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Por Rafael Yanes
Número
45
La honestidad
como requisito imprescindible
En
el diccionario de la Real Academia Española
se define la crítica como “el arte
de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las
cosas”, y en la Enciclopedia Británica
como “la técnica de juzgar las cualidades
y valores de un objeto artístico, tanto
en materia de literatura como de bellas artes”.
Ambas se encuentran en la línea donde
se encuadra dentro del periodismo, y que coincide
con su origen etimológico, del griego
kriticós, que significa “que
juzga”. Pero además, la crítica
es un género periodístico de opinión.
Se parece al artículo, en cuanto se trata
de la valoración personal que su autor
realiza sobre un acontecimiento de actualidad.
Incluso, hay autores que niegan que la crítica
pueda ser considerada como un género independiente,
y la enmarcan dentro del periodismo de opinión
como un tipo especial del comentario (García,
1985, p. 84). También se parece a una
crónica por ser un texto que
analiza algo sucedido recientemente, aunque de
ésta se diferencia por el asunto del que
trata, ya que siempre enjuicia una manifestación
artística. Incluso, la crítica
contiene también información sobre
la actualidad del mundo del arte, por lo que
tiene también componentes propios del
periodismo informativo, pues la actuación
de un grupo de teatro o la publicación
de un libro son hechos noticiosos en si mismos.
Pero su característica principal es el
criterio subjetivo que refleja su texto. Se trata
de un género de opinión.
Existe discrepancia
en cuanto a si en la crítica
debe incluirse un juicio de valor, o, sencillamente,
deben reflejarse de forma objetiva los datos
más significativos del acontecimiento.
Es posible que no reflejarla sea una muestra
de incompetencia profesional. Una crítica
no es una descripción de la obra analizada
para que el lector se vea atraído y, posteriormente,
saque sus propias conclusiones. Una simple descripción
de lo visto o leído no es una crítica
de arte, ni tampoco lo es ceder la palabra
al autor de la obra para oír su opinión.
El crítico tiene el deber de arriesgarse
y dar a conocer su particular valoración,
por lo que su formación cultural es requisito
imprescindible para poder realizarla con perspectiva
histórica.
Abril Vargas
considera que en este género lo único
que importa es la valoración que le merece
al crítico un trabajo artístico
o creativo, por lo que debe firmarlo un experto
en el arte del que se trate (1999, p. 183). El
crítico tiene como misión valorar
la obra, pero no exclusivamente basado en el
gusto personal, porque la buena crítica
no puede estar sustentada únicamente en
las preferencias individuales. Lo que identifica
a este género es que se trata de un texto
donde el crítico argumenta los aspectos
positivos o negativos de forma consistente, y
con criterios de más altura que los estrictamente
personales. Criticar no es censurar, pero sí
valorar algo a la luz de la razón (Martín,
1986, p. 337).
Harris y Jonson
también inciden en la necesidad de hacer
una valoración sobre la obra artística,
y creen que la crítica en periodismo tiene
un sentido positivo de orientación cultural,
lo que convierte al periódico en un actor
importante de la educación popular (Santamaría,
1990, p. 142). La crítica debe
ser entendida como el arte de informar, interpretar,
y, sobre todo, valorar una obra artística
(Vallejo, 1993, p. 22). Martínez Vallvey
la define como aquel texto que enjuicia espectáculos
u otros bienes y servicios destinados, fundamentalmente,
al ocio de las personas (1999, p. 81)
Además,
deben ser textos redactados con belleza expresiva.
Se trata de escritos que, al juzgar obras de
arte, resultan ya creativos porque se apoyan
en el propio trabajo que evalúan, y profundizan
hasta el punto de que pueden orientar hasta al
propio autor sobre determinados valores de su
obra. Es un género de opinión que
explica, analiza, argumenta y enjuicia las cualidades
y los valores de una obra de arte (Armañanzas,
1996, p. 144)
Si llegamos
a la conclusión de que la crítica
es el comentario que sobre una obra de arte hace
un especialista con valoración positiva
o negativa, el texto que no la contenga debe
ser considerado como un género diferente.
