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Por Joaquín García
Número
45
Resumen
Nos encontramos en un momento de cambio para
la televisión. La aplicación de
las nuevas tecnologías digitales en el
sector audiovisual está llamada a provocar
la mayor evolución para la televisión
desde su aparición. Estos primeros pasos
en el campo de la televisión digital nos
llevan a una situación que ofrece nuevas
posibilidades y una renovación total del
audiovisual. En la actualidad el futuro acaba
de empezar y tenemos que esperar a que la tecnología
desarrolle las posibilidades que nos ofrece la
digitalización para que sea accesible
para la mayoría de la población.
La gran innovación que ofrece la televisión
digital consiste en introducir el concepto de
interactividad en un medio pasivo como es la
televisión, y a la interactividad se llega
mediante el desarrollo de tecnologías
que conviertan al receptor en un sujeto activo.
Estos avances nos conducen hacia una convergencia
de todos los sectores que puede traducirse en
una concentración de los actores, aunque
la llegada de la televisión digital también
nos dirige hacia la segmentación de las
audiencias y la fragmentación de los mercados.
La televisión digital se encuentra en
fase inicial por lo que todavía muchas
de sus posibilidades son una incógnita.
Es por esto, por lo que surgen continuos debates
como la convergencia entre la televisión
y el ordenador y el papel que puede representar
el receptor, que parece situarse más cerca
del epicentro televisivo.
La llegada de la televisión digital supone
una nueva situación con múltiples
oportunidades, en la que la necesidad de nuevos
proyectos que alimenten la oferta multicanal
en la Era Digital se muestra evidente. Ante la
nueva demanda de contenidos encontramos a la
televisión local como primer escalón
de la industria audiovisual que posibilite el
contacto con los consumidores y sirva como elemento
de desarrollo y como entrada a los diferentes
pueblos en la Era Digital.
La televisión
digital
Podemos prever
que la televisión digital va a suponer
el mayor cambio que se ha producido en el panorama
televisivo y puede suponer la puerta de entrada
a la ansiada Sociedad de la Información
(Bustamante, 2002, p. 238). La situación
actual nos coloca en pleno tránsito, es
decir, nos encontramos en una situación
en la que los actores buscan adaptarse a un nuevo
concepto de industria integral propuesto con
las últimas tendencias del sector, que
encuentra su elemento diferenciador en las nuevas
posibilidades que la tecnología digital
ofrece, que pretende “enganchar”
al espectador mediante la interactividad.
La televisión
digital es un medio para la difusión de
televisión que ofrece una gran eficacia
de transmisión, no sólo puede ofrecer
una gran mejora de calidad audiovisual respecto
a la televisión analógica sino
que proporciona un enorme número de ventajas
diferenciadas y funciones adicionales respecto
a la difusión convencional de televisión.
En términos
generales la transmisión digital de señales
de televisión y su capacidad de interactividad,
implica, por tanto, una serie de características
diferenciadas que puede reducir los costes de
los equipamientos de transmisión y sus
soportes, incrementar el número de programas,
servicios y señales disponibles, y mejorar
la calidad de la imagen. Se plantea una nueva
situación en la que se facilita la convergencia
entre el sector audiovisual, las telecomunicaciones
y la informática, junto con la posibilidad
de incluir al receptor en la producción
de lo transmitido.
Uno de los grandes
retos a los que se enfrenta la industria audiovisual
es la incorporación a los procesos productivos
de nuevas tecnologías que permitan desarrollar
productos más competitivos capaces de
situarse estratégicamente en un mercado
cada vez más globalizado. De este reto
se deriva que el producto audiovisual resultante
es altamente complejo y que compromete a un gran
número de tecnologías, conocimientos
y calificaciones profesionales a lo largo de
la cadena productiva. Dentro del sector audiovisual,
el subsector de la radio y la televisión,
deben afrontar el apagón analógico
y mirar en la dirección que marca el camino
digital.
Se ha dicho
que la llegada de la televisión digital
puede compararse en importancia al paso tecnológico
del blanco y negro al color (Giménez,
1997). Más calidad, más definición,
más programas, más canales, e incluso
la realidad puede ir mucho más allá
de una simple mejora técnica. La televisión
digital abre también la posibilidad de
convertir cualquier receptor de televisión
en un emisor, a través del que los espectadores
puedan participar activamente en los programas,
proponer actividades, asuntos de debate y, por
qué no, tomar parte incluso en la elaboración
de contenidos. Esto supondría, además
de las ventajas técnicas, un gran paso
hacia la ansiada Sociedad de la Información.
