidades, como en el caso del MIT. Su
finalidad es el desarrollo de megalomanías
tecnológicas donde las potenciales capacidades
computacionales vía redes electrónicas
de bitios o qubits --bitios de la autollamada
"era de los quanta"-- impregenen toda
la vida humana casi tan totalizadoramente como
el propio oxígeno (Baeyer, 2003, p. 6).
Puede también decirse que la controlen,
dominen, sojuzgen, exploten, opriman, etc. Realmente,
los ideólogos y apologistas de las falacias
de las “sociedades de la información
o del conocimiento” además de carecer
de un análisis crítico, carecen
de modestia. La megalomanía triunfalista
del capitalismo cognitivo (Dyer-Witheford, 2005)
les ofusca la vista. Desde el campo de la física
Von Baeyer, en uno de sus pocos destellos de
teorizar con conciencia social, desmitifica en
su libro Information: The new language of
science el carácter felicista de
las tecnologías de comunicación
e informacion al tiempo que las pone en una dimensión
más acorde a la realidad de las condiciones
de vida de los seres humanos y su medio:
Estamos aprendiendo
que el impacto de la era de la información
no es universal como parece. Para nosotros en
el desarrollado Oeste, las tecnologías
de la información aparecen para dominar
la vida, pero para la mayoría de población
global es aún ampliamente irrelevante.
La World Wide Web no resolverá los problemas
de pobreza cuando la mitad de la gente en el
mundo no tiene aún para hacer o recibir
una llamada telefónica. Automóbiles
auto-dirigidos no mejorarán los estándares
de vida de tres billones de gente que sobrevive
con menos de 2 dólares al día.
La cirugía robótica no sanará
a más de un millón y medio que
no tiene acceso al agua potable. Eventualmente
una apreciación de la profundidad y amplitud
traicionera de la brecha digital quizá
comience a sofocar nuestro apetito ilimitado
por la información. (Baeyer, 2003, pp.
6-7).
¿Entonces
de qué eras o sociedades se habla? Él
mismo evidencia los peligros de los límites
físicos de la producción de todos
cuerpos materiales que combinados hacen posible
la computación, almacenamiento y transmisión
de información. Evidencia los costos ocultos
o que sus ideólogos felicistas ocultan,
en la producción de dichos cuerpos: para
producir un simple chip computacional de 2 gramos
se requieren 36 veces su peso en químicos,
800 veces su peso en energía --pricipalmente
eléctrica que a su vez se deriva hasta
hoy principalmente de energías fósiles--
y 1, 600 veces su peso en agua. Al mismo tiempo
critica a los adalides de la “sociedad
de la información” de que promueven
falacias, pues que el mismo concepto de “información,”
al menos dentro del campo de la más materialmente
objetivable de las ciencias, la física,
no ha sido aún definida o incorporada
en su campo cognitivo. También critica
y rechaza las teorías de Shanon de que
hasta hoy las tecnologías de la información
carecen del principal elemento humanamente crítico:
son incapaces de computar significados. Y que
por lo tanto, una gran proporción de información
que se encuentre en internet --si es que se encontrase
del todo-- carece de significado, está
mal organizada o es simplemente incorrecta, de
tal modo que mucha de ésta no es ni accesible
ni útil. (Von Baeyer, 2003, p. 7). Sin
embargo, la principal debilidad de su análisis,
en relación con el hilo conductor que
ha seguido este trabajo, es que él en
su afán de arribar a la conceptualización
de la “información” como el
nuevo lenguaje que permee todas las ciencias,
no critica los efectos negativos para el dominio
público o el ambiente, de la comercialización
de la información, al contrario, él
manifiesta que la información debe también
medirse de la misma forma para comercializarse
al igual que sucede con el concepto de la “energía”
(p. 11).
