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Por José Luis Garralón
Número
45
Resumen
La televisión local actual en España
no se ajusta a la función para la que
fue creada. Con la irrupción de grandes
tinglados empresariales mediáticos, las
TV locales repiten el modelo de las de cobertura
nacional, con programas de emisión en
cadena y tan solo una ínfima parte de
su parrilla a la producción local. Para
enredar más la madeja, muchas de estas
TV locales están servidas por personal
claramente escaso y de dudosa formación.
Los grupos empresariales han hecho un esfuerzo
en dotaciones tecnológicas de última
generación. Sin embargo, las dotaciones
humanas siguen siendo exiguas y con una formación,
en determinados casos, que no es todo lo garante
que cabría exigir. En 2012 se producirá
el apagón analógico. Mas lo que
en principio podría suponer la muerte
de todas aquellas televisiones locales independientes
sin un apoyo financiero muy fuerte se podría
convertir en un apoyo inesperado. Porque “lo
digital” permite abordar la televisión
-como negocio- desde nuevas perspectivas. Si
la televisión analógica era “tan
solo” televisión, ahora podría
decirse que la televisión digital es “además”
televisión.
Los
sistemas automatizados de gestión de contenidos
permiten trabajar todo el flujo de información
desde su génesis hasta su archivo de manera
combinada y conjugada por todos los elementos
que componen la cadena de pre, producción
y postproducción, además de archivo
y documentación. Sistemas que permiten
colocar los contenidos locales para su consulta,
o recuperación a través de la Red,
de las ondas, del satélite, etcétera.
Introducción
Analizado el mercado de la tecnología
de producción y postproducción
televisiva en profundidad; vistas las alternativas
que se ofrecen para una gestión eficaz
de la señal digital a lo largo de todo
su proceso, tanto productivo como de distribución,
de archivo, indexación y recuperación,
redigitalización y recompresión,
explotación multimedia, etcétera,
hemos de reconocer que sigue existiendo un escollo
económico de difícil superación.
La esclavitud a la que se ven obligados los medios
modestos –en este caso las televisiones
locales no pertenecientes a grandes grupos mediáticos-
esclavitud hacia las grandes marcas o distribuidores,
deriva en tres situaciones indeseables que pueden
ser alternativas entre sí o que pueden
llegar a verse todas ellas en un mismo proyecto:
1.- La inversión
desproporcionada en equipos y soluciones, que
redunda en una asfixia económica del
proyecto que termina muriendo víctima
de sus propias deudas.
2.- La infrautilización de sus posibilidades
reales, por la mínima instalación,
de manera que apenas dispone de equipos para
producir lo mínimo para rentabilizar
su explotación comercial.
3.- El uso y abuso de soluciones no profesionales,
auténticas “chapuzas” en
las que los equipos domésticos o semi-domésticos
campan por sus respetos, en unas instalaciones
diseñadas y manejadas sin el menor criterio
de calidad técnica y equilibrio entre
sistemas.
La televisión
no es una industria barata. La financiación,
recursos, inversiones, amortizaciones, ingresos
y líneas de negocio son los condicionantes
definitivos para que la empresa pueda salir adelante
o se convierta en una quimera, en un juego de
aficionados.Buscar recursos, pues, al amparo
además de la nueva situación que
se crea con la televisión digital terrestre
es imprescindible para la supervivencia de un
sector tocado de muerte como es el de la televisión
local independiente, de esa televisión
que cumple de una forma casi numantina con los
objetivos para los que fue soñada, diseñada
y peleada y que hoy se encuentra en un muy serio
peligro de extinción.
Defendiendo
el modelo de televisión local independiente
de los grandes grupos mediáticos, se trata
de buscar alternativas –desde la tecnología-
que hagan viable cualquier proyecto de este tipo.
Para ello resulta imprescindible abrir el horizonte,
apoyarse precisamente en la naturaleza digital
de la nueva televisión para ofertar nuevos
servicios, nuevas oportunidades, nuevos acercamientos
al ciudadano, tanto vecino inmediato como receptor
lejano pero captable como público fiel
o esporádico. La Red de redes y el satélite
abren unas estupendas posibilidades a las televisiones
pequeñas… con tal de conseguir recursos
tecnológicos al alcance de sus posibilidades
reales de inversión a corto y medio plazo.