Que el desarrollo
de la Televisión Digital supone un avance
muy importante para el sector de la televisión,
es indudable. Las promesas o las expectativas
están justificadas, en general. Aunque
habrá aspectos concretos que no serán
exactamente como muchos puedan imaginarse en
la actualidad. Estamos hablando de una nueva
televisión con una mayor oferta de canales
y una mejor señal de imagen y sonido,
aparte de otras ventajas. Lo que no podemos es
pensar que la televisión digital va resolver
todos los problemas que ahora se observan en
relación con la emisión de determinados
contenidos televisivos.
Tipos
de televisión digital
Podemos encontrar
tres formas de difusión de televisión
digital: satélite, cable y televisión
digital terrestre (TDT). En muchos casos la extensión
de cada sistema puede ser de naturaleza complementaria
dependiendo del ámbito de extensión
de la cobertura del servicio o la naturaleza
de la zona a cubrir, como sucede en las zonas
de difícil acceso.
La televisión
por cable proporciona una programación
que puede combinar la nacional con la local,
aunque su cobertura se adapta mejor a núcleos
densos de población. El sistema de televisión
por satélite proporciona una programación
de ámbito nacional o internacional. En
el caso de la televisión digital terrestre
es una técnica de difusión de las
señales televisivas gracias a la cual
la imagen, el sonido y los contenidos interactivos
se transforman en información digital,
es decir, que en lugar de ser enviados en forma
de complejas ondas, que requieren grandes anchos
de banda, lo hacen como “ceros y unos”.
En este caso de la televisión digital
terrestre la recepción se realiza a través
de la antena de televisión terrenal convencional
instalada en los edificios. La televisión
digital terrestre puede resultar complementaria:
puede proporcionar programación nacional,
local o nacional “localizada”, con
una cobertura universal. Por otro lado, la televisión
digital terrestre y por satélite permiten
modalidades gratuitas. Las limitaciones del canal
de retorno sobre la propia red de televisión
las convierten en poco adecuadas para algunas
aplicaciones. Como en el caso de los satélites,
cabe la posibilidad de usar en televisión
digital terrestre configuraciones híbridas,
donde el canal de retorno se proporciona sobre
otra red fija o móvil (red telefónica,
ADSL, UMTS, etc.). En el caso de la televisión
digital terrestre existe un parque importante
de receptores analógicos y sistemas instalados
como ocurre en España.
La diferencia
entre televisión digital terrestre y televisión
digital por satélite o por cable la podemos
encontrar en que todos los contenidos de la televisión
digital terrestre se transmiten exactamente de
la misma forma en que lo hace la televisión
analógica convencional, es decir, mediante
ondas electromagnéticas terrestres, y
es recibida a través de las antenas convencionales,
a diferencia de la televisión digital
vía satélite o por cable, que utilizan
antenas parabólicas o cables.
Las redes de
televisión digital terrestre, como las
redes de difusión por satélite,
permiten fácilmente difundir programas
de televisión y datos asociados a los
programas o de otro tipo a un gran número
de usuarios, con las ventajas añadidas
de flexibilidad para cubrir zonas de mayor o
menor tamaño según las necesidades
de cobertura (nacional, autonómica ó
local) y de usar las antenas existentes de la
televisión digital analógica.
La interactividad
La gran innovación
de la televisión digital consiste en introducir
el con concepto de interactividad en un medio
pasivo. Esta novedad tendrá un efecto
directo en el aspecto económico y en el
de la producción, que por la interactividad
llevará a un aumento de la demanda en
el contexto de la convergencia entre los tres
grandes sectores: televisión, telecomunicaciones
e informática. La llegada de la digitalización,
al igual que todas las innovaciones tecnológicas,
no es un fenómeno repentino, sino un fenómeno
en continuidad con las grandes tendencias que
recorren el sector desde hace años de
forma paralela y solapándose: “multiplicación
y especialización creciente de la oferta;
segmentación paralela de los consumidores;
avance de la lógica de pago por el consumidor;
concentración creciente y globalización
de los productos, las programaciones y los capitales”
(Bustamante, 1999, pp. 171-172).
La situación
de convergencia tecnológica a la que se
está llegando debido a la transición
que se empieza a producir de la televisión
analógica hacia la televisión digital
interactiva viene producida por la posibilidad
que ofrece este nuevo sistema de unir el teléfono,
la televisión e internet y facilitar un
canal de retorno. De momento, las posibilidades
de interactividad directa sobre la infraestructura
de red sólo son posibles para los usuarios
de televisión en sistemas de cable que
pueden ofrecer canales de retorno específicos
a través de su red. El resto de los sistemas
emplean actualmente redes complementarias para
proporcionar el canal de retorno.