Por otro lado,
y en centro del debate de las sociedades expoliadoras
de la información y el conocimiento, sus
ideólogos escamotean los antagonismos
entre la naturaleza inapropiable de la información
y el conocimiento y el papel expropiador, usurpador
y expoliador de la información y el conocimiento
por parte de las clases dominantes del capitalismo-imperialismo
a través del estado empresarial y sus
organismos nacionales e internacionales ad hoc
encargados de someter a todos los seres humanos
del planeta a sus canones legislativos, criminalizantes,
y punibles por producir, reproducir, almacenar
y compartir la información y el conocimiento
que otrora existía libre de dominación
humana, ora en su estado natural o social. Para
llenar dicho vacío, Zizek les cuestiona:
¿Acaso
los dos fenómenos mencionados (las imprevisibles
consecuencias globales de decisiones tomadas
por compañías privadas; el evidente
absurdo de “ser propietario” del
genoma de una persona o de los medios que los
individuos usan para la comunicación),
a los que hay que sumar al menos el antagonismo
implícito en la idea de “ser propietario”
del conocimiento científico (dado que
el conocimiento es por naturaleza neutral a
su propagación, esto es: no lo gastan
la dispersión ni el uso universal), no
son suficientes para explicar por qué
el capitalismo actual debe recurrir a estrategias
cada vez más absurdas para mantener la
economía de la escasez en la esfera de
la información, y por lo tanto para contener,
en el marco de la propiedad privada y las relaciones
de mercado, el demonio que él mismo liberó
(inventando, por ejemplo, nuevos modos de prevenir
el copiado libre de información digitalizada)?
(Zizek, 2000)
Dicho cuestionamiento
evidencia la naturaleza irracional y contradictoria
de la producción capitalista. Por un lado
los dueños de capital producen --mediante
la explotación económica de la
clase trabajadora, los que realmente producen
son los trabajadores-- desquiciadamente productos
o mercancías sólo para obtener
beneficios personales o de los dueños
y socios accionistas de sus corporaciones empresariales.
Pero cuando la sociedad utiliza dichos productos
y mercancías --la información y
conocimiento no se consume, sólo se utiliza
vía su internalización en el cerebro
humano vía los sentidos, principalmente
la vista y desde Sumeria vía la lectura--
dichos productos o mercancías sin que
ello genere ganancias para dichos capitalistas
directores de tal producción, entonces
el papel de su alter ego, el estado empresarial,
debe entrar al ataque para intentar expropiarle
a dichos seres humanos sus capacidades sensoriales,
privándolas precisamente del acceso a
dicha información y conocimiento mediante
su sometimiento a través de un uso elitista,
selecto y exclusivista de quienes puedan comprar
la simbología de su acceso. Dicha expropiación
va a tono con mantener intacto el raquis de su
naturaleza: la propiedad privada, vía
novedosas formas de expropiación y dominación:
derechos de autor, patentes, etc.
Las corporaciones
empresariales industriales, comerciales o financieras
de información y conocimiento --que como
todas las demás poseen caracteres psicopáticos--
sólo tienen la finalidad de lograr los
objetivos de sus dueños y socios, sin
importar el beneficio social o equilibrio ambiental.
Como se vio anteriormente, el estado empresarial
sirve para resguardar la propiedad privada de
las corporaciones empresariales, incluyendo la
del usurpamiento de la información y conocimiento.
Pero la ciudadanía dentro del dominio
público ve principalmente por el beneficio
colectivo de todo el público, por el equilibrio
entre público y el ambiente a través
de la política. Así, los organismos
o instituciones que expresa o veladamente busquen
el apropiamiento privado de lo público
o la coexistencia entre apropiadores y lo público,
evidencian su carácter de clase contra
el dominio público y sus principios democráticos.
¿Información
y conocimiento para qué?
Las nociones, discursos, usos, necesidades o
todo lo relacionado a la información o
conocimiento --como elementos de la realidad--,
dependen de la cosmovisión y finalmente
de nuestra posición de clase social; como
todos los procesos mentales, dependen de la ideología.
Una psicóloga enfatiza este punto: “el
conocimiento está mediado por los sujetos
que lo producen, por lo tanto, no hay neutralidad
ni en la forma de conocer ni en el conocimiento
que se produce. ... Estos conocimientos son parciales
ya que surgen a partir de posiciones y articulaciones
particulares y en continua transformación.
Desde diferentes posiciones de sujeto, se pueden
ver diferentes realidades.” (Montenegro
Martínez, 2001, 271, 279)
¿Información
y conocimiento para el bienestar de todos o sólo
de unas cuantas élites?
Este cuestionamiento como cualesquiera otros
puede tener tantas respuestas como tantos humanos
puedan expresarse. Einstein criticaba que el
sistema de producción capitalista, dada
su lógica interna, disponía de
la información y el conocimiento sociales
para el desarrollo de tecnologías, sistemas,
productos, mercancías, etc., pero todo
ello con la única finalidad de que las
clases dominantes poseedores del capital (las
corporaciones empresariales) y gobernantes del
estado mantuvieran su poder y control de los
trabajadores. Como puede apreciarse enseguida,
la información y el conocimiento para
los trabajadores sólo significaba que
a mayor aplicación de las mismas sólo
significaba mayor desempleo para muchos, mayores
controles contra su libertad y en general mayor
alienación:
La producción
está orientada hacia el beneficio, no
hacia el uso. No está garantizado que
todos los que tienen capacidad y quieran trabajar
puedan encontrar empleo; existe casi siempre
un "ejército de desempleados".