Defiendo la
conveniencia –necesidad más bien-
de una televisión local que sea:
- Plural.
- Independiente.
- Conformada
como un servicio público esencial a la
comunidad.
- Rentable
económicamente.
Para ello, la
televisión local necesita instrumentos
que consigan abaratar los costes de producción,
auténtico cuello de botella que dificulta
gravemente las posibilidades de inversión
de las PYMES y el tejido empresarial más
cercano, que suele estar conformado por el pequeño
empresario, el mínimo inversor e, incluso,
por vecinos particulares que desean apoyar económicamente
“su” televisión.
Así las
cosas, se trata de buscar sistemas que abaraten
los costes de producción, de manera que
no supongan un rechazo o un impedimento a la
inversión local. Al mismo tiempo, se trata
de instalar modelos que faciliten las operaciones
de producción, de manera que la televisión
pueda estar servida por la menor cantidad de
personal posible, sin que se vea alterada la
mínima calidad exigida para un medio de
difusión tan importante. En definitiva,
se trata, con este trabajo, de dar una respuesta
a la demanda de una televisión profesional
y rentable, apoyándome para ello en la
tecnología digital, en las tecnologías
de la información y en las TIC.
Panorama
actual de la televisión local en España
Los
grandes Grupos
Hoy, una rápida búsqueda por Internet,
nos ofrece el pavoroso paisaje de más
de 50 asociaciones que agrupan a cerca de 600
emisoras de televisión. Y junto a ellos,
los grupos económicos que dominan empresarialmente
cerca de 400 televisiones en todo el territorio
español y que han hecho cambiar radicalmente
las reglas de juego de la televisión local
en España. Un fenómeno que está
poniendo es serio peligro el concepto mismo de
televisión local y que está convirtiendo
cientos de estaciones en sucursales de cadenas
generalistas enmascaradas en una denominación
de “televisión local” que
no se corresponde en absoluto con el espíritu
de lo que siempre fue el servicio a la comunidad
en la que se asienta. Con tres grandes grupos
mediáticos que han desembarcado en el
negocio de la televisión a través
de las frecuencias locales: Prisa –bajo
la marca Localia- Vocento y Cope, con las emergentes
“Popular TV”. Estos tres grupos se
han dedicado sistemáticamente a absorber
frecuencias locales o a inaugurar otras nuevas,
con el único ánimo de llevar su
mensaje unificador al máximo de territorio,
relegando a un segundo o tercer plano el mensaje
netamente local que es para lo que nacieron las
televisiones de proximidad, tal y como se analiza
a continuación.
Televisión
local: el guiño a las audiencias
La televisión local nace como contestación
a la ausencia mediática de lo más
cercano, de la familiar, de lo reconocible, a
la vez que se intuye como elemento clave de una
auténtica democracia local. Esta afirmación
viene sustentada por el análisis del discurso
de los grandes “media” que, al amparo
de una tecnología globalizadora, fueron
olvidando los rasgos particulares y específicos
de las culturas autóctonas de los pueblos
–lo siguen haciendo-, para uniformizar
el pensamiento único.
Es evidente
–y esta es la principal crítica
que se le hace a los grandes medios- que en la
actual sociedad asistimos a un proceso de pérdida
de los valores propios de las pequeñas
comunidades. El desarrollo de las tecnologías
de la comunicación, al tiempo que las
ha democratizado, paradójicamente ha creado
un discurso dominante. Desaparece totalmente
–si es que alguna vez existió- el
concepto de medio de comunicación para
convertirse definitivamente en medio de difusión.
Un proceso de emisión de mensajes en el
que no participa la población. La “aldea
global” de McLuhan se hace más presente
que nunca, haciendo, paralelamente, que los mensajes
tengan un “dueño” y, por lo
tanto, un director, ajeno la mayoría de
las veces a los deseos y necesidades de la audiencia,
de los receptores.
Así las
cosas, la televisión ha seguido este modelo
durante décadas. Los grandes esfuerzos
de producción se hacen en pro de un mensaje
global, de unos contenidos comunes a toda su
área de influencia. Como sus coberturas
son nacionales –cuando no transnacionales
a través de agencias internacionales de
prensa o comercialización de productos
de ficción y entretenimiento- lo local,
lo cercano, lo inmediato no existe en el mensaje
televisivo. Las grandes inversiones precisan
una espectacularidad universal que uniformiza
los modos de representación. Una corriente
de pensamiento y de acción que, evidentemente,
no propicia el nacimiento y desarrollo de pequeños
medios de comunicación que se apoyan más
en las relaciones de pequeños grupos sociales.