Los canales
de retorno considerados en televisión
digital terrestre contemplan:
• Retorno Telefónico: módem
analógico o RDSI
• Retorno ADSL
• Retorno vía redes sin hilos: GSM,
GPRS, DECT o UMTS.
• Retorno en la banda de difusión
TV.
Empiezan a disminuir
las diferencias entre los diferentes medios tecnológicos
(televisión, ordenador, radio y teléfono)
y ha aumentar la convergencia entre las industrias
informática y del entretenimiento, lo
que nos lleva a pensar que la convergencia no
se limita al ámbito tecnológico,
sino que también esta se da en el campo
de los contenidos; característica de la
era digital gracias a la aparición de
medios híbridos como a televisión
digital (Vilches, 2001).
El problema
de la competencia
Uno de los problemas
que se plantea es que la convergencia de todos
los sectores nos lleva a un oligopolio global
cada vez mayor, que puede concentrarse en directo
monopolio local en algunas áreas. Una
situación que se debe a que lo más
habitual es una integración vertical en
la que se forma un continuo de producción
y distribución. Esto nos lleva a la falta
de competencia o “incompetencia”,
a la paradoja de que si la concentración
encierra a todos los actores nos podría
llevar a la saturación y falta de originalidad
(Callejo, 2003, pp. 38-39), con lo que aparece
el interrogante de prever hasta que punto el
ciudadano va a poder elegir lo que desea o va
a tener que digerir lo que los grandes grupos
que le van a servir. Y es que si algo parece
claro es que la televisión digital tiende
hacia una mayor concentración, y como
señala Arnanz, “las integraciones
seguirán produciéndose hasta conformar
una suerte de oligopolio mundial, con especializaciones
regionales de gestión y con cierta fluidez
en la composición accionarial” (Arnanz,
2002, p. 52).
A pesar de la
concentración de los actores, la televisión
digital también nos dirige hacia la segmentación
de audiencias y fragmentación de los mercados.
La segmentación de las audiencias y la
implantación de un nuevo sistema productivo
puede relegar a las televisiones públicas
a mercados marginales pero rentables (Álvarez
Mozoncillo, 1997, p. 36); junto con la televisión
pública este puede ser el futuro de las
televisiones generalistas que emitan en abierto.
Por otra parte,
Arnanz, señala que las nuevas posibilidades
de la televisión digital como la televisión
a la carta “en realidad, se trata de un
tipo avanzado de zapeo que sitúa al usuario
frente a un panel interminable de canales y utilidades
que le otorga la ilusión de una libertad
infinita” (Arnanz, 2002, p. 62).
La tecnología
digital supone múltiples ventajas para
el sector audiovisual como son la reducción
de costes en todas las fases de producción,
el impulso de la creatividad, la posibilidad
de integración con otros productos y periféricos
(ordenadores portátiles, telefonía
móvil...), un ahorro de costes de intermediación
y una importante reducción de costes de
duplicado y subtitulado de las películas
que permite programar estrenos mundiales masivos
para los diferentes mercados.
Posibilidades
de la televisión digital
La televisión
digital se encuentra a día de hoy en fase
de experimentación. Una experimentación
que ha estado siempre liderada por los Estados
Unidos, ya que en Europa se sigue la tendencia
de esperar para asegurarse de que las inversiones
tengan el menor riesgo posible. La rentabilidad
de la televisión digital se estimará
en función de tres criterios: el alcance
total de la distribución de los productos,
la suma de shares fragmentarios -ingresos, en
definitiva- procedentes de secciones diferentes
del mercado audiovisual, y la capacidad de enganche
de recursos interactivos (Arnanz, 2002, p. 99).
Entre las posibilidades
que ofrece la televisión digital encontramos:
• Mayor número de programas y nuevas
emisoras en la misma ocupación de espectro
que la actual televisión analógica
(varios canales de televisión digital
en el mismo ancho de banda de un canal de televisión
analógico). Además, puede coexistir
con la televisión analógica
• Recepción en condiciones adversas
(movilidad, interferencias, ruido, etc.)
• Posibilidad de uso de infraestructuras
de televisión analógica ya existentes:
antenas, emisores, instalaciones, etc. De hecho,
se puede aprovechar la infraestructura televisión
convencional para proporcionar múltiples
canales de televisión a través
de la misma antena de recepción.
• Escalabilidad de la resolución
de las emisiones incluida la televisión
de alta definición y formato panorámico
de televisión (16:9).
• Sonido Digital Multicanal.