Y esta es la diferencia entre crítica
y reseña, pues mientras la primera
es un texto elaborado por un experto que valora
en profundidad la obra, en el caso de la reseña
se trata de un trabajo realizado por un periodista
que informa sobre algún acontecimiento
del mundo del arte sin valoración alguna
(Morán, 1988, p. 14). Con esta definición,
la reseña es un texto descriptivo
que está dentro de los géneros
del periodismo informativo como una modalidad
de la noticia, mientras que la crítica
es valorativa, y, por tanto, pertenece a los
géneros del periodismo de opinión.
En esta línea se muestra Núñez
Ladevéze al afirmar que la crítica
contiene valoración, mientras que la reseña
es sólo una nota informativa (1995, p.
110), y también Álex Grijelmo,
quien considera que la reseña no es un
género periodístico, sino un tipo
breve de noticia (2001, p. 53). La reseña
sólo es información sin opinión,
por lo que se diferencia claramente de una crítica.
Si la parte
fundamental de la crítica es la valoración
de una obra, es imprescindible la honestidad
de quien la firma. El profesional del periodismo
que quiera trabajar en este género tiene
que cumplir dos condiciones: gustarle la especialidad
artística que elija, y un elevado concepto
de la honestidad (Abril, 1999, p. 195). Hay que
tener en cuenta que de la valoración de
una obra pueden derivarse consecuencias económicas
importantes, por lo que el crítico debe
estar alejado de presiones personales o empresariales
para ejercer su función con absoluta independencia.
El crítico debe ser un profesional con
un incuestionable sentido de la ética
periodística. Su valoración honesta
es su sello de identidad.
Además,
las opiniones deberán estar basadas en
el análisis riguroso de la obra sin que
se perciban puntos de vista extremos. Para emitir
un veredicto fiable es necesario evitar los prejuicios,
por lo que el crítico no puede valorar
con criterios de compromiso en un determinado
estilo o tendencia. El crítico no debe
dar motivos para ser considerado como un “escritor
frustrado, burdo censor o caza gazapos”
(Vallejo, 1993, p. 32).
Con todo lo dicho anteriormente, se puede concluir
en que la crítica es un género
periodístico argumentativo en el que se
valora una obra de arte con un texto creativo
firmado por un experto en la modalidad artística
que enjuicia, y donde la honestidad de su autor
es requisito imprescindible.
Un género
argumentativo que educa y entretiene
En
la crítica de arte se utiliza
un lenguaje persuasivo, y es que se trata de
un género de opinión explícitamente
argumentativo. Tiene la intencionalidad, pues
trata de convencer al lector con una determinada
valoración de la obra, y para ello tiene
que razonar sus valoraciones -que no pueden ser
gratuitas-, sin incluir elogios inmerecidos que
puedan asemejarse a trabajos propagandísticos
que no aguantan en pie desde que los contradice
la primera crítica responsable. La crítica
de arte debe tener una argumentación inspirada
en el convencimiento personal de quien firma,
y nunca en criterios publicitarios o ideológicos.
Lo importante es la exposición argumentada
del texto sin prescindir de los juicios de valor,
y con una función formativa. La crítica
periodística pretende encauzar culturalmente
al lector como objetivo principal, aunque también
debe servirle como fuente de conocimiento de
la obra juzgada (Gutiérrez, 1984, p. 219).
La argumentación
es el núcleo principal de este género
periodístico, que debe dar soporte de
forma razonada a los juicios de valor que se
defienden, y es la base de una buena crítica.
Perelman y Olbrechets (Abril, 1999, pp. 79 y
80) establecen cinco partes fundamentales de
toda argumentación: Los hechos,
que son el eje de la argumentación y se
consideran inmutables aunque puedan ser discutidos;
las verdades, como sistema de asociación
de diferentes hechos mediante uniones que pueden
ser seguras, posibles o probables; las presunciones,
resultantes de la lógica formal para llegar
a una conclusión cuando los hechos y las
verdades se analizan; los valores, que
pueden ser considerados como universales, o,
al menos, aceptados por la mayoría; y
la recogida y selección de datos,
que es la fase final de la interpretación.