Es esta hegemonía
de lo universal lo que propicia el nacimiento
de un movimiento de comunicadores que aboga por
la defensa de lo cercano. La televisión
local –como la radio local, como la prensa
local- nace como una necesidad vital, amen de
cómo una contestación al silencio
de los grandes grupos de difusión.
Así,
tal y como afirma Román Gubern, la misma
tecnología que sirve para la megacomunicación,
costes elevados, carácter centralizado,
difusión multinacional y cultura monolítica,
uniformización en suma, va a servir para
la mesocomunicación, un proceso
que lleva aparejados unos costes moderados, carácter
local, descentralización y pluralidad.
Lo específico
de la programación local
“Lo” local no tiene tan solo un significado
geográfico, sino fuertemente sociológico.
En lo local se mueven procesos comunicativos
que poco tienen que ver con la actitud del consumidor
de los grandes medios de comunicación.
Grosso modo, éste adopta una actitud pasiva
ante el mensaje, mientras que el receptor en
una comunidad local se identifica más
con el proceso, el referente se encuentra más
próximo y, por tanto, tiene más
elementos de juicio para analizar el mensaje.
En el ámbito de lo local, pues, se producen
simultáneamente procesos de comunicación
interpersonales y mediáticos.
Todos los autores
coinciden en dos aspectos que diferencian la
televisión local de la televisión
generalista u otros medios: debe tener capacidad
para producir y emitir en y para una zona determinada,
contenidos netamente locales y, por tanto, debe
circunscribirse a un área geográfica
determinada, delimitada por el municipio y poco
más. Así, las características
de una programación local son las siguientes:
- La TVL es
un medio de comunicación circunscrito
a una zona cuyo perímetro está
delimitado por una o varias localidades.
- La producción
propia debe ser el pilar básico de su
programación.
- Entre los
contenidos de programación se deben encontrar
espacios que destaquen la cultura autóctona
de la comunidad.
- La participación
ciudadana se convierte en un pilar fundamental,
con independencia de la titularidad de la emisora.
- Las emisiones
deben ser constantes para crear hábitos
de audiencia en los espectadores.
- El servicio
público, la formación y el desarrollo
en valores deben ser parte importante de la
programación, sobre todo en las emisoras
de titularidad pública.
Vemos, pues,
que la televisión local refuerza el concepto
de servicio público en este contexto.
Nace como tal, como tal toma carta de naturaleza
y como tal adquiere una fuerza relativamente
considerable en el panorama mediático
español, europeo y mundial.
Pero vemos asimismo
que las sucursales de los grandes grupos –Prisa,
Vocento o Cope- no cumplen con casi ninguna de
esas condiciones, siendo tan solo reflejos mediocres
de una televisión generalista con pequeños
guiños de escasos minutos a la comunidad
local en la que tienen asentada la emisora.
Hablemos
de dinero
La televisión tiene un tremendo inconveniente:
su coste económico. El protagonismo tecnológico
es enorme. Los costes de los equipos de producción
y emisión, su instalación, el mantenimiento
–algunos tienen un desgaste fortísimo-,
las amortizaciones –que en nuestro caso
son rapidísimas por el bajísimo
período de obsolescencia que tienen-,
así como el plantel de técnicos
que deben servirlos, consumen, como en el caso
de Don Quijote, “las tres cuartas partes
de la hacienda”. De esta manera, tal y
como afirma Ángel Faus, cuando se llega
al capítulo de la comunicación,
de la creación y el contenido, de los
comunicadores, de la información –en
definitiva- no hay presupuesto. Es entonces cuando
se descubre el culebrón, o se alumbran
fórmulas que sustituyen la comunicación,
el razonamiento, por la emoción; de la
inteligencia por la emotividad. En muchos casos
solo es posible sacar esas instalaciones desde
presupuestos políticos que ayudan económicamente
a cambio de controlar el contenido, o que subvencionan
a fondo perdido, por la misma razón. En
uno y otro caso, la información, el contenido,
son un subproducto de la tecnología.