• Posibilidades de acceso condicional (abono,
pago por visión y acceso personal).
Especialmente importantes son los servicios de
televisión proporcionados, que gozan también
de unas características innovadoras:
• Interactividad con el usuario por medios
sencillos: Guías electrónicas de
programación y posibilidad de uso intuitivo
de los servicios interactivos
• Nuevas oportunidades para la oferta de
contenidos y servicios interactivos adicionales
Esto nueva serie
de nuevos servicios y de características
van a suponer como aseguraba ya José Antonio
Giménez, un cambio también para
los profesionales del sector audiovisual:
Para los usuarios
va a existir un aumento considerable de la oferta,
presentada bajo diferentes paquetes según
las estrategias de marketing, que conducirá
hacia el usuario selectivo con filosofía
de navegante de Internet o bien hacia el usuario
pasivo y desconcertado ante la diversidad de
opciones.
Para los
técnicos van a cambiar tanto conceptos
como filosofía de trabajo, al disponer
de máquinas más potentes, más
versátiles y de más calidad.
Y para
los creativos y operadores se ofrece la posibilidad
de realizar diferentes versiones de la misma
producción, en menos tiempo que el necesitado
hasta ahora para elaborar un único master
(Giménez, 1997).
Una de las principales
posibilidades que presenta la tecnología
digital es la necesidad de nuevos contenidos
que sean capaces de completar la nueva oferta
multicanal, en la que la televisión local
está llamada a desempeñar un papel
fundamental, por ser el primer escalón
de la industria audiovisual. Esta demanda de
contenidos también pude representar la
posibilidad de defender las señas de identidad
de los pueblos gracias a la función representativa
de la televisión local y por su capacidad
de mostrar una visión etnográfica
de los hechos, es decir, de dentro a fuera.
Para conseguir
que la televisión local pueda ejercer
una función representativa de los pueblos
y garantice la defensa del pluralismo es necesaria
una normativa que defienda las políticas
culturales.
Situación
de la televisión digital
Parece claro que
la interactividad de los nuevos medios abre unas
perspectivas considerables en las diferentes
aplicaciones, pero el arraigo social de unos
hábitos determinados presenta notables
inconvenientes como para hacer real y a corto
plazo el sueño de las autopistas de la
información. Esto lo podemos observar
en el caso español, ya que vemos como
la televisión digital en este país
se reduce al Pay Tv, de abono mensual fijo con
tarifas y paquetes básicos (Bustamante,
2002,p. 249). Para Arnanz las cifras de penetración
de la televisión de pago no tienen un
equivalente en audiencia, ya que de hecho, “sólo
un 30-40% del tiempo dedicado a la televisión
en los hogares digitales se produce a través
del descodificador mientras el resto corresponde
a opciones convencionales muy asentadas en los
hábitos de los espectadores” (Arnanz,
2002, p. 55).
Lo que ha pasado
con la televisión digital es que ha habido
un “exceso de profecía y falta de
realidad” (Bustamante, 1999, p. 157); se
nos ha prometido una televisión a la carta
basada en el video on demand (o televisión
interactiva consiste en el acceso ilimitado a
un banco audiovisual, considerada como la piedra
angular de la televisión digital), pero
no hemos pasado de la Pay Tv o la Pay Per View
(o televisión de pago por programa, es
la cadena la que sigue fijando la programación).
Algunos autores han asegurado que La televisión
ha muerto (2000), como señala la obra
de Pérez de Silva, pero lo único
que podemos asegurar es que la digitalización
y la señal de vídeo y el aumento
de la capacidad de redes de cable y satélite
va a provocar la aparición de nuevas formas
de pago directo por consumo audiovisual y que
el triunfo de estas modalidades en caso de producirse
puede suponer “la muerte de la televisión
o si se prefiere el concepto de cadena”
(Álvarez Mozoncillo, 1997, p. 14).
Cuando apareció
la televisión muchos apostaron por que
esto suponía el final para el cine, pero
como la Historia nos ha demostrado hay un elevado
número de probabilidades de que la industria
audiovisual se adapte y se diversifique según
las necesidades del mercado con lo que es probable
que el broadcasting (emisión en cadena),
conviva durante bastante tiempo con el narrowcasting
(televisión fragmentada)
De momento, parece claro que “el cadáver
goza de una excelente salud y que es el futuro
el que parece atravesar por dificultades, hasta
el extremo de que en algunos casos se ha convertido
en pasado antes de nacer” (Lejarza, 2002,
p. 159). Como ejemplo de los que se han convertido
en pasado antes de nacer nos encontramos la plataforma
Quiero Tv que en España tuvo que cerrar
sus puertas en la primavera de 2002. Si tenemos
en cuenta los datos de audiometría en
los hogares abonados a la televisión digital,
los canales generalistas abiertos siguen acumulando
la mayor parte de la audiencia, con un 69,3 por
ciento, dedicando apenas una hora diaria al visionado
de los canales de pago; en donde la interactividad
y la personalización no han pasado de
ser elementos de marketing para atraer al público
(Bustamante, 2002, p. 254).