Además,
es un género de autor, por lo que siempre
la crítica debe ir firmada, ya
que la personalidad del crítico es un
factor determinante de cara a su credibilidad
por parte del público. Estamos ante un
género en el que la identidad del firmante
es parte fundamental del texto, algo que sucede
en la mayor parte de los géneros de opinión,
aunque en éste, si cabe, con más
importancia. Por ello, para que se identifique
de forma directa al autor con su crítica
es recomendable que esté redactada en
primera persona.
Para Auden (Vallejo,
1993, p. 23), la crítica de arte contiene,
fundamentalmente, cuatro funciones. En primer
lugar, debe introducirnos en obras de autores
que ignoramos, por lo que la divulgación
es un efecto inmediato. También, la crítica
hace un análisis comparativo entre diferentes
épocas para mostrarnos las relaciones
entre ellas, es decir, una labor cultural de
primer orden. Una tercera función es la
de enseñarnos algo sobre el proceso de
construcción de la obra, lo que hará
reflexionar al lector desde un punto de vista
diferente. Y, por último, tiene la función
de persuadirnos de que su opinión es la
correcta en todo lo que nos cuenta.
La persuasión
explícita es un elemento de gran importancia
en la crítica de arte, ya que
se trata de la visión subjetiva de un
trabajo artístico por parte de un especialista
en la materia, y que sirve de nexo entre el autor
y el público sin que exista, por parte
de éste, conocimiento directo de la obra.
Es un texto que pretende principalmente orientar
al lector, aunque también intenta servirle
como instrumento de formación cultural.
Es el género periodístico más
aproximado a la educación, en tanto que
orienta sobre la bondad y la belleza del arte.
La crítica de arte informa de algo acontecido
en el mundo de la cultura, por lo que también
forma culturalmente al público. Su función
cultural es un rasgo diferenciador en de este
género. Argumenta los contenidos que ofrece
de forma didáctica, de manera que el lector
recibe formación cultural básica.
Los buenos críticos aprovechan cada texto
para reflexionar sobre el momento que vive el
arte, para ampliar datos sobre la modalidad artística
que enjuicia, y para analizar cada uno de los
componentes de la obra. Se puede afirmar que
el crítico está llamado a ejercer
un magisterio cultural de primer orden por escribir
de arte en un formato dirigido al gran público.
La crítica de arte tiene una triple función:
informar, orientar y educar (Santamaría,
1990, p. 141), aunque además se le puede
añadir la función del entretenimiento,
al existir lectores que encuentran un verdadero
placer en leerlas (Abril, 1999, p. 191).
Los textos periodísticos
deben cumplir unas condiciones básicas
para ser considerados críticas de arte
(Vallejo, 1993, p. 24). El primer requisito es
que debe ser un texto creativo con una redacción
que enriquezca la obra, potencie sus valores
y la califique con rigor, justicia y honradez.
Pero además, la crítica es un texto
con belleza expresiva, por lo que debe estar
bien construida gramaticalmente, -en el caso
de tratarse de una obra literaria, como mínimo
con el buen estilo de la obra que se
juzga-, y tendrá que ser profunda y amena.
Y no puede olvidar su función formativa,
para lo que es necesario que se convierta en
el nexo entre el autor y el lector con el fin
de elevar el nivel cultural de éste. La
crítica de arte no debe contener elementos
de destrucción, sino, por el contrario,
afán de comprensión hacia la obra
analizada. Y, por encima de todo lo anterior,
el crítico debe observar escrupulosamente
el principio ético de la insobornabilidad,
sin presiones ni servidumbres de ningún
tipo.
Es un género
que debe estar basado en el conocimiento profundo
de la pieza, del autor y del contexto histórico
en el que se desenvuelve. Exige una reflexión
seria con un análisis de las circunstancias
que la han acompañado. Es decir, la crítica
exige un profundo rigor intelectual, que es el
único camino que conduce a la objetividad.