El trabajador está constantemente atemorizado
con perder su trabajo. Desde que desempleados
y trabajadores mal pagados no proporcionan un
mercado rentable, la producción de los
bienes de consumo está restringida, y
la consecuencia es una gran privación.
El progreso tecnológico produce con frecuencia
más desempleo en vez de facilitar la
carga del trabajo para todos. La motivación
del beneficio, conjuntamente con la competencia
entre capitalistas, es responsable de una inestabilidad
en la acumulación y en la utilización
del capital que conduce a depresiones cada vez
más severas. La competencia ilimitada
conduce a un desperdicio enorme de trabajo,
y a ése amputar la conciencia social
de los individuos que mencioné antes.
Considero esta mutilación de los individuos
el peor mal del capitalismo. (Einstein, 1995,
pp. 15-16).
Así,
los apologistas de las “sociedades de la
información y el conocimiento”,
abogan porque las clases dominantes ceben mejor
los lomos que habrán de montar; abogan
precisamente por la sofisticación de las
tecnologías y mecanismos de control creados
precisamente para la dominación, sometimiento,
y alienación de los productores de información-conocimiento:
los trabajadores.
Tradicionalmente
las universidades eran los principales centros
para la transformación de información
en conocimiento con propósitos socialmente
éticos de solucionar los problemas del
mundo y buscar el equilibrio entre los humanos
y el cosmos. Pero con la llegada de las Universidades
S.A. de C.V., las alianzas entre el estado empresarial
y las universidades, las contradicciones se hacen
evidentes. Como se ha analizado, se ha hecho
difusa la línea limítrofe entre
las corporaciones empresariales y el estado.
Este estado comprometido principalmente con los
intereses de sus mecenas empresariales, toma
por asalto las universidades. Estas Universidades
S.A. de C.V. a su vez, investigan en base a las
agendas de los empresarios corporativos o estatales,
e intentan, contrario a su ideario del respeto
a los derechos democráticos de la libertad
de expresión, precisamente censurar las
publicaciones al público de tales investigaciones.
(Dyer-Witheford, 2005)
Pero no todos
los investigadores han sido sometidos por esta
máquina de la inquisición postmoderna
del aparato represivo del estado empresarial.
Tal es el caso del científico Ignacio
Chapela, quien trabajando para la Universidad
de California en Berkeley la cual está
asociada con las corporaciones Monsanto, y Syngenta
(Novartis), descubrió que la aplicación
de tecnologías de organismos genéticamente
modificados (GMO) han representado graves peligros
para el cultivo del maíz en el estado
de Oaxaca, México, donde se han estado
aplicando. (Quist, D. & Chapela, I., 2001).
Ante tales evidencias, publicadas en la revista
Nature, el estado mexicano ha detenido la implementación
de tales GMOs en suelos y aguas nacionales y
está evaluando decretar leyes y reglamentos
que prohiban definitivamente tales aplicaciones.
Chapela abiertamente está alertando a
la comunidad científica y al gobierno
mexicano a que no permitan una legislación
de este ya que las corporaciones beneficiarias
de la venta de tecnologías GMOs a los
empresarios dentro o fuera del gobierno mexicano,
que son precisamente las socias de UC Berkeley:
Monsanto, Syngenta, además de Dupont y
la mexicana Seminis/Savia, son precisamente las
que están respaldando la elaboración
de dicha ley. (Chapela, I. 2004).
Como se ha analizado,
a las corporaciones empresariales sólo
les importa lograr efectiva y eficientemente
sus objetivos: la obtención de ganancias,
y la avaricia. No les importa, en este caso,
si se dañarían los suelos, y aguas
de Oaxaca, o de todo México, o de todo
el mundo, o si el maíz alterado con GMOs
--alimento básico de la dieta mexicana
y latinoamericana-- dañaría irreversiblemente
la salud de la población. En respuesta
ante los descubrimientos de Chapela, la Universidad
de California Berkeley lo despidió en
diciembre de 2004 sin mayores explicaciones,
a lo que él aduce que las corporaciones
Monsanto y Syngenta están detrás.