Convergencia
entre la televisión y el ordenador
Uno de los debates
sobre los que más se ha escrito en los
últimos años -a consecuencia de
la televisión digital-, ha sido el tema
de la convergencia entre la televisión
y el ordenador. Parece que la tendencia hacia
la convergencia si es real, pero no como anteriormente,
que se pensaba que uno de los dos aparatos iba
a hacer desaparecer al otro, sino que convivirán
la Web Tv y la Tv Web, es decir, que podremos
ver televisión en el ordenador y la televisión
podrá transmitir datos y programas informáticos.
Nos encontramos ante una situación en
la que “aunque se pueda ver televisión
en el PC y el televisor pueda realizar tareas
similares a un ordenador, parece acertado pensar
que cada aparato va a continuar coexistiendo
de manera separada y va a ser usado para realizar
tareas diferentes” (Pérez de Silva,
2000, p. 51). De este modo, podría resultar
una diferenciación del tipo ocio (internet
en la televisión) y trabajo (televisión
en el ordenador).
El hecho de
que la cobertura de redes analógicas de
televisión sea casi total y de que el
receptor de televisión sea más
familiar que el ordenador personal para múltiples
colectivos ofrece amplias posibilidades a la
televisión digital para convertirse en
un instrumento eficaz en la extensión
de la Sociedad de la Información.
La capacidad
del televisor de transmitir datos vendrá
dada por el set top box o “descodificador”
-pequeños ordenadores en la televisión-
que pueden facturar los diferentes canales de
pago de un servicio de televisión digital,
pero también para realizar órdenes
de compra desde el hogar, o transmitir datos
y programas informáticos. Además,
por supuesto, de descifrar la señal codificada
que manda el emisor. Destaca por tanto la importancia
del retorno de estos pequeños ordenadores
que primero se instalarán junto a las
televisiones analógicas pero que en adelante
vendrán ya físicamente dentro del
televisor.
Hoy por hoy,
y a pesar de Internet, el televisor (y no el
ordenador), sigue siendo el dispositivo electrónico
alrededor del que las familias se reúnen.
Pensemos entonces un televisor conectado a Internet,
con el que se pueda navegar o hacer videoconferencia,
jugar on line, consultar la cuenta bancaria,
renovar el permiso de conducir, enviar e-mail
o descargar contenidos a voluntad.
Actualmente,
nos encontramos en una perspectiva donde tan
solo podemos entrever aún las potencialidades
de la alianza entre Internet y la televisión,
pero nadie duda de que la televisión es
el medio que mayor influencia ejerce sobre la
opinión pública.
Para Pérez
de Silva, el mecanismo de arrastre, es decir,
el “caballo de Troya” de Internet
en el núcleo familiar va a ser la televisión.
Una nueva televisión resultante de la
televisión digital y de la explosión
de Internet, pero televisión, al fin y
al cabo (Pérez de Silva, 2000, p. 65).
El neotelespectador gracias a la creciente convergencia
entre Internet y televisión que lleva
a la interactividad, y por medio de portales
de televisión, va a estar más dominado
porque la interactividad le va a encadenar más.
Al respecto, otros autores como Javier Callejo
indica que: “con la unión de la
televisión y de internet lo que se pretende
es “secuestrar” al espectador, ya
que requiere más atención, es más
absorbente” (Callejo, 2003, p. 34). Y probablemente,
sean los más jóvenes los encargados
de trabajar como “pastores” del rebaño,
que nos conduzcan paso a paso hacia el futuro
digital -la Net-Generation, Clic-Generation,
MTV Generation ...- (Pérez de Silva, 2000,
p. 148).
Los jóvenes
se adaptan sin dificultades y con mayor facilidad
los cambios tecnológicos, por lo que sin
excesivos problemas asimilan estas innovaciones
como propias. Pero para Van Dijk y de Vos hay
todavía una gran demanda de televisión
pasiva, es decir que ellos consideran que la
“interactividad debe ser aprendida”
(Van Dijk & De Vos, 2001, p. 463). A esto
hay que añadirle que hay un público
que al llegar del trabajo prefiere tumbarse en
el sofá por lo que “la televisión
resultará vencedora entre los perezosos
o las personas cansadas que prefieran el acto
de mirar, mientras que Internet triunfará
entre los activos, los que quieran dialogar y
buscar” (Sartori, 1998, p. 55).
