Por Carlos Fara
Número
45
Bajarse
de la candidatura no le va a resultar nada simpático
a Chiche Duhalde, ni al duhaldismo. Arreglo en
la cúpula habrá. Pero ¿y
si la negociación sale mal?
Mi amor:
no vas a ser candidata…
Bajarse
de la candidatura no le va a resultar nada simpático
a Chiche Duhalde, ni al duhaldismo. Quizá
un poco menos al ex presidente, quien con mucho
realismo sabe que las encuestas son demoledoras
(y él es muy afecto a las mismas como
se sabe): si hoy la candidata oficial del PJ
fuese Cristina obtiene más del 33 % de
los votos (sin proyectar), mientras que si va
la esposa de Duhalde araña el 14 %. Claro
que las encuestas son una realidad virtual, ya
que Chiche oficializada, y con el aparato andando,
marcaría al final mucho más, aunque
no tanto como la “primera ciudadana”.
Las diferencia de imagen positiva entre ambas
no aceptan discusión sensata alguna: 52
% vs. 21 %, con Cris en subida y la lomense en
bajada.
Un mal arreglo siempre es preferible
a un buen juicio. Para Duhalde es preferible
arreglar en condiciones no ideales, que ir a
una elección y “le cuenten las costillas”
en público. Por eso habrá arreglo,
al menos oficial. ¿Por qué se dice
“oficial”? Porque teniendo en cuenta
que al caudillo bonaerense no le sirve aparecer
en la opinión pública enfrentado
a Kirchner –hoy con un 63 % de imagen positiva
de gestión- es posible que esté
pergeñando un plan B, no oficial, por
si la negociación con el presidente termina
demasiado despareja a favor de éste.
¿Cómo
sería el Plan B?
Al
menos una parte del duhaldismo ajustaría
cuentas con Kirchner vía el apoyo subterráneo
a la lista de Macri en la provincia, que quizá
encabece su primo Jorge. Los teniente coroneles
de Duhalde prestarían estructura y movilización
a la jugada. Para algunos aliados históricos
de “Negro” algo así es imprescindible:
no tendrían dónde recalar dirigentes
como Miguel Angel Toma, entre otros.
El boquense habría desistido
de presentarse a cargo alguno en 2005, para preservarse
hacia 2007, y no aparecer nuevamente como perdedor.
Aunque hoy los números en la provincia
no lo reflejan claramente, al ser Macri un potencial
competidor en los votos justicialistas de clase
baja –como ya sucedió en la elección
de jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma
en 2003- la que perdería votos sería
la senadora, y se instalaría una figura
que molesta a la Rosada.
Claro: Mauricio no arrastraría
lo mismo que su primo, por más que compartan
el apellido, y que el presidente del club de
la rivera haga campaña por sus candidatos.
Esa es una debilidad fuerte del plan B. Está
también quien dice que, llegado el momento,
Macri jugaría en persona en la provincia.
Pero…
Todo
tiene un pero, porque si no, la política
sería muy sencilla. Al conocerse esta
decisión de Macri de bajarse, su tropa
más fiel (y poco afecta a una alianza
con peronistas) se sintió nuevamente defraudada.
Es que Mauricio ya se bajó de la presidencial
en 2002, lo que le produjo su distanciamiento
con Francisco de Narváez, quien venía
apostando fuerte a ese proyecto. Esta desazón
interna no es menor, ya que podría terminar
por convencer a los críticos de encolumnarse
detrás de López Murphy, a quien
le falta tropa en la Capital.
Muchas cosas raras y contradictorias
están sucediendo: en estos últimos
días hizo pública su renuncia a
la conducción de CPC, aunque sin desafiliarse,
Juan Pablo Schiavi, operador privilegiado de
Macri con el peronismo de la Capital, alegando
“falta de vínculos con el peronismo”,
“transitar el camino del oportunismo”
y estar demasiado cerca “de la centro derecha”.
Cuando no hay estrategia clara, muchos marineros
se arrojan del barco.
El tema es que el hijo de Franco
no quiere ser segundo de Cristina en provincia,
ni segundo de Lilita en Capital. Lo segundo es
totalmente razonable –porque perder dos
veces seguidas …- por lo cual muchos le
recomendaban pasar a provincia y quedarse con
la banca de senador nacional por la minoría,
excelente negocio político según
cualquier observador del mundillo político.
El tema es que impulsar a su
primo en provincia y a alguno de sus coroneles
en Capital puede hacer que se quede sin el pan
y sin la torta. Porque en la Ciudad de Buenos
Aires es la principal oposición, y ahora
pasaría a ser tercero? cuarto? Cualquier
escenario es nefasto para una fuerza que recién
ha nacido.
Bajarse de las
peleas lo pueden hacer dirigentes de partidos
históricos –ya que el partido sigue
existiendo pese a uno- o algunas figuras muy
potentes que vienen de la política –como
Lilita. Pero no es recomendable para outsiders.
Mucho menos en un país que, como en los
EE.UU., la sociedad exige presentar pergaminos
previos para evaluarlo como presidenciable. Sin
control territorial sólido, no hay cargo
más elevado. Menem tardó 26 años
desde su primer cargo electivo, De la Rúa
otros 26 y Kirchner 16.
Por suerte hay
cosas que no son de la noche a la mañana.
Carlos
Fara
Director general de Carlos
Fara y Asociados, Argentina. |