Esta circunstancia
es determinante para comprender las razones por
las que cientos de emisoras locales hayan caído
en manos de esas cadenas amparadas por los grandes
grupos de comunicación. En definitiva,
el desembarco de estos grupos en el mercado de
la comunicación local, se ha producido
por alguna de estas tres vías:
- Implantación
de una nueva emisora.
- Compra de
una licencia existente.
- Acuerdo de
colaboración con el titular de una licencia
(municipal, corporativa o comercial)1.
La concentración
de los medios trae consigo otro problema, como
es el bloqueo para la creación y desarrollo
de una pequeña industria audiovisual auxiliar
de carácter local. Es evidente que una
emisora necesita contenidos, productos para cubrir
sus parrillas. Pudiera ser una buena solución
el acceso a medios de producción locales
que, con costos reducidos, pudieran ofrecer productos
locales, realizados localmente, con medios técnicos
y humanos locales. Mas con la parrilla cubierta
por la producción encapsulada desde las
cabeceras y una política acorazada de
beneficio comercial por encima de cualquier otro
planteamiento2,
esta puerta queda irremisiblemente cerrada.
De cara
al 2012. Es posible una TV local independiente
El patrimonio de la televisión local
Para comprender la propuesta de esta ponencia,
primero debemos analizar el patrimonio de una
televisión local, lo que le da auténtico
valor añadido, lo que le hace valiosa
de cara a un mercado competitivo. Estoy hablando
de sacar la emisora fuera de sus fronteras, de
hacer exactamente lo contrario de lo que se está
haciendo: no se trata de llevar una cabecera
nacional a todas las pequeñas localidades,
sino de acercar la pequeña localidad a
cualquier rincón del mundo.
Hablo del patrimonio
audiovisual. Ese es el auténtico valor
de una emisora local de televisión. Su
archivo visual y sonoro, su capacidad para generar
y documentar imágenes audiovisuales propias,
únicas y diferenciadas. Y ponerlas al
servicio de quien las demande.
Es evidente
que las imágenes de la Torres Gemelas
deshaciéndose son impactantes, de gran
valor icónico. Pero su valor económico
es muy escaso. Todo el mundo las tiene, nadie
necesita comprarlas. Sin embargo, si alguien
necesita imágenes de una plaza gótica
tan solo tiene dos alternativas: desplazar un
equipo a la localidad que disfrute de dicha plaza…
o comprárselas a la televisión
local de dicha ciudad.
La televisión
analógica, técnica y legalmente,
está viviendo sus últimos suspiros.
El Plan Nacional de Telecomunicaciones acota
el fin del imperio analógico a 2012, Y
este rubicón de la emisión analógica
a la digital va a suponer un esfuerzo inversor
realmente importante para empresas modestas como
la mayoría de las televisiones locales
independientes. Ante esta situación, solo
caben dos posturas: el cierre, el silencio, la
vuelta a la hegemonía del grande…
o el aprovechamiento de los recursos.
La tecnología
al servicio de la televisión local
Es precisamente la espada de Damocles la que
puede sacar a la televisión local de su
propio escollo. Es la que le puede dar el impulso
para alcanzar la velocidad de escape. La propia
tecnología que está obligada a
instalar es la que le puede ayudar a iniciar
un nuevo camino paralelo a su función
tradicional. No hablamos ya de televisión.
Hablamos de e-televisión.
Hablamos de
la puesta en valor de todo lo que nuestra modesta
emisora local puede ofrecer a la comunidad local…
y mediata. La tecnología digital nos permite
abrir líneas de negocio insospechadas,
al acercar hasta cualquier ciudadano la posibilidad
de gestionar por sí mismo la recepción
de los contenidos.
La gestión
de contenidos
La televisión
se nutre de imágenes audiovisuales, es
decir, imágenes visuales e imágenes
de audio. Estas imágenes tienen distintos
niveles de manipulación, de producción:
- Imagen tal
y como ha sido grabada (“bruto de cámara”).
- “Pieza”
o noticia montada y que forma parte de un programa
determinada. Tiene un nivel de edición
básico.
- Bloque de
grabación de un programa determinado.
Puede ser un bloque de un dramático,
por ejemplo, una secuencia grabada en sistema
“multicámara” y guardada
como un archivo individual.
- Reportaje
completo, postproducido.
- Programa
completo.
Cada escalón
se surte de imágenes de los escalones
anteriores, de manera que una imagen determinada
puede participar en todos los escalones descritos.