Serán
los activos los que busquen los servicios digitales
vía televisión proporcionados conjuntamente
con los canales audiovisuales proporcionan enormes
oportunidades para el acceso doméstico
en lo que se refiere a servicios de Administración
Electrónica, información general
útil y otros servicios electrónicos.
De hecho, la convergencia de la televisión
y otras tecnologías de la información
ofrece la posibilidad de convertir un medio de
radiodifusión pura en un instrumento de
comunicación interactiva. Este medio podría
incluir servicios de información electrónica
e interactivos tales como la tramitación
electrónica, la telecompra o la telebanca
entre otros.
El receptor
El receptor se
sitúa más cerca del epicentro del
sistema televisivo, ya que su presencia es más
activa debido a la creciente participación
del público en la televisión. Esto
se produce en gran medida, gracias a la utilización
de las nuevas tecnologías, como en el
caso de la utilización de los mensajes
a móviles y las llamadas telefónicas,
que además ayudan a aumentar sus fuentes
de ingresos. Este incremento de la interactividad,
que se espera culmine con la llegada de la televisión
digital, viene determinada al igual que la oferta
por las necesidades del emisor. Carlos María
Arnanz, señala que en la actualidad “la
autonomía del consumidor final puede ser
pequeña y mediatizada, y su capacidad
de decisión puede parecer poco crítica
o alienada, pero con frecuencia tiene efectos
demoledores sobre los productos televisuales”
(Arnanz, 2002, p. 23).
El receptor
siempre va a estar condicionado por la oferta,
pero suyo va a ser siempre el mayor poder; “ante
todo es él quien conecta su televisor
como sujeto operatorio, quien cambia de cadena
o apaga el aparato y quien interpreta”
(Bueno, 2000, pp. 329-330). El poder reside en
esta capacidad de apagar la televisión
apretando un botón. De momento, parece
que el espectador no está dispuesto a
apagar el botón, de hecho el mes de mayo
de 2004 fue el de mayor audiencia de la historia
de la televisión en España. Un
mes en el que cada persona vio la televisión
224 minutos al día, según los datos
del EGM de mayo de 2004.
Ante esta fortaleza
no queremos obviar en ningún momento el
crecimiento constante que mantiene el capítulo
de “otras”, formado por plataformas
digitales, televisiones locales, y emisoras por
satélite y cable; en el que podemos comprobar
el paso firme y seguro que han iniciado los pequeños
operadores locales –de la mano de los grandes
grupos de comunicación-, lo que les está
llevando a ser un sector cada vez con más
peso en el sector televisivo y que puede tener
una importancia relevante en el futuro digital
que está dando sus primeros pasos.
Por otra parte, la convergencia tecnológica
como la de la de internet y la televisión
asegura la entrada de los consumidores en una
fase de globalización telemática
donde la principal característica va a
ser la convivencia interactiva del espectador
con los medios y contenidos convergentes. Esto
nos lleva a pensar en una nueva forma de televisión
bidireccional y reciproca, la llamada interacción
horizontal.
Los
contenidos
La clave del nuevo
negocio de la televisión digital va estar
en la distribución, ya que como indican
los estudios del profesor Bustamante, por las
propias especificidades del mercado de la televisión
los costes fijos son elevados pero el coste marginal
es mulo (Bustamante, 1999). En la televisión
digital precisamente destaca la posibilidad de
nuevas formas de distribución. Pero lo
que esta claro es que algo hay que distribuir,
y si hay algo en lo que coinciden los especialistas
en la materia es en que el que controle los contenidos
tendrá el poder.
Uno de los cambios
más destacados de este proceso de digitalización
es la multiplicación de la oferta de canales
de emisión (programas) y, por consiguiente,
del número de horas de emisión,
al que hay que sumar la proliferación
y expansión de los nuevos soportes.
La televisión
digital terrena, por cable o por satélite,
Internet y la telefonía móvil aumentan
las posibilidades de emisión y distribución
de los contenidos, y en consecuencia las posibilidades
de los consumidores para acceder a los mismos.
Como resultado de esta situación calificada
de multioferta y multisoporte, aumentará
la competencia entre cadenas y proveedores que
tratarán de fidelizar la clientela en
un espacio sin fronteras a través de estrategias
de diferenciación y especialización.