Por encima de cualquier gusto personal, se impone
una actitud ética ante la valoración
de una obra de arte. Y debe ser sincera. El crítico
expresa su parecer de forma honesta, con absoluta
independencia. El análisis responsable
es necesario ante un texto que va dirigido al
público en general para orientarle, por
lo que debe contener pautas adecuadas para que
el público forme su opinión personal.
Aunque no debe olvidarse de que, además,
es un género con función informativa.
Debe ser un texto que explique fielmente el contenido
de la obra enjuiciada.
La crítica
debe ser un texto analítico y sintético
con una argumentación ponderada y justa,
por lo que tiene que existir un criterio valorativo
bien razonado. El crítico ha de evitar
la tendencia al elogio gratuito y la inclinación
a la dureza en sus juicios (Martín, 1986,
pp. 337 y 338). Su texto debe ser fielmente informativo,
pues el objetivo es que el lector conozca las
virtudes y los defectos de la obra, aunque debe
estar redactada con tono respetuoso y ecuánime.
El crítico debe ser un especialista en
la materia con espíritu reflexivo y serenidad
de juicio.
Al ser un género
de autor, el crítico de arte debe reunir
unas cualidades para poder ser considerado un
profesional especializado en este género
periodístico. Un crítico debe tener
facilidad de comunicación para dirigirse
a audiencias masivas, ser experto en el arte
que valora, amar la actividad que es objeto de
crítica, escribir siempre con un tono
constructivo, tener sentido crítico con
claridad de pensamiento y ser objetivo (Torres,
1988, pp. 22 y 23).
El crítico
debe fundamentar lo que afirma sin dogmatismo,
y su opinión debe ser considerada como
una aportación personal a la propia obra.
Luisa Santamaría (1990, p. 145) afirma
que las características de la crítica
de arte son tres: la brevedad, la urgencia
y la inteligibilidad. Es un texto breve,
pero no ligero, por lo que debe estar bien argumentado;
es urgente, pero no por ello irreflexivo, y por
tanto, sus valoraciones serán suficientemente
razonadas; y por último, al ser un texto
periodístico, debe estar redactado con
un lenguaje no especializado aunque se hable
de arte.
Algunos autores
han propuesto modelos de estructura para este
género periodístico a pesar de
que la crítica de arte no se
adapta a un esquema rígido por ser un
género creativo. Algunos autores proponen
dividirlo en tres partes: el titular,
normalmente argumentativo; la ficha técnica,
donde se recogen los datos objetivos de la obra
que se enjuicia; y el cuerpo, que es
la crítica propiamente dicha (Martínez
Vallvey, 1999, p. 83). Pero en esta última
parte se pueden distinguir tres componentes:
En el primero, el crítico hace mención
de los antecedentes de la obra objeto de su valoración
con datos sobre el autor y su producción
anterior; en el segundo se resume el argumento,
si lo tiene, de forma breve, con el fin de ilustrar
al lector; y por último, como consecuencia
de lo anteriormente expuesto, se refleja el veredicto
del crítico, de forma que el lector quede
convencido de que la valoración está
suficientemente argumentada y que está
realizada por un experto (Morán, 1988,
p. 19).
Una propuesta para su clasificación
Varios
autores consideran que la mejor forma de clasificar
las críticas de arte es tener en cuenta
el asunto del que tratan. Así, podríamos
hablar de críticas literarias, cinematográficas,
teatrales, musicales… Sin embargo, es un
texto que puede ser muy creativo, por lo que
es posible distinguirlas teniendo en cuenta otros
criterios. Luisa Santamaría (1990, p.
148) hace una propuesta de cuatro tipos de críticas
de arte basándose en el objetivo principal
que persigue su autor, lo que da lugar a una
clasificación que puede ser eficaz para
explicar las posibilidades de este género
periodístico: El modelo estético,
que es el texto donde el crítico tiene
una gran libertad para analizar la obra desde
el punto de vista de la belleza de la misma,
sin preocuparse por el estudio analítico
de su estructura o las relaciones históricas;
el modelo formalista, cuya principal
preocupación es la actitud científica
frente a la estética y donde el crítico
no tiene valor creador y se limita a explorar
la obra en su estructura formal; el modelo
culturalista, que estudia la obra en relación
con los condicionamientos históricos y
el medio en el que la desarrolló su autor;
y el modelo sociológico, que
es el texto donde el crítico hace un análisis
muy comprometido del momento político
y social en el que se desenvuelve la obra en
cuestión.