(Biotech critic denied tenure, 2004). La lista
de este tipo de inquisiciones postmodernas es
larga, tómense los casos contra las monstruosas
tabacaleras, y así sucesivamente. Investigaciones
posteriores pueden constatar el carácter
cada vez más corrosivo de las corporaciones
empresariales contra la naturaleza y el dominio
público.
¿Información
y conocimiento para el bienestar de los humanos
y el equilibrio ecológico o para la destrucción
de los humanos y el medio?
Los fundamentos
éticos de lo que le llama investigación
científica deben ser replanteados por
la comunidad laboral mundial: no es ético
que en nombre de la investigación científica
se construyan todo tipo de armas para destruir
las especies; las clases dominantes que detentan
el poder de los estados y gobiernos y de las
corporaciones empresariales carecen de moral
y rayan en una hipocresía propia de psicópatas,
basta ver, escuchar o leer en cualquier medio
de comunicación el uso criminalmente mortífero
de la información y conocimiento --intelecto
general-- cristalizado en todo tipo de armamento
usado, mediante cualquier argucia propagandística
--"terrorismo", "armas de destrucción
masiva", etc.--, para asesinar a otros seres
humanos o destruir la civilización humana
o vastas áreas de nuestro planeta. Un
crítico agrega:
La investigación
militar es de gran magnitud. Aquí el
objetivo es desarrollar armas más poderosas,
sistemas guías más precisos, métodos
de vigilancia más penetrantes, y formas
más astutas de manipular a los soldados
para que sean guerreros más efectivos.
Para los investigadores, las tareas pueden ser
muy específicas, tales como diseñar
una bala que sea más letal -o algunas
veces menos letal, para los propósitos
de control anti motines--. Muchos científicos
talentosos han dedicado sus mejores esfuerzos
en crear armamento más mortífero.
En la mayoría de los laboratorios de
gobiernos y corporaciones empresariales, la
relevancia práctica para los objetivos
de la organización es altamente importante.
En estos laboratorios, la influencia de grupos
con agendas diferentes es mínima. ...
Sobre todo, la investigación universitaria
está menos enfocada a resultados específicos
otros que no sean los de la investigación
gubernamental o de las corporaciones empresariales.
Esto es especialmente cierto en campos como
la filosofía o las matemáticas.
(Martin, 1998, p. 126).
Martin (1998,
p. 129) expone en la siguiente tabla, dentro
del contexto australiano, como algunas disciplinas
o campos interdisciplinarios dentro de las humanidades
o ciencias sociales tienen pocos presupuestos
por parte de los gobiernos o de las universidades,
mientras que las ciencias aplicadas, empresariales
y militares obtienen presupuestos abundantes:
|
Presupuestos
abundantes |
Pocos
presupuestos |
Disciplinas |
ingeniería
química, ciencias de la computación,
contabilidad, derecho |
filosofía,
historia, escritura creativa |
Campos
interdisciplinarios |
políticas
públicas, planeación militar,
estrategias militares |
estudios
para la paz, estudios de mujeres, economía
política |
Jennifer Washburn,
autora del libro University, Inc.: The
corporate corruption of higher education critica
que en EE.UU. las corporaciones empresariales
están cada vez más sentando sus
bases en las universidades y controlando sus
agendas de investigación a tal grado de
que la ética de las universidades está
puesta en duda y que a todo el fenómeno
en su conjunto se le conoce como Universidades
S.A. de C.V. Ella, de acuerdo con Martin, critica
enfáticamente que las consecuencias de
los límites borrosos entre las esferas
académicas y las empresariales son serias.
Deplora que la búsqueda de conocimientos
teoréticos estén siendo erradicados
para dar paso a la investigación comercial,
y que mientras algunas disciplinas que generan
dinero, estudian al dinero o que atraen dinero
están bañadas en recursos y espacio
de laboratorios. Mientras que la física,
la filosofía y otros campos tienen problemas
en mantenerse a sí mismas como mejor puedan.