Sin contenidos
no se venden receptores y como señala
Emili Prado “la convergencia tecnológica
requiere un ritmo más pausado que el impuesto
por las expectativas económicas, no es
viable la convergencia sino se hace sobre la
base de una oferta de contenidos y servicios
sólida ... la variable de más peso
son los contenidos” (Prado, 2002, p. 177).
De momento el problema es que la digitalización
ha dado como consecuencia una multiplicación
de canales pero la mayoría de los contenidos
que circulan por ellos son del mismo tipo, cuando
no exactamente los mismos. Situándonos
en la importancia de poseer los contenidos, es
desde donde se puede ver el papel tan importante
que desempeñan las productoras independientes
en la actualidad, que junto con los pequeños
productores a nivel local, como pueden generar
las televisiones locales y regionales, están
llamados a desempeñar un importante papel
en un futuro que ya ha comenzado.
Ahora bien,
se prevé que el aumento de la oferta televisiva
no se va a traducir en un aumento paralelo del
tiempo destinado por la demanda a ver televisión
sino a una mayor fragmentación de la misma.
Los consumidores tendrán más donde
elegir y la oferta debe diferenciarse vía
especialización. La creatividad, los contenidos
temáticos próximos, la interactividad
y la calidad constituyen los elementos configuradores
de esa especialización.
La calidad de
un programa de televisión depende más
de la creatividad y de la intencionalidad de
su autor y de la disposición del canal
que lo emite que de los avances tecnológicos
que utilicemos. Podemos tener una tecnología
extraordinaria, y a la vez unas ideas y una disposición
tan lamentable como algunas de las que ahora
conocemos. Con la televisión digital habrá
nuevas posibilidades creativas, pero parece que
los programas “basura” que tanto
éxito tienen seguirán existiendo
en la nueva televisión. Lo más
positivo de la nueva fórmula está
en que facilita la existencia de un telespectador
más activo, que puede seleccionar mejor
lo que quiere ver y a la vez podrá participar
en la programación.
La inmensa oferta
de contenidos que promete la televisión
digital va a tener que sustentarse en los tejidos
audiovisuales locales, de aquí la importancia
de que las regiones creen su propia industria
audiovisual para que puedan ser exportadores
de contenidos y no sólo consumidores .
Una propuesta: la televisión local
como motor de desarrollo del sector audiovisual
Podemos
considerar a la televisión local como
“motor de desarrollo global de la sociedad”
(Moragas, 1996), y especialmente del sector audiovisual,
ya que es el primer escalón dentro de
la organización de las industrias culturales
que tienen como principal elemento representativo
a la televisión. Esta televisión
local sería la que posibilite la toma
de contacto con los consumidores –clientes/espectadores-,
gracias a la credibilidad y confianza que otorgan
la cercanía. Con las nuevas posibilidades
que promete la digitalización nos encontramos
con que los “nuevos soportes ... dan además
la oportunidad para generar una nueva prosperidad
del audiovisual local y regional que, más
allá de la programación televisiva,
impulse un rico abanico de servicios locales
de información y comunicación”
(Bustamante, 1999).
Esta trascendencia
de lo local-regional se va a ver especialmente
potenciada ante la llegada de la era multicanal
que se prevé necesite de nuevos contenidos
para completar la amplia oferta que requerirá
el amplio número de nuevos canales, por
lo que es fácil pensar que necesite de
la producción local, ya que la alimentación
del elevado número de canales temáticos
y de servicios exigirá también
una fuerte producción local, vinculada
a la proximidad cultural de los clientes espectadores
que sería crecientemente demandada cuando
los mercados ganen sean más estables.
En los últimos
años se observa que la producción
de los operadores no convencionales, dentro de
los cuales se encuentra la producción
local, también empieza a ser tomada en
cuenta por su creciente peso económico
dentro de la industria audiovisual con una cuota
de pantalla y de consumo que agrupados en Otras
-formado por plataformas digitales, televisiones
locales, y emisoras por satélite y cable-,
continúa creciendo de forma sostenida
y representan ya el 10% del tiempo que los espectadores
españoles dedican a ver la televisión
(Pérez Ornia & Gómez Amigo,
2003, p.22). Además hay que destacar que
la subida de Otras se sustenta en la en la progresión
que mantiene la oferta local, que cuenta con
2,5% de share y es la única de otras que
prosigue su crecimiento (Tejedo & Martínez,
2003, p. 108).