Pero en la práctica
no se presentan en toda su pureza. Evidentemente,
toda crítica sobre una obra de arte se
preocupa de la estética, pero, si pretende
ser rigurosa no puede dejar de analizar su estructura
formal, sus condicionantes históricos
y su relación con la sociedad que representa,
por lo que es posible que todas tengan algo de
cada uno de los modelos propuestos.
Es un género
de autor, y éste pone su sello de identidad
en el texto que firma. Es razonable distinguir
las críticas de arte por el estilo con
el que están escritas. Unas analizan fríamente
el contenido de la obra. Otras no profundizan
demasiado y terminan siendo un texto cuyo único
fin parece ser elogiar al autor. También
las hay centradas en una simple descripción.
Algunos críticos prefieren hablar del
autor y su repercusión en el mundo artístico.
Por último, hay críticas que buscan
casi exclusivamente la belleza estética
del texto. Con estos criterios diferenciamos
la crítica analítica, la laudatoria,
la descriptiva, la expositiva y la estética.
- La crítica
analítica. Es la crítica de arte
propiamente dicha. En ella se analizan con rigor
cada una de las partes de la obra que se enjuicia,
con valoraciones concretas sobre su realización,
dirección o interpretación. Normalmente
utiliza un estilo informativo alejado de los
recursos literarios, aunque al ser un género
de autor depende de quien la firma.
- La crítica
laudatoria. En ocasiones encontramos en los
periódicos alguna crítica de arte
en la que su autor prodiga excesivamente elogios
hacia todas y cada una de las partes de la obra
enjuiciada. Son textos en los que el crítico
se recrea en la belleza extraordinaria del objeto
artístico analizado, y no siempre aporta
datos concretos para tanta alabanza. Es una
apología del autor y de su obra, por
lo que la denominamos crítica laudatoria.
- La crítica
descriptiva. Es aquella donde no se analiza
el contenido de la obra, y el crítico
se centra en exponer los detalles que la componen.
En la argumentación, lo importante es
la descripción de las partes, y la valoración,
si la tiene, se convierte en algo secundario.
Es un relato sobre todo lo visto -en el caso
de una crítica sobre pintura-, o lo ocurrido
durante el concierto o representación
teatral. El lector recibe una información
bastante completa de la obra artística.
- La crítica
expositiva. Es la crítica que ni siquiera
describe la obra artística. Habla de
su autor, o de su repercusión social,
pero no entra en detalles de las partes que
la componen o el trabajo de dirección,
realización o interpretación.
Se asemeja a un artículo firmado, ya
que muchas veces se ocupa de analizar las últimas
novedades producidas en la modalidad artística
de la que habla. Incluso se aproxima al contenido
de una reseña, ya que no entra en un
análisis profundo.
- La crítica
estética. Es aquella que se asemeja a
un artículo firmado, en la que, con belleza
expresiva, se hace un recorrido por la historia
de la obra o de su autor, pero no describe,
ni analiza, ni expone ninguna parte de la obra.
El fin que persigue es el placer de su lectura,
más que un juicio de la obra de arte.
Se trata de un texto culto donde la estética
del escrito es particularmente importante.
Referencias:
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Madrid: Síntesis.
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Martínez Albertos, José Luis (1983).
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Morán Torres, Esteban (1988). Géneros
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Muñoz González, José Javier
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Salamanca: Librería Cervantes.
Núñez Ladevéze, Luis (1995).
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Barcelona: Ariel Comunicación.
Santamaría Suárez, Luisa (1990).
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géneros persuasivos. Madrid: Paraninfo.
Vallejo Mejía, María Luz (1993).
La crítica literaria como género
periodístico. Pamplona: EUNSA.
Dr.
Rafael Yanes Mesa
Universidad de la Laguna,
Islas Canarias, España.. |