También da algunos ejemplos como algunos
científicos abandonaron la ética
académica para adoptar los rasgos anti-éticos
y anti-sociales inherentes a las corporaciones
empresariales. Tal es el caso de investigadores
de la Universidad de Utah que descubrieron un
gene responsable del cáncer de mama hereditario
en 1994, y que en lugar de hacer pública
la investigación –que antes del
advenimiento de la era del estado empresarial
era su razón de ser--, misma que a su
vez, fue financiada con 4.6 millones de dólares
del erario del dominio público, por el
contrario, dicha universidad patentó dicho
gene mediante las leyes de usurpación
del intelecto general, social y público
y le concedió los derechos monopólicos
a la empresa Myriad Genetics, afectando así
al dominio público del sector salud, particularmente
a las miles y millones de mujeres con cáncer
de mama real o potencialmente. (Washburn, 2005,
p. 19).
Ella misma intenta
dar algunas soluciones que distingan o separen
a ambas esferas:
No hay una
solución obvia: aplicar reglas de conflicto
de intereses para todos los científicos
auspiciados con fondos públicos. Si queremos
detener el comercialismo que está destruyendo
nuestras instituciones de investigación
auspiciadas con fondos públicos, todas
las universidades y corporaciones empresariales
deben ser llamadas a cuentas a la misma altura
de las reglas legales. (Washburn, 2005, p. 19).
En el Reino
Unido y Australia, algunos autores (Slee &
Ball, 1999, p. 290-291) critican que “el
objetivo de la investigación es producir
nuevo conocimiento esencial para el crecimiento
y competitividad estratégica de la nación,”
pero que por otro lado, los paradigmas de investigación
crítica, exploratoria, de curiosidad,
y creativa tienen que librar fuertes luchas para
abrirse espacios y expresarse ante públicos
más amplios. Ellos le llaman a este fenómeno
el “capitalismo académico”
donde la investigación es simplemente
un instrumento económico y donde el investigador
es exhortado a convertirse en “emprendedor”
en alianzas con la industria para crear agendas
de investigación que a su vez demuestren
ser económicamente productivas.
En México
existen muchos casos donde algunas Universidades
S.A. de C.V. asociadas con el Estado Empresarial,
S.A. de C.V. y sus respectivos gobiernos sucursal
en diferentes entidades federativas. Los más
cuestionables y afrentosos contra el dominio
público se dan en el estado de Nuevo León,
donde paradójicamente su gobierno ha elaborado
una ley de fomento del conocimiento y se proyecta
a Monterrey, su capital, como Ciudad Internacional
del Conocimiento, pero al mismo tiempo han desmantelado
las licenciaturas de filosofía, sociología
e historia y le han cambiado el nombre a la de
bibliotecología. (Carrizales, 2005; Galán,
2005). Pero lo que ocurre en Nuevo León,
como en todos los países, no es un hecho
aislado, es una política de estado. En
este caso el estado mexicano a través
de la Secretaría del Trabajo y Previsión
Social de su poder ejecutivo, ha iniciado una
cruzada oficial para desmantelar las carreras
de filosofía, sociología y ciencias
políticas en las universidades públicas
para dar preeminencia únicamente a las
carreras que se adapten a sus intereses neo-liberales
de su estado empresarial. (Martínez, 2004).
El estado per
se es un gigantesco poder incontrolable
por el público, incluso cuando existen
leyes para su control. La corporación
empresarial es otro gigantesco poder, esencialmente
fuera del control público. Como se ha
analizado, en la fusión entre dicho estado
y corporación empresarial, es esta última
la ideóloga en materia de políticas
públicas. Esta fusión ya representa
los más graves peligros contra el dominio
público y la naturaleza, comose ha evidenciado
aquí. El conocimiento científico
y tecnológico es en sí mismo un
gran poder para sus cognoscentes para explorar,
explotar, dominar y controlar la naturaleza cósmica
y humana. Esta fusión totalitaria y antidemocrática
de estos tres poderes en uno solo es la fórmula
perfecta para el surgimiento de un poder corrupto
neo-absolutista y monopolizador a escalas tanto
atto como exa cósmicas. Nunca en la historia
escrita se había evidenciado el advenimiento
de un poder tan destructor como éste.
Al mismo tiempo nunca se había hecho más
inminente y urgente la participación política
de la ciudadanía pro dominio público
y equilibrio cósmico, para desmantelar
dichos peligros. Estos son los graves peligros
y sus supremas soluciones que la era del advenimiento
de la era del estado empresarial contra el dominio
público informacional y cognitivo y contra
el equilibrio terrestre y cósmico. Los
mismos que los filisteos apologistas de las “sociedades
de la información y conocimiento”
–entre ellos muchos bibliotecarios-- son
incapaces de plantear, debatir o impugnar.