A esto no hay
que añadirle el hecho de que los creadores
no son, como suponían las estéticas
idealistas, dioses que emergen de la nada, sino
de escuelas de cine y facultades de humanidades,
y que necesitan editoriales, museos, canales
de televisión y salas de cine para exponer
sus obras (García Canclini, 2002, p. 46);
vemos un nuevo elemento que destaca la importancia
de la existencia de la televisión local,
al tener en cuenta que “la televisión,
como industria cultural que es, aparece ahora
como un instrumento idóneo para regiones
en desarrollo, por su penetración homogénea
en todos los aspectos sociales y culturales,
pero también por su carácter de
escaparate de la creación” (Vacas,
2000, pp. 130-131).
Hay que dejar de ser meros consumidores de cultura
audiovisual y debemos convertirnos en productores
de cultura, lo que se consigue desarrollando
un tejido de producción audiovisual que
sirva para el desarrollo de la sociedad. Para
ello, es necesario la creación de una
serie de infraestructuras que en las sociedades
menos aventajadas se antoja imprescindible la
aportación de los gobiernos.
Quedarse al
margen de la digitalización de la nueva
era y de las industrias audiovisuales supone
aceptar el peligro que supone la distancia digital
que nos lleva a “la madre de las brechas”.
Este tipo de brecha afecta a la productividad
e ingresos laborales, en opciones de movilidad
ocupacional a futuro, en acceso a mercados, en
uso eficiente del tiempo, en acceso a información
y a servicios de todo tipo, como en el intercambio
cultural y la actualización de los conocimientos.
Es de este modo como podemos deducir que el que
no esté conectado quedará excluido
y cada vez aumentará en mayor medida su
distancia con los demás países.
Es por esto,
por lo que las regiones del sur atrasadas durante
el periodo de implantación y desarrollo
de la sociedad industrial deben aprovechar los
cambios que en la actualidad atravesamos una
época en que son de intensos y acelerados,
y que afectan a la sociedad en su conjunto; circunstancias
que deben aprovechar dichas comunidades par superar
esta situación de menor desarrollo.
Si algo podemos
extraer de conclusión en los últimos
intentos legislativos para regular el sector
es la capacidad que han demostrado los grandes
grupos para ejercer presión y adaptar
las reglas del juego a sus propios intereses,
por lo que la tendencia del sector parece estar
encaminada hacia una mayor liberalización,
adecuada a las demandas que los grupos de presión
continúan ejerciendo para asegurar los
cruces de capital y las emisiones en cadena para
conseguir situarse de manera aventajada en la
parrilla de salida de la televisión digital
y ampliar su peso en el sector.
Esto nos lleva
a una situación de continuos cambios y
a estar generando un marco legislativo dominado
por las exigencias del mercado, en el parece
desaparecer el concepto de servicio público
de la televisión, lo que nos lleva a plantearnos
la necesidad de proponer fórmulas que
defiendan el ámbito cultura y de la pluralidad,
donde podría destacar el papel de la televisión
local, que ejerza la función de representatividad
y de defensa de la identidad de los pueblos pueda
tener cabida en el futuro digital.
La televisión
local es un sector que en los últimos
años está reivindicando su existencia
e importancia con un constante y exponencial
crecimiento. En la actualidad el sector está
dominado por los intereses comerciales, situación
a la que se ha llegado por la carencia de un
marco legislativo claro y contundente, lo que
ha hecho que la televisión local se desarrolle
como en el caso español en condiciones
de alegalidad. Precisamente esta ausencia de
normativa es la que ha provocado que el sector
no haya desarrollado todavía su potencial
debido a la incertidumbre que ha generado en
el mercado la falta de regulación.
La nueva situación
que viene propiciada por el futuro digital parece
asegurar la viabilidad del sector de la televisión
local gracias al desarrollo que puede suponer
para la industria televisiva el crecimiento del
interés por los contenidos y la información
local, y la posibilidad para explotar un nuevo
campo para la publicidad. Este nuevo mercado
centra su capacidad de atraer la atención
de los actores al ser el modelo más próximo
al ciudadano.
Es, precisamente,
la proximidad lo que le atribuye también
la posibilidad de defender las señas de
identidad local gracias a su función representativa
y por su capacidad de mostrar una visión
etnográfica de los hechos, es decir, de
dentro a fuera. Pero en la actualidad nada puede
analizarse como un hecho aislado y hay que situar
a la televisión local dentro de la evolución
general que sufre todo el sector audiovisual
que se encuentra dando los primeros pasos del
futuro digital.
Esta llegada
de la era multicanal es la que otorga a la televisión
local nuevas posibilidades, ya que este tipo
de televisión de proximidad es el punto
de partida para la producción audiovisual
y se erige como motor de desarrollo para la producción
de los contenidos necesarios ante el aumento
de la oferta de canales prevista por la renovación
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