Mas para la gestión de los contenidos
audiovisuales, es importante saber diferenciar
entre las distintas categorías en las
que se mueve nuestro archivo.
Gestionar estos
contenidos es, en el contexto que nos ocupa,
mucho más que organizarlos y emitirlos.
Su manipulación trasciende su mera edición
y organización en una escaleta. Se manipulan
para su archivo, para su visualización,
estudio, recuperación… La gestión
de estos contenidos, pues, hace que la televisión
sea un instrumento más de la televisión.
O, por mejor decir, un servicio más. Gracias
a los sistemas automatizados de gestión
de contenidos, sobre todo combinados con los
Servicios en Red, la televisión (local)
pasa a ser un dispensador de servicios de información,
más que un mero medio de comunicación.
- Consulta
de imágenes concretas.
- Archivo histórico.
- Pay per view.
- Streaming
de piezas de vídeo y/o audio.
- Transcripciones
en texto de noticias.
En los últimos
años (casi habría que decir meses,
pues la tecnología es novísima,
aunque las bases, los adoquines, estaban fabricados
hace años) han aparecido en el ámbito
de la gestión de contenidos, soluciones
“globales” que facilitan, mejoran,
automatizan y racionalizan el trabajo de una
redacción televisiva, desde la preproducción
hasta el archivo y documentación. Se trata
de los sistemas de gestión automatizada
de la información que, aprovechando las
redes internas, en una conjunción vídeo-informática,
tecnología del vídeo-tecnología
de las redes, que permiten a las televisiones
locales abordar una gestión global de
su información desde una nueva perspectiva
de trabajo multidisciplinar y colectivo.
Un sistema de
gestión de contenidos es, básicamente,
un paquete integrado de herramientas
que funciona solidariamente, sobre una red interna,
de una manera interactiva, con acceso de los
usuarios o clientes según jerarquías,
y que permite trabajar en una interface común
todos los procesos del producto audiovisual:
preproducción, producción, postproducción,
emisión, archivo y documentación.
Trabaja sobre bases de datos, de manera que va
creando un flujo solidario entre los datos y
sus metadatos. Permite, además de organizar
la información para su emisión
en el medio, prepararla para su explotación
en otros foros:
- Banco de
imágenes.
- Internet.
- e-televisión.
Como se ve,
el concepto de televisión cambia radicalmente.
Ya no es un negocio único, con una única
posibilidad de entrada de recursos económicos
–la publicidad emitida- sino que se convierte
en un gestor de servicios con la posibilidad
de abrir sus contenidos al resto del mundo.
No obstante,
existe un problema: el costo de las instalaciones.
Los gestores automatizados de contenidos tienen,
aún hoy, costes elevados para determinadas
economías. Pero para compensarlo, es la
imaginación la que entra en danza y se
buscan alternativas que, si bien no ofrecen ese
alto grado de automatización, si al menos
nos pueden ofrecer soluciones eficaces para “cambiar
el chip” en nuestro concepto de la televisión
local.
Aquí
es donde radica, a mi entender, el éxito
o el fracaso, el ser o no ser, el futuro o la
desaparición de la televisión local
gestionada y mandada desde las instancias locales.
En la medida que las televisiones locales se
adapten a las nuevas tecnologías, abran
sus ofertas a otras posibilidades, entren en
otros sistemas de distribución, se conviertan,
en suma, en gestores de contenidos, pero también
de servicios, estarán colocándose
en el lugar que la tecnología les reserva.
Notas:
1
En el
caso de licencias municipales, la financiación
es de carácter mixto, con participación
de capital público y explotación
comercial.
2Las
TV locales pertenecientes a estos grandes grupos
llegan al límite de regalar la producción
de la publicidad que emiten, en un claro deterioro
e infravaloración de este importantísimo
valor económico. Prefieren revertir las
inversiones publicitarias de los clientes locales
–normalmente modestas- en cuota de antena,
y no sacrificar parte de estas en la producción
de un buen producto audiovisual. El resultado
suele ser un spot pobre, limitado, con una casi
inexistente fuerza comercial, que se emite gracias
a una cierta ignorancia o, por qué no
decirlo, analfabetismo audiovisual por parte
del anunciante.
José
Luis Garralón Velasco
Profesor asociado del área de Comunicación
Audiovisual de la Universidad
de Extremadura, España. |