El estado
empresarial como barrera contra el acceso a la
información y el conocimiento en bibliotecas
y otros repositorios públicos
Nunca
desde el advenimiento de la imprenta se ha manifestado
tan claramente la negación del acceso
a la información y al conocimiento como
en nuestra época actual. Hoy en día
se nos ha intentado vender la idea de que las
redes electrónicas de información
y conocimiento llegarán a todos los seres
humanos del planeta casi a la velocidad de la
luz como cornucopias y panaceas para todos los
humanos y otras maravillas similares. La realidad
de las cosas es que, precisamente en la actualidad
cuando la producción de información
ha aumentado a una exa exponencialidad, al mismo
tiempo, las amplias mayorías del planeta
no tienen acceso a ella. Antes de las redes computacionales,
de Internet, se podría tal vez justificar
por la incapacidad de las tecnologías
de comunicación, información, transporte
y otras en brindar dicho acceso. Pero en la actualidad
es injustificable. La causa principal, como ha
sido analizada ampliamente en este trabajo, estriba
en la palmaria naturaleza empresarial que ha
adquirido el estado en casi todas las naciones
del mundo.
Esto es, las
corporaciones empresariales movidas por su interés
propio y avaricia, sólo buscan sus ganancias,
el dinero de los que puedan comprar sus mercancías
lícitas o ilícitas. Al penetrar,
permear y dirigir éstas los intereses
del estado, automáticamente se han socavado
los principales objetivos por los que el estado
fue creado en cuanto al bienestar social, aquellos
de servir al bien público por encima del
privado individual y particular. A lo que Schiller
agrega:
La transformación
que está ahora ocurriendo en las bibliotecas
no es simplemente un asunto de introducir técnicas
e instrumentación superior que les permita
a todos los participantes de la arena informacional
--proveedores, usuarios, y el público
en general-- obtener beneficios. Junto a las
nuevas tecnologías electrónicas
viene un conjunto de arreglos, relaciones sociales.
Éstas, como se han estado desarrollando
en los años recientes bajo la presión
de los intereses privados y las políticas
conservativas que deliberadamente recortan los
presupuestos, introducen la mecánica
del mercado en lo que hubo sido la esfera pública
de la actividad del conocimiento social. (Schiller,
1989, p. 81).
Así,
los miembros de la comunidad bibliotecaria de
todo el mundo están siguiendo la destructiva
amalgama del poder empresarial con el poder estatal
contra el dominio público. En esta peligrosa
ideología del estado con esencia empresarial,
los servicios públicos, en el dominio
público, como lo son el libre, gratuito,
irrestricto, y democrático acceso a la
información y el conocimiento dentro o
a través de las bibliotecas y otros repositorios
públicos de conocimiento, ya no importan.
Ya no importan para todos los habitantes del
mundo, sólo importan para los que puedan
pagar por ellos. Algunos críticos estadounidenses,
de los escasamente que se escapan de la máquina
propagandística del Estado Empresarial
S.A. de C.V., manifiestan que:
La transformación
de la información en un bien vendible,
disponible sólo para aquellos que puedan
pagar por ella, cambia el objetivo del acceso
a la información de una condición
igualitaria a una privilegiada. La consecuencia
es que el pilar fundamental de un orden democrático
es seriamente dañado. Esta es el resultado
definitivo de la comercialización de
la información a través de la
esfera social. (Schiller & Schiller, 1988,
p. 154).
En el Reino
Unido, Webster se une a la misma crítica:
Principios
fundamentales, principalmente el acceso libre
y gratuito y un servicio abarcante para todos,
están siendo desafiados, amenazados por
una nueva definición de la información
como algo que sólo es disponible en términos
del mercado. En la medida que esta concepción
aumente su influencia, en la misma medida esperaremos
ver un declive del ethos del servicio público
que opera en las bibliotecas (los usuarios serán
llamados clientes quienes deberán pagar
por su acceso) y con él el declive de
las funciones de la esfera pública de
satisfacer el amplio rango de necesidades informacionales
sin un costo individual. (Webster, 2002, p.
182).
También
en el Reino Unido, Rikowski (2002) evidencia
que las bibliotecas están siendo ya controladas
por la agenda global del capitalismo a través
de diversos organismos internacionales como WTO
(Organización Mundial del Comercio), GATS
(Acuerdo General de Comercio y Servicios) y el
TRIPS (Acuerdo Relacionado al Comercio de Propiedad
Intelectual) y en muchas de ellas adquiridas
como subsidiarias de las corporaciones empresariales
operando sólo con el afán de ganancia,
dinero, venta de información, y que esta
tendencia está socavando el ethos bibliotecario
de proveer servicios a los usuarios libres y
gratuitos.
En otra investigación
sustancial, Muela Meza (2004a) ha criticado ampliamente
diversos desafíos que las bibliotecas
y otros repositorios públicos de conocimiento
enfrentan ante el ataque incesante por parte
de las sociedades usurpadoras expoliadoras de
información y conocimiento públicos,
las autollamadas "sociedades de la información
y el conocimiento." El que más destaca
en dicho trabajo es precisamente el económico:
el psicopatológico hecho de que se cobre
en las bibliotecas por accesar, leer y usar información
y conocimiento.
Los efectos
corrosivos para las bibliotecas y otros repositorios
públicos de conocimiento ya se empiezan
a manifestar abiertamente en su máxima
expresión. En Europa, todos los países
miembros de la Unión Europea deben suscribirse
a una directiva de 1992 donde todos los usuarios
de bibliotecas deberán pagar 1.00 euro
por cada libro que saquen en préstamo
a domicilio. En España los bibliotecarios
están en contra de dicho canon porque
de aceptarlo privaría precisamente a los
usuarios del acceso a la información y
el conocimiento. (Martín, 2005, p. 6).
Además, como argumenta Calvo (2005), los
autores por el simple hecho de que las bibliotecas
tengan en los estantes sus obras y que los bibliotecarios
las promuevan ya están pagados y le quedan
debiendo a las bibliotecas:
Yo voy a llevar
el absurdo un poco más allá: Si
se considera normal que las bibliotecas paguen
a los autores, alguien tendría que pagar
a los bibliotecarios que consiguen prestar muchos
libros de un determinado autor, y alguien tendría
también que pagar a los usuarios que
se llevan muchos libros y así generan
ingresos para los bibliotecarios que prestan
mucho y así generan ingresos para los
autores… Si ese mundo absurdo llega a
ser realidad no duden de que será un
mundo sin servicios públicos. Las bibliotecas
desaparecerán, se quedarán por
segunda vez en nuestra historia en el terreno
de los sueños. (Calvo, 2005).
Conclusiones
Respecto
al dominio público en general el mayor
peligro es precisamente el socavamiento y corrosión
de los valores democráticos:
La democracia,
por otro lado, es necesariamente jerárquica.
Requiere que la gente, a través de los
gobiernos que ellos elijan, tengan soberanía
sobre las corporaciones, no igualdad con ellas;
que ellos tengan autoridad para decidir lo que
las corporaciones puedan, no puedan o deban
hacer. Si las corporaciones y los gobiernos
son evidentemente socios, debemos estar preocupados
del estado de nuestra democracia, dado que significa
que el gobierno ha abdicado efectivamente a
su soberanía sobre la corporación.
(Bakan, 2004, p. 108).
Para ilustrar
con ejemplos en la realidad mexicana, véase
el caso del gobierno del estado de Nuevo León,
donde se evidencia este tipo de preocupantes
nexos entre los gobiernos y las corporaciones
empresariales en la reciente Ley para el fomento
del desarrollo basado en conocimiento que han
decretado la mayoría de los representantes
de los poderes ejecutivo y legislativo del Partido
Revolucionario Institucional gobernando dicha
entidad. En su primer objetivo esta ley manifiesta
la vinculación entre el gobierno del estado
de Nuevo León, entre otros, con el sector
empresarial:
Establecer
mecanismos e instrumentos para vincular las
acciones que en materia de ciencia y tecnología
realicen el Gobierno del Estado, el sector empresarial,
el sector social, las instituciones de educación
y la comunidad científica, que faciliten
la promoción, difusión y aplicación
del conocimiento científico y tecnológico.
(Poder Ejecutivo del Estado de Nuevo León,
2004, 1-2).
Y esto es así,
porque como se ha comentado arriba, “las
corporaciones no son instituciones democráticas:
a sus directores y gerentes no se les puede fincar
responsabilidades ante nadie excepto ante sus
accionistas que les emplean." (Bakan, 2004,
p. 151). Así, a los dueños, accionistas,
directores y ejecutivos de las corporaciones
empresariales no se les pueden fincar responsabilidades
penales en caso de que sus corporaciones sean
responsables de crímenes contra la población,
o ecocidios, precisamente porque las leyes de
los gobiernos capitalistas protegen a las corporaciones
empresariales.
Bakan (2004,
p. 17) analiza que en la primera década
del siglo XX en EE.UU. era muy común el
descontento popular y las protestas organizadas
(especialmente por parte del naciente movimiento
laborista) contra los peligros que representaban
las corporaciones contra las institiciones sociales,
y que gracias a esas luchas lograban someterlas
ante la autoridad gubernamental y que incluso
lograban su desmantelamiento. Esto es, la corporación
corporativa, o el estado, como todas las creaciones
humanas, puede ser transformada por la ciudadanía
mediante la lucha política.
Por otro lado,
este trabajo propone el reforzamiento del dominio
público donde la ciudadanía políticamente
someta bajo el control social, público
y jurídico la peligrosa fusión
del poder estatal, empresarial y académico.
Una reinvención del dominio público
como lo enfatiza Marquand:
Dos lecciones
surgen de la historia en los últimos
treinta años. La primera es que el dominio
público no puede ser reinventado sin
detener y luego deshacer la revolución
neo-liberal. La segunda es que es igualmente
necesario asegurarse de que los fracasos que
lo socavaron en la segunda mitad del siglo XX,
y que le dieron a los neo-liberales su oportunidad,
no vuelvan a aparecer. (Marquand, 2004: 138).
Esas son las
estrategias generales para detener y deshacer
la “revolución neo-liberal.”
La sociedad debe buscar los mecanismos para que
así como se fiscaliza el poder estatal,
se inicie un proceso donde a los seres humanos
de carne y hueso que son dueños, oficiales
ejecutivos en jefe, presidentes o accionistas
de corporaciones empresariales (principalmente
todas aquellas que afectan el dominio público
informacional y cognitvivo), se les llame a cuenta
ante la ley, primero para que se les responsabilice
por sus actos y segundo para que se les procese
legal, jurídica, y judicialmente en caso
de que sus actos atenten contra la vida humana,
de todas las especies y el medio; así
mundanamente como a cualquier otro individuo.
Esto debería empezarse derogando el carácter
impersonal de dichas instituciones que en más
de tres siglos les ha permitido su inmunidad.
También dichas instituciones deben someterse
a la apertura del acceso a la información
de sus bienes, y así como se está
logrando abrir los secretos y argucias del estado
y los gobiernos, así se debe luchar y
pugnar para que con la misma innovación,
calidad, eficacia, eficiencia y demás
términos de la jerga del imperialismo
mercantil, estas instituciones abran y transparenten
su información y conocimiento a todo el
público, iniciando por las investigaciones
científicas. Se puede elaborar una lista
más amplia de estrategias de lucha por
la reivindicación del dominio público,
pero éste sería un buen inicio.
Por otro lado,
concretamente en lo concerniente al dominio público
informacional y cognitivo, la siguiente es una
estrategia que va a tono con las estrategias
generales analizadas a lo largo de este trabajo
de separar la corporación empresarial
del dominio público y el poder estatal
y de someterla al control y escrutinio público,
de todos los miembros de su dominio, estados
y gobiernos:
Los servicios
públicos de biblioteca, como factores
de política bibliotecaria que converge
entre la política cultural y la política
de información son elementos indispensables
para lograr este bien común, que es uno
de los más altos ideales que deberán
seguir guiando el quehacer de los profesionales
de las políticas públicas en general
y de la bibliotecología en particular,
así como de toda la humanidad. El bien
común público en materia de bibliotecas,
en virtud de sus bases de libertad, igualdad
y justicia, por ende, de sus cimientos democráticos,
no se puede ni debe ceder al bien privado, so
pena de poner en jaque al Estado de derecho
democrático, al Estado social. (Meneses
Tello, et. al., 2004).
Esta es una
introducción a la crítica del advenimiento
de la era del estado empresarial contra el dominio
público informacional y cognitivo. Este
es un sólido punto de arranque para luchar
políticamente por el restablecimiento
del dominio público mediante el sometimiento,
control y fiscalización pública,
social y jurídica del poder del estado
empresarial, la corporación empresarial
y la universidad empresarial, para asegurar estratégicamente
el beneficio del bien común de la sociedad
en su conjunto, en equilibrio con el ambiente;
para restablecer mínimamente los principios
de las democracias parlamentarias y para fincar
las bases para la construcción de una
sociedad humanizada o una humanidad socializada
con ética social, comunitaria, pública
y ecológica.
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Mtro.
Zapopan Martín Muela Meza
Investigador